Evelyn se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos mientras el anuncio de Dominic resonaba a través de la sala. No podía creerlo—otra tormenta se estaba gestando en el horizonte. Se sentía como si cada día de su vida se hubiera convertido en una montaña rusa de drama, un conflicto tras otro, cada uno más devastador que el anterior.
—¿Por qué no puede haber un día tranquilo?
Sin embargo, Avery no se quedó quieto. Murmuró entre dientes antes de soltar una cadena de maldiciones.
—¡Ese bastardo Dominic! ¿Cómo pudo hacerle esto a Natalie? ¡Después de todo lo que ha hecho por él! —Su enojo llenaba el aire, igualando el caos de emociones que giraban dentro de Evelyn.