Gera nos guió a nuestro grupo fuera del territorio de los orcos. Aunque fue divertida esta corta aventura, me siento muy cansado.
Yo estaba sentado sobre los muslos de Yoko, mientras Chizze descansaba en los míos. No entendía esta extraña relación en la que me encontraba. No era una sensación de incomodidad… era más una sensación de que no tengo mucho control sobre mis acciones.
Gera me miraba con unos ojos que mostraban lo divertida que le parecía mi situación actual.
Cuando salimos del bosque de los orcos, era tiempo de despedirse de Gera, y debía agradecerle como es debido: "Gera, gra…"
Raiza me interrumpió y abrazó a Gera. "Gera, cariño, fue muy divertido conocerte. En verdad, el vino que nos mostraste fue delicioso. Algún día volveremos a verte."
Me sorprendió ver a Raiza tan cercana a Gera.
Kharla le dio un beso en la mejilla a Gera. "Aún me cuesta creer que con solo tres años seas tan inteligente. En verdad, gracias por tus consejos; cambiaste mi forma de ver la vida."
Kharla también... ¿de qué me perdí?
Luego mire a la dríade estaba llorando mientras se despedía de Gera. La única que no se despidió fue Chizze, pero se disculpó con su jabalí.
"Gera, gracias por todo. Me has ayudado en mis peores momentos, y me duele despedirme de ti." Yoko también estaba llorando mientras se despedía de Gera.
"Pequeña Yoko, sé que aún no superas tus traumas, y tal vez nunca lo hagas, pero vive feliz y, cuando mueras, no te arrepientas ni de tus peores errores." Esas dos se dieron un abrazo muy fuerte; ni cuando se despidió de su verdadera hermana sentí tantos sentimientos.
Creo que debí pasar más tiempo con Gera; parece el mejor personaje de esta aventura.
Después de despedirme de Gera sin formar ningún vínculo personal con ella, estábamos repasando los detalles de nuestro viaje.
"Señora Raiza, ¿qué camino vamos a tomar ahora?"
Raiza le respondió a Kharla, "Tenemos que pasar por un río que desemboca en una gran cascada. Es una zona algo peligrosa, y será difícil bajar nuestro carruaje por ahí, pero creemos que será más seguro. Además, es una zona con materiales raros."
La interrumpí. "No es solo un material raro, es único de esa zona: la sangre azul del cangrejo herradura."
"Oye, sacerdote, ¿por qué te emociona la sangre de ese cangrejo?" me dice la mujer mitad elfa mitad orco.
"Mira, Yoko, sabes que me gusta mucho el estudio de la medicina, y la sangre de ese cangrejo es un ingrediente para un elixir que lo puede curar todo."
"¿Estás seguro de que existe algo que en verdad cure todo?" me dice Yoko mientras que se acerca a Chizze.
Miro a Chizze y Yoko y respondo, "No es exactamente una cura para todo, no cura heridas graves, pero purifica el cuerpo de venenos y enfermedades."
"Entonces quédate tranquilo, sacerdote. Tus esposas te conseguirán esa sangre de cangrejo." Dice Yoko mientras que la mujer bestia se ve muy emocionada por alguna razón que no entiendo del todo…
Yoko estaba muy animada. Creo que quería integrarse más al grupo. Supongo que esto será más fácil que otras aventuras que hemos tenido.
Estuvimos dos días viajando en carruaje. Aunque no dormí muy bien, entre Chizze y Yoko abrazándome fue incómodo dormir, pero sentía su amor… un amor muy duro. Ese par es más fuerte que yo; en verdad dolía. Menos mal tenía mi curación pasiva, porque si no, ya estaría muerto.
Necesito dormir yo solo… al menos una vez.
Por eso me estaba quedando dormido mientras conducía el carruaje, aunque era Kharla quien realmente lo manejaba.
"Señor Ester, te ves terrible. Creo que esta es la parte dolorosa del harén de un hombre tan patético."
Kharla aprovechó mi momento vulnerable para humillarme, y con enojo le respondí, "¿Desde cuándo me hablas con tanta confianza? Sé que me dolía cuando me mirabas con miedo, pero también es doloroso que me mires con lástima… ¿quieres solo dejarme dormir?"
Kharla puso mi cabeza en su hombro. "Tranquilo, hombre patético. Esta Kharla te defenderá de esas mujeres que solo te ven como un pedazo de carne."
¿Soy yo, o su comportamiento me recuerda a cómo me trataban Yubel, Eduard y Amelia? Ellos también me trataban así. Solía molestarme que se burlaran de mí, pero estoy tan cansado y combinado con el sentimiento d nostalgia… hace que esto se sienta muy relajante…
…
Mientras yo dormía, fuimos atacados por una horda de no muertos. No importaba, ya que mis compañeras eran tan estúpidamente fuertes que se las arreglaron mientras yo dormía.
