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Chapter 12 - Capitulo 12: La promesa del Cometa"

"¿Qué es lo que haces?"

Aquella frase fue oída como un pequeño chillido desde la parte de atrás de aquel gran animal de color purpura mientras extendía sus garras hacia el gran vacío de la nada y tragaba aquella masa roja proveniente de allí. Al voltear, sus ojos de plata identificaron en la parte de abajo a una pequeña niña de no más de ocho años observando su imponente presencia.

–Como te atreves a venir hacia aquí maldita mocosa humana –bajó las patas y volteo hacia ella con mucho rencor y la agarró fuertemente con sus garras.

La pobre niña de abrigo rosa se sentía aprisionada ante la fuerza que ejercía la poderosa bestia, se movía como lombriz dentro de su mano, pero nada funcionaba, era como estar dentro un bloque de cemento cuya única parte libre era su cabeza.

–Por favor ya suéltame... –Su cara estaba roja de la fuerza que hacía para liberarse, parecía que incluso el aire comenzaría a faltarle.

–Yo me encargaré... Que nadie sea capaz de ponernos un solo dedo encima, Jennifer.

THE ADVENTURE OF SPRING

Capítulo 12: La promesa del Cometa

"Ayúdame"

Esa palabra resonó dentro de la cabeza de Comet como un gran eco y una horrible visión del rostro de la Bestia del Zodiaco se manifestó en su cabeza provocando que perdiera el equilibrio de su cuerpo, tropezando y derribando todo lo que había sobre un mesa.

–¡Arthur! –rápidamente Liriam corrió y lo agarró del brazo antes que se cayera al suelo– ¿Qué sucede Arthur?

Lo único que él podía hacer era presionar su frente mientras soltaba un quejido ahogado al son de una hemorragia nasal.

–Es ella... Es esa cosa... –trató de bajar las manos luego que el dolor se redujera, pero al instante regresó con mucha más fuerza haciendo que lanzara al cielo un fuerte grito de sufrimiento– ¡ES LA BESTIA DEL ZODIACO!

El monitor multiparamétrico conectado a Jennifer comenzó a emitir un fuerte pitido que alarmó a todos en la habitación cuyas luces rojas parpadeantes registraban un descenso catastrófico en los signos vitales de la pequeña.

El doctor atravesó el domo invisible que cubría a Jennifer y comenzó a suministrarle medicamentos que pudieran estabilizar su cuerpo como inmunosupresores, para frenar el ataque autoinmune. Inmediatamente, inyectó una dosis de metilprednisolona, un potente corticosteroide, para reducir la inflamación. Sabía que cada segundo contaba, así que administró inmunoglobulina intravenosa para neutralizar la respuesta autoinmune y proteger las células restantes. Pero nada parecía funcionar.

Lagrimales, oídos, boca y fosas nasales, todo aquel orificio en el cuerpo de Jennifer segregaba una cantidad sofocante de sangre, incluso el doctor observaba sus guantes completamente enrojecidos con gran perturbación y en el momento que la maquina emitió un largo y continuo pitido, lo único que le quedo al doctor fue decir:

"Ella se ha ido"

Por consiguiente, el dolor de cabeza de Comet se disipó y ahora lo veía todo claramente, pero no podía aceptar que Jennifer había muerto, la nobleza de su ser había conquistado su corazón y pese que en un inicio trató de atentar contra su vida, no estaba listo para dejar morir a esa niña.

–Voy a entrar...

Se paró frente al domo y colocó su palma en él, observando lo que en teoría ya era el cadáver de una niña, y todos lo miraron con gran pesar.

–¿Qué planeas hacer Armstrong? –exclamó Gerald al acercarse a él bastante consternado por la pérdida de Jennifer, pero no veía tristeza en Comet, su mirada no transmitía nada más que coraje.

El doctor quien aún estaba dentro del domo se negó, incluso afirmó que no abandonará el domo por haber estado expuesto al deceso de un posible paciente cero, pero esto no le importó al espiritista quien manifestó sin previo aviso su gran navaja y con los ojos completamente blancos y brillantes, cortó el domo sin ningún esfuerzo, agarró al médico del cuello y lo sacó a patas de ahí antes de sentarse frente a la camilla de Jennifer.

–Doctor, si no es mucha molestia, vuelva a crear el domo protector, pero hágalo con una mayor resistencia.

