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Chapter 8 - 7. Auroras Boreales En Paisajes Manchados.

—¿No teníamos que irnos?

La expresión de Hope era sincera; estaba decidida a combatir lo venidero. Puso aquél maletín en el suelo y colocó sus manos bajo las placas ocultas.

—Ajustamos el traje a ojo en base a sus medidas. Eh… puede que le incomode un poco —explicó tímidamente la ingeniera.

Y tenía razón, en cuanto se desplegó la maquinaria, su pecho fue comprimido abruptamente, haciendo que la pelirroja suelte un leve quejido.

Era esperable, fue el traje de Ansel y no era enteramente compatible con su cuerpo. Pero aún así, ignoró el dolor y terminó poniéndose el traje.

—¡Oh là là! No te luce nada mal —bromeó Yvonne.

—Puede dejar su alma modista para después, tenemos que irnos de una vez —interrumpió Camilo.

—Entonces vamos, iré abriendo el… —Hope fue interrumpida por un sonido chirriante.

Era Ryoma, quien había abierto la ventana del edificio, dejando desconcertada a la pelirroja.

—¿Recuerda su entrenamiento? Empecemos a aplicarlo aquí —dijo el de rastas mientras se apoyaba en el marco de aquel vidrio blindado.

—Pero aún no logro correr —suspiró la pelirroja profundamente.

—Correr no, pero saltar sí —respondió Camilo, para que luego y sin previo aviso se lanzase de la edificación.

Hope se asustó por un segundo. Pensó que era una caída libre, recuperando tranquilidad recordando como fue traída aquí. Dándole la razón, aquél salto del sureño fue preciso para deslizarse por la pared del edificio, impulsándose y llegando a la estructura adyacente con una voltereta.

—¡Dale, Hope! ¡Éste es su momento!

La pelirroja no podía retroceder ahora, era momento de dar todo de sí por una vez en su desoladora vida. Dio un profundo suspiro, posicionándose con la vista al frente y el corazón a mil.

Dando pasos agigantados para no colapsar y finalizando con un poderoso brinco. El tiempo se detuvo ante ella; los vendavales gélidos atravesando su cobrizo cabello, el inexistente suelo incapaz de frenarle, junto a un sentimiento llameante.

… O eso inventó su cerebro para ignorar que (como era de esperarse) sus tobillos se arquearon hacia adentro, tropezando contra el marco del ventanal, y cayéndose al vacío, estrellándose aparatosamente contra el suelo liso.

—Uy tal vez no fue el mejor momento…

—¿¡Te parece!? —gritó Yvonne, quien bajaba del edificio al rescate, no sin antes golpear al de piel trigueña por la tontería que hizo.

Yvonne en segundos logró rescatar a la pelirroja y subirla nuevamente al edificio. Sufría una fuerte hemorragia nasal, pero era incomparable a la decepción absoluta que su cara plasmaba.

—Perdónenos, señorita Hope, no debimos hacerle saltar sin previa explicación —dijo Ryoma reverenciándose en forma de disculpa.

—¿Estás bien? —preguntó la pelinegra.

—Es una secuela por golpearme tanto, aún me debo acostumbrar. Fue error mío, como siempre.

—Ya habrá otra oportunidad para que intentes de nuevo, por ahora centremos en la misión. Capricornio, ¿coordenadas? —preguntó el nipón.

—Johnston Square, Maryland 21202, frente a la estación de tren… Espera, ¿Maryland?

—Pero eso está a una hora de aquí —mencionó la pelirroja levemente confundida.

—Deja tu eso, lo raro es que sigan apareciendo únicamente en este país.

—Lo importante es ir moviéndonos, con Libra fuera del ruedo de profeta, hay más gente en peligro —recalcó Ryoma.

—Recuerden, máscaras puestas y sus nombres en clave. Si descubren nuestras identidades reales, estaremos completamente expuestos. ¿Entendido, Géminis?

—… Todo claro, Sagitario, ¿pero como vamos a llegar a tiempo? —preguntó la pecosa con más dudas aún.

