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—Sintiéndose completamente humillada por esa zorra Marianne, Isabela fue a Casio, esperando que él tomara su lado inmediatamente. Pero ese tonto también lo retrasó, diciendo que es un trabajo procedimental.
—Que tomará tiempo, mis pies. ¡Él también estaba tratando de salvar su imagen, sin castigar a su llamada esposa! —Todo el camino en el carruaje, la escena del cuarto de la duquesa se repetía en su mente. Caminando de vuelta a su habitación, arrojó todas las cosas al suelo.
Las criadas, que estaban habituadas a su comportamiento, permanecían en la esquina, como estatuas sin vida. Hacían lo posible por permanecer invisibles, en caso de que se convirtieran en el blanco de su tortura.
Sacando toda su ira, y destruyendo casi todo, se sentó en el sofá tomando una copa para ahogarse en su amargo sabor.
Su padre entró y se sentó frente a ella. Ni siquiera parpadeó al ver el desorden que su hija había creado. No era la primera vez que lo veía, así que simplemente lo ignoró y comenzó el tema por el cual había venido —¿Estás segura de eso, Isabela? ¿Y si no puedes probar su culpabilidad?
—Estoy segura, padre, todos vieron que estaba bien antes de ir al palacio, pero al día siguiente desarrollé estas ampollas —replicó ella con confianza.
—No creo que sea suficiente. Casio es un hombre de racionalidad. No castigaría a su esposa en público solo por una hipótesis —replicó él, tomando un sorbo de vino.
—Killian estaba ahí, padre, podemos usarlo. Todavía odia a esa zorra asquerosa. Él nos preferiría a nosotros antes que a ella —respondió ella, poniendo una cara de disgusto.
—Lo sé, pasé todo un año llenando su mente con pensamientos negativos acerca de su madrastra, y esa zorra, se comportó justo como quería. Un solo error no romperá su confianza —agregó ella antes de que el marqués Wiltshire pudiera decir algo.
—Muy bien, pero si las cosas se vuelven en tu contra, no tomaré tu lado. Así que piensa bien —añadió él en un tono amenazante.
Ella tragó saliva pero asintió —Incluso si no gano, padre, seré capaz de convertir a más personas contra ella con mi acto lastimoso —respondió, segura de que su condición sería recibida con simpatía.
—Bien, haz lo que sea posible y prueba que Marianne es mala madre y peor esposa. Si ella no quedase embarazada en dos años y a Killian le sucede algún accidente, entonces Casio tendrá que casarse contigo. Entonces la posición de archiduquesa y todo ese poder volverán a nuestras manos —respondió él, dejando el vaso y poniéndose de pie.
—Descansa ahora hija, tenemos un espectáculo que presentar mañana —con eso, salió bailoteando de la habitación.
—Oh padre, la posición de archiduquesa será mía, así como los poderes; no nuestros. Seré yo quien gobierne el palacio —murmuró ella con una sonrisa burlona, tomando la copa de vino y terminándola de un trago—. Lo siento, Marianne, pero tendrás que sufrir las consecuencias de interponerte en mis sueños .
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—Sintiéndome completamente humillada por esa zorra Marianne, fui a Casio, esperando que él tomara mi lado inmediatamente. Pero ese tonto también lo retrasó, diciendo que era un trabajo procedimental, y que tomaría tiempo.
—Que tomaría tiempo, mis pies. ¡Él también estaba tratando de salvar su imagen, sin castigar a su llamada esposa!
—En la humillación absoluta, mi cuerpo ardía de ira, así que cuando entré a la habitación, arrojé todas las cosas al suelo. ¿Cómo podían tratarme así todos? ¿Por qué? ¡Yo era mucho mejor que esa zorra, y sin embargo, ella tenía todo el poder y ahora intentaba alardear! No podía permitir que esto sucediera.
—Las criadas, que estaban acostumbradas a mi comportamiento, permanecían en la esquina, como estatuas sin vida. Hacían lo posible por permanecer invisibles, en caso de convertirse en el blanco de mi tortura. Pero no me importaba lo que ellas pensaran. Estaban aquí para servirme, y no al revés.
—Descargando toda mi ira, y destruyendo casi todo, finalmente me senté en el sofá tomando una copa para ahogarme en su amargo sabor.
—Justo entonces, padre entró y se sentó frente a mí. No parpadeó al ver el desorden que había creado. Oh, ¿qué podía esperar yo de este hombre desalmado, que me trataba como no más que una pieza en su carrera política?
—Y no era la primera vez que había visto todo el desorden, así que simplemente lo ignoró y comenzó el tema por el cual había venido. ¡Cruel! Ni siquiera preguntó si me sentía mejor, ¡o cómo estaba!
—¿Estás segura de eso, Isabela? ¿Y si no puedes probar su culpabilidad?—Su rostro y manos estaban llenos de cicatrices pero aún parecía fuerte, su rostro emanaba autoridad, mientras me hablaba.
—Estoy segura, padre, todos vieron que estaba bien antes de ir al palacio, pero al día siguiente desarrollé estas ampollas —respondí con confianza.
—No creo que sea suficiente. Casio es un hombre de racionalidad. No castigaría a su esposa en público solo por una hipótesis —replicó él, tomando un sorbo de vino.
—Killian estaba ahí, padre, podemos usarlo. Todavía odia a esa zorra inmunda. Él nos preferiría a nosotros antes que a ella —respondí, haciendo una cara de disgusto.
—Lo sé, pasé todo un año llenándole la mente con pensamientos negativos acerca de su madrastra, y esa zorra, se comportó justo como quería. Un solo error no romperá su confianza —añadí antes de que el marqués Wiltshire pudiera decir algo.
—Muy bien, pero si las cosas se vuelven en tu contra, no tomaré tu lado. Así que piensa bien —añadió él en un tono amenazante.
—Tragué saliva, sabiendo muy bien que decía la verdad, no le importaría ni siquiera si muero allí.
Aún así asentí.
—Incluso si no gano, padre, podré convertir a más personas en su contra con mi acto lastimoso—respondí segura de que mi condición sería recibida con simpatía.
—Bien, haz lo que sea posible y demuestra que Marianne es mala como madre y esposa. Si ella no quedase embarazada en dos años y a Killian le ocurre algún accidente, entonces Casio tendrá que casarse contigo. La posición de archiduquesa y todo ese poder volverán a nuestras manos —respondió él, dejando el vaso y levantándose.
—Descansa ahora hija, mañana tenemos un espectáculo que representar —con eso, salió bailoteando de la habitación.
—Oh padre, la posición de archiduquesa será mía, y también los poderes, no nuestros. Seré yo quien gobierne el palacio —murmuré con una sonrisa socarrona, tomando la copa de vino y acabándola de un trago.
—Lo siento, Marianne, pero tendrás que sufrir las consecuencias de interponerte en mis sueños —[comenta cuál es mejor].
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