Raiza inspeccionó los cadáveres de los zombis y notó que la fuente de su maná era artificial. "Alguien controlaba a estos zombis a distancia", dijo Raiza, y Chizze agregó, "Jefa, ¿crees que sea obra de algún heraldo?"
Kharla respondió, "Yo lo dudo. Si fuera un heraldo, nos atacaría con más fuerza. Estos no muertos son muy débiles, a lo mucho servirían para espantar gente de esta zona."
Después de pasar la zona con los zombis y avanzar otra hora en el carruaje, ya estábamos llegando a la cascada, que podíamos ver en el horizonte.
Desde arriba de la cascada, se observaba una vista magnífica… lástima que estaba demasiado dormido para verla.
Mis compañeras comenzaron a planear cómo bajar la cascada con el carruaje y los caballos. Pensaron en hacer el resto del camino a pie y dejar el carruaje y los caballos atrás, pero Kharla se opuso.
"Hemos pasado un gran tiempo de nuestro viaje con el carruaje y sus caballos; no es correcto abandonarlos." Raiza miró a Kharla a los ojos y dijo, "Dime la verdad." Aún bajo presión, Kharla no se quebró, pero Yoko habló.
"La niña albina negoció con mi hermana un trueque con esas armaduras y piel de lobo que trajeron. Lo cambió por vino de nuestro pueblo." Kharla se sentía traicionada por el nuevo miembro del grupo.
Nadie más se dio cuenta de esta jugarreta, ya que las pieles y armaduras estaban en cajas de madera, e hizo el intercambio mientras las demás pasaban tiempo con Gera. Y si te lo preguntas, Kharla no le dijo nada a Raiza por simple vergüenza.
Solo piénsalo: ¿cómo le dices al héroe legendario que su grupo lleva licor de contrabando a la capital de su nación?
Raiza miró directamente a los ojos de Kharla, casi parecía que la estuviera mirando directamente al alma… pero Raiza solo sonrió y dijo, "Tienes razón, Kharla. No es correcto dejar nuestro carruaje atrás. Dríade, ayúdanos a bajar los caballos." Después de esa discusión, mis compañeras trabajaron juntas para bajar la cascada.
Lo que voy a contar tomó varias horas, pero en resumen:
La dríade usó sus poderes para crear unas lianas y así bajar los caballos por la pendiente de la cascada, dejando las lianas colgando para que las demás pudieran usarlas para bajar el resto de las cosas. Yo bajé en la espalda de Yoko, y Kharla bajó en la espalda de Chizze.
Raiza, con la ayuda de Chizze y Yoko, bajó las cajas que antes contenían armaduras y pieles de lobos, y que ahora estaban llenas de un costoso vino.
Creo que tuvieron más cuidado con esas cajas que con mi propio cuerpo.
Luego, Raiza y Yoko desarmaron el carruaje, mientras Chizze tomaba las piezas y las bajaba, una por una.
Una vez que el carruaje desarmado estaba al pie de la gran montaña, donde yo continuaba dormido, ellas lenta y cuidadosamente lo armaron de nuevo.
Cuando todo estuvo listo, cargaron nuestras cosas en el carruaje.
Al fin habíamos bajado esa gran pendiente, pero ya era muy tarde y mis compañeras estaban cansadas, así que armaron nuestro campamento improvisado junto a la cascada.
Aprovechando la cercanía del agua, decidieron que no sería mala idea tomar un baño, el cual, honestamente, ya les hacía falta.
Yoko, queriendo ganarse nuestra simpatía, se ofreció a lavar la ropa del grupo. Después de todo este viaje, nuestra ropa ya tenía un olor raro, así que la ayuda fue bienvenida.
Cuando me levanté, estaba completamente desnudo dentro del carruaje.
"¿Qué pasó? ¿Dónde están todas y dónde está mi ropa?"
Me cubrí como pude con un pañuelo que encontré en el piso y, al asomarme, vi algo muy interesante.
Todas mis compañeras estaban bañándose en la cascada, mientras nuestra ropa se secaba al sol. No quería ser un pervertido, así que, sin que nadie se diera cuenta, tomé mi ropa, que ya estaba seca y limpia, y hasta tenía un leve aroma a flores; supongo que ese leve toque floral fue obra de la dríade.
Aproveché que mis amigas se estaban bañando para darles mantenimiento a los caballos. Los alimenté e inspeccioné para asegurarme de que estuvieran en buen estado físico y de salud.
Cuando terminé de revisar a los caballos, vi a una Chizze desnuda, con un enorme pescado en la espalda.
"Amo, mire lo que encontré. Creo que este pez cazaba a los animales que se acercaban a tomar agua cerca de la cascada, pero Chizze lo cazó a él."
