Evelyn, completamente sola en la habitación, se sentó en la cama quitándose la chaqueta negra que se adhería a sus brazos calientes, su mente girando bajo los efectos de la droga que corría por sus venas. Su cuerpo la traicionaba, pulsos de calidez se extendían por cada uno de sus nervios. Su corazón corría como un caballo salvaje, inundando sus sentidos con una necesidad insaciable. Tropezó ligeramente, agarrándose de la mesa de noche cercana para estabilizarse, su respiración era superficial y desigual.
Sus pensamientos oscilaban entre la confusión y el temor. ¿Qué había pasado? se preguntaba. ¿Qué diablos le estaba sucediendo?! Pasaba los dedos entre su cabello, intentando concentrarse y encontrar claridad en la niebla que consumía su mente. El sudor perlaba en su frente, su piel enrojecida con un calor antinatural. ¡Todo se sentía mal! ¡Alguien seguramente la había atrapado!