—Ofelia no encontraba cómo en su vida responder —dijo ella. —Si lo hacía, todos sus secretos se desvelarían. Solo necesitaba un nombre, pero eso desharía toda su identidad. Él la descartaría. Había revelado sus pensamientos sobre la casa de subastas, pero ahora, ¿su horrible infancia y su cuestionable estatus de ilegitimidad?
—Ofelia lo había visto suceder —continuó. —Había presenciado a hombres golpear a sus esposas en público por engaño. Habían agarrado puñados de su cabello mientras golpeaban a su propia mujer. La Matriarca Eves llevó a Ofelia allí para mostrarle específicamente las consecuencias de desobedecer al esposo.
—Él nunca debe saberlo —pensó Ofelia. —Nunca se perdonaría si algo le sucediera a su Papa en el proceso de que Killorn se vengara. No podía imaginarse poniendo a su familia en peligro, pues solo la Matriarca Eves era cruel con ella.
—P-por favor —suplicó Ofelia—, ya he dicho suficiente p-por hoy.