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Chapter 2 - La soledad de la más fuerte

Desde aquel trágico día, las cosas solo fueron para peor. Los amigos y aliados que conocía perecían en las guerras contra los monstruos provenientes de Khaenri´ah.

Hoy de pie estaba a solo unos metros de Orobashi, aquella serpiente divina que trato con cuidado a los mortales encontró la furia en la mujer portadora del rayo. 

—Última advertencia Orobashi, ¡o aceptas mi voluntad o pereces bajo el filo de mi espada! —Con su espada cuyo filo desprendía chispas electro apunta contra la criatura divina.

—¡No! ¡Tu no eres digna de ser la diosa de estas islas, tu solo una mujer que en el interior es una frágil niña incapaz de superar las muertes mortales! —Fueron sus últimas debido al corte que realizaría en solo un segundo la guerrera, el cadáver de Orobashi cayo provocando un gran desastre a través de algunas islas. 

Su verdugo de pie sin mostrar alguna emoción en aquel momento solo parecía un ángel de la muerte, los demás mortales incluso sus soldados le temían por la fuerza y poder de esta.

—¡Retrocedan y realicen trincheras, la guerra contra los lobos acechadores todavía no termina! —Sus palabras órdenes para los guerreros bajo su mando, en un solo parpadeo esta desapareció del campo de batalla.

Conocida como la más fuerte, esta nadie se le podía comparar. Sus palabras eran la ley, y si te negabas... No podemos hablar de eso o si, ahora se encuentra en el templo tenshukaku un lugar cual ella usa para refugiarse de los demás.

—... Los más fuertes siempre son los más frágiles, es imposible mostrar este rasgo por miedo a ser traicionados. En el fondo solo deseo alguien con quien hablar... Tsk, si tan solo estuvieras aquí Makoto, todo sería más fácil —Su mirada se torna hacia su trono, donde antes habían dos ahora solo esta el suyo propio. Subiría los dos escalones como se sienta en este —. Maldita sea, sin importar los siglos que pasan, mi cuerpo se deteriora y no puedo... no puedo, o-olvidarte —Algunas lagrimas se derraman desde sus ojos hasta acabar en su kimono teñido de sangre de quienes asesino aquel día, tapándose la cara con una de sus manos al sentir aquella vulnerabilidad que no quería admitir.

—"Quizás debería visitar el árbol del santuario narukami, allí puedo sentir el calor de aquellas a quienes puedo llamar creyentes" —Se pone de pie mientras limpia la tristeza de su rostro, reemplazándola con un rostro indiferente. 

Dejaría su templo con un paso lento, su mirada posándose en los soldados que protegían el templo o en otras palabras protegían a los curiosos y habitantes de ella. También admira la belleza del día, cual a pesar de estar nublado como la lluvia que cubría su nación le provee de un sentimiento de calma y paz.

—"Inazuma, la nación donde la eternidad nació, ahora con mi guía cambio. La gente se concentra en la capital, los samuráis errantes tienen que vérselas con nuestros soldados si intentan algo, realice varios contratos con las otras naciones por recursos y tecnología... No me arrepiento, se que perpetra la eternidad pero..."

Su atención se enfoco en como los habitantes podían disfrutar una vida tranquila como decente, los niños corretean por allí y por allá lo cual la hace sonreír ligeramente.

—"... lo más importante es la felicidad de las personas que mi hermana y yo juramos proteger. Te extraño Makoto, nunca dejaré de pensar en ti incluso en mi lecho de muerte, sin embargo trataré de ser feliz como usar esa semilla que me brindaste antes de partir."

Sin ninguna prisa se dirige al santuario, su kimono purpura con varios detalles se agitaba levemente gracias al viento como su cabello largo. Esta recibía varias sonrisas de parte de los lugareños. Se convierte en un destello para volar hacia la cima del santuario, y retorna a su cuerpo para admirar la belleza de aquel lugar.

—Oh, es la todopoderosa Raiden Shogun en persona, me es grato el poder verla justo hoy tenemos una nueva Miko, se espera que sea la sacerdotisa pero todavía le falta tiempo, jeje —Una joven mujer cuyas ropas consisten en una camisa blanca, con estampados rojizos y pantalones rojos sonríe, su cabello azabache bien cuidado como apariencia muestra su dedicación como creyente hacia su diosa. 

