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Chapter 12 - Capítulo 10: El Renacer de Velkarion

El frío del espacio era absoluto. Los restos de la Veritas Imperii flotaban a la deriva, envueltos en silencio. Rivon, inconsciente, era solo uno más de los escombros perdidos en la vasta negrura. La muerte parecía inminente, una conclusión inevitable después de todo lo que había soportado. Su cuerpo, roto y exhausto, se preparaba para el final.

De repente, una grieta en el vacío apareció frente a él, como si la misma realidad hubiera sido rasgada por una fuerza invisible. Una luz cegadora emergió de esa fisura, envolviendo el cuerpo inerte de Rivon. Sin resistencia, fue arrastrado hacia el abismo, desapareciendo de la vista.

Cuando abrió los ojos, ya no estaba en el frío y oscuro vacío del espacio. El entorno era diferente, casi irreal. Los colores oscuros y las formas difusas a su alrededor no tenían coherencia con ninguna ley física que él conociera. Rivon no estaba solo. Sombras vagaban por el aire etéreo, entidades antiguas que se movían con una gracia perturbadora, como si su existencia no estuviera regida por el tiempo o el espacio.

No hablaban con palabras, pero las voces resonaban en su mente. Eran voces profundas, cargadas de poder. Le hablaban a él, pero no como Rivon. Lo llamaban de otro modo, un nombre que aún no entendía.

Has vuelto, Velkarion — susurraban las sombras, envolviéndolo, acercándose cada vez más. — Es hora de que recuperes lo que te fue arrebatado, de que reclames tu lugar entre los seres eternos.

Rivon frunció el ceño, confuso y aturdido. Velkarion. ¿Quién era Velkarion? Las voces lo envolvían con esa identidad, pero él no comprendía del todo. Su vida, su existencia, había sido la de un esclavo. ¿Cómo podía ser alguien más?

Tú no lo recuerdas aún — continuaron las sombras, deslizándose alrededor de él, sin prisa, como si todo el tiempo del universo estuviera a su disposición. — Pero lo harás. Estás destinado a algo mucho más grande que tu vida mortal. Aquí, en este lugar, aprenderás quién eres realmente.

Rivon intentó moverse, pero su cuerpo aún se sentía pesado, como si estuviera atrapado en un sueño profundo. Sabía que había algo en sus entrañas, algo dormido, pero no sabía cómo acceder a ello. No podía entender por qué lo llamaban de esa manera. Las sombras, sin embargo, parecían más interesadas en que aceptara esa verdad.

No necesitas recordar, Velkarion. Solo necesitas sentir. — Las voces comenzaron a resonar más fuerte en su mente. — El universo no te necesita. El universo siempre ha sido tu dominio, tu creación. No es más que un campo de juego para que lo moldees y lo disfrutes como desees, como lo hiciste antes.

El aire a su alrededor cambió, vibrando con una energía que nunca antes había experimentado. Las sombras seguían acercándose, envolviéndolo más y más. Rivon no podía resistirse. Sentía que algo en su interior estaba comenzando a despertar, algo que no había sentido jamás. Era oscuro, poderoso y... placentero.

El placer, el poder, todo lo que te fue negado está a tu alcance una vez más — susurraban las sombras. — Esta es tu herencia, y aquí, te lo devolveremos.

Las palabras perforaban su mente, no como una imposición, sino como una invitación irresistible. RivonVelkarion — comenzaba a ceder, no porque entendiera completamente lo que era, sino porque sentía la verdad en cada fibra de su ser. Había vivido una vida de carencias, pero ahora, en este lugar extraño, parecía que todo lo que alguna vez quiso, todo lo que alguna vez anheló, estaba al alcance de su mano.

Las sombras no le decían lo que tenía que hacer, le mostraban lo que siempre había sido suyo.

De repente, sintió su cuerpo cambiar. Las cicatrices de su vida mortal desaparecían una a una. Su piel brillaba con una intensidad oscura, como si estuviera formado de algo más que carne. Era más fuerte, más sólido. Su cuerpo mortal era solo un cascarón, y ahora lo estaba dejando atrás.

Rivon intentó respirar, pero no había aire. Y no lo necesitaba. Su mente se expandía con cada segundo que pasaba, y, aunque no entendía completamente los detalles, algo en su interior sabía que ya no era el esclavo que había sido. Las sombras seguían susurrando, su presencia constante a su alrededor, moldeándolo.

Eres más que carne y hueso, Velkarion. Todo lo que tocabas una vez, todo lo que deseabas, volverá a ti. — Los susurros se volvieron casi un coro. — Solo cede a tu verdadera naturaleza. Tú eres el deseo encarnado. Todo lo que toques será tuyo.

Un escalofrío recorrió su espalda. Las voces no le pedían que luchara, ni que buscara una misión más allá de él. Le mostraban el placer de ser lo que siempre fue, un ser más allá de lo humano, un dios cuya única motivación era reclamar lo que le fue negado.

Y, finalmente, él lo sintió. Esa chispa, esa verdad enterrada en lo profundo de su alma. Velkarion estaba despertando. Aunque todavía no comprendía completamente los límites de su poder, una cosa estaba clara: nada ni nadie le impediría reclamar lo que siempre le había pertenecido.

