"Podrá la muerte cubrirme
Con su fúnebre crespón,
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor."
AINHOA
Mi madre siempre decía que debía vivir cada día como si fuera el último, no compartía su ideología y es que, a los cuatro o seis años lo último en lo que piensas es en la muerte. Solía creer que por ser joven nunca tendría que afrontar pérdidas o metas inconclusas, hasta que comencé a ver desde primera fila como poco a poco lo que más amaba se desvanecía como polvo en el aire. Primero perdí a mis padres, mi abuela, mi tío, mi padrino, mis amigos y la lista podría continuar por un tiempo más; pero, lo que más duele de la partida de alguien es ese silencio fúnebre que deja su ausencia y aquellos planes que hicieron juntos quedan inconclusos. Soy huérfana, aquellos que me acogieron están muertos y algo dentro de mí me dice que también lo perderé a él, a Harry.
-Harry.- Apenas y podía abrir los ojos, había mucho polvo y los gritos eran cada vez más y más desgarradores, podía sentir el dolor de cada una de esas personas lo quisiera o no y dolían más que cualquier golpe.-Harry.- Volví a pronunciar buscando entre los escombros con la mirada, me levanté como pude y noté cierta molestia en el tobillo a la hora de apoyarlo firmemente para caminar.- Mierda, lo que me faltaba.- Volví a apoyarlo ignorando la leve punzada que sentía, si no estaba roto entonces no era de preocupación.
- ¡Ainhoa! - Giré la cabeza instintivamente en dirección de dónde provenía la voz de Harry, suspiré con alivio al ver que solo tenía unos cuantos rasguños, pero nada de qué preocuparse. - Dios mío, estás bien. - Me abrazó aliviado y depositó un beso en mi frente.
-Aún tienes algunas expresiones muggles. - Sonreí de medio lado, él asintió devolviéndome la sonrisa. - ¿Dónde está Neville? - ambos comenzamos a buscar con la mirada al susodicho hasta que nos asomamos a un lado de la escalera y ninguno pudo evitar la expresión de horror y dolor que se dibujó en nuestro rostro al ver el cuerpo sin vida de Neville entre los escombros.
Harry ahogó un gemido de dolor y golpeó con todas sus fuerzas la pared que tenía cerca, dudé por un momento en acercarme a él, pero finalmente lo hice. Tenía la cabeza apoyada contra la misma pared en la que había descargado su frustración y lloraba en silencio, rodeé su cintura y apoyé mi mejilla derecha en su espalda. Sentí como cada musculo de su cuerpo se contraía y expandía con cada gemido que ahogaba en su llanto. Un grito desgarrador hizo que ambos rompiéramos con el momento y tomáramos nuestras varitas.
-Quédate detrás de mí, Ainhoa. - Asentí siguiéndolo escaleras abajo, alguien se quejaba y forcejeaba con algo o alguien. Cuando llegamos al pasillo que dirigía al comedor pude reconocer una melena rojo escandaloso tirada en el suelo y encima de ella una sombra negra.
-Ginny. - Solté sin pensar. El aire se había escapado totalmente tanto de mis pulmones como de los de Harry cuando al fin vimos a su atacante. Sus ojos rojos me traspasaron el alma como dagas, eran ojos tan llenos de color, pero a la vez tan carentes de vida. Nunca había visto un vampiro y al parecer Harry tampoco. Su alma no existía, no podía ver ni siquiera fragmentos de esta y mucho menos sentir el dolor que provoca en el alma un asesinato. - N-no tienes alma. - Las palabras salían de mi boca sin procesarlas. Solo podía quedarme viendo como alrededor de su cuerpo no había nada, solo estaba él, un cuerpo carente de emociones, estaba vacío.- Lux aeterna.- un destello de luz se desprendió de la punta de mi varita e hizo que el vampiro retrocediera.- Ve por Ginny.- Sin darle tiempo a Harry de protestar me acerqué al atacante de Ginny.- ¡IGNIS!- Se prendió en fuego y comencé a escuchar sus gritos, sonreí al sentir la satisfacción que me producía su sufrimiento, nuevamente sentía esa energía negativa en mí, paré.-¡Infer...- Sentí una presión fuerte en el brazo con el que apuntaba.
-Ainhoa, ¿Qué mierda fue eso? - fruncí el ceño a la pregunta de Harry, Ginny se cogía con una mano el cuello al tiempo que apoyaba la espalda contra la pared. Ambos tenían la misma expresión de desconcierto en el rostro.
