El aula de la academia estaba más silenciosa de lo habitual. Los alumnos, generalmente bulliciosos, intercambiaban miradas tensas mientras esperaban a que Iruka-sensei hablara. En el aire flotaba una mezcla de anticipación y nerviosismo que incluso Naruto podía sentir. Aunque intentaba aparentar confianza, sus manos temblaban mientras apretaba la banda de su mochila.
Iruka, de pie frente a la clase con una expresión seria, rompió el silencio.
—Mañana comenzarán los exámenes para graduarse de la academia —anunció, su voz firme pero calmada—. Estas pruebas determinarán si están listos para convertirse en genin. El formato será diferente este año, ya que hemos decidido dividir los exámenes en tres partes: teoría, práctica y combate.
Los murmullos comenzaron de inmediato. Naruto sintió un nudo formarse en su estómago. Tres pruebas. Tres oportunidades para fallar.
Iruka levantó una mano, pidiendo silencio, y continuó.
—La primera prueba evaluará su conocimiento teórico: historia ninja, tácticas, teoría del chakra y otras materias que hemos cubierto durante el año. Es importante que estudien y demuestren que tienen la base para avanzar como ninjas.
Naruto bajó la mirada. Aunque había mejorado en sus estudios, seguía sintiéndose rezagado en comparación con sus compañeros. Las palabras de Iruka pasaron a la segunda prueba, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de inseguridad.
—La segunda prueba será práctica. Deberán demostrar que pueden ejecutar los tres jutsus básicos: el jutsu de clonación, el de sustitución y el de transformación. Recuerden que la precisión y el control del chakra son tan importantes como el resultado.
Un sudor frío recorrió su espalda. Solo dominaba uno de los tres jutsus, y apenas había logrado perfeccionarlo. ¿Cómo se suponía que enfrentaría los otros dos en tan poco tiempo?
Iruka hizo una pausa antes de anunciar la última prueba.
—Finalmente, la tercera prueba será un combate. Se les emparejará con un compañero de clase, y su desempeño en taijutsu, estrategia y adaptabilidad será evaluado. No se trata de ganar o perder, sino de mostrar sus habilidades en un escenario real.
Naruto sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Nunca había ganado un combate en toda su vida en la academia. Incluso con sus recientes entrenamientos, su cuerpo aún no alcanzaba la velocidad y fuerza de sus compañeros más avanzados.
Cuando Iruka terminó de hablar, la clase quedó sumida en un silencio pesado. Naruto miró sus manos, cerrándolas en puños temblorosos. "Todo este esfuerzo... ¿y si no es suficiente?", pensó. La duda y el miedo lo atacaban con fuerza.
Después de la clase, mientras los demás alumnos se dispersaban para prepararse, Naruto permaneció en su asiento. Iruka se le acercó, inclinándose ligeramente para hablarle.
—Naruto, sé que estás nervioso, pero quiero que recuerdes algo. Estos exámenes no solo evalúan tus habilidades actuales; también muestran cuánto has crecido. Y tú has crecido más que nadie este año.
Naruto levantó la mirada, encontrándose con los ojos amables de su maestro. Quería creer en esas palabras, pero la sombra de su propia inseguridad seguía nublando su mente.
—No importa si dominas todos los jutsus o ganas cada combate. Lo importante es que no te rindas, sin importar lo que pase. La perseverancia también es parte de ser un ninja —agregó Iruka, sonriendo.
Esa noche, Naruto se quedó despierto mucho después de que las luces de Konoha se apagaran. Con los libros abiertos sobre su mesa y su corazón latiendo con fuerza, decidió que no iba a rendirse. Aunque las probabilidades estuvieran en su contra, enfrentaría los exámenes con todo lo que tenía.
El día del examen había llegado. Naruto se levantó temprano, aunque apenas había dormido. Su departamento estaba más ordenado de lo usual: las sábanas dobladas, la mesa despejada, y los libros que había usado para estudiar apilados en una esquina. Sabía que la batalla más difícil del día sería contra sus propios nervios.