Ese pez que trajo Chizze parecía una especie de piraña gigante con enormes dientes, pero note que sus escamas no eran tan gruesas, se notaba que ese pez no tenía depredadores por lo que todas sus energías estaban en devorar a sus presas…
Felicité a Chizze y le dije que se vistiera cuando terminara de bañarse, que yo cocinaría el pescado.
Una vez que estuve solo, corté el pescado, separando su carne de los huesos. Con los huesos, hice una sopa de pescado, y la carne la envolví en unas grandes hojas, sazonándola solo con sal.
Primero, enterré el pescado envuelto en las hojas. Encima del pescado enterrado, encendí la fogata, en la cual coloqué una olla y dentro preparé la sopa con los huesos del pescado y las verduras que compramos en la aldea de los orcos.
Cuando terminé, tenía de primer plato una sopa espesa de pescado, y de segundo, un pescado que parecía hecho en un horno. Cuando la comida estuvo lista, mis compañeras llegaron.
Se veían muy lindas, con ese rubor que una mujer tiene después de un buen baño, y la ropa limpia solo las hacía ver mejor. Todas estaban muertas de hambre.
El pescado que Chizze trajo era enorme, pero fue totalmente devorado por mis compañeras. Creo que estaban muy cansadas, ya que después de comer fueron a la carreta y todas quedaron dormidas.
Yo me quedé haciendo guardia junto al fuego, ya que ellas cuidaron de mí mientras dormía y ahora era mi turno de cuidarlas.
…
Días después, estábamos recorriendo nuestro camino en carruaje, hasta que llegamos a una zona junto al río llena de piedras gigantes que no nos permitirían avanzar. Yoko saltó del carruaje y dijo, "No se preocupen, yo moveré estas piedras".
Cuando Yoko estaba a punto de mover una piedra, Kharla gritó, "¡Yoko, cuidado!". Una lanza cayó frente a Yoko, quien la esquivó y retrocedió de un salto.
"Ese fue un golpe de advertencia. No fallaré dos veces", dijo una voz desconocida.
Detrás de todas esas rocas gigantes salió un hombre de piel azul verdoso, con cabello azul oscuro y ojos rojos con pupilas de reptil. Le pregunté a Kharla si su aura era la de un humano. "Es un humano, pero su aura se parece a la de Eurisia y Rockson", respondió.
Raiza le gritó al hombre, "Oye, ¿eres un heraldo?".
El hombre respondió, "Sí lo soy, pero no me interesa pelear. Solo me limito a cuidar a mis mascotas". Fue entonces cuando me di cuenta de que esas piedras gigantes comenzaron a moverse en dirección a ese hombre... esas no eran simples piedras; eran cangrejos herradura.
Siempre había querido ver a esos cangrejos, así que le pregunté, "Oye, soy un sacerdote al que le gusta estudiar la medicina. Siempre quise estudiar a los cangrejos herradura, pero no queremos hacerles daño, solo queremos cruzar este camino". El hombre me miró fijamente y me hizo una pregunta.
"¿Desde cuándo existen los cangrejos herradura?" Respondí, "Existen desde la prehistoria. Son fósiles vivientes, y su sangre azul sirve para crear elixires milagrosos".
El hombre dejó de lado su hostilidad y dijo, "Soy Iván. Me considero un médico de animales. Es verdad, soy un heraldo de Ámbar, pero no le obedezco. Nunca pedí ser su heraldo, pero la vida no es justa… Por esa dríade oculta en su carruaje, imagino quiénes son, y quiero pedirles un simple favor: déjenme fuera de su problema".
Me quedé impactado. Nunca pensé que un heraldo no obedecería la voluntad de su amo. Iván ordenó a sus cangrejos que se movieran del camino, y cuando cruzamos a su lado, dijo, "Espera, sacerdote… dime cuál es tu nombre".
Respondí, "Mucho gusto, me llamo Ester, un sacerdote de los Países Bajos del Sur". Iván sacó entonces dos pequeñas botellas de un líquido azul y me las lanzó a las manos.
"Tómalo, Ester. Es sangre de cangrejo herradura. Míralo como una muestra de mis buenas intenciones, y como prueba de que aún los heraldos podemos tener voluntad propia".
Le di las gracias a Iván y, con el permiso de Kharla, le ofrecí una botella del vino de los orcos. "Vaya, este vino es muy caro en la capital. ¿Estás seguro de regalarme tan fino vino?", dijo el Heraldo.
Respondí, "Piensa en ese vino como un pago por la sangre azul". Después de ese intercambio, nos despedimos de Iván y continuamos nuestro viaje.
