Chapter 29 - la apuesta

—Al final del día, solo pude maldecirme por haberle pedido que confirmara lo que dijo en lugar de responder —sí, Killian, ¿por qué no?

—Pero mi voz interior gritaba que cómo iba ella a tener idea de que él no aceptaría lo que había dicho.

—Suspirando, acepté mi destino —está bien, está bien, no lo hiciste.

—Él asintió de vuelta, quedándose en silencio de nuevo. Como la cena ya había terminado, incluso obtuve su confirmación de que se uniría a mí para la fiesta. Mi trabajo por hoy había terminado.

—Tenía que ir y escuchar también el final de Isabela de parte de Norma.

—Bien, entonces, me iré ahora —le informé pero él no reaccionó.

—¿Él también está perdido en sus pensamientos como yo? —Incliné mi cabeza hacia un lado cuando él susurró —¿estás bien, su alteza?

—¿Eh? —Estoy bien... Killian, estoy feliz —le respondí confundida —Fuiste tú quien resultó herido en nuestras dos reuniones anteriores, y lo lamenté. Te pido disculpas, señor Killian.

—Él sacudió levemente la cabeza —no fue tu error su alteza, no hay necesidad de disculparse —respondió en un tono más suave.

—Simplemente asentí ya que no sabía cómo responder, había muchos errores. Incluso había mezclado veneno en su comida, pero no podía decirle eso.

—Aun cuando regresé, quería hacerme su amiga solo para salvar mi vida. ¿Qué derecho tenía yo de maldecir a otros cuando también estaba llena de deseos egoístas?

—Pero ahora cuando lo miraba, él era más digno de lástima que yo. Aunque Casio no me amaba, mi infancia estuvo llena de amor y calor. Mi padre siempre me apreció y mi madre siempre jugaba conmigo, incluso cuando sus parientes se reían de ella, que no se comportaba como una señora noble a veces. Aún así, cumplía todos mis caprichos.

—Así es, mi próximo objetivo era jugar con Killian.

—Señor Killian, ¿qué haces en tu tiempo libre? —le pregunté con los ojos grandes y brillantes parpadeándole.

—Practico la espada y la equitación. Incluso voy a la biblioteca para leer sobre la historia y economía del imperio —respondió orgulloso.

—Bufé, ¿qué tiene de qué enorgullecerse siendo aburrido?

—Así que estás tratando de ser el próximo Casio, Killian —Quería responder normalmente pero mi voz aún sonaba fría.

—Él sintió la diferencia, pude verlo en sus ojos pero aún así asintió —Soy el heredero del ducado su alteza.

—Pero también eres un niño, señor Killian —señalé la obvia pero olvidada verdad.

—Ya no soy un niño, su alteza —respondió, alzando la barbilla.

—Intentaba parecer más maduro y alto pero todo lo que lograba era parecer un bebé haciendo pucheros.

—Contuve una risa y pregunté —Preferiría mucho si pudieras pasar un tiempo conmigo jugando en el jardín.

—No soy un niño, su alteza —Me repetía que no desperdiciaría su tiempo jugando.

—Asentí con la cabeza —Entonces hagamos una apuesta —respondí con un brillo travieso en los ojos.

—¿Una apuesta? —preguntó, inclinando la cabeza.

—Asentí —sí, una apuesta, si yo gano, se probará que aún eres un niño. entonces, jugarás conmigo en el jardín. Pero si tú ganas, aceptaré que has crecido ahora, y entonces no te molestaré más.

—Me miró, durante un rato. Contemplando si debía aceptar la idea o no. Lo que parecía una eternidad, finalmente asintió —¿cuál es la competencia?

—Equitación —respondí confiada.

—¿Estás segura, su alteza? —me preguntó mirándome de arriba abajo.

Levanté una ceja. ¿me está dudando ahora? —Estoy muy segura, Killian.

—Pero nunca te vi montando a caballo —finalmente dijo lo que le preocupaba.

—No me has visto haciendo muchas cosas Killian —respondí con una risa.

Él asintió, aceptando que no sabía mucho sobre mí.

—¿Cuándo querrías tener la competencia? —preguntó de nuevo.

—El domingo, cuando termines tus estudios. No quiero que te canses —respondí con una sonrisa, sintiendo picazón en mis manos por despeinar su cabello.

Él asintió, sonriendo a mi gesto atento.

—Entonces me retiraré ahora, nos vemos mañana, en la cámara, Killian —dije levantándome.

—Buenas noches su alteza —respondió levantándose también.

—Eh, Killian, mira aquí —dije, girándome de repente.

Cuando lo hizo, lo besé en la mejilla y salí apresuradamente.

Estaba demasiado atónito para responder pero había visto sus ojos agrandados y sus orejas enrojecidas.

Incluso las sirvientas me miraban con ojos llenos de horror como si les hubiera robado la castidad. Una cosa de la que estaba segura era que pronto les saltarían los ojos permanentemente. Me reí de la travesura que había hecho.

Ese también es el estilo de la audaz y bella villana en rojo. Ah, qué nombre, si se escribiera un libro sobre mí en el imperio lo llamaría villana en rojo.

Caminé dando pasos rápidos hacia mi propia cámara ya que la noche había caído.

Justo cuando entré, en lugar de acostarme cómodamente o tomar un té, me volteé y llamé,

—Norma —mi voz estaba llena de curiosidad y ansiedad

Ella mordió sus labios nerviosa y asintió.

Mis ojos se llenaron de alegría.

—Dejen todos, Norma quédate y masajea mi cabello.

todos se inclinaron y abandonaron la habitación. Cuando estuve segura de que no había nadie alrededor, me senté en el sofá y ordené

—Habla

—Le di el ramo de rosas blancas diciéndole que era un regalo de la cámara real, su alteza.

—¿Y? —pregunté anticipada

—Y ella lo aceptó con alegría. Como habías predicho, la Dama Isabela comenzó a rascarse las manos en solo unos segundos.

(un regalo matutino para todos esos lectores que me apoyaron, anoche estaba un poco emocionada porque alguien afirmó que soy una ladrona. pero gracias, tienen razón. Debo esperar sus amables palabras y evitar a aquellos que me critican. gracias por aumentar mi confianza)