Bastante enfurecido, se sacó la cabecera del traje contenderos y lo tiró al suelo, su respiración estaba agitada y las venas oculares eran de fácil división con esas cejas fruncidas ante la actitud de Comet.

–Maldito seas Arthur Armstrong, no permitiré que me faltes el respeto incluso en mi hospital, sigues siendo un niño inmaduro que no comprende la gravedad del asunto, si esa niña llega a estar infectada con una enfermedad contagiosa no puedo dejar que personas irresponsables como tú lo traten de juego.

Todos estaban confundidos al respecto ya que él hablaba como si ya se conocieran de alguna vez, pero Comet solo ignoró su comentario, formó un círculo con sus piernas, respiró profundo y unió sus palmas con mucha concentración.

–Ella aún no se ha ido, ella está pidiendo ayuda a gritos y la flama se su alma se está apagando, no dejaré que muera así.

Esas palabras dejaron sin aliento a Gerald, pues se parecían a las mismas que su difunto amigo había proclamado alguna vez haciendo que de una vez por todas, mirara con respeto al que una vez fue un asesino.

–Siempre fuiste un insolente de mierda, pero ya no soy tu profesor y si quieres tratarme de tu igual, yo también te trataré así.

Desde la zona de sus nudillos salieron tres largas y filosas cuchillas de hierro en cada mano y cuando estuvo a punto de correr hacia él. Gerald se paró al frente y Liriam agarró la parte trasera del cuello de su traje, reteniendo ambos al doctor psicópata.

–Adelante chico, haz lo tuyo –volteo la mirada hacia Comet con gran confianza mientras que el doctor trató de cortar a Gerald, pero al impactar sus garras con la piel del él estas se quebraron con gran facilidad, provocando en él un dolor tan intenso como la fractura de un hueso.

"Voy a salvarte Jennifer" Cerró los ojos y se concentró hasta entrar en un profundo sueño. Su conciencia se transportó hacia un lugar tan oscuro que parecía no tener fin, el piso en donde sus piernas se mantenían firmes parecía un abismo sin fondo y a lo lejos, frente a él pudo ver de espaldas a un gran animal recostado en el suelo tranquilamente, como si durmiera muy plácidamente.

–Eres igual que en mis pesadillas...

La larga oreja izquierda de la bestia se movió y lentamente levantó la cabeza y la volteo hacia atrás, sin darle mucha importancia.

–Nos volvemos a ver, espiritista... Solo que esta vez noto más valentía en tu interior.

En ese momento aquel espiritista que contaba con que pelearía a muerte con un animal salvaje se topó con un animal con la sorprendente habilidad de vocalizar como si fuese un ser racional como él.

–Como... ¿Cómo Puedes hablar? ¿Por qué hablas como si me conocieras Bestia?

La bestia ya había recostado su quijada cobre sus picudas patas, pero al ver la insistencia del hombrecillo, solo suspiró y se puso de pie.

"Ya nada importa humano, en otras circunstancias ya te habría matado, pero en este momento nada me importa al estar a punto de desaparecer"

Caminó hacia él e inclinó la cabeza directo hacia su cara, penetrándolo con la mirada deslumbrante como una moneda platinada. Pero lentamente parecía que su rostro se fragmentaba y unos leves temblores se presentaban en aquel infinito plano.

–Te estas autodestruyendo... Si ella muere, tu mueres con ella....

–Bingo, humano...

Levantó el torso, juntó sus manos y apretó, expulsando una gran cantidad de vapor el cual al disiparse dejo a relucir, sobre las manos de ese monstruo una jaula hecha de un líquido rojizo similar a la sangre en donde se encontraba en cuerpo moribundo de Jennifer.

Tenía las ojeras bien marcadas sobre su pálida piel, sus labios se notaban secos, sus uñas emblanquecidas y algo desquebrajadas y en la inocente expresión que tenía solo dejaba ver el enorme sufrimiento al que estaba sometida.

–Que... ¡¿QUE MIERDA LE ESTAS HACIENDO A JENNIFER MALDITA BESTIA?! –su corazón latió cual locomotora, su mandíbula no dejaba de temblar y sus ojos se pusieron rojos del coraje.

–La estoy liberando del miserable destino que le espera –Los barrotes de la jaula extraían el mismo liquido rojo desde el interior de la niña y su desnutrido cuerpo poco a poco se volvía más decadente –Estoy destruyendo todo lo que enciende el fuego de su vida, su alma descansará en paz y no sufrirá más.

