Las Guerras de Geese
Permítanme contarles una historia sobre un gran aventurero. Su nombre: Geese. Él era
inteligente, tanto que sería difícil creer que nació en el Continente Demoniaco. Es más, su
cerebro excedía por mucho lo que uno podría discernir a través de la vista.
Había emocionantes historias sobre Geese el aventurero. ¿Cuál debería contarles hoy?
Ah, ya sé. ¿Qué tal sobre la vez que conocí al legendario mago Rudeus? Sí. Esa será.
Ocurrió alrededor del momento en que el dragón malvado Natecazalion se asentó en el
Gran Bosque y comenzó a causar el caos. Natecazalion exhalaba veneno que amenazaba con
acabar con sus vecinos, la gente bestia. Muchos valientes guerreros bestia se aventuraron
hacia lo profundo del bosque para asesinar a la maligna criatura, pero ninguno regresó.
Geese no era un buen samaritano valiente, aunque tenía una deuda con la gente bestia.
Su conocimiento y sentido del olfato había sido de ayuda cuando él derrotó al monstruo
Hemomopantamas. Para regresar el favor, Geese decidió matar al maligno dragón.
Por desgracia, el dragón yacía en el Bosque de las Llamas, un lugar en lo profundo,
profundo del bosque, rodeado de lava y árboles en llamas. Geese poseía un ágil y resistente
cuerpo, junto con sentidos agudos, pero no tendría oportunidad si enfrentaba solo tal peligro.
Él comenzó a buscar aliados, e hizo una visita a su viejo amigo Paul Greyrat, un gran
espadachín que había luchado junto a Geese cuando ellos derrotaron al demonio Tanteltelion.
Por desgracia, Paul había sufrido una grave herida durante esa icónica batalla, y su
cuerpo ya no estaba en condiciones de luchar. Él rechazó educadamente a Geese. Sin
embargo, dijo esto: "Mi hijo Rudeus es un mago. Él debería ser capaz de congelar los árboles
en llamas y crear un camino."
Rudeus había emprendido un viaje hace varios años, y su paradero era desconocido. Pero
Geese tenía una idea de dónde podría estar el hijo de Paul. Él había escuchado un extraño
rumor dentro de la aldea de la gente bestia, uno sobre un mago que se había infiltrado para
robar su preciado tesoro. El mago en cuestión estaba en confinamiento.
Seguro de que estaba sobre algo, Geese regresó a la aldea de la gente bestia, donde fue
recibido con dicha. Desafortunadamente, la gente bestia no estaba dispuesta a permitirle
hablar con el prisionero.
Geese ideó un plan. Él esa noche entregó algo de alcohol y carne de Penrigi Teringi —
la favorita dentro de la gente bestia— a los guardias. Ellos eran hombres respetables, pero no
se pudieron resistir al aroma de la deliciosa carne, y una mordida de ella los puso a dormir
como bebé
Geese se dio una palmadita en la espalda mientras entraba en la celda. Ahí, él encontró
a un hombre desnudo recostado sobre una cama.
"Bienvenido al último destino de la vida."
Era Rudeus Greyrat —el hijo de Paul, el compañero de armas de Geese, y un mago
poderoso con una mente sabia— en carne y hueso.
"Necesito tu ayuda para derrotar al dragón maligno Natecazalion," dijo Geese. "A
cambio, te sacaré de aquí."
Desafortunadamente, Rudeus de inmediato rechazó la solicitud de corazón de Geese.
"Solo sacarme no es suficiente. Primero dame tu chaqueta. Me estoy congelando aquí."
La chaqueta de Geese era un objeto raro hecho del hilo de un enorme Oso Scrampazald.
No había otra en el mundo. Si fuera a venderla, él esperaba conseguir mil —no, dos mil—
monedas de oro de Asura.
"¿Eso es todo lo que quieres? Claro, tómala." Geese le entregó a Rudeus su chaqueta
única como si nada. En cuanto a él, matar al dragón maligno y salvar a la gente bestia era
mucho más importante que el dinero.
Rudeus estaba profundamente conmovido por la generosidad de Geese. "Qué buen
corazón tienes. Tu reputación como aventurero te procede. Muy bien, te prestaré mi fuerza
felizmente."
De hecho, Rudeus había escuchado de un oráculo que se encontraría con Geese. Por lo
tanto, él había concebido un plan para probar a Geese.
"Yo también estoy tratando de matar al dragón maligno Natecazalion," continuó Rudeus.
"Yo puedo pasar a través del Bosque de las Llamas, pero no puedo hacer nada para penetrar
la piel del dragón. El acero no puede herir sus escamas, ni tampoco el fuego o el hielo lo
afectan."
"Ya veo. Es bueno que tenga una espada divina de la Bestia Sagrada Sphyncross." Geese
desenfundó la hoja en su cintura.
"¡Increíble!" Rudeus asintió profundamente. "¡Esa es Zetes, la espada mata dragones!
Si la usas, Natecazalion no tendrá oportunidad."
Geese, con su espada divina en mano, y Rudeus, quien era capaz de usar cada tipo de
magia conocido por el hombre, eran un dúo de ensueño. Y así, el legendario dúo emprendió
un viaje para derrotar a Natecazalion.
[*Esta historia fue completamente inventada por Geese. No tiene ninguna relación con
algún personaje, organización, o escenario en Mushoku Tensei.]