Nuestro modus operandi continuó siendo el mismo: ofrecer asilo y unidad. Aceptábamos a quienes podían quedar bajo el efecto de mi habilidad y, una vez asegurados, eliminábamos al resto para saquear sus campamentos. Si nadie aceptaba unirse, simplemente nos marchábamos sin causar daños. No tenía sentido arriesgar la salud de mis hombres en peleas innecesarias, y dejar intactos algunos campamentos podría ser beneficioso para futuros saqueos. Puede que este método sea incluso más despiadado que lo que hacía antes, pero demostró ser efectivo.
Al principio, no fue sencillo. Sin embargo, conforme nuestros números crecían, todo se volvía más fácil. Hay una gran diferencia entre liderar a seis soldados bien armados y comandar a quince. Enfrentarnos a grupos de cinco personas se convirtió en una tarea casi trivial. Poco a poco, adquirimos la apariencia de una fuerza militar bien organizada, lo que facilitaba convencer a más gente. En ocasiones, logramos que campamentos enteros se unieran sin resistencia.
Una vez que alguien se integraba gracias a mi habilidad [Líder], utilizaba [Amo de Esclavos] para aumentar su lealtad al convertirlos en [Esclavos], asignandolos al contador correspondiente. Reservaba el contador de súbditos para aquellos que reclutaríamos en futuros saqueos.
Seguimos este sistema durante un tiempo, distribuyendo a cada nuevo miembro en tareas específicas para fortalecer nuestro campamento. No solo teníamos que construir más casas, sino también establecer defensas. Decidí levantar al menos una empalizada básica para protegernos de lobos y otras amenazas menores. La creciente fauna y flora en el área traía consigo tanto problemas como oportunidades: por un lado, animales salvajes peligrosos; por el otro, presas como conejos y ciervos, que nos proporcionaban alimentos.
Nuestro número creció rápidamente, y con ello regresó la esperanza de un futuro prometedor. Sin embargo, también aumentaron los problemas. Por ejemplo, serpientes venenosas que antes eran raras comenzaron a aparecer ocasionalmente, y perdí a uno o dos hombres por sus mordeduras. Los insectos, especialmente los mosquitos, eran una plaga constante. Aunque intenté varios métodos para lidiar con ellos, ninguno fue del todo efectivo. Noté, además, una diferencia curiosa entre mis hombres y yo: aunque también sufrían las picaduras, parecían menos afectados que yo por ellas.
Con el tiempo, alcanzamos el límite de población permitido por mis habilidades, algo que inicialmente consideré dificil. Este crecimiento, sin embargo, trajo consigo una recompensa: cumplimos los requisitos para elevar nuestro campamento de Mediano a Grande. Las recompensas de la Civilización Neutra fueron modestas y solo por llegar a este nivel: algunas cajas de recursos útiles, pero nada extraordinario. Como supuse otros ya hayan alcanzado este nivel antes que yo.
En cambio, la Civilización Desconocida volvió a reconocerme como el primero en lograrlo, y sus recompensas fueron mucho más valiosas. Recibí materiales para construir dos casas adicionales, una espada de nivel cobre (aunque no tan buena como mi lanza) y cinco armas más de nivel común: espadas, lanzas y arcos.
Todo iba según lo planeado, pero eso no me hizo ralajarme. No solo por la amenaza constante de los monstruos que podían arrasar con nosotros en cualquier momento, sino porque mi objetivo principal era seguir mejorando. Trabajé activamente en todo lo que podía para elevar el nivel de mis habilidades y clases.
Todo iba por buen camino, pero no me relajé. No solo por la amenaza constante de monstruos que podrían destruirnos con facilidad, sino porque tenía un objetivo personal: mejorar mis clases.
Todos los días, después de terminar mis tareas, dedicaba tiempo en la casa de barro para observar qué sucedía con los demás "extranjeros" y aprender de ellos. Descubrí algunos datos interesante sobre las personas que eligen llevar más de una clase, que suelen enfrentar dificultades para subir de nivel, especialmente si las clases son muy diferentes entre sí.
Por ejemplo, alguien con las clases [Espadachín] y [Arquero] recibe solo el 50% de la experiencia total correspondiente en cada una cuando realiza actividades relacionadas. Por otro lado, combinaciones más similares, como [Arquero] y [Ballestero], tienen una ganancia mayor, entre el 70% y 80%. Las clases casi idénticas pueden llegar hasta el 90% de la experiencia total como máximo.
Mi caso, sin embargo, era especial. Comparándome con los demás, noté que no solo no perdía experiencia por multiclase, sino que las clases [Trabajador] y [Esclavo] parecían sinérgicas, otorgándome entre un 25% y 50% de experiencia adicional en comparación con los demás. Esto me motivó aún más a explotar su potencial. Además, las clases [Amo de Esclavos] y [Líder] funcionaban de manera similar, beneficiándose mutuamente gracias a su superposición en aspectos clave.
Este descubrimiento fue un punto de inflexión. Con esta ventaja, mi desarrollo estaba destinado a ser más rápido y eficiente que el de cualquiera de los demás.
