Lucian abrió los ojos por primera vez en su nueva vida. Todo era borroso, confuso, y su pequeño cuerpo apenas respondía. No podía mover las manos ni los pies como deseaba; todo se sentía torpe, débil. La frustración lo invadió de inmediato. "Un bebé… soy un maldito bebé." Su mente, llena de recuerdos y conciencia, estaba atrapada en un cuerpo completamente inútil.
Había muerto. Eso lo recordaba claramente. La traición de Ana y Roberto; el cuchillo que se hundió en su abdomen, el dolor, la furia… Y después de eso, solo oscuridad. Hasta ahora. Lucian intentaba calmar su mente, analizar la situación. Nada de esto importa. No tengo obligaciones. Haré lo que quiera.
Sintió un movimiento y fue levantado de la cuna. Una mujer lo sostenía, su madre en esta nueva vida. La cercanía de su cuerpo le resultaba extraña, pero la calidez era reconfortante. Ella lo acunaba con ternura, hablándole con una suavidad que Lucian apenas podía percibir con claridad. La realidad de su situación le golpeaba con cada segundo que pasaba: era un recién nacido. No podía hablar, no podía moverse con libertad. Dependería de otros para sobrevivir... por ahora.
Su madre lo acomodó y lo colocó contra su pecho desnudo. El instinto de su nuevo cuerpo lo dominó de inmediato, aferrándose al pezón y comenzando a succionar. ¿En serio? pensó, incómodo, pero no pudo evitarlo. El acto de ser amamantado era automático, y aunque su mente adulta lo encontraba degradante, el placer físico y la satisfacción que sentía eran innegables.
Mientras continuaba mamando, sintió una presión en su mente, como si algo despertara dentro de él. La incomodidad de ser alimentado desapareció momentáneamente, y su conciencia se centró en esa nueva sensación. Algo se estaba manifestando en lo más profundo de su ser. Cerró los ojos y se dejó llevar, permitiendo que su mente se enfocara en ese poder latente.
De repente, el entorno cambió. La habitación y su madre desaparecieron, y en su lugar, Lucian se encontró flotando en un espacio oscuro, vasto y nebuloso. Frente a él, aparecieron símbolos brillantes que formaban un patrón coherente. A pesar de que eran completamente nuevos para él, los comprendía perfectamente. Un panel flotante de luz emergió ante sus ojos:
[Sistema de Crecimiento]
Nombre: Lucian
Nivel Actual: 1
Puntos de Experiencia: 0/100
Habilidades Disponibles:
Magia Oscura (Nivel 1)Magia de Fuego (Nivel 1)Magia de Rayo (Nivel 1)
Estadísticas:
Fuerza: 1Agilidad: 1Constitución: 1Intelecto (INT): 5Carisma: 2Suerte: 1Maná (MP): 10
Lucian leyó el panel con interés. El sistema de crecimiento era su camino para salir de esta impotencia. Cada punto representaba una parte de sí mismo que podía mejorar, desde su cuerpo hasta sus habilidades mágicas. Su Intelecto le otorgaba la capacidad de aprender y dominar magia con rapidez y precisión. La magia fluía dentro de él, latente, esperando ser utilizada. Fuerza y Agilidad eran las características físicas que, aunque mínimas por ahora, crecerían a medida que él subiera de nivel. Maná era la reserva de energía mágica que necesitaría para lanzar sus hechizos, y aunque por ahora era limitado, aumentaría con el tiempo.
Este sistema de crecimiento le permitiría avanzar a su propio ritmo, sin restricciones. Subiría de nivel, obtendría experiencia, y en algún momento, haría lo que quisiera con su vida sin rendir cuentas a nadie.
Volvió a abrir los ojos en la realidad. Aún estaba en los brazos de su madre, alimentándose del pecho que lo sostenía. El sistema le había otorgado algo más valioso que la fuerza o la magia: la libertad de elegir. Y con eso, Lucian sabía que haría lo que quisiera, cuando quisiera, sin importar lo que los demás esperaran de él.
