Siento que he olvidado muchas cosas con el pasar del tiempo. El claro azul del Río Sena me recuerda las veces en que me aparecí y desaparecí en él en mi vida pasada, o bueno, en la vida de mi tiempo real. Mis ojos se desvían del reflejo de la luna en el agua, se posan en los miles de candados que se aferran con firmeza sobre la maya del Puente de las Artes, miles de secretos se refugian en ellos, secretos cuyas llaves fueron lanzadas a un río del que nunca podrán ser sacadas. Suspiro agotada, ha sido una noche muy larga, una noche llena de emociones.
Aunque duela reconocerlo tenía un secreto más que se refugiaría en ese puente, ese era quizás mi secreto más importante y el más escandaloso para mi cordura. Rebusco en los bolsillos de mi abrigo el pequeño candado con llave que conseguí vagando por las calles de París.
- ¿Buscas esto? - Levanto la mirada sin ningún apuro, tratando de ocultar mi sorpresa al verlo. Sus ojos me atrapan y me trago las ganas de llorar al ver al motivo principal de que haya comprado aquel candado.
-Eso es mío. - Mi voz suena monótona, casi aburrida, sin vida.
- ¿Sabes? - Avanza un paso en mi dirección. - Estos candados no solo guardan secretos, los enamorados también los usan como un símbolo de promesa. Los muggles tienen la creencia de que el metal de este pequeño objeto es capaz de soportar una promesa. - Se encoge de hombros, su rostro serio como siempre.
-Ah. - Me giro nuevamente hacia el río y finjo no escuchar sus pasos acercándose.
-Te prometo...- Duda un poco en lo que dirá. - Te aseguro, como se lo aseguré a ella, que jamás dejaré que te lastimen o te hagan daño.
Una lágrima resbala por mi mejilla al mismo tiempo en que un pequeño clic me hace saber que el candado está puesto, acto seguido veo como lanza la llave y esta se pierde en algún punto desconocido del río.
-Es que ese es el problema, Riddle. - Susurro mirándolo a los ojos. - El daño más grande, ya me lo has hecho tú. - Una lágrima resbala por mi mejilla.