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—¿Te sientes mejor ahora? —le pregunté una vez que terminamos de comer.
—Sí, no me había dado cuenta de cuánta hambre tenía. Muchas gracias —la sonrisa que me brindó me derretía en un charco justo ahí en el suelo. Ella era simplemente tan hermosa...
Justo entonces se oyó un golpe en la puerta y Chay nos llamó:
—Entrega.
—Pasen —Estrella sonrió mientras llamaba hacia la puerta. ¿Había sonreído así cuando me dijo que entrara? Considerando que estaba fregando el sofá entre lágrimas, voy a asumir que no.
Chay abrió la puerta y luego se hizo a un lado para dejar pasar a los demás antes que ella. Cuando ella entró al espacio de Estrella fue directamente a su lado.
—¿Qué le hizo mi hermano a tu sofá? —preguntó con una sonrisa curiosa.
—No, él no, fue mi, no —Estrella estaba nerviosa de nuevo.
—No fue culpa de nadie —la aseguré—. Solo había algo de sangre de Lisa en él de antes.