La primera etapa de su nueva vida había comenzado. Mientras continuaba alimentándose, su mente ya trazaba los primeros pasos de su camino, consciente de que, por primera vez, todo dependería únicamente de sus propios deseos. Nadie lo controlaría. Nadie le impondría un destino.
Lucian comenzaba a familiarizarse con su entorno. La habitación en la que vivía no era aislada ni humilde, pero tampoco lujosa. Estaba ubicada en el lado extremo del edificio principal, una sección donde vivían aquellos que no tenían una posición destacada: las esposas menos importantes, los hijos no deseados, y los sirvientes. Su madre lo cuidaba allí, alejada del centro de la vida en la mansión del conde. Era una vida discreta, perfecta para alguien que prefería no ser el centro de atención.
Había escuchado fragmentos de conversaciones mientras las sirvientas pasaban cerca. Aprendió sobre el conde, su padre biológico, y las múltiples mujeres e hijos que tenía, distribuidos por las distintas secciones del enorme edificio. Lucian sabía que no era más que un hijo de una esposa sin títulos, sin expectativas ni responsabilidades hacia él. Eso le convenía. No le interesaba destacar ni luchar por poder; solo quería aprovechar su nueva oportunidad y vivir bajo sus propias reglas.
Su cuerpo aún era débil, recién nacido, pero su mente estaba llena de pensamientos estratégicos. Mientras lo alimentaban o lo acunaban, él exploraba el sistema de crecimiento que había descubierto. Cerraba los ojos y se concentraba, invocando el panel mental que le revelaba sus habilidades y estadísticas. Este sistema no solo le otorgaba poder, sino que también le ofrecía algo aún más valioso: conocimiento.
[Sistema de Crecimiento]
Comenzó a analizar los detalles, aprendiendo rápidamente cómo podía avanzar en su nivel. No era necesario realizar grandes hazañas; incluso pequeños movimientos controlados, como levantar una mano o hacer que su cuerpo se desplazara en la cuna, le otorgaban una pequeña cantidad de puntos de experiencia. Lo que para un bebé normal sería simple instinto, para él era una estrategia consciente para mejorar.
Lucian ponía en práctica lo que aprendía, experimentando con su limitado control corporal. Descubrió que, aunque sus movimientos eran lentos y torpes, cada vez que lograba algo nuevo, su experiencia aumentaba ligeramente. Sabía que no podía hacer mucho en su estado actual, pero estaba determinado a progresar a su manera.
La magia que poseía —oscura, fuego y rayo— también se hacía más presente a medida que pasaban los días. Podía sentir el poder de cada una dentro de él, fluyendo con igual intensidad. A veces, cuando su madre lo dejaba solo por breves momentos, Lucian intentaba pequeños experimentos, buscando manipular esas fuerzas en su interior. Lograba destellos de calor o pequeños impulsos eléctricos que apenas eran visibles, pero que le confirmaban que su poder estaba allí, esperando ser liberado en su totalidad.
Sabía que, aunque el mundo lo veía como un simple bebé, él ya estaba mucho más avanzado de lo que cualquiera podía imaginar. Su intelecto y su sistema le daban una ventaja que nadie más tenía. No tenía prisa. Sabía que crecería, que su cuerpo eventualmente alcanzaría el poder que su mente ya poseía. Y mientras tanto, aprovecharía cada momento para subir de nivel, avanzar en su magia y descubrir más sobre este mundo.
Lucian se acostó en su cuna, sintiendo la calidez del fuego, el zumbido del rayo y la oscuridad envolviéndolo desde dentro. Todo estaba bajo control. En esta vida, haría exactamente lo que quisiera, cuando quisiera, sin que nadie lo limitara.
Con cada día que pasaba, Lucian sentía cómo su cuerpo ganaba un poco más de fuerza, aunque aún estaba limitado por la fragilidad de su forma infantil. Sin embargo, su mente seguía trabajando sin descanso. El sistema de crecimiento era su mayor herramienta, y lo había estudiado con una dedicación obsesiva. Cada pequeño avance, cada movimiento que lograba hacer de forma consciente, se traducía en puntos de experiencia, y aunque el progreso era lento, sentía que estaba en la dirección correcta.