—Vaya, es bueno ver chicas que desean apoyar la palabra de su diosa. ¿Cuál es tu nombre jovencita? —Posaría sus ojos sobre la chica zorro, cual cabello como orejas y cola eran rosadas, su rostro y cuerpo denotan su juventud. A pesar de estar en frente de una divinidad, la muchacha no parecía estar temerosa al contrario sonríe —Yae Miko, ese es mi nombre, ¡espero ser una buena sacerdotisa para usted!

—Ya veo, sin duda lo serás, y si me disculpan necesito un tiempo a solas con el cerezo en flor —Dejaría a las dos féminas y se acerca al árbol, cuya forma es similar a la de un zorro. Su palma derecha en contacto con el tronco del árbol mirándole fijamente —"Algunas veces me pregunto como sigues vivo, es como si tu fueses la eternidad misma. Pero ahora solo deseo permanecer en calma contigo aunque ya no siga tus pasos."

—Hm, esa mujer se supone es la diosa que valoramos, pero porque la retratan como una villana o sin corazón si hace unos segundos parecía una buena persona —Los ojos lila de la muchacha se fijan en la mujer que yacía cerca del árbol de cerezo, su cuerpo relajado daba una impresión de paz interna. La fémina a su lado deja escapar un leve suspiro —La gente estaba acostumbrada a un estilo de vida, cual cambio después del regreso de nuestra soberana de Khaenri´ah ósea 200 años, tu edad. Y el cambio no es siempre bienvenido del todo, por tanto existen personas recias a creer en la buena voluntad de nuestra señora, allí es donde entramos nosotras predicando su palabra.

—Comprendo... ¿Puedo ir a hablar con ella? Digo, vamos a ser en un futuro muy cercanas —La menor recibe un asentimiento de la joven adulta, y en eso esta se acerca a la divinidad —Disculpe interrumpirle mi diosa, pero quisiera hablar con usted. 

—Hm, no pasa nada solo meditaba, adelante dime sobre que quieres hablar conmigo —Raiden Ei se muestra calmada con una pequeña sonrisa, lo cual consigue brindar algo de esa calma a la Miko —¿Q-qué se siente ser una diosa? Es una pregunta cuya respuesta me tiene intrigada, podría usted responderla si no le molesta, por favor.

—Buena pregunta, pero incluso yo no tengo la respuesta absoluta a todas las preguntas, no soy como Rukhadevata o Morax estos seguro te brindan una respuesta acertada. Desde mi experiencia el ser un dios brinda una soledad difícil de sobrellevar, pero solo puedes aceptarla para proteger a los demás de los peligros... y de ti —La sonrisa se desvanece de su rostro, más en eso recibe un abrazo de la kitsune. Aquello le fue inesperado, pero no la empuja solo le permite estar junto a ella.

La vida se volvió más grata para ella cuando conoció a esa chica zorro, en las siguientes visitas pasaron de abrazos, a coqueteos bromistas por parte de la Miko. 

—Es bueno que tengas ya 16 años para contarte esto, al menos ya sabes de violencia, y... sexo para cuando hable de eso exactamente —Itto quien era el que leía aquel libro mira a la joven cual suspira, su mirada cansada como cabello ligeramente mojado por haber tomado un baño le indicaban a este el continuar —Vale ya continuo, deberías dejar de esforzarte tanto, un día de estos te lesionarás y aprenderás a la mala como yo.

Yae Miko no se sabía de donde provenía exactamente, solo que era una kitsune adoptada por el santuario. Se presento como una simple criatura necesitada de un hogar, tan miserable al estar cubierta solo de unos trapos. 

Creció bajo las enseñanzas de la jefa que le acogió cuyo nombre nunca olvidará, Samara Keiki. En su estancia, su único deseo era conocer mejor a la diosa a la que brindaría culto. Hoy ve como la todopoderosa shogun regresa con algo de polvo en su kimono, y sangre.

—Así que no eras tan invencible como los mitos dicen, huh —A pesar del comentario sarcástico esta comienza a tratar sus heridas, debido a que su superiora tenía asuntos que atender. La divinidad solo suspira profundamente —N-nadie es perfecto, tsk ten más cuidado con el alcohol, en fin donde se encuentra Keiki deseo hablar con ella.