Aun después de pasar por los cangrejos herradura, Raiza se veía muy intranquila. Supongo que todo lo relacionado con el rey demonio le causa angustia, pero confío en que tiene la fuerza para superarlo.
Aunque sé que el guerrero más fuerte no siempre tiene la mente más fuerte. "Ester, ¿tengo algo en la cara o estás pensando en incluirme en tu harem?", dijo Raiza, devolviéndome la mirada.
Oh, mierda, se dio cuenta de que la miraba. "No bromees con eso, Raiza. Sabes que te veo como una hermana mayor, una muy cruel hermana mayor…"
Raiza comenzó a reírse, mientras Kharla la abrazaba y me lanzaba una mirada de enojo.
No te preocupes, Princesita, no te quitaré a tu linda elfa.
…
Llegamos a un punto en el que nuestro camino estaba obstaculizado por un gran río. Mis compañeras pudieron arreglárselas para bajar una cascada, pero un río rápido… Creo que las más fuertes podrían cruzarlo nadando; en cambio, a mí seguro me arrastraría. Entonces, algo llamó mi atención: escuché una melodía. Les pregunté a mis amigas si oyeron algo, pero dijeron que solo escuchaban el ruido del agua del río. Sin embargo, yo escuchaba a una mujer cantando…
Seguí la melodía hasta unas rocas, donde vi a una mujer mitad ave, similar a una arpía, que se bañaba y arreglaba sus plumas. Creo que ella era la fuente del canto. La mujer notó mi presencia y gritó, "¿Qué crees que estás mirando?". Entonces hizo un canto más fuerte que me dejó retorciéndome en el piso. "¡Espera, no soy malo, solo quería cruzar el río!"
La mujer ave me miró con desconfianza, pero entonces Yoko interrumpió. "Ester, ¿qué estás haciendo?". Vio al ave con las plumas mojadas y a mí en el piso. "Ester, si tantas ganas tenías de ver a una mujer bañándose, me lo hubieras dicho". Algo alterado, grité, "¡Es un malentendido! Solo seguí el canto de esa ave".
"¿A quién llamas ave, sucio humano? Yo soy una sirena".
No entendía lo que decía la mujer ave, así que pregunté, "¿Las sirenas no eran mujeres pez?".
Yoko me respondió, "Ester, eso es un comentario racista. Ella es una sirena de los cielos, una evolución de las sirenas que dejaron el mar y surcaron los cielos".
La sirena agregó, "Oye, Yoko, ¿qué haces con este tonto humano?". Yoko respondió, "Milenna, este hombre es mi nuevo esposo; se llama Ester".
La sirena, Milenna, me miró con asco y dijo, "Vaya, tienes un gusto raro en hombres. Igual, es tu problema. Pero, ¿qué haces aquí tan lejos de tu aldea?".
Yoko le contó cómo nos conocimos, cómo curé su infección estomacal y que ahora estamos en un viaje hacia la capital.
"Ya entiendo, Yoko. Puedo ayudarte a cruzar el río, pero necesitaré que me pagues". Yoko sonrió y dijo, "Tengo una botella del vino de mi aldea conmigo; si la quieres, ayúdame a cruzar el río".
…
Yoko y yo volvimos con nuestro equipo para contarles que Yoko se encargaría de hacernos cruzar el río a cambio de vino.
Bueno, para ser más específicos, ella me cargaba en sus brazos, ya que el efecto del canto de esa sirena es muy fuerte en los hombres; por eso solo yo podía escucharla… Es curioso cómo aguanto bien los golpes, pero soy tan vulnerable a este tipo de magia.
"Oye, Yoko, ¿cómo planeas cruzar el río?", le preguntó Kharla, y Yoko sonrió, señalando al cielo, donde se veía un ave gigante. Milenna saltó del ave y dijo, "Les presento a mi amiguito alado. Ahora prepárense".
El ave gigante agarró el carruaje con sus garras y, volando, lo llevó al otro lado del río. La dríade, con sus lianas, amarró a los caballos, y con la ayuda del pájaro gigante también cruzaron el río.
Finalmente, subimos al ave. Fue un viaje corto pero emocionante.
Yoko le agradeció a Milenna y le entregó una botella de vino. "Oye, Yoko, ¿no podrías preguntarle a Milenna si podría llevarnos a la capital?", le sugerí.
Yoko me respondió, "No es buena idea. Las ciudades humanas cuentan con torretas antiaéreas, y sin contar que las sirenas, ya sean de agua o del aire, son muy cotizadas por los humanos. No sería seguro para ella".
Supongo que tenía razón; quizás por eso Milenna se asustó al verme… Intenté disculparme con Milenna, quien aceptó mis disculpas de una manera poco sincera.
Agradecimos su ayuda y la del pájaro gigante que la acompañaba, y continuamos nuestro viaje.