—Creo que nos faltó explicar que estos anillos pueden hacer muchísimas cosas. Solo observa —señaló la madame extendiendo su puño al frente, mientras cerraba sus ojos para concentrarse.

»¡Nunki!

Al mencionar esta palabra, el espacio frente a ellos se empezó a ondear y a deformarse, liberando un chispazo segador. La pelirroja abrió los ojos solo para ver un portal frente a Yvonne.

—Sigo sin ser precisa con esto, pero deberíamos habernos ahorrado unos 50 minutos.

—¿Que acabas de? ... —tartamudeó Hope estupefacta.

La de pelo azabache solo cerró su máscara, y dijo carcajeando:

—¡Magia!

—Así es ella, acostúmbrate —susurró Ryoma, enmascarado de la misma forma.

—Y bueno, ¿nos vamos o que? —dijo Camilo enérgicamente, mientras atravesaba el portal junto a los demás.

Los ojos de Hope reflectaban ilusión pura bajo aquél halo centelleante. Había tantas cosas asombrosas que se ocultaban tras su interminable pesar.

Observó con nostalgia al horizonte, donde estaba su antigua "casa" a la extrema lejanía. Soltando un resoplido sereno, fue corriendo hacia el portal que estaba por cerrarse, conectando su lumbre junto al del resto.

Las moléculas del cuerpo de Hope se descomponían dentro de aquel túnel, quedando una masa de luz moviéndose a velocidades completamente imposibles. Ver o escuchar algo ahí dentro era completamente imposible.

Pero aunque para ella pasase una cantidad súbita de tiempo, la diferencia de cruzar de un portal al otro fue tan ínfima como un par de segundos.

En un destello, los cuatro individuos llegaron a Riverside, Baltimore. Una zona portuaria, inundada en un fino aroma marítimo, y con justa razón, ya que estaban adyacentes al gran Río Patapsco.

—¿Te gustó el truco? —preguntó Sagitario con un tono burlesco.

La pelirroja estaba patidifusa, fue rarísimo sentir cuerpo moldeándose como plastilina ahí dentro, incluso olvidando que su mano derecha perdió capacidades sensoriales e intentaba despertarla, por si fuese un efecto secundario del viaje.

Reaccionando de golpe, volteó a todos lados; realmente estaban en Maryland. Tan solitaria como la mayoría de ciudades, pero el arrullo del oleaje transmitía paz interminable ya caído el anochecer.

Se encontraban en la azotea de un edificio frente al cuerpo de agua, con vistas perfectas al horizonte, a los puertos… y a los nubarrones provenientes del centro de la ciudad.

—Me veo en la obligación de explicarte cómo funciona todo, necesito de tu atención —dijo Leo. Su tono ronco denotaba cansancio, pero logró conectar con la pelirroja.

»Los Zodiacos estamos divididos en 3 alineaciones: Alpha, Beta y Gamma. Nosotros somos el primero, los más experimentados en misiones de campo cerrado.

—Quiero pensar que tu eres el líder, ¿cierto? —preguntó Hope intranquila, recordando como Acuario le amenazó diciendo que "ella no iba a liderarle".

—Eres bastante perspicaz, pero solo comando este grupo en específico. Aunque nuestros poderes no sean destacables por si solos, con nuestra compenetración en equipo no hace falta un líder selecto.

»Sin embargo, Beta y Gamma necesitan liderazgo específico de Géminis, al manejar emociones más erráticas, su potencial es desconocido hasta para ellos.

—Ya veo… ¿Acuario de que grupo es?

—Veo que la conociste, pido disculpas de antemano por su comportamiento… me provoca más sueño del que tengo, disculpa por eso también.

»El grupo Gamma se especializa en misiones de campo abierto, donde puede desatar toda su energía. Es un grupo… complicado, y más teniendo emociones tan difíciles de controlar.

Hope solo pudo pedirle al cielo que no interactuase con ese grupo pronto, no estaba en condiciones para otra experiencia con la peliverde ni con quién fuese su acompañante.