—No esta actualmente aquí, fue a tratar a un familiar de la familia Kujou. No entiendo porque todavía creen que los fantasmas existen, en todo caso ¿podrías matarlos a los fantasmas? —Al escuchar esa pregunta la shogun se queda paralizada brevemente, para luego volver en si —Eh... Hmph, si, si podría.

—No pareces muy segura, como sea quisiera ha... —Rápidamente un mandoble vuela rápidamente contra el cuerpo de la diosa, impactando de lleno su abdomen como empujándola metros lejos del santuario al estar desconcentrada. Su cuerpo a gran velocidad impacta contra el tronco del árbol, sangre brotando desde su estomago cual a pesar de no tener una herida profunda debido al arma que no tiene filo, esta le deja un corte como la detiene allí. La muchacha queda impactada al presenciar aquello, tornando su atención desde donde vino el arma.

Allí parado un hombre cuyo aspecto era cubierto por una capa negra de un solo tirón la quita revelando su aspecto, un albino que tiene cuernos rojizos resaltando entre su cabello, ojos de color naranja con una chispa de locura y diversión. Una camiseta purpura con tonos negros y dorados que cubre sus hombros y cuello excepto su abdomen bien definido cual tiene tatuajes rojos por todo su cuerpo.

—Ja, que fácil es tomar por sorpresa a la supuesta Todopoderosa shogun, asesina de Orobashi, esa cosa era demasiado grande como para no sufrir ante tal ataque. Yo soy más fuerte si me preguntan, y sobre quien soy... soy Itto, ¡el cazarrecompensas más guapo de Inazuma! —Su sonrisa demostraba su arrogancia como desinterés en si hacía lo correcto o no, para él solo era un asesinato más. En eso la Kitsune frunce su ceño enojada —¡Este es un lugar sagrado y libre de violencia!

—¿Ya y? No me importa nada, solo deseo cumplir con mi trabajo. Apártate porque mis negocios no son contigo, señorita come conejos —El albino saca las perezas de sus puños, mientras camina en dirección a la diosa que en frente suyo tiene a Yae quien desea protegerla —Agh, no solo te burlas de mi, también lo haces del santuario, e incluso de nuestra diosa... ¡E-eres un maldito!

En un arranque de ira, la mujer joven se abalanza contra el hombre que recibe el puñetazo a la mejilla, golpe que resuena al chocar. Como hace al Oni escupir sangre de su boca y acabar en el suelo boca arriba a unos metros de ella, rápida fue esta al intentar quitar el espadón del abdomen de la shogun.

—Eso no estuvo nada mal, tienes fuerza come conejos pero hazte a un lado como dije o no la vas a pasar muy bien. Y no me preocupas Shogun, las constantes guerras han deteriorado tu energía, no existirá mañana para ustedes —Itto limpia la sangre en la comisura de sus labios con su antebrazo, a la vez que camina hacia ambas. Ei ya de pie, pero algo debilitada por aquel golpe en su abdomen. 

Así mientras los 3 contendientes se miran, un combate que marcaría el destino de Inazuma comienza. A diferencia de él que solo parecía estar jugando, ellas se mostraban serias respecto a la amenaza presente.

La Todopoderosa Raiden Ei enfrentará una fuerza cual es igual o superior a ella, aun con el miedo en su interior de perecer y no cumplir la promesa de su hermana ya fallecida esta mira directamente a los ojos a su cazador y levanta sus puños al sentirse agotada como para usar su espada.

—¡Papa! No me dijiste que tu intentarías matar a mama, y la tía Yae. Además pareces un villano en este cuento —Sara que es una chica perteneciente al clan Kujou, y cuidada por su padre como madre tiene el ceño un poco fruncido al escuchar esa parte.

—Pero soy uno muy guapo, jaja. No te preocupes, no importa quien fui antes, ahora solo soy tu padre y eso es lo único que debería importarte respecto a mi —Itto revuelve el cabello de su joven hija, su sonrisa muestra cuanto disfruta de estar con una de sus hijas. Para luego desviar su atención a una niña que duerme al lado de Sara, una pequeña oni cuyo cabello es azabache también con algunos mechones blancos —Si llego yo a faltar, cuida de tu hermana menor Sachiko. Esta heredo mi fuerza física pero es ingenua.