En la academia, los alumnos se reunieron en el aula principal, donde Iruka-sensei los esperaba con una expresión firme pero alentadora. En el aire flotaba una tensión palpable. Algunos alumnos, como Arata, mantenían una actitud confiada, mientras que otros, como Naruto, intentaban calmar los nervios con respiraciones profundas.
Iruka dio las instrucciones iniciales.
—La primera prueba será el examen teórico. Tienen una hora para responder las preguntas. Concéntrense y lean con cuidado.
Naruto se sentó en su pupitre, con la hoja del examen frente a él. Su corazón latía con fuerza mientras leía la primera pregunta:
"Explique el principio básico del control de chakra y cómo afecta la ejecución de un jutsu."
Tomó aire y comenzó a escribir, recordando las lecciones que había repasado hasta el cansancio. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que muchas preguntas eran similares a los ejercicios de clase. No lo sabía todo, pero logró completar la mayoría con respuestas que consideró decentes. Cuando Iruka pidió que entregaran las hojas, Naruto sintió un pequeño atisbo de esperanza.
"Tal vez no lo hice tan mal."
La segunda prueba comenzó en el campo de entrenamiento. Los alumnos se formaron en fila, y uno por uno demostraron su habilidad con los tres jutsus básicos frente a Iruka y Mizuki, quienes evaluaban con atención.
Cuando llegó su turno, Naruto respiró hondo.
—Naruto Uzumaki, adelante —anunció Iruka.
Naruto se colocó frente a ellos, rodeado de sus compañeros que observaban desde atrás.
—Primero, el jutsu de clonación —dijo Mizuki, cruzando los brazos.
Naruto juntó las manos para formar el sello del tigre, concentrando su chakra.
—¡Jutsu de clonación!
Un destello de humo blanco apareció, pero el resultado fue desastroso: un clon pálido y tembloroso se materializó antes de colapsar en el suelo como un muñeco de trapo. Mizuki negó con la cabeza mientras tomaba notas, y Naruto sintió cómo su rostro ardía de vergüenza.
Iruka habló, intentando ser neutral.
—Está bien. Ahora, el jutsu de sustitución.
Naruto trató de controlar su respiración. Ejecutó el sello y gritó:
—¡Jutsu de sustitución!
Nada pasó. El silencio fue tan pesado como un yunque. Los murmullos entre los compañeros comenzaron, y Naruto sintió que sus manos temblaban. Mizuki suspiró con fastidio, pero Iruka mantuvo su expresión seria.
—Por último, el jutsu de transformación.
Naruto cerró los ojos y se concentró con todo lo que tenía. Visualizó la figura de Iruka, memorizando cada detalle.
—¡Jutsu de transformación!
Esta vez, el humo se disipó para revelar una transformación casi perfecta. Naruto había adoptado la apariencia de Iruka, con solo un par de detalles menores fuera de lugar. Iruka sonrió levemente.
—Buen trabajo en este último. Puedes regresar a tu lugar.
Naruto volvió a la fila, su cabeza baja. Había dado lo mejor de sí, pero sabía que no era suficiente.
La tercera y última prueba era el combate. Iruka les asignó parejas al azar, y Naruto sintió que su estómago caía al suelo cuando escuchó el nombre de su oponente.
—Naruto Uzumaki contra Daiki Inuzuka.
El combate marcó el clímax de las pruebas de graduación. El sol de la tarde proyectaba largas sombras sobre el campo de entrenamiento, mientras los alumnos formaban un círculo para observar la pelea. Había un silencio tenso, roto solo por el susurro del viento y los latidos acelerados en el pecho de Naruto.
Daiki, con una sonrisa confiada, avanzó al centro del campo. Su cachorro ninja, Taro, lo seguía de cerca, gruñendo de forma juguetona pero intimidante. —Espero que estés listo, Naruto —dijo Daiki, ajustándose los guantes y adoptando una postura firme—. Esto será rápido.
Naruto tragó saliva. A pesar de los meses de entrenamiento, sabía que Daiki era un oponente formidable. Aún así, apretó los puños y avanzó, adoptando la postura de combate que Rock Lee le había enseñado. No era perfecta, pero era todo lo que tenía.