El entorno seguía fluctuando a su alrededor, como un sueño que cambia de forma a voluntad. Velkarion, aunque aún confuso, sentía su nuevo cuerpo como algo ajeno pero familiar al mismo tiempo. Ya no era el esclavo que una vez fue, sino algo mucho más poderoso, aunque no sabía hasta qué punto. La sensación de poder era innegable, pero los límites de ese poder permanecían ocultos, esperando ser revelados.

Las sombras, constantes y persistentes, continuaban moviéndose a su alrededor, susurrando en tonos suaves pero insistentes.

Tu forma está completa, pero aún no conoces tus límites — susurraron las sombras, enredándose en sus pensamientos. — Estás destinado a mucho más, pero primero debes aprender lo que eres. Aquí, en este reino, tienes todo lo que necesitas para despertar completamente.

Velkarion dio un paso adelante, sintiendo el suelo etéreo bajo sus pies, aunque no entendía si el lugar donde estaba realmente existía o si todo era una creación de su mente. El poder vibraba en cada movimiento, pero todavía no sabía cómo controlarlo. Era como si su cuerpo y su alma estuvieran preparados para algo más, pero las sombras aún no le revelaban cómo desatar todo su potencial.

Siente — dijeron las sombras, esta vez más cerca, casi palpables, como si estuvieran a punto de tocarlo. — El deseo está en todo lo que te rodea. Todo lo que siempre has anhelado está aquí. Solo necesitas aprender a reclamarlo.

Velkarion cerró los ojos y trató de concentrarse. En su interior, aún existía una batalla entre la lógica humana que había aprendido como esclavo y este nuevo conocimiento, que le decía que era algo más. Pero conforme las sombras lo envolvían, algo en su interior comenzó a resonar. Era como un eco lejano, un recordatorio de lo que había sido.

El deseo.

Todo a su alrededor estaba impregnado de deseo. Lo sentía, lo tocaba, incluso lo respiraba. No solo era algo que él quería, sino que también emanaba de todo lo que lo rodeaba. Las sombras no estaban allí para enseñarle, sino para recordarle. Todo lo que alguna vez deseó le pertenecía, y su poder residía en ese control.

No necesitas instrucciones, Velkarion. Solo debes ceder. El universo está aquí para tu disfrute. Todo lo que alguna vez quisiste te pertenece, porque siempre ha sido tuyo.

Velkarion extendió una mano hacia las sombras. Por primera vez, sintió que tenía el control. Las sombras, que antes lo habían rodeado y guiado, ahora se detenían, esperando su próximo movimiento. Era como si el propio universo estuviera esperando que él decidiera qué hacer con el poder que tenía frente a sí.

Con solo un pensamiento, la materia a su alrededor comenzó a cambiar. Fragmentos del entorno etéreo que antes eran informes ahora tomaban forma bajo su voluntad. No eran solo objetos, sino extensiones de su propio deseo. Cada cosa que creaba era un reflejo de lo que él quería en ese momento. Las sombras no intervenían, no le decían qué hacer. Simplemente lo observaban mientras él experimentaba.

Este es solo el comienzo — susurraron las voces, cada vez más lejanas. — Aún no conoces tus verdaderos límites, pero pronto lo harás. Eres Velkarion, el renacido. Tu poder será absoluto.

Las formas que había creado a su alrededor comenzaron a cambiar nuevamente, desmoronándose y reformándose bajo su voluntad. El control sobre la materia le era natural, como si siempre hubiera sabido que podía hacerlo. Cada gesto, cada pensamiento, moldeaba el entorno a su alrededor. Podía crear lo que quisiera, y destruirlo con la misma facilidad.

Sin embargo, a pesar de este nuevo poder, había algo más. Una sensación latente en su interior. Algo más allá de la manipulación física del entorno, algo que aún no comprendía del todo. Podía sentir los deseos de las sombras que lo rodeaban, pero también los suyos propios, mucho más intensos que antes. Era como si toda su vida, sus deseos reprimidos, sus anhelos más profundos, estuvieran despertando con una intensidad abrumadora.

Aún no comprendes todo lo que puedes hacer — las voces sonaban ahora como ecos en la distancia. — Pero lo harás. Cuando regreses al universo, tus antiguos anhelos y deseos serán cumplidos. Todo lo que has perdido será recuperado.

Velkarion, aunque aún no comprendía completamente la magnitud de lo que le estaba ocurriendo, sabía que había algo más esperando ser desatado. Las sombras lo empujaban a aceptar su destino, pero él sentía que había algo más profundo, más oscuro que debía despertar en él. Los recuerdos de su vida anterior seguían siendo difusos, pero las sombras le aseguraban que pronto entendería.

Finalmente, dio un paso más, y el entorno comenzó a desvanecerse. La luz etérea que lo había envuelto durante lo que parecía una eternidad comenzó a descomponerse en fragmentos. Las sombras se alejaban lentamente, retirándose al fondo de su mente, pero no desaparecían del todo.