- ¿Qué fue qué?
-Tus ojos, tu voz, esos hechi...- No pudo terminar de hablar ya que una nube espesa y negra comenzó a formarse frente a nosotros.
-Harry Potter, el niño que vivió.- Siseó Voldemort frente a nosotros.- El niño que derrotó al mago tenebroso.- Soltó una carcajada seca.- ¡Qué gran mentira!- Dio un paso hacia nosotros, retrocedimos por inercia en posición de ataque, Ginny cubría nuestras espaldas.- Pero en estos momentos no me interesas, así que ¡Crucio!- Harry cayó de rodillas en el suelo cogiéndose la cabeza.- ¡Avada Kedavra!- Abrí los ojos al no sentir el impacto de su hechizo en mi pecho, lo que si vi fue a Ginny en el suelo.
- ¡Ginny! - Molly corría lo más rápido que podía hacia su hija, ¿Cuánto dolor más tendría que soportar esta mujer? - No mi amor, tú no, por favor. - El corazón se me rompió nuevamente al ver a dos seres queridos, lastimados de diferentes maneras por el mismo ser. Quise pelear, pero Harry ya estaba nuevamente de pie frente a mí. - No. Harry llévatela, tienen que irse. - Él asintió y tomándome del brazo comenzamos a correr, solo escuché gritos, vi destellos de luz y luego nada.
Mis pulmones ardían, el patio de la escuela era el escenario más devastador de todos, era el campo de batalla. Había gran cantidad de cuerpos en el suelo, cadáveres de aliados y enemigos, tuvimos que esquivar varios hechizos y lanzar otros. Me resultaba un poco tedioso y difícil poder defenderme cuando Harry tiraba de mí como si de un muñeco de trapo se tratase. Algo llamó mi atención cuando pasamos, una rubia de cabellos rizados trataba de librarse de un grupo de licántropos, cuando enfoqué más la vista reconocí a la rubia.
- ¡LAVENDER! - Sus ojos azules se fijaron en mí por última vez, una oleada de dolor me invadió cuando vi a uno de los licántropos desgarrarle el cuello, una lágrima se deslizó por su mejilla. - Greyback. - Decir su nombre dejó un sabor amargo en mi paladar, parecía haberme escuchado porque fijó su mirada en mí y sonrió con burla. Quise frenarme, pero Harry volvió a tirar de mí. -Demonios Harry, para. Necesito volver. - Fui capaz de decir tirando con fuerza de mi brazo, traté de calmar mis sollozos, pero era en vano. - Era mi prima, el único pariente que me quedaba. - Mi desesperación aumentó cuando todo comenzó a quedar atrás y solo veía arboles a nuestro alrededor. - ¡JODER, PARA HARRY! - tiré de mi brazo con fuerza y caí de culo en el suelo. - Debo volver y pelear por Lavender, debemos pelear nuestras batallas. Ya murieron muchos luchando por nosotros.
-Lo siento, siento lo de Lavender y quizás tengas razón, pero muerta no ayudarás a nadie, ni yo tampoco. - Me ayudó a levantar y sin soltar mis manos siguió hablando. - Terminaremos con todo esto, te lo prometo. - Lo abracé y entonces comprendí entre sus brazos, las sabias palabras de mi madre. Desearía poder haber estudiado más con Hermione, caminar más con mi tío comiendo caramelos de limón, leer más novelas cursis con Lavender, escuchar a Luna hablar sobre seres que nadie veía más que ella, Harry y yo; desearía haber bromeado más con Sirius, los gemelos y Ron. Desearía haber competido más con Ginny por el amor de Harry, hacer renegar más a mi padrino en pociones, escaparme con Harry al mundo muggle más veces. En fin, desearía haber vivido más.
-Suéltalo, sé que quieres decir algo. - Los músculos de su espalda estaban tensos. Deshice el abrazo y esperé a que comenzara a hablar. Se le veía dubitativo. - ¿Qué es?
-Nada. Bueno, no sé. Es que necesito que hagas algo. - Asentí para que continuara. - Quiero que me desarmes.
- ¿Qué? ¿Por qué? - No entendía su petición. - Harry, explícame que no entiendo.
