El Príncipe y la Princesa
Esto sucedió cuando Norn no era más que una tierna niña de cuatro años.
Cuando su madre, sirvienta, y hermana menor desaparecieron abruptamente un día, una
sola preocupación se apoderaba de su corazón: ¿qué tal si su padre también desaparecía
repentinamente? ¿Qué tal si ella despertaba un día para encontrar la cama a su lado
completamente vacía? ¿No se quedaría completamente sola en el mundo?
Ese pensamiento le impedía a Norn dormir por las noches. Ella se aferraría a Paul
mientras lloraba.
Mientras esto ocurría, Paul decidió contarle historias. Al principio, él en su mayoría se
apegó a las historias de fantasía que su niñera le había contado durante su infancia. Sin
embargo, en un año, se quedó sin material y empezó a complementar las historias de fantasía
con anécdotas sobre sus experiencias como un aventurero.
Paul no estaba feliz con la situación actual. Después de todo, él estaba recordando su
propia juventud. En ese entonces, él perseguiría a cada mujer que veía, bebería alcohol hasta
explotar, se comportaría de forma despiadada solo porque tenía una espada, y actuaría como
un mocoso que no conocía su lugar. Él había sido un ejemplo de libro de texto de un idiota
impetuoso.
Hablar sobre esa etapa de su vida le avergonzaba. Él había hecho muchas cosas que
definitivamente no iba a contarle a su hija. En ocasiones, él se había dejado llevar con las
historias de sus mejores hazañas y casi mencionó que había seducido a una aventurera o algo
así. Era demasiado pronto para que Rudeus escuchara sobre ese tipo de hazañas, ni mencionar
a Norn.
Al principio, Paul evitó completamente esos temas. Sin embargo, últimamente se había
dado cuenta de que no le quedaban historias que contar. Cuando regresó a las historias de su
niñera, Norn hizo un puchero de la decepción. Ella anhelaba una nueva historia, pero Paul
no tenía ninguna.
En ocasiones como esta, la inclinación de su viejo amigo Geese por adornar los
acontecimientos habría sido de ayuda. Era una lástima.
Esa tarde, Paul decidió caminar por la calle, estrujando su cerebro.
"¿Mm?"
Él vio algo a un lado de la calle. Era un puesto callejero, pero en vez de vender comida
o armas, exhibía manojos de papeles. No estaban encuadernados como libros, y no eran
demasiado gruesos ni costosos.
"¿Qué son?"
El hombre que parecía ser el dueño del puesto callejero no dijo nada en respuesta. Sin
embargo, él no solo ignoró a su cliente, sino que sacó un manojo de papel desde su costado
y lo sostuvo para que Paul pudiera verlo. "Soy un antiguo bardo. Vendo historias."
El dueño del puesto hablaba a través de sus escritos. Paul se preguntó por qué era un
antiguo bardo, pero rápidamente obtuvo su respuesta cuando vio que la mano derecha del
hombre había perdido varios dedos, y que su garganta tenía una gran cicatriz.
Él había viajado a través del mundo, tocando su laúd y recitando historias, hasta que un
día su mano y garganta habían sido heridas debido a un evento desafortunado. A causa de los
problemas que tenía para colocar comida sobre su mesa, él escribió todas las historias que en
el pasado había contado y trató de venderlas de una forma diferente.
"Interesante…"
Paul miró hacia los numerosos títulos. Había historias heroicas inusuales y los actuales
poemas de moda sobre una aventurera de cabello azul, pero también había historias
originales. Muchas eran historias de amor.
Historias de amor, ¿eh? Eso hizo pensar a Paul. Norn todavía era joven, pero una niña
al final del día. Una historia de amor con un claro comienzo y final la haría más feliz que
cualquier anécdota cruda sobre su vida.
"Muy bien. Compraré estas."
Satisfecho con la conclusión a la que llegó, Paul compró un manojo de historias y se fue
del lugar.
Esa noche, él se sentó en su silla de siempre junto a la cama de Norn para contarle una
historia. "Hoy tengo una historia muy interesante para ti."
Mientras Paul observaba el rostro de Norn iluminarse de la emoción, él sacó un librito
desde el bolsillo de su pecho. Se titulaba "La Princesa y el Príncipe Demonio", y era la típica
historia de fantasía con un argumento simple.
Una princesa llamada Eysa jugaba en un campo de flores, cuando el rey demonio
apareció para tomarla como su esposa. Incapaz de soportar convertirse en su prisionera, Eysa
reta al rey demonio a un duelo de ingenio y consigue una victoria aplastante. Eso rompió una
maldición, convirtiendo al rey demonio en un príncipe, momento en el cual él volvió a pedir
la mano de la princesa en matrimonio. Ella aceptó esta vez, y ambos vivieron felices por
siempre.
Paul probablemente había escuchado una historia similar de su niñera, pero por
desgracia, él era incapaz de recordarla. Paul siempre había sido un mocoso presumido. En
vez de escuchar historias sobre chicas usando su ingenio como arma, él había preferido
escuchar historias sobre héroes matando dragones. Reflexionando al respecto, él estuvo
convencido de que la historia en sus manos era la más adecuada para una niña.
"Hace mucho tiempo, vivía una princesa llamada Eysa…" Paul comenzó a leer del
librito, seguro de que Norn se interesaría como cualquier otra niña.
"Aw…"
Mientras la historia continuaba, su rostro emocionado se volvió cada vez más
decepcionado. Esto es extraño, pensó Paul. La historia parecía una popular con las niñas,
pero tal vez Norn era demasiado joven.
Mientras Paul se preguntaba cuál era el problema, Norn verbalizó su descontento. "¡Oye!
Papi, ¿cuándo estarás tú en la historia?"
"¿Eh? Ah, no. Papi no aparece en esta historia."
"Me gustan las historias sobre Papi."
Sin saberlo Paul, Norn había desarrollado un cariño por las historias sobre su padre. Ella
amaba escuchar sobre las imprudentes aventuras de su juventud. A pesar de que Paul
ocasionalmente empezaba a hablar de forma grosera en medio de esas historias, él siempre
se esforzaba por usar palabras que su hija pudiese entender. Ya que Paul siempre estaba
ocupado durante el día, la hora de las historias siempre se sentía preciada para la joven y
solitaria Norn.
Más que nada, ella disfrutaba escuchar sobre su padre, debido a que amaba a su papi más
que a nada en el mundo.
"Me alegra escucharlo, pero… Papi se quedó sin historias sobre sí mismo."
"¡Las historias sobre Papi me gustan más que las historias sobre Eysa!"
Al escuchar esto, Paul decidió cerrar el librito, confundido. "Si insistes, estaré feliz de
contártelas, pero… ¿estás bien con las historias que ya he contado antes?"
"Sí. Cuéntame la historia de cómo conociste a Mami."
Paul estaba seguro de haber hecho una mueca. Sin embargo, él empezó su historia,
suponiendo que estaba bien con ello si Norn también lo estaba.
Algunos minutos después, Paul estaba mirando hacia el rostro feliz de Norn mientras
ella dormía. Su boca no pudo evitar formar una sonrisa tonta. El dinero que gasté en esa pila
de libritos probablemente fue un desperdicio, pensó él. Pero, siempre y cuando Norn esté
feliz, lo vale.