Ve y reclama lo que es tuyo, Velkarion — susurraron, en un último eco. — El universo te espera... para tu disfrute una vez más.

Con esas palabras resonando en su mente, el reino etéreo se desvaneció por completo, y Velkarion comenzó a ser arrastrado de nuevo hacia el plano físico. No sabía qué le esperaba, pero una cosa estaba clara: él no volvería como Rivon, el esclavo.

El frío vacío lo rodeaba, pero esta vez no lo afectaba. Rivon abrió los ojos, no como el esclavo que había sido, sino como algo completamente diferente. No necesitaba respirar, y aunque el espacio debería haber sido mortal, sentía su cuerpo vivo, completo, y con una energía que nunca antes había experimentado. Lo que una vez lo habría matado, ahora no tenía ningún poder sobre él.

Los escombros de la Veritas Imperii flotaban a su alrededor, fragmentos de una nave destruida y vidas perdidas dispersos en la inmensidad del espacio. Rivon flotaba entre ellos, observando los restos con una frialdad que antes no habría sentido. Sabía que algo había cambiado profundamente dentro de él. No solo era su resistencia al vacío o la falta de aire, sino algo mucho más grande. Las sombras lo habían convertido en algo más, algo que aún no comprendía del todo, pero que lo hacía superior a todo lo que lo rodeaba.

Recordaba claramente las palabras de aquellos seres etéreos. Le habían dicho que podía moverse por el espacio sin restricciones, que las leyes de la física ya no lo ataban como a un simple mortal. Aunque no conocía el alcance completo de su poder, una cosa era cierta: podía sobrevivir y viajar por el espacio con la misma facilidad con la que otros respiraban.

Se giró, flotando entre los escombros, buscando algún rastro de lo que había sido su familia. Buscó en los alrededores, pero lo único que encontró fueron fragmentos de la nave y restos sin identificar. Ningún rastro de sus padres. No había cuerpos, ni señales de que hubieran logrado sobrevivir. No sentía el dolor desgarrador que hubiera esperado. Era como si el conocimiento de su nueva existencia hubiera amortiguado cualquier sufrimiento. Lo que quedaba era un frío desapego, la certeza de que sus padres se habían ido, absorbidos por el caos de la destrucción.

Pero Sera, su hermana, aún estaba presente en sus pensamientos. Ella había escapado en una cápsula, y aunque las probabilidades de que hubiera sobrevivido eran escasas, Rivon sentía que algo más profundo lo empujaba a creer que seguía viva. Ese lazo con su hermana aún no se había roto, y por alguna razón, sabía que debía buscarla.

Cerró los ojos y se concentró. Las palabras de los seres etéreos seguían resonando en su mente. Ellos le habían asegurado que el vacío no era una barrera para él, que podía moverse por el espacio sin las limitaciones de su antigua vida. Sintió la energía fluir a través de su nuevo cuerpo y, con un solo pensamiento, se impulsó hacia adelante.

El vacío ya no lo aprisionaba. Moviéndose con facilidad entre los restos de la nave, se lanzó en la dirección en la que recordaba haber visto partir la cápsula de escape de Sera. No había gravedad, ni fricción, pero su velocidad aumentaba con cada impulso de su voluntad. No necesitaba tecnología ni ayuda externa; su cuerpo y su mente eran suficientes.

Mientras avanzaba, la inmensidad del espacio lo envolvía, pero esta vez no había miedo. Rivon no era el mismo ser vulnerable y pequeño que había sido. Las palabras de las sombras le recordaban lo que era, aunque aún no comprendía completamente su naturaleza. Sabía que su cuerpo había cambiado, que su esencia había despertado. Podía moverse por el espacio, crear y destruir, pero aún no comprendía los límites de su poder.

No había encontrado los cuerpos de sus padres, pero había una certeza fría en su mente: su búsqueda no había terminado. Sera aún estaba ahí fuera, y aunque no sabía cómo lo sabía, algo lo empujaba a seguir adelante. Su conexión con ella aún permanecía, un hilo invisible que lo guiaba a través del vacío.

El silencio del espacio era total, pero Rivon avanzaba sin dificultad, impulsado por la energía que fluía en su ser. Mientras se dirigía hacia el último lugar donde había visto desaparecer la cápsula de escape, no podía evitar pensar en las palabras de los seres etéreos. Aún no comprendía del todo lo que era, pero cada movimiento, cada pensamiento, lo acercaba más a descubrirlo.

El vacío, que antes lo hubiera consumido, ahora era su dominio. Y aunque no comprendía por completo lo que los seres etéreos le habían hecho, sabía que su antigua vida había quedado atrás. Ahora había algo más que lo guiaba, algo mucho más grande que el simple deseo de sobrevivir.

Mientras seguía su camino hacia donde creía que estaría Sera, las estrellas brillaban distantes, indiferentes. Rivon sabía que no volvería a ser el esclavo que fue. Algo nuevo, algo más fuerte, había tomado su lugar. Los secretos de su nuevo ser estaban a su alcance, esperando a ser descubiertos, pero, por ahora, su única misión era encontrar a su hermana.