Al instante aquella larga navaja que siempre ocupa en sus combates se manifestó en su mano derecha, y con la izquierda limpio el sudor de su nariz. No estaba dispuesto a dejar morir a la pequeña Jennifer, y solo podía recordar la pureza de su alma mientras en su mente solo se veía el rostro sonriente de quien no debió sufrir.

–No voy a permitir... No voy a permitir... ¡QUE DESTRUYAS A ESA NIÑA! –Pegó un gran salto y con ambas manos agarró el mango con la cuchilla en dirección hacia abajo y en picada cual cometa cayó directo hacia la bestia.

"Patético"

Con un solo garrotazo mando a volar a Comet, pero el golpe lo realizó con tanta fuerza que lo sacó de aquel plano astral, impulsando su cuerpo físico contra las paredes del cuarto médico, cayendo sobre un montón de aparatos electrónicos que estaban conectados al cuerpo agonizante de la niña.

–¡Arthur! ¿Qué sucedió? –exclamó Liriam apegada a la pared del domo.

–¡DOCTOR CARLO! –gritó Armstrong de una forma muy seria y escandalosa mientras seguía aún postrado sobre la maquinaria. Ni siquiera podía abrir sus ojos y su nariz segregaba una exagerada cantidad de sangre– Se que no fui el mejor de sus alumnos, ni fue serio respecto a su profesión... Pero por favor por una vez en su vida tiene que confiar en mí y ayudarme... Por favor...

El doctor se quedó quieto en medio de Gerald y los demás, mantenía la boca semiabierta y sus cejas centradas, incrédulo ante lo que sucedía, pero al ver como Comet, pese a estar en un estado de cansancio extremo, intentó ponerse de pie, ni siquiera podía abrir los ojos, pero sin éxito, su cuerpo lo venció, pero no cayó, alguien lo había agarrado y al abrir los levente los ojos y voltear hacia atrás, era esa persona de quien menos se esperaba recibir ayuda.

–Que es... Lo que quieres que haga...

Nuevamente Arthur Armstrong se sentó junto a la camilla de Jennifer repitiendo los mismos pasos que había realizado con anterioridad, pero antes de partir exclamó.

"Necesito que se quede aquí conmigo y con la niña, suminístrele el medicamento que sea necesario para mantenerla con vida... Necesito más tiempo y esa cosa no está dispuesta a dar tregua"

Carlo solo asintió con la cabeza y otra vez, Comet viajó hacia el calabozo infinito.

–Realmente no entiendo que ganas con intentar salvar a esta niña, eres terco y me estas comenzando a fastidiar.

–Cuando te proyectase en mi cabeza hace un momento entendí que podía entrar aquí y matarte sin tener que acabar con Jennifer, de haber sabido que se podía lo habría hecho el día que la rapté en el bosque, así su vida no estaría en riesgo podría vivir tranquila y sin el riesgo de ser perseguida por gente mala.

–Enserio crees... ¿Qué si solo yo muero, ella estaría en paz? ¿Enserio crees que el primer ser humano en la faz de este planeta capaz de ser compatible con una de mi clase no sería perseguida por un montón de gente asquerosa? Ella es el eslabón perdido, ella es lo que aquellos que trabajan desde las sombras han buscado desde hace siglos, yo no soy lo que ellos buscan como tal, yo puedo morir, pero existen más como yo, que son usados y asesinados en pruebas junto con su portador, pero con ella las cosas cambiarán, serán capaces de replicar su condición una y otra y otra vez y tendrán el control total sobre el mundo entero.

Comet se quedó helado, aquella arma que llevaba en las manos se desvaneció y su cuerpo lo venció, cayendo sentado contra el suelo, sin poder soltar una sola palabra.

"No quiero causar más daño en este mundo..."

–Porque... Porque eres diferente a como te vi en mis visiones... ¿Por qué, actúas y razonas como si no fueras un animal... ¿Qué eres en verdad?

–El ser humano por naturaleza es salvaje, así ha sido desde el inicio de la humanidad, es ese lado primitivo que se mantiene oculto y reprimido, al no poder controlar no solo mi poder si no mí misma existencia, lo único que explota es ese salvajismo primitivo que es parte de mí y de mi especie, eso la vuelve peligrosa, pero al mismo tiempo indefensa ante cualquier ataque ya que no piensa solo pelea por sobrevivir lo que en un combate real, lo único que asegura es una derrota inminente.

