—Lana se despertó tarde, y sus ojos se abrieron al ver la hora. Saltó de la cama, se arregló el vestido, se peinó y salió apresurada, pero su rostro se puso pálido cuando entró a la oficina de Liam.
—¡Qué irresponsable! —se lamentó interiormente, al ver unos pares de ojos fijos en ella.
—Liam estaba en el sofá con unos cuantos abogados y pasantes, discutiendo un asunto importante. Cómo quisiera Lana que la tierra se abriera y la devorara entera en ese momento. Hizo una leve reverencia para saludar a todos y de inmediato se dirigió de vuelta a su área.
—Ya eran las cuatro, y Liam no la había despertado. Pero ese no era el problema. Lana tragó saliva ante esas miradas inquisitivas cuando salió repentinamente de la habitación privada de Liam. ¡Ese maldito cuarto secreto que simplemente parecía una pared ahora estaba expuesto y todos la vieron salir de ahí en un estado no muy bueno!
—¿Qué pensarán? —se preguntó sin esperanza. Ni siquiera quería saberlo.