...
Habían pasado nueve meses desde mi llegada a este mundo, y mi campamento había crecido considerablemente. Una empalizada rodeaba el asentamiento, y las tiendas eran numerosas y variadas, dispuestas para albergar a nuestra creciente población. Sin embargo, este crecimiento vino con un costo: mantener a tantas personas representaba un desafío logístico importante. Aunque nuestras reservas eran suficientes para sobrevivir por un tiempo, ya era hora de considerar fuentes más estables de sustento.
Los granjeros de nuestro grupo insistieron en comenzar a cultivar. Después de consultar con otras personas, les di mi aprobación. Así, establecimos pequeñas parcelas de cultivo justo afuera de la empalizada, en un lateral de las tiendas. Esto implicaba que eventualmente tendríamos que ampliar nuestras defensas o reubicarlas.
La construcción de casas se había retomado hacía tiempo. Con los materiales listos y una abundante, aunque mayormente inexperta, mano de obra, las viviendas comenzaron a levantarse rápidamente. Actualmente, vivo en una de esas casas terminadas. Todas están diseñadas bajo el modelo local: casas fortificadas. Opté por este diseño porque, tras enfrentar a monstruos como los necrarios, entendí que tener defensas robustas era esencial. Aunque estas construcciones resultaban más costosas, las ventajas justificaban la inversión.
No todas las casas estaban terminadas aún, pero el progreso era evidente: estábamos dejando atrás el concepto de campamento y nos estábamos convirtiendo en una verdadera aldea, todo antes de cumplir un año. Para celebrarlo, me permití un pequeño lujo: compré muebles y algunos objetos para hacer mi hogar más cómodo. Agradezco profundamente esta decisión, porque había olvidado cuánto extrañaba dormir en una cama elevada del suelo. Aunque no se comparaba con las camas modernas, era un avance significativo.
A pesar de este gasto, cuidé no excederme, ya que mi situación económica no era tan holgada como antes. Una de las razones de esto fue el reciente contacto de mi hermana, Laila, quien nos escribió a través del chat familiar pidiéndonos dinero.
Laila había dejado Attera poco después de anunciarnos su decisión, viajando con caravanas de mercaderes como guardia. Era excelente en ese rol, y su talento natural la llevó a desarrollar su habilidad [Golpe Miliciano] hasta el nivel oro en solo un mes. Durante su viaje, pasó por varios pueblos y vagó de un lugar a otro, dirigiéndose cada vez más al norte, hacia un país que coincidía con sus intereses.
En mi mundo original, un viaje como el suyo habría sido largo y agotador, pero aquí las habilidades cambiaban las reglas. No solo las personas poseen habilidades; también las rutas y caminos pueden tenerlas. Los caminos de alta calidad, con niveles equivalentes a los de las personas (cobre, plata, etc.), ofrecían beneficios como acelerar la marcha de quienes los utilizaban. Además, muchos viajeros cuentan con habilidades de soporte, activas y pasivas, que hacen los viajes más seguros y eficientes.
Gracias a estas ventajas, y viajando con grupos grandes y bien preparados, Laila llegó a su destino más rápido de lo esperado.
Actualmente, mi hermana se encuentra en el reino de Vigalle o Vigale (no estoy seguro del nombre exacto, ya que mi conocimiento de la historia y geografía de este mundo aún es limitado). Creo recordar que este reino tuvo varios nombres en diferentes épocas: Vazione y Vincia son algunos de ellos. Es un país pequeño, el más pequeño del continente, pero notablemente avanzado en términos tecnológicos.
Vigalle destaca por ser el hogar de escuelas de ingeniería, navegación, arte, y otras disciplinas. Curiosamente, su fama en navegación es algo irónica, ya que, a pesar de estar rodeado de ríos, se encuentra en el corazón del continente, lejos de mares y océanos.
Al llegar, Laila encontró un lugar donde sentía que podía establecerse y empezar una nueva vida, o por lo menos permanecer durante un buen tiempo. Sin embargo, aunque el reino era perfecto para sus ambiciones, enfrentaba dificultades económicas. Para establecerse de manera sólida, necesitaba dinero. Por eso decidió contactarnos, solicitándonos un préstamo para poder iniciar su nueva etapa en este mundo.
Nuestros padres quisieron ayudar, pero su situación económica no se los permitía. Apenas podían ofrecer unas 60 monedas de cobre como máximo. Aunque su situación había mejorado gracias a la aceleración del tiempo en este mundo, lo que les permitía obtener ingresos con cultivos que crecían rápidamente (incluso llegando a cosechar en un mes), seguían enfrentándose a grandes dificultades. Trabajaban bajo un señor feudal que les imponía impuestos, y, sumando los gastos de sustento, apenas lograban ahorrar unas pocas monedas al mes. Esos ahorros podían desaparecer fácilmente si surgía una necesidad inesperada o simplemente querían darse un pequeño gusto. Mejorar su calidad de vida dependería de subir de nivel sus habilidades, lo que les permitiría mejorar su trabajo y obtener una mayor remuneración, pero eso no era algo posible en el corto plazo.
