El lugar parecía despojado de todo valor, tanto monetario como informático. Se podía oler en el aire un aroma parecido al hierro. Aquel lugar estaba completamente destruido. Todo estaba oscuro, y solo se podía ver cuando una luz roja se encendía en intervalos de tres segundos. Lo que antes era un laboratorio de alta gama ahora parecía una habitación saqueada, sin nada vivo alrededor. En el suelo se veían documentos, en su mayoría cubiertos por un líquido rojo que estaba esparcido por toda la habitación. Aunque algunos de estos documentos mostraban textos, no se alcanzaban a distinguir claramente, pero todos tenían un número característico: "7-12".
En los alrededores de la habitación había pizarras con símbolos similares a fórmulas. A un lado, se encontraban mesas aún cubiertas por el mismo líquido rojo, asemejando camas de hospitales. Cerca de estas, se podían ver instrumentos de metal: tijeras, pinzas, cuchillos y más, todos igualmente cubiertos por el líquido. Al otro lado, lo único que aún se veía claramente bajo luces verdes eran tubos de cristal enormes. Algunos permanecían intactos, con un líquido que parecía agua cristalina en su interior, pero totalmente vacíos. Otros estaban rotos, y solo quedaban fragmentos de cristal en el suelo. Había una palanca tirada en el suelo, la cual había sido utilizada para romper los tubos.
Al final de la habitación había dos puertas: una era la salida y la otra... Inconscientemente me acerco lentamente a esa puerta, con la intención de abrirla. Estando frente a ella, mi mano se mueve sola hacia la perilla. Temblando, la giro lentamente, pero de pronto, a lo lejos, escucho una voz.
— Ru...
— ¡Karu!...
— ¡HIKARU!
Asustado, abro los ojos de golpe. Mis pupilas se contraen, y veo a mi hermana agarrándome de la playera como si fuera a extorsionarme. Después de un momento, recuerdo que estoy en el dormitorio de la escuela, durmiendo. Somnoliento, le digo:
— Haruki, ¿por qué me despiertas así? Sentía que iba a morir.
— Te estuve llamando desde hace rato, pero no contestabas, parecías en coma. Tuve que moverte así porque no despertabas. ¿Ya lo olvidaste, hermano? Hoy es la ceremonia de ingreso, no podemos llegar tarde.
Es un poco raro que no haya despertado. Normalmente suelo tener el sueño ligero, pero, por alguna razón, se me había olvidado que hoy era la ceremonia de ingreso. ¿Quizá porque realmente no es muy importante para mí?
— Está bien, solo suéltame para poder levantarme.
Ella aparta sus manos de mí y, mientras sale de la habitación, me dice:
— Apúrate en ponerte el uniforme. Te esperaré para desayunar.
— Sí, sí, lo que tú digas.
Después de que se fue de la habitación, solté un pequeño suspiro. ¿Acaso no puede controlar su fuerza? Realmente sentí que me estaban ahorcando. Pero ahora que lo pienso... ¿qué estaba soñando? No es muy normal que yo tenga sueños; de hecho, casi nunca sueño. Pero no le daré importancia. Si no me apuro para arreglarme, ella será capaz de llevarme arrastrando. ¡Qué miedo!