»Respecto a tus habilidades y al traje, el anillo responden a tu convicción y como la enfoques. Por ejemplo, si te concentras lo suficiente, puedes sentir la energía que emana cada zodiaco.

»Es solo un ejemplo, aparte de que es algo que ni nosotros dominamos, debido a la exposición prolongada sin traje y al nulo control, una simple carga de energía podría matarte.

—Eso no es muy alentador —respondió Hope.

—No tendría por qué serlo. De igual forma, deberíamos poder acabar esto con un solo ataque, solo focalízate y deberías salir prácticamente ilesa.

»Es hora de movernos, limítate a saltar entre edificios, el traje hará el resto. Creemos en ti, Géminis.

Hope observaba sus alrededores; era una zona irregular, con superficies asimétricas y distancias preocupantes. Aunque quisiera parecer tranquila, la inquietud borboteaba en todo su cuerpo, no podía permitirse fallar en su primera misión.

Los 3 estaban preparados para la salida, faltando solo Hope, quien tragó saliva y cerró su máscara esperando la señal:

—¡A la carga, Zodiacos!

Milisegundos bastaron para que todos salieran casi volando en dirección a la zona de peligro. La pecosa apenas pudo darse cuenta cuando ya estaban dejándole atrás.

Y así arrancó la carrera de Hope Stella. Se agachó para agarrar vuelo como hizo anteriormente, murmurando para ella misma:

—Ojalá todo salga bien.

Sin darse cuenta, ya estaba suspendida en el aire. Saltó con potencia algo más de 4 metros, cayendo en seco contra otra azotea. Aunque el aterrizaje sonara mortal, esta vez no recibió ningún rasguño.

Continuó brincando por los techos de forma tosca, pero manteniéndose enfocada. Sin acrobacias vistosas, solo ella, las ventiscas rozagantes y la luna recién salida, ya que sus compañeros se movían tan ágilmente que apenas eran visibles.

Tardó 10 minutos más que el resto, pero llegó ilesa, siendo un verdadero logro. Quedando casi sin aliento por el esfuerzo había llegado a la Calle East Biddle; una carretera en cruz, y un terreno abierto cercano a las vías del tren.

—¡Hey! ¡No lo hiciste nada mal! —exclamó Sagitario alegremente.

—T… ¿Tú crees?

—Atención al frente, el objetivo está aquí —anunció Leo parado en la cornisa del edifico.

Y efectivamente, ahí estaba el Demonio Nebulosa; encorvado, arrasando lentamente con todo lo que hubiese delante, desde postes de luz, hasta autos, apisonándolos como si fuesen simples latas de aluminio.

Todo eso sin contar el rastro destructivo de sus huellas presurizadas en el asfalto. Si hubiese estructuras adyacentes o personas transitando, morirían bajo el peso de esa estrella corrupta.

—Maryland, Calle East Biddle, 39°18′13″N 76°34′47″W. Ubicación confirmada —susurró el nipón tras su comunicador.

—Vidas humanas no comprometidas, proceder con la neutralización —respondía Libra al acto con su usual eco dispar.

Hope observaba atentamente al monstruo; su intranquilidad trascendían sus expresiones corporales, no podía evitar tener recuerdos desagradables de la transmutación de una persona sana a esas bestias deformes.

—¿Cual es el plan?

—Debilitarlo y evitar que avance, podemos mantener un combate cerrado si lo atraemos a las vigas del tren y hacia estas estructuras.

»Deberías ser capaz de asestar el último golpe para revertirlo mientras lo contenemos, tendrás que esperar a mi señal, si algo sale mal, Sagitario te ayudará a tirar la estructura.

—Manténgase concentrada, sin exaltarse —aconsejó Capricornio mientras calentaba rápidamente.

Hope tomo una última bocanada de aire para reenfocarse, y mientras miraba su anillo con fiereza recordando sus motivaciones, expresó:

—Okay, hagámoslo.