Esas palabras dieron vueltas por la cabeza de Comet por un buen rato mientras miraba hacia arriba y mordía la piel de su pulgar derecho, hasta que un pequeño pero brillante foco se encendió sobre su cabeza.

–Pero, que pasaría si... Tu y ella, se vuelven uno mismo –expresó con mucha incertidumbre, pero al escucharse así mismo no le veía mucho sentido– Ósea, que pasaría si, ella es capaz de controlar todo tu poder, digo de esa forma dejaría de comportarse como un animal y lo usaría de forma consciente contra cualquier enemigo.

–No sé si te oyes a ti mismo, pero suena muy estúpido –chasqueo y el cuerpo de Jennifer comenzó a retorcerse dentro de la jaula mientras seguía absorbiéndole la vida– Es una mugrosa niña, no sabe pelear, es más delicada que cualquiera de ustedes, daría lo mismo seguiría siendo presa fácil.

–¡Espera un segundo! Por favor deja de hacerle daño... –corrió hacia la jaula de Jennifer, pero en el camino se encontró con aquel peluche que ella cargaba a todos lados– Cualquier otro niño ya hubiese muerto con todo lo que le estás haciendo, ella es fuerte y desde que la conocí vi que tenía un corazón noble y valiente, ella no es ninguna niña delicada luego de todo lo que ha tenido que pasar desde que habitas su cuerpo.

Comet levantó el peluche y lo observó con atención mientras recitaba esas palabras antes de inhalar hondo y suspirar con los ojos cerrados.

"Dime, Bestia del Zodiaco... ¿Cuál es tu nombre?"

Aquellas palabras surcaron en la mente y corazón de aquel animal "sediento de agonía" y estuvo a punto de responder, pero su boca se quedó a medio abrir antes de recibir un largo y amargo cosquilleo por todo su cuerpo.

–Tu especie me llamó "pryt-Z-lnx-0456" pero reconozco que ese no es más que un número de serie asignado por uno de los tuyos, humano.

Al oír esto Comet mantenía su expresión seria, y antes de responder guardo un minuto de silencio antes de responder de la forma más impertinente del planeta.

–Uy, si tienes razón... ¡Que nombre más horrible! –su rostro denotaba disgusto, con los ojos entrecerrados, la nariz encogida y la lengua afuera.

La bestia se enfureció, sus ojos irradiaron una distorsionada ira color patino y con gran fuerza lanzó un garrotazo, pero antes de que este impacte en él, Armstrong volvió a hablar.

"Yo me llamo Arthur..."

La Bestia se detuvo y miró con confusión al bajar la garra contra el suelo.

–Lo sé... Es un nombre horrible, me lo dio mi padre al nacer, alguien, de la misma especie que te puso ese horrible nombre.

–¿A dónde quieres llegar? Humano...

–Al igual que tú, para él solo tenía un futuro, un solo propósito... Pero no era lo que yo quería, y al igual que tú estaba acorralado –observó el peluche y caminó hacia la jaula de Jennifer para colocarlo junto a ella. Incluso llegué a sentir que mi única salida era la muerte... Pero claro, lo mío no se compara para nada lo que te sucede, pero no era libre como yo quería...

El animal solo se sentó y suspiró nasalmente, observando con atención al humano parlanchín.

–Para mi suerte, con ayuda de gente buena, pude salir adelante. Confronté aquello que me mantenía cautivo de forma madura y obtuve mi libertad y ahora yo... –se acercó a ella y le extendió la mano– Quiero ayudarte a conseguir la tuya, déjame ayudarte a ser libre.

–No hay forma, en la que puedas ayudar a algo como yo... –bajó las orejas y las pupilas de sus ojos en medio de toda la oscuridad de su ser, solo destellaban miedo ante el futuro.

–Permíteme, entrenar a Jennifer, déjame enseñarle a usar tu poder, para que pueda defenderse de los Dark Souls y de todo aquello que busque tu poder, hasta llegar a Kuraudo, luego, si realmente existe una forma de separarlas podrás ser libre, finalmente podrás estar a salvo.

–Y si no existe forma de separarnos... Ellos nos perseguirán toda la vida.

