—Ya eran las 8:00 p.m. cuando Athena, Lanny y Vladimir llegaron al Puerto de la Provincia Oriental. Aún les quedaba un viaje en barco de dos horas para llegar a la Isla Fortuna Grande. Afortunadamente, lograron tomar el último ferry de la noche.
—El subordinado de Vladimir ya los estaba esperando para su llegada. Luna los guiaría hasta la ubicación de la residencia de Enzo.
—Mientras el ferry navegaba a través de las suaves olas, Athena se quedó de pie junto al barandal del barco, apoyándose en la resistente baranda. Sus ojos estaban fijos en el vasto océano y el cielo nocturno.
«Te extraño, hermano. Espero que estés bien y viviendo una vida simple pero feliz en esa isla», reflexionaba Athena para sí misma.
«Estoy ansiosa por verte». —La mirada de Athena vagaba entre las estrellas como si estuviera pidiendo un deseo.