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Chapter 9 - La Tormenta del Destino

La flota de 35 barcos se dirigía majestuosa hacia la isla Artipewa. Era una visión imponente, con las velas ondeando en sincronía, como si el viento favoreciera su misión. Desde el puente del Explorum Nova Tevra, Alaric observaba con satisfacción cómo su tripulación trabajaba con precisión. Cada hombre y mujer a bordo sabía lo que estaba en juego.

La isla Artipewa los recibió con los brazos abiertos una vez más. Krekta, el líder, les ofreció víveres y suministros suficientes para la última etapa del viaje hacia el nuevo continente. "Vuestra misión es sagrada," dijo Krekta mientras supervisaba la carga de las provisiones. "Espero que vuestros barcos lleguen sanos y salvos."

"Nos estamos acercando más que nunca," respondió Alaric, agradeciendo los víveres. "El nuevo continente está al alcance de nuestras manos."

Radek, su segundo al mando, se acercó y le dijo en voz baja: "Capitán, las provisiones están listas. Creo que es hora de zarpar."

Alaric asintió. "Vamos a despedirnos de los Artipewos, y seguiremos nuestro camino."

Cuando la flota dejó la isla, el mar se extendía sereno frente a ellos, como si estuviera esperando. El viento soplaba suave y constante, empujando las velas con suavidad. Durante los primeros días, la calma reinaba. A bordo del Oœstum Lanzelum, el capitán Dorian intercambió una mirada confiada con su tripulación. "Este viaje va mejor de lo que esperaba," comentó con una sonrisa.

En el Mare Martæum, el capitán Toruk levantó su copa, celebrando con su tripulación. "A la gloria que nos espera en el nuevo continente. ¡No hay nada que pueda detenernos ahora!"

Pero el destino tenía otros planes.

El cielo comenzó a oscurecer de manera súbita. Lo que había sido una travesía tranquila se transformó en un caos en cuestión de minutos. Nubes negras cubrieron el horizonte, y el viento, antes apacible, se volvió violento.

Alaric sintió el cambio de inmediato. Desde el puente del Explorum Nova Tevra, gritó: "¡Tormenta! ¡Todos a sus puestos!"

Las primeras olas golpearon con fuerza la flota. Los barcos comenzaron a balancearse con violencia, luchando por mantenerse a flote. El rugido del viento y el estruendo de los truenos ahogaban cualquier orden que se intentara dar.

"¡Capitán, las velas no resistirán!" —gritó Radek, aferrándose a la barandilla mientras el barco se alzaba sobre una ola gigantesca.

Alaric no dejó de mirar al frente, con el timón firme entre sus manos. "¡Aseguren las velas! ¡No podemos permitir que se desgarren!"

En el Oœstum Lanzelum, Dorian intentaba maniobrar su barco para evitar las peores embestidas del mar. "¡Sujétense, todos! ¡Vamos a resistir!" Pero en su interior, sabía que la tormenta los estaba superando. Las olas eran descomunales, y su barco parecía insignificante en medio del caos.

El Mare Martæum no estaba mucho mejor. Toruk, que había estado tan confiado antes, ahora gritaba órdenes frenéticamente. "¡Maldición! ¡Aseguren esos cabos! ¡Vamos a perder el mástil si no lo hacen!"

Las horas pasaron como un interminable tormento. La flota, que antes navegaba unida, ahora estaba dispersa. Las embarcaciones perdían de vista unas a otras, y la desesperación comenzaba a apoderarse de las tripulaciones.

"¡Capitán! ¡He perdido de vista al Oœstum Lanzelum!" —informó uno de los vigías del Explorum Nova Tevra.

Alaric intentaba mantenerse firme, pero sabía que la tormenta estaba llevándose más de lo que podía soportar. "¡Sigan luchando! ¡No dejaremos que esto nos venza!"

Finalmente, tras interminables horas de lucha, la tormenta comenzó a ceder. Las nubes se dispersaron lentamente, y el mar, aunque aún furioso, empezó a calmarse. El Explorum Nova Tevra seguía a flote, pero las secuelas de la tormenta eran evidentes. Las velas estaban desgarradas, la tripulación exhausta, y las cubiertas llenas de agua.

Alaric respiró hondo, dejando que la tensión se disipara por un momento. Pero algo no estaba bien.

"¿Dónde están los demás?" preguntó, su voz cortando el silencio que seguía a la tormenta.

Radek corrió a la proa, buscando algún rastro de las otras embarcaciones. No había nada. "No los veo, capitán. No hay ni un solo barco a la vista."

El corazón de Alaric se hundió. Subió a lo alto del mástil para tener una mejor vista, pero lo único que encontró fue un horizonte vacío. "Esto no puede ser," murmuró.

Uno de los marineros, atónito, se acercó a Radek. "¿Qué… qué ha pasado con los otros barcos?"

Radek tragó saliva. "No lo sé. Tal vez fueron arrastrados por la tormenta. Tal vez… no lo lograron."

Alaric bajó lentamente del mástil, con una expresión sombría en el rostro. "Radek, organiza una búsqueda. Vamos a encontrar a los otros."

La tripulación obedeció rápidamente, y el Explorum Nova Tevra comenzó a recorrer la zona, esperando encontrar algún rastro. Sin embargo, con cada minuto que pasaba, la realidad se volvía más clara.

Después de un largo silencio, Radek se acercó de nuevo a Alaric, con el rostro pálido. "Capitán… no hay señales de ellos."

Alaric se quedó mirando el horizonte, incapaz de aceptar lo que estaba ocurriendo. "¿Somos los únicos?"

Radek asintió lentamente. "Parece que sí. La tormenta… nos ha dejado solos."

Alaric apretó los puños con fuerza, luchando contra la desesperación. 35 barcos habían zarpado de Yamet con él, y ahora solo quedaba uno. La misión, que había comenzado con esperanza y determinación, se había convertido en una pesadilla.

Pero no podía rendirse. No ahora.

Se volvió hacia su tripulación, su voz firme. "Escuchen, hemos perdido a nuestros compañeros, pero seguimos aquí. ¡Y mientras estemos aquí, continuaremos nuestra misión! ¡No dejaremos que sus sacrificios sean en vano!"

La tripulación, aunque agotada y conmocionada, asintió. Sabían que no había tiempo para lamentos. El Explorum Nova Tevra seguía navegando, y su capitán no iba a permitir que el destino lo venciera.

"¡A sus puestos!" —gritó Alaric. "Tenemos un continente que alcanzar."