—Tú-tú hijo de-de pu-puta —tartamudeó y balbuceó mientras recuperaba el aliento, todavía actuando como si no necesitara respetarme.
—Cuida tu maldito tono —escuché a Kent gruñirle mientras se inclinaba hacia adelante, mirándola fijamente y apenas conteniendo su propia frustración—. Él es tu Alfa ahora, y le vas a respetar.
—No me importa quién demonios sea él- —fue entonces cuando Kent lo perdió. Duró más que yo, pero al final también reaccionó con violencia.
Kent le pegó en la cara, un fuerte crujido resonó en el aire cuando su mano golpeó su rostro. La cabeza de Lisa, lo siento, la cabeza de Despreciada se giró hacia atrás y hacia un lado con tal fuerza que si hubiera sido humana, habría sufrido un latigazo cervical por el golpe. Quién sabe, quizás todavía lo tenga.
Ahora parecía aturdida y confundida, incapaz de enfocarse por un minuto mientras sacudía su cabeza de un lado a otro.