—Cuando quieras, Daiki —respondía Naruto, intentando sonar más seguro de lo que se sentía.
Iruka levantó una mano para dar inicio al combate. —¡Comiencen!
Daiki no perdió tiempo. Con un silbido corto, dio la orden a Taro, quien se lanzó hacia Naruto con la velocidad de un rayo. Naruto logró esquivar por poco el primer ataque, rodando hacia un lado mientras el cachorro arañaba el aire donde había estado su pierna. El público murmuró, sorprendido por su agilidad.
—No estás tan mal —comentó Daiki mientras avanzaba también. Lanzó un golpe directo que Naruto bloqueó con dificultad, sus brazos temblando bajo la fuerza del impacto. Antes de que pudiera reaccionar, Taro atacó de nuevo, obligándolo a retroceder.
Naruto intentó contraatacar, lanzando un barrido bajo hacia Daiki. Pero su oponente saltó con facilidad, girando en el aire y conectando una patada lateral que impactó en el costado de Naruto. El golpe lo envió tambaleándose hacia atrás, jadeando mientras trataba de recuperar el equilibrio.
—¿Es todo lo que tienes? —se burló Daiki, cruzando los brazos.
Naruto apretó los dientes, sintiendo cómo las miradas de sus compañeros se clavaban en él. "No puedo rendirme", pensó, recordando las palabras de Rock Lee: "El esfuerzo siempre supera al talento." Tomó aire y volvió a adoptar su postura, con los ojos fijos en Daiki.
Esta vez, Naruto fue el primero en atacar. Se lanzó hacia adelante con un grito, intentando combinar un puñetazo con un barrido lateral. Daiki esquivó el golpe inicial, pero no vio venir el barrido. Aunque el impacto no fue fuerte, logró desequilibrarlo brevemente. Naruto aprovechó la oportunidad para lanzarse contra él, intentando derribarlo.
Sin embargo, Taro intervino, mordiendo el brazo de Naruto y forzándolo a retroceder. Daiki recuperó su postura rápidamente, girando sobre sí mismo y lanzando otro golpe que impactó en el hombro de Naruto, haciéndolo caer al suelo.
—Suficiente, Naruto. No estás listo para esto —dijo Daiki con un tono que mezclaba superioridad y desprecio.
Naruto, con el cuerpo adolorido y el orgullo herido, apoyó las manos en el suelo y comenzó a levantarse. Sus piernas temblaban, pero no iba a rendirse.
—Todavía no he terminado —dijo entre jadeos, con una chispa de determinación en los ojos que hizo que algunos de sus compañeros enmudecieran.
El público, incluidas figuras como Arata y Shikamaru, observó en silencio mientras Naruto se ponía de pie una vez más. Daiki frunció el ceño, visiblemente molesto por su obstinación.
—Bien, entonces no me culpes por lo que pase —respondía Daiki, lanzándose hacia él con renovada ferocidad.
El último intercambio fue rápido y decisivo. Naruto intentó esquivar el ataque inicial de Daiki, pero Taro lo interceptó, empujándolo fuera de balance. Daiki aprovechó la apertura para derribarlo con una combinación de golpes y una barrida final que lo dejó en el suelo.
Iruka intervino inmediatamente, levantando una mano. —¡Alto! Daiki es el ganador.
El campo quedó en silencio por un momento, roto solo por los jadeos de Naruto. Aunque derrotado, el joven rubio levantó la cabeza y miró a Daiki, quien se había girado para recibir las felicitaciones de algunos compañeros. Naruto apretó los puños, grabando ese momento en su memoria.
Mientras regresaba a su lugar, Iruka lo detuvo brevemente, colocando una mano en su hombro. —Naruto, lo importante no es cuántas veces caes, sino cuántas veces te levantas. Hoy has demostrado más de lo que crees.
Naruto asintió, con los ojos brillando de emoción contenida. Aunque había perdido, sabía que esa no sería su última batalla. Dentro de él, una pequeña llama seguía ardiendo, más fuerte que nunca.