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—Rosalie.
Lexus me besó tan bruscamente que no podía seguirla. Me quedé sin aliento enseguida. Todo mi cuerpo se estaba calentando y estaba perdiendo la razón. Todo sucedía tan rápido.
Él me estampó contra la pared y con su rodilla separó mis piernas y frotó la zona sensible entre ellas.
Un gemido escapó de mis labios.
Sentía como el calor ahora se precipitaba hacia allá abajo.
Finalmente rompió el beso y jadeé por aire, pero volví a jadear cuando besó mi cuello dejando un chupetón allí. Besó mi clavícula, bajó mi vestido y sujetador y luego besó el valle entre mis pechos mientras reposaba su mano en uno y lo acariciaba.
Otro gemido escapó de mis labios mientras bajaba por mi estómago. Los besos que dejaba allí me producían una sensación de hormigueo que no podía explicar.
—Ma- maestro no... —Él se detuvo, se levantó y me miró.
—¿Por qué? —Yo-yo lo siento. —Él me levantó y me llevó a la cama. Me inmovilizó, se colocó sobre mí, su rostro muy cerca del mío.