-La varita de Sauco solo le debe fidelidad a quien desarme a su poseedor, quiero que ella te la deba a ti. - Seguía sin entender, no sé qué está pasando por su cabeza. - Solo hazlo. - Asentí y apunté mi varita a su mano.
-Espera, Harry. ¿Acaso Draco no era el dueño legítimo de la varita? - Levanté una ceja. - ¿No se supone que el dueño anterior fue mi tío y que Draco lo desarmó?
-Bueno sí. - Moví las manos en señal de que se explayara porque realmente no estaba entendiendo nada. - Cuando estuvimos en casa de los Malfoy, tuve un duelo con Draco. Lo desarmé y no entiendo cómo, pero la varita se volvió fiel a mí. Él lo ignora totalmente. - Abrí la boca para preguntar, pero me interrumpió. - Es una larga historia Ainhoa, no tenemos tiempo para contártela. - Asentí y volví apuntarle con mi varita.
-Harry...
- ¿Ahora que Ainhoa? - Su voz tenía un destello de irritación, rodé los ojos.
- Según lo que sé, no funciona si te desarmo con tu consentimiento. - Abrió la boca para refutármelo, pero la volvió a cerrar. - No te habías acordado de ese pequeño detalle, ¿cierto? - Negó con la cabeza.
-Yo... Mierda. - Llevó una de sus manos a arreglarse el cabello con nerviosismo. - Entonces tienes que quedarte con la capa y la piedra. Por nada en el mundo él debe tener las 3 reliquias.
-Hablas como si fueras a morir. - Suspiró, busqué sus ojos, pero desvió la mirada. - No morirás.
-Eso no lo sabemos.
-Lo prometiste. - Susurré en un hilo de voz.
-Ainhoa, sólo guárdalas. - Sacó la capa de uno de los bolsillos de su cazadora, y del otro una Snitch, la besó y esta se abrió dejando ver un anillo con una piedra muy llamativa. Observé ambos objetos pensando en donde esconderlos.
-Diminuendo. - Y con un movimiento de varita las cosas se redujeron al tamaño de un dije que para mi sorpresa formaban el símbolo de las reliquias de la muerte, exceptuando la varita de sauco. Busqué en mi pecho la cadena que Harry me había regalado con el dije de un pequeño frasco en el que había lágrimas de fénix y con un movimiento de varita uní el nuevo dije con magia a esta. - Así será difícil de perderlos y podré llevarlos conmigo siempre. Es más seguro así.
-Es una buena idea. - Esbozó una sonrisa y se acercó más a mí. - Como todas las ideas que tiene esa cabecita tuya. - Apuntó con su dedo mi frente, le sonreí y depositó un corto beso en mis labios.
-Te amo, Potter.
-Y yo te amo a ti, Ainhoa. - Acunó mi rostro entre sus manos y me besó, comenzó siendo lento y tierno, pero poco a poco se fue llenando de necesitad. - Tengo miedo. - Pegó su frente a la mía, ambos jadeando por el beso, acaricié su mejilla y le di un beso en la nariz.
- ¿Miedo a Voldemort? - Cerró los ojos aún sin separar su frente de la mía, observé cada una de sus facciones, deslicé un dedo sobre su cicatriz y él negó con la cabeza. - ¿Entonces?
-A no poder tener más momentos a tu lado como ya no los tendré ni con Ron ni con Hermione. - Abrió los ojos de golpe, solté un suspiro al ver sus ojos verdes mirándome fijamente, una lágrima se derramó de ellos y me apuré a interceptarla con mi dedo pulgar.
-Podemos vencerlo, hay que tener esperanza. - Sonreí de lado, acaricié suavemente su rostro, él depositó un beso en la palma de mi mano. - Recuerda lo que decía mi tío, si hay vida... hay esperanza. - Una mueca de dolor atravesó su mirada al recordar al sabio barbón. - Tú estás vivo, aún hay una pequeña posibilidad de ganar. Sé que es pequeña, pero aferrémonos a ella. - Un rayo de luz azul pasó rozándonos peligrosamente. Harry me soltó por reflejo y ambos buscamos con la mirada a quién nos estaba atacando.
Cinco mortífagos nos rodeaban, los imperdonables no se hicieron esperar y en la situación en la que estábamos no era muy fácil esquivar los conjuros. ¿Es que acaso los malditos no se sabían más hechizos? Logramos desmayar a tres mortífagos y desarmar a los otros dos.
