—En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, sentí su mano en mi cintura y nuca, sujetando con fuerza, acercándome más. Los brillantes ojos plateados desaparecieron de mi vista en el momento en que reclamó mis labios.
—Una vez más, sentí como si el resto de mi cuerpo se derritiera y hormigueara. Sujetándome fuerte a su hombro, no había nada que pudiera hacer excepto dejar que Natha me consumiera.
—Pero fue diferente a la última vez. Él no estaba tan agravado, y aunque se sintiera consumidor, sus labios eran suaves. En lugar de sentir como si me arrastraran en una carrera como antes, esta vez me guió con paciencia. La mano en mi nuca movió mi cabeza junto con la suya, de modo que nuestros labios encajaran mejor el uno con el otro. Frotó mi nuca suavemente, y yo separé mis labios como si me convencieran, sintiendo su lengua deslizarse adentro.