El cantar de los grillos en los herbales resonaba en la atmósfera, silenciados instantáneamente por el terreno sacudido al recibir las pisadas sosegadas del demonio.

Sus pupilas blancas apuntaban inexpresivamente a la nada, no tenían un foco fijo, y tampoco podía destruir mucho más hasta llegar a las edificaciones. Tal vez su falta de propósito le hacía andar como un jorobado.

Hasta que sintió una interferencia en su campo de visión; un aura sonrosada fulgurante había aparecido. Era Yvonne, quien posaba coquetamente de espaldas frente al gigante cósmico.

—¡Mon Dieu! ¡Me encuentro tan perdida! —expresó la pelinegra, moviendo sus caderas de forma seductora.

El demonio se plantó frente a Sagitario, levantando el polvo de la zona. Sus ojos ensanchándose y su tórax agitado no dejaban dudas: iba a embestir con todo.

—Veamos, cosita, ¿donde te duele más?

Bajo su máscara negruzca, enfocaba su visión en toda esa deformidad de demonio. Sus pupilas ahora carmín señalaban a su "cuello" cuya estructura gozaba de una minúscula hendidura dejando entrever otra capa de mineral brillante.

Sin aviso alguno, la bestia se precipitó salvajemente contra la madame, corriendo a 4 patas como un gorila inyectado con adrenalina y usando su esqueleto pedregoso para asegurar un fuerte placaje.

—¡Leo, a la nuca!

Antes que pudiese llegar a ella, Leo se plantó bajo el cráneo de la criatura para asestar un gancho fortísimo en la mandíbula.

Saltó una altura inhumana al mismo tiempo. Conectó una patada certera al cogote del demonio, combinando la energía de su anillo y el material férreo de su traje.

Estampando al Demonio Nebulosa contra el pavimento, marcando la silueta de su amorfa estructura y sacudiendo el terreno cercano. Pero aunque debilitado, el demonio hizo un sobreesfuerzo por levantarse y atacar nuevamente.

Falló, puesto que sus dos objetivos desaparecieron. Levantó sus pupilas pálidas solo para ver a Capricornio y dos copias holográficas posando al lado suyo.

—¿Se le perdió algo, compañero? —bromeó el sureño, mientras se echaba a correr con sus clones.

Los golpes de Ryoma fueron efectivos, dejaron al monstruo aturdido provocando que su velocidad decreciera notablemente. Aún así, su instinto salvaje incitaba a seguir cazándoles.

Capricornio le adelantó sin esfuerzo, llegando bajo las vías del tren junto al demonio descontrolado quedando frente a frente.

—Uy, ¿no se olvida algo, parcero?

La criatura hizo caso omiso, siendo justo lo que el de rastas quería. Un resplandor rosa impactó desde la lejanía en su "punto débil" provocando nuevamente su tambalear.

—¡Es bastante grosero ignorar a una madame así! —gritaba Sagitario desde el otro lado de la carretera.

Aprovechando la oportunidad, los clones de Capricornio saltaron impulsándose tras las vigas de soporte, embistiendo doblemente al monstruo y sacándole de la estructura.

—¡Géminis, ahora! —Leo dio la señal tras su comunicador.

Y sobre los raíles del tren, estaba Hope. Recibió la señal, siendo el momento decisivo para determinar si todos esos consejos valieron la pena.

Su energía aún sobrecargaba su cuerpo de manera errática, así que para prevenir un daño mayor, solo podía lanzar un ataque con su extremidad izquierda.

Decidida a probar su espíritu, se apoyaba valientemente en la orilla mientras desataba el poderío de su anillo.

Su traje irradiaba como nunca esa aura violácea, tanto que hasta se podían ver chispazos recorriendo su cuerpo. Y así, sin perder otro segundo, salió disparada contra el gigante.

Fijo su brazo al frente y apuntó a la cerviz del monstruo, era ahora o nunca…

… ¿Por qué le estaba mirando?

