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Chapter 24 - Capítulo 24: Preparativos para la Conquista

Lucian observaba las luces distantes en la ciudad, donde los demonios habían comenzado a fortificar sus posiciones. Aunque el caos se extendía a su alrededor, él no sentía preocupación, ni tampoco el deseo de obtener más poder. Para Lucian, todo esto era solo otro juego, una oportunidad de disfrutar lo que la vida le ofrecía sin pensar en grandes ambiciones. Lo que le importaba, más allá de cualquier conquista o control, era el placer y la satisfacción de sus deseos más profundos.

Regresó a su escritorio, donde los pergaminos y libros que había estado estudiando estaban esparcidos. Aunque había dominado el uso de la magia para el combate y el control mental, su verdadero interés ahora era perfeccionar algo más… la capacidad de doblegar el deseo de las mujeres demoníacas. Su objetivo no era el poder sobre ellas, sino simplemente experimentar el placer de saber que incluso las elites demoníacas podían sucumbir a su voluntad, sin otra intención más allá de su propia satisfacción.

—No es cuestión de poder —murmuró para sí mismo—. Es cuestión de disfrutar lo que el destino me ofrece.

Las técnicas que estaba perfeccionando no buscaban subyugar o controlar por razones estratégicas; solo buscaban maximizar el placer mutuo, aunque siempre asegurándose de que fuera él quien mantuviera el control. Había aprendido que el control era parte del disfrute, pero no tenía interés en someter a las élites por ambición o deseo de poder.

Garen entró en el despacho, interrumpiendo sus pensamientos.

—Lucian, los demonios están fortificando sus posiciones. Todo indica que pronto se moverán hacia otras zonas de la ciudad, pero por ahora se mantienen en la parte fortificada. —Informó Garen con tono neutral, consciente de que Lucian no reaccionaría con preocupación.

Lucian asintió, apenas sorprendido. Se esperaba algo así, pero eso no cambiaba sus planes.

—Déjalos que fortifiquen todo lo que quieran. No es asunto nuestro, al menos por ahora. Mientras tanto, nosotros continuamos como siempre. Solo asegúrate de que el club siga funcionando sin problemas —respondió Lucian, con la misma indiferencia que solía mostrar ante los grandes acontecimientos.

Garen asintió y salió, dejando a Lucian solo con sus pensamientos. Mientras regresaba a los diagramas y fórmulas que había estado desarrollando, una sonrisa se formó en sus labios. No estaba buscando una conquista, ni la dominación de los demonios. Solo buscaba disfrutar de la vida y sus caprichos, y si eso incluía la oportunidad de experimentar con las mujeres demonio, entonces así sería.

Mientras Lucian permanecía en su club, ajeno a las ambiciones de poder que impulsaban a muchos, los demonios empezaban a movilizarse. Tras haber consolidado su control en la ciudad, comenzaban a avanzar hacia otras localidades. Las hordas demoníacas, con su insaciable hambre de caos y destrucción, no se conformaban con lo que ya habían conquistado. Los informes llegaban con frecuencia, y aunque a Lucian no le interesaban las estrategias de guerra, siempre era útil estar al tanto de lo que ocurría más allá de sus muros.

Desde el balcón de su club, podía ver a lo lejos cómo los demonios organizaban sus tropas. Las bestias infernales que antes deambulaban por las calles ahora se movilizaban en formación, siguiendo las órdenes de sus líderes. El objetivo estaba claro: expandir su influencia hacia otras ciudades cercanas y, eventualmente, tomar todo el reino.

Garen llegó una vez más con noticias frescas.

—Los demonios han comenzado a marchar. Se dirigen hacia las ciudades vecinas. La fortificación de esta ciudad ha terminado, y ahora están buscando nuevos territorios que conquistar —informó, sabiendo que Lucian probablemente no mostraría mayor reacción.

Lucian miró al horizonte, con la misma calma de siempre.

—¿Alguna noticia sobre las élites demoníacas? —preguntó, más interesado en ese detalle que en los movimientos militares.

Garen negó con la cabeza.

—No, no hay nuevos reportes sobre ellas. Se mantienen en la zona fortificada, organizando los movimientos, pero no participan directamente en las invasiones.

Lucian asintió lentamente. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que las mujeres demonio hicieran su aparición, y él quería estar listo cuando eso ocurriera. Los demonios podían expandir su influencia todo lo que quisieran, pero a él solo le interesaba un encuentro personal con las elites.

—Muy bien, Garen. Déjalos que continúen. Nosotros seguiremos con nuestros asuntos —dijo, volviendo a centrarse en sus experimentos y planes personales.

Los demonios avanzaban hacia nuevas ciudades, arrasando con todo lo que se interponía en su camino. Pero dentro de su reino personal, Lucian seguía tan tranquilo como siempre, preparándose para su propio tipo de conquista.

Lucian se quedó en silencio, observando cómo los demonios avanzaban hacia otras ciudades, destruyendo y conquistando a su paso. El caos se expandía, pero dentro de su club todo permanecía bajo control, como siempre. El sonido lejano de los tambores de guerra y las bestias infernales no le afectaba en lo más mínimo. Su mente estaba ocupada en sus propios pensamientos, sus propios deseos. Aunque el mundo exterior ardiera, su preocupación principal seguía siendo la satisfacción personal, y más concretamente, lo que le depararía su encuentro con las élites demoníacas.

Sabía que los demonios podían ganar o perder en sus conquistas, pero eso no cambiaría su vida. Lo que realmente lo intrigaba era qué ocurriría cuando llegara a las líderes demoníacas. Era un encuentro que ya anticipaba con deseo, no por el poder que ellas poseían, sino por la experiencia en sí. Lyria, Asha, y Kira estaban junto a él, conscientes de sus pensamientos. Sabían que el interés de Lucian en las mujeres demonio era más que una simple curiosidad.

—Se están moviendo rápido —murmuró Lucian, casi para sí mismo, mientras las imágenes de las élites pasaban por su mente.

Lyria se acercó lentamente, su figura etérea moviéndose con gracia.

—¿Crees que lleguen hasta aquí de nuevo? —preguntó en voz baja, su tono calmado, pero cargado de una curiosidad que ella rara vez mostraba.

Lucian sonrió, un brillo perverso en sus ojos.

—No importa si lo hacen. Estaremos listos. Pero más que eso... —hizo una pausa, pensando en lo que realmente le atraía—, estaré listo para conocerlas. Todo en su debido momento.

Las ciudades caían una tras otra, y el caos de la guerra se expandía como una marea imparable, pero para Lucian, lo importante no era el resultado de esa guerra. Sabía que su verdadero campo de batalla sería más íntimo, más controlado. Y mientras los demonios se expandían, él se preparaba para lo que realmente deseaba: una experiencia que trascendía el poder.

Con una sonrisa perezosa, se recostó en su sillón, disfrutando del silencio dentro del club, mientras afuera, el mundo seguía desmoronándose.