-Corre. - Últimamente era lo único que hacíamos, ya ni siquiera le prestaba atención a la quemazón y ardor de mis pulmones. Sentí como mi pie se enredaba con algo y solo tuve el tiempo suficiente para colocar las manos en mi rostro y evitar que este impactara con dureza en el suelo. - ¡Mierda! ¿Ainhoa estás bien? - Me levantó, pero lo que sea que se había enredado en mi pie no me soltaba, se había apretado más a mi tobillo haciéndome gritar y a Harry mirarme con preocupación. - ¿Qué tienes? - Un rayo verde pasó por mi lado aumentando el pánico que sentía, por más que movía o tiraba de mi pie este no cedía, se apretaba más a mí y no había tiempo para esto.
-Reducto. - Con miedo apunté a mi tobillo y vi minutos después como lo que sea que me aprisionaba se reducía a solo polvo. Cojeaba un poco, pero ignoré el dolor y seguí corriendo detrás de Harry, me miró preocupado y asentí en señal de que estaba bien. No sé cuánto tiempo corrimos, pero nos detuvimos cuando una nube negra se comenzaba a formar delante de nosotros, el aire frío que desprendía me caló hasta los huesos haciéndome estremecer, me abracé con mis propios brazos y esperé mientras Harry me colocaba detrás de él sin abandonar su postura de ataque.
-Dame a la chica Potter. - Su voz era un siseo, sus ojos eran tan rojos como dos llamas de fuego ardiendo intensamente y su piel era tan blanca que por un momento podías pensar que si te acercabas lo suficiente verías cada órgano en su interior.
- ¿Qué te hace pensar que dejaré que la lastimes? - Reaccioné al rato dejando de abrazarme, apunté mi varita hacía los mortífagos que se ubicaban a espaldas de él.
-El joven Harry Potter está enamorado de la pequeña nieta de Grindelwald. No pudiste defender a tus amiguitos ni a Hogwarts ¿Qué te hace pensar que podrás salvarla a ella? - Sentí como los músculos de la espalda del nombrado se tensaba detrás de mí. - Morirán los dos, pero ahora que sé que tú la quieres la haré sufrir delante de ti y luego la mataré.
-No pondrás ni un solo dedo sobre ella. - Voldemort soltó una risa macabra que me heló la sangre, temía por Harry. - Terminemos con esto. - Se alejó de mí lo suficiente para batirse a duelo con él, los lame medias del señor tenebroso comenzaron a atacarme. No sé cuánto tiempo estuve esquivando y lanzando hechizos hasta que escuché el sonido más desgarrador de mi vida.
- ¡Harry! - Me giré instintivamente para ver como un crucio hacía que su cuerpo se retorciera y convulsionara de dolor en el suelo, entonces todo sucedió muy rápido. Lucius y otro hombre cuya identidad desconocía me cogían de los brazos haciéndome imposible librarme de ellos y socorrer a Harry, Voldemort sonreía triunfante mientras que volvía apuntar con la varita a la única persona que me quedaba, bajé la vista con lágrimas en los ojos, pero la fría y blanquecina mano de Lucius cogió con fuerza mi mentón obligándome a centrar la vista en la tortuosa escena.
-Mira lo que hago con tu salvador. - Le dediqué todo el odio y desprecio que sentía, a cada temblor del cuerpo de Harry algo iba rompiéndose dentro de mí. - Avada... - Pisé el pie del desconocido con todas mis fuerzas y mordí la mano del rubio platinado hasta que comenzó a sangrar.
-Petrificus Totalus. - Los dejé inmóviles detrás de mí, caminé hasta la cara de serpiente apuntándole con mi varita y lanzando hechizos no verbales a todos aquellos que me seguían o trataban de detenerme. - ¡NO LO TOQUES MALDITO SIN NARIZ! - me detuve frente al maltrecho cuerpo del ojiverde.
-En realidad un prodigio. - Me observaba de pies a cabeza y sonreía con suficiencia. - Pero tu altanería y orgullo te hacen un inútil peligro. - Bajó la mirada hacía él. - No me sirve. - Se encogió de hombros. - Avada...
- ¡Crucio! - Mi cuerpo temblaba con fuerza, sostuve más fuerte mi varita. Era la segunda vez que lo atacaba, pero esta vez cayó de rodillas frente a mí. Harry se levantó como pudo, sus ojos no podían dar crédito a lo que veían.