–Aunque esa sea una posibilidad, no lo sabremos hasta que lo intentemos, tenemos que dar un salto de fe. –aquella mano extendida se cerró en forma de puño, aun extendido hacia la bestia– ¿Qué dices? ¿Tenemos un trato?

«Para ser joven, puedo sentir en él sinceridad en sus palabras, al estar en este plano puedo conectarme con sus sentimientos y puedo percibir todo el dolor y daño que ha recibido su alma...»

Antes de poder dar cualquier tipo de respuesta volteó a ver el cuerpo de Jennifer y soltó un gran suspiro antes de redirigir su mirada hacia el espiritista. Pese a un buen rato con el brazo estirado, Comet no lo bajó, se lo veía completamente decidido y sus ojos ardían con la llama de la determinación.

–Aun, si yo ya no estoy en su cuerpo ella seguirá siendo acosada por su compatibilidad con la radiación Z ella será la única que no será libre.

–Sabes, pese a ser tan pequeña es una niña fuerte, el solo hecho de soportar todo el daño que le estás haciendo demuestra la resistencia que tiene, quizás cuando despierte su Genn sea aún más fuerte, en ese caso, seguiré entrenándola y seguirá haciéndose más fuerte, además quizás con ayuda de Liriam y el gobierno puedo hacer que desaparezca del radar, después de todo la única forma en la que dan con su paradero es por la radiación que emite cada que utiliza parte de tu energía.

Aun así, no se la veía muy convencida y el brazo de Comet ya temblaba del dolor, en el interior no soportaba tenerlo más en esa posición.

–Vamooos... Di que sí por favor, confía en mí, si tanto anhelan tu poder es por que es realmente critico y si lo usamos a nuestro favor no habrá quien nos detenga.

Finalmente, la bestia cerró los ojos y decidió dar un salto de fe, extendiendo su puño y chocándolo con el de aquel espiritista.

–Está bien, humano... Confiaré en tu palabra.

–Muchas gracias...

Su brazo bajo como gelatina y quedo guindado de su hombro, moviéndose cual liana de un lado a otro. Su presencia comenzó a brillar y lentamente comenzó a deshacerse como papel mojado.

–Justo a tiempo... Parece que ahora si usé toda la energía que me quedaba... ¡Volveré a mi mundo! ¡Prometo que cuando me recupere, comenzará el arduo entrenamiento! Si que si...

–Si, si, solo cumple tu palabra y yo cumpliré la mía, Arthur Armstrong.

–¡NO! –hizo unos ruidos chocando su lengua con el paladar mientras movía su dedo índice de izquierda a derecha– Alguien muy especial me dio otro nombre el día que renací, mi nombre es Comet Armstrong y tu también mereces un nombre real.

Mientras su cuerpo de terminaba de desvanecer el joven se acercó a ella, la diferencias de tamaño era tan abismal que la bestia parecía ser una gran casa frente a Comet. Intimidado por su altura soltó una risa nerviosa y lanzo unas pequeñas palmadas al largo y gran brazo de la Bestia del Zodiaco.

–Tienes unas largas orejas y unas frondosas barbas, te pareces mucho a un lince... –su cuerpo estaba terminando de desvanecerse, apenas quedaba parte de su rostro y mano derecha pero aun así se tomó el tiempo de ponerse a penas con la mano en su quijada– Hmmm, ¡Ya sé! Qué te parece si te llamo... ¡Lynx! Me gusta...

Su cuerpo terminó por desvanecerse y las partículas brillosas solo de dispersaron por el lugar dándole un poco más de iluminación a aquel vasto y oscuro territorio.

"No me defraudes como aquella mujer... Comet Armstrong."

En el plano real, dentro del campo de fuerza, una fuerte y poderosa onda de energía se manifestó entre Comet y Jennifer. Fue tal la fuerza que todo en la habitación saliera disparado por todas partes y aquel campo de fuerza se destruyera en mil pedazos.

–¡Arthur! –Liriam al instante corrió a auxiliarlo por su cuerpo había colapsado por completo, su cuerpo se notaba desnutrido, y su boca y nariz segregaban baba, mucosidad y sangre.

"Lo... Logré" Fue lo único que pronunció en murmullos al ver como el cuerpo de Jennifer se componía lentamente y su piel nuevamente irradiara vida. Eso fue todo lo que necesitaba ver antes de finalmente perder la conciencia en brazos de aquella mujer que había cambiado su vida.

Capitulo 12 - FIN