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Chapter 4 - Que no regrese

[Capítulo 4]

Roxana pensó lo mismo: «¿Acaso esta niña es muda?». Sintió más empatía por ella.

—¿Puedes darme la mano? —le preguntó con dulzura y estiró la mano.

A pesar de que la miraba con timidez, la niña parecía estar menos tensa después de escucharla. Roxana esperó con paciencia que aceptara tomarla. Después de dudar por bastante tiempo, la niña extendió el brazo para tomar la mano de la mujer con cautela. Al verla, Roxana la sostuvo con delicadeza y la ayudó a levantarse; no se olvidó de volverla a revisar para ver si tenía alguna herida y, debido a eso, se acercaron físicamente. La niña tenía la piel suave e incluso olía a leche, por lo que Roxana no pudo evitar acordarse de su hija, quien no había nacido con vida. Si hubiera crecido, tendría la edad de esa pequeña. 

Cuando ese pensamiento pasó por su mente, se sintió abrumada por la angustia y el arrepentimiento. Como si percibiera sus emociones, la niña se quedó quieta y la miró en silencio. «Sé que no debería hablar con extraños, pero esta mujer en verdad es linda. Es extraño, pero siento la necesidad de acercarme a ella».

—Vaya, qué niña tan adorable. Es tan adorable como nuestros niños —comentó Magalí. 

Roxana asintió con la cabeza.

—Creo que está perdida. Llevémosla a la estación de policía y veamos si podemos contactarnos con su familia. 

Justo cuando terminó de hablar, la niña le dio un ligero tirón y Roxana la miró confundida. La pequeña negaba con la cabeza de forma energética y comenzaba a tener los ojos llorosos; parecía que estaba a punto de largarse a llorar en cualquier momento. Era evidente que no quería que hicieran eso. Roxana en verdad se sintió conmovida al ver la expresión de angustia de la niña. No obstante, no tenía elección, si no la llevaba a la estación de policía a tiempo, podrían acusarla de secuestro; se encontraba en un dilema.

—De acuerdo. No tenemos que ir a la estación de policía. —Se puso en cuclillas e intentó negociar con la niña—. ¿Tienes el número de teléfono de tus padres? Puedo llamarlos para que vengan a buscarte. 

La pequeña dejó de negar con la cabeza y, en su lugar, se sintió abatida. Dado que no respondía, Roxana asumió que no tenía el número de sus padres y estaba a punto de llevarla a la estación de policía cuando la niña se movió. La mujer la observó mientras sacaba un lápiz y una nota adhesiva; luego, anotó un número de teléfono con la palabra «papá» detrás y se la entregó a la mujer. Ella tomó la nota y marcó el número del padre de la pequeña. 

—Vaya, en verdad es muda —murmuraron Andrés y Bautista. 

Roxana se tensó y les lanzó a sus hijos una mirada de advertencia.

—No sean groseros con ella. 

Los niños enderezaron la espalda y miraron a la niña con sonrisas de culpa. Al verlos, ella se acercó más a Roxana instintivamente y extendió la mano para tomar el vestido de la mujer. No obstante, Roxana no se percató de ello porque estaba ocupada revisando el número de teléfono antes de realizar la llamada. 

En la residencia Fariña, Luciano entró furioso a la mansión.

—¿Ela regresó? 

El mayordomo fue a recibirlo.

—No, no he visto a la señorita Estela por aquí —dijo con una expresión de preocupación y, cuando terminó de hablar, se dio cuenta de que el aura que emanaba su jefe hizo que se le helara la sangre. 

Luciano frunció los labios y el ceño. «Busqué en todos lados. ¿Dónde puede estar? ¿Le sucedió algo?». Al pensar en esa posibilidad, un leve destello de malicia se vio reflejado en sus ojos; parecía que lo único que quería era destruir el mundo entero. 

En ese momento, una mujer que estaba bastante maquillada entró corriendo a la mansión y preguntó nerviosa:

—Luciano, escuché que Ela está perdida. ¿Es verdad? ¿La encontraste? 

La mujer era nada menos que Abril, con quien Luciano quería casarse antes. No obstante, el hombre mantuvo su aura autoritaria frente a ella.

—Sigue desaparecida. Ahora que estás aquí, me gustaría saber qué le dijiste a Ela esta tarde. ¿Por qué se escapó de casa sin motivo alguno? 

Abril parecía estar sorprendida al escuchar su pregunta y lo miró con incredulidad.

—Luciano, ¿qué dices? ¿Dices que le hice algo? —Aparentemente herida, agregó—: No le hice nada. No importa si alguien más me malinterpreta, tú has visto cómo la he tratado con cariño durante estos años. A pesar de que ella me trata con desdén, no me importó y la cuidé bien. Nunca le grité y por nada del mundo le haría algo para que huya de casa. 

Con los ojos enrojecidos y una expresión inocente, intentaba convencerlo de que ella no estaba involucrada con la desaparición de Estela; sin embargo, muy en el fondo, lo que más deseaba era que la niña muda desapareciera para siempre. De hecho, esa tarde, fue severa con Estela; también le había dicho que ella daría a luz a niños más adorables luego de que se casara con Luciano y, para entonces, él ya no la adoraría. 

Puesto que la niña no podía hablar, Abril no tenía miedo de que se quejara de su comportamiento con Luciano; sin embargo, no sabía que Estela huiría de casa. «¡Es excelente! Será mejor si no regresa, así no tendré que volver a verla».