- ¡Estúpida! - El señor tenebroso se incorporó con dificultad. - ¡Expulso! - Mi cuerpo impactó contra el árbol más cercano. Tomó del cuello a Harry y le apuntó a la sien con la varita. - Lo verás morir. - Una lágrima se deslizó por mi mejilla, Harry trataba de invocar algún hechizo, pero la falta de aire le dificultaba las cosas. Nuestras miradas se cruzaron. Me levanté como pude del suelo y lo señalé con mi varita.
- ¡Expelliarmus! - Harry soltó la varita de sauco como si de metal caliente se tratase y sonrió. - ¡Incend...- Lo soltó repentinamente.
-Avada Kedavra. - Y entonces mi hechizo se quedó en el aire. El cuerpo de Harry se elevó unos centímetros por encima del suelo e impactó con un sonido hueco contra él nuevamente. Todo dentro de mí se hizo añicos junto con su último suspiro.
- ¡Harry! - Olvidé todo, corrí hasta él y me dejé caer de rodillas a su lado. - Por favor despierta, te lo ruego. - Me abracé a él meciéndome de atrás hacia adelante, las lágrimas caían indiscriminadamente por mis ojos. - Abre los ojos maldita sea. - Mis ruegos se ahogaron en un sollozo, me levanté del suelo secándome las lágrimas. - ¡Maldito hijo de puta! - El aludido solo sonreía. - ¡SANGRE SUCIA!
-Estúpida traidora de la sangre. -Sentí como una bofetada impactaba en mi mejilla haciéndome perder el equilibrio. - Pagarás caro tus atrevimientos. - Cerré los ojos esperando algo que nunca pasó.
-Como siempre haciéndote la heroína. - La cálida voz de Mione me hizo abrir los ojos. Ella estaba ahí conmigo sonriéndome dulcemente. - Te extrañamos.
-Ainhoa, tienes que irte. - La voz de Harry hizo que mi corazón se contrajera con dolor.
-Harry... yo...-Él hizo un ademán con la mano para que lo escuchara.
-Vamos no hay tiempo. - Ron hablaba rápido como siempre, extrañaba a todos.
-Llama a Dobby. - La voz de Harry denotaba autoridad. - Ahora Ainhoa. - Asentí he hice lo que me dijo, segundos después el elfo apareció frente a nosotros.
-Dobby, sácame de aquí. - Me abracé al cuerpo de Harry, cogí la varita de sauco que aún estaba a su lado y tomé la mano de Dobby, él lloraba viendo el cuerpo del ojiverde.
-Como usted ordene ama. -Observé por última vez a mis amigos que actuaban como una barrera entre el hechizo de Voldemort y yo.
-Ainhoa, no olvides que te amo. -Asentí sin poder reprimir por más tiempo las lágrimas.
-Adiós, Harry. - Los dedos de Dobby chasquearon y sentí como mi estómago se revolvía, mi cuerpo era arrastrado al vacío y minutos después estaba de rodillas en un lugar que no conocía. Los recuerdos de las últimas horas golpearon mi mente y sin poder contenerme comencé a sollozar ruidosamente.
Todos y cada uno de los sacrificios que habían hecho tanto hijos de muggles, mestizos y sangre pura; habían sido en vano, Harry estaba muerto y con él la esperanza. Ya no tenía nada en el mundo, no tenía amigos ni familia y todo lo que alguna vez conocí dejó de existir. Sentí que algo cambiaba irreversiblemente dentro de mí, no sentía más que dolor y tristeza; únicamente quedaba la promesa de venganza. Él pagaría; si las personas que yo había amado no volverían a ver la luz del día, me aseguraría de que él tampoco lo haga. Sentí como parte de mi humanidad se apagaba, empujando mis recuerdos a un lugar alejado de mi mente y como solo dejaba en la superficie un plan que comenzaba a formarse.
Incorporé la varita de sauco al dije de mi collar y cogiendo ambos dijes, deposité un suave beso en los ya inertes labios de Harry.
-Te prometo que encontraré la forma de remediar todo esto, aunque se me vaya la vida en ello. - Con la ayuda del pequeño elfo, enterré a Harry junto a sus padres, me había llevado tiempo darme cuenta de que estábamos en el valle de Godric, una vez terminado su entierro cogí la mano del pequeño Dobby y desaparecimos de ahí con esa promesa en mi mente y corazón.