Había aprendido a manipular su entorno de formas sutiles. Aunque no podía lanzar hechizos, podía sentir la energía de su magia. La magia oscura, el fuego y el rayo fluían con igual intensidad dentro de él, como tres corrientes poderosas esperando ser canalizadas. Y aunque sus intentos de control solo se manifestaban en pequeños destellos o cambios de temperatura apenas perceptibles, sabía que era cuestión de tiempo antes de poder utilizarlas plenamente.
Mientras su madre lo alimentaba o lo acunaba en su cuna, Lucian aprovechaba cada momento de quietud para concentrarse en sus habilidades. Empezaba a entender cómo las magias interactuaban entre sí y con el mundo exterior, y con cada nueva observación, ganaba un poco más de control sobre ellas. La clave, comprendió, no estaba solo en la práctica, sino en la acumulación constante de conocimientos sobre el sistema.
Un día, mientras la luz del atardecer entraba por las pequeñas rendijas de la ventana, Lucian decidió probar algo diferente. Su madre lo había dejado solo, y el ambiente de la habitación estaba en completo silencio. Su cuerpo apenas podía moverse, pero su mente estaba activa, llena de energía. Cerró los ojos, invocando el sistema en su mente. Las estadísticas flotaban frente a él:
[Sistema de Crecimiento]
Nombre: Lucian
Nivel Actual: 1
Puntos de Experiencia: 45/100
Estadísticas:
Fuerza: 1Agilidad: 1Constitución: 1Intelecto (INT): 5Carisma: 2Suerte: 1Maná (MP): 10
Había avanzado lentamente, pero estaba cerca de subir al siguiente nivel. Necesitaba algo más para empujar sus habilidades al límite, una prueba que le permitiera desbloquear todo su potencial.
Cerrando los ojos una vez más, se concentró en las tres corrientes de poder dentro de él. Esta vez, en lugar de centrarse solo en una, intentó invocar las tres al mismo tiempo. Era una apuesta arriesgada, considerando su limitado control, pero Lucian estaba dispuesto a arriesgarse.
De repente, la habitación se sintió más cálida, y una ligera corriente de aire se arremolinó a su alrededor. El fuego respondía, calentando el espacio a su alrededor. Al mismo tiempo, un pequeño destello de electricidad recorrió sus dedos, casi invisible, pero lo suficientemente fuerte como para que sintiera su vibración. El rayo también estaba presente. Y, finalmente, las sombras en la esquina de la habitación parecieron alargarse y moverse ligeramente hacia él. La magia oscura respondió con su típico susurro silencioso.
Por unos segundos, las tres magias cohabitaron en perfecta armonía, pequeñas y débiles aún, pero presentes. Lucian sonrió para sí mismo, satisfecho con el avance. Aunque su cuerpo de bebé no podía soportar el uso prolongado de esas fuerzas, había conseguido lo que se proponía: dominar las tres magias al mismo tiempo, aunque fuera de manera limitada.
El sistema emitió un pequeño zumbido en su mente, indicándole que había recibido puntos de experiencia adicionales.
[Sistema de Crecimiento]
Puntos de Experiencia: 50/100
"Lento pero seguro," pensó. Sabía que aún estaba lejos de desbloquear su verdadero potencial, pero este pequeño logro era una señal de que todo iba según lo planeado. Tenía tiempo, y lo aprovecharía. No había necesidad de apresurarse.
En la soledad de su habitación, Lucian se permitió una sonrisa. Nadie sabía lo que estaba ocurriendo dentro de su mente. A los ojos de todos, seguía siendo solo un bebé más, uno de los muchos hijos de un conde distante. Pero dentro de él, las fuerzas que movían el destino comenzaban a tomar forma.
El mundo todavía no sabía lo que se estaba gestando en la mente de Lucian Draxor, pero pronto lo sabría.