Ian, por su parte, rechazó la posibilidad de ayudar desde el inicio. No tenía mucho dinero ni una fuente estable de ingresos. Como aprendiz en la iglesia, no recibía remuneración alguna, y aunque ya había terminado su aprendizaje hace meses, seguía trabajando en la misma iglesia. Allí, la mayor parte del dinero que ganaba terminaba en manos del sacerdote principal. A pesar de su gran talento y de que usaba sus habilidades de sanación, Ian seguía siendo el novato. Muchas veces lo trataban como un simple recadero, y sus oportunidades eran limitadas. Ofrecer sus servicios de manera independiente sería mucho más rentable, pero en el país de Luxaltis, o Luxia, como lo llamábamos de forma abreviada, los sacerdotes vagabundos no afiliados al estado eran mal vistos. Incluso podían ser encarcelados si alguien los denunciaba falsamente, ya que no contaban con ningún tipo de protección legal.
Conociendo a mi hermana, o al menos la versión de ella que recordaba de mi mundo original, decidí hablarle por privado y ser directo:
"¿Cuánto necesitas realmente? Dime el número exacto que querrías si pudieras pedir lo que quisieras."
"Diez monedas de oro" respondió sin titubear.
"¿Diez? Eso es mucho. ¿Planeas comprarte una mansión?" bromeé, aunque en realidad no tenía idea de cuánto costaría una mansión en este mundo.
"Me preguntaste cuánto querría, y eso es lo que siento que sería suficiente para cubrir todos lo que planeo. Claro que puedo arreglármelas con menos, pero no sería lo ideal. Y tener mas de eso terminaría siendo un desperdicio, no podria aprovecharlo del todo."
"¿De verdad es la cifra que quieres? ¿Podrías manejarla bien?"
"Me conoces. Sabes que sé cómo administrar el dinero, y no soy estúpida. Si lo fuera, las personas con las que viajé ya se habrían aprovechado de mí o me habrían convencido de unirme a sus grupos."
"Está bien, te enviaré el dinero. Más te vale cuidarlo… y cuidarte a ti también."
Sin pensarlo más, le envié las diez monedas de oro. Había ciertas limitaciones para transferir dinero, pero las restricciones eran severas al intentar enviar dinero de personas individuales a campamentos que a la inversa. Cuando mi hermana recibió el dinero, quedó incrédula y me bombardeó con preguntas. Para evitar revelar demasiado, ya que no había oído noticias de monstruos en otras regiones, le dije simplemente que había encontrado un tesoro en la naturaleza.
Ella me agradeció enormemente y prometió que no debía preocuparme por el futuro. Cuando lograra volverse grande y poderosa, me protegería, e incluso, si mi pueblo no prosperaba, me resguardaría bajo sus alas.
Confiaba en mi hermana; siempre había sido de las que cumplían sus metas. Sin embargo, no creía que necesitaría su protección en el futuro. También confiaba en que, con mi esfuerzo, saldría adelante.
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[Lyricus]
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Raza: [Ninguno]
Clase: [Trabajador (87/100)], [Esclavo(92/100)], [Líder (69/100)], [Amo de Esclavos(82/100)]
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Habilidades:
- Maestro de todos los oficios (Común)
- Gran Líder(Común) [Súb: 50/50]
- Amo Superior(Plata) [Esc: 80/80] [Súb: 40/40] [Sobrenatural: 0/10]
- Resistencia al Cansancio (Diamante)
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Clasificación/Título: Ninguno
Región/Territorio: Tierra Desconocida
Civilización: [???] [Neutral]
Dominio: Gran Campamento
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Atributos
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[Físicos]
F (Fuerza): 8 = 7 + 1 (Amo de Esclavos)
D (Destreza): 6
C (Constitución): 9 = 8 + 1 (Trabajador)
R (Resistencia): 9 = 7 + 1 (Esclavo) + 1 (Trabajador)
[Mentales]
I (Inteligencia): 9 = 7 + 1 (Líder) + 1 (Amo de Esclavos)
P (Perspicacia): 8 = 6 + 1 (Líder) + 1 (Amo de Esclavos)
V (Voluntad): 8 = 7 + 1 (Esclavo)
[Espirituales]
Fe: 37 (Talento Bajo)
Espíritu: 42 (Talento Bajo-Medio)
Suerte: 0
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Había crecido bastante, y mis habilidades de liderazgo se potenciaban a medida que más personas quedaban bajo mi mando. Ahora tenía el máximo permitido, lo que aseguraba que seguirían mejorando rápidamente.
Aunque la situación era difícil, también era prometedora. Lobos que aparecían esporádicamente, serpientes venenosas en la naturaleza y las desapariciones ocasionales de personas en la espesura ya no me paralizaban como al principio. Lo que antes era miedo ahora se había transformado en combustible para seguir fortaleciéndome y asegurar mi futuro.