Todo se congeló alrededor, tornándose completamente negro. Esas pupilas blancas ensanchadas eran tan horripilantes…

Fue ahí cuando se dio cuenta: eso era un Demonio Nebulosa. Manifestando esa memoria espeluznante; la cara del súper demonio que le quitó todo, dañándole de todas las formas habidas y por haber.

Y de esa mujer de ojos vacíos, su cuerpo desintegrándose lento bajo el ruido de huesos quebradizos transmitía terror con solo intentar imaginarlo.

Era una pesadilla incesante el recordar la cara de alguien quien le vio crecer como un cadáver.

¿Realmente se pensaba capaz de vencer algo así? ¿De verdad pensaba que enfrentar sus miedos no traería más consecuencias? Al final, resulta que aún le quedaban cosas por perder… como su propia vida.

Acabó la ilusión. Hope cayó abruptamente contra el asfalto, partiéndolo con la cara. El ruido de esa horrible estrellada reverberó en toda la calle.

—¿¡Qué sucedió!? —gritó Sagitario con extrema preocupación.

El demonio no desaprovechó la oportunidad, soltando mazazos a diestra y siniestra contra la fuente de energía más potente, siendo esta Hope, quien yacía con la frente ensangrentada.

Levantando un ventarrón que hacía retroceder a los Zodiacos. Solo pudieron reconocer el centelleo violeta de Hope; activando inconscientemente un campo de fuerza al estar tendida en el suelo.

Cada golpe agrietaba más el escudo, acorralada contra aquél soporte de concreto que tampoco aguantaría más daño, precediendo a un inminente derrumbe.

El demonio cargó energía desde su boca listo para acabar su misión predilecta, pero siendo interrumpido abruptamente por otra patada de Leo, quien se impulsó con los clones de Capricornio llegando a las justas.

Sagitario activó su visión aumentada de nuevo, revisando meticulosamente cada rincón, encontrando el punto de quiebre de la estructura; el paredón detrás del monstruo, que desequilibraría toda la construcción si llegase a caer.

—¡¡Géminis, el plan B!! ¡¡Tira la estructura!!...

Hope mantenía consciencia milagrosamente, apenas pudiendo mantenerse en pie. Tambaleaba por la pérdida de sangre y sus contusiones por esa caída.

Pero recibió la orden, siendo su convicción la que se encargaría del resto.

«No falles de nuevo ante ellos, maldita sea… ¡¡HAZLO!!»

No siendo hasta que el nebuloso quiso abalanzarse por última vez, teniendo a la muerte tan cerca, que todo su cuerpo se reactivó como un poderoso electroshock.

Cerrando sus párpados con furia impura y cargando hacia atrás cargando su puño empapado en sangre, soltó un grito de guerra que se escuchó hasta en la vivienda más recóndita de esa calle:

—¡¡PÓLUX!!!

Al mínimo contacto, el Demonio Nebulosa salió despedido violentamente, liberando una onda de choque similar a un misil. La estructura colapsó instantáneamente dejando una pila de escombros metálicos enormes hundidas bajo un descomunal cráter.

Hasta los Zodiacos acabaron lastimados con esa implosión, saliendo del escombrado con daños notables en sus trajes neón.

—¡¡Ho…!! Maldición, ¡¡GÉMINIS!! —gritó Yvonne buscando desesperadamente a su compañera.

Al final, el silencio inundó el sitio, más que el oleaje del río local.

—¿¡Que fue eso!?

Gritaba una persona del tumulto de locales, quienes fueron forzados a salir de sus hogares debido a los incesantes temblores y explosiones.

Solo para llevarse el horror de sus vidas viendo el rastro destructivo que quedó en la escena; autos que ahora son simple hojalata, asfalto ahuecado, las vías del tren acabaron prácticamente demolidas entre rocas y hierro, y la zona verde se marchitaba de golpe.

Lo único restante de lo que sea que hubiese pasado por ahí, era una mujer, de cuarenta y tantos, tendida en un boquete del asfalto y al borde de desmayarse del dolor.