Chereads / The Zodiacs: Disasterology / Chapter 10 - 9. Máquinas Egoístas.

Chapter 10 - 9. Máquinas Egoístas.

El llanto desolador de Hope era lo único audible en esa habitación ennegrecida por la noche, atada hasta el cuello con esas a cadenas proporcionándole sufrimiento.

Dejada atrás, como un perro abandonado, como siempre. No comprendía por qué tenía que seguir sufriendo de esta manera.

Intento cambiar su vida; ahora tiene una casa cómoda y gente que mínimamente se preocupa por ella, pero esa agonía del pasado sigue detrás, acechando.

Solo pudo gritar desesperada, inundando todo el lugar con desconsuelo. No podía cambiar su forma de ser, ni su manera de reaccionar ante esos escenarios repitiéndose de nuevo.

No puede cambiar el sentirse sola por una sonrisa genuina, sin volver a sentir los mismos golpes de quienes la abandonaron. Ella cabeceaba contra el pilar al que estaba amarrada, al borde de sucumbir ante la psicosis provocada por el ruido del acero chocando.

Su cuerpo empezó a titilar estroboscópicamente, como si fuese una bomba a punto de estallar, mientras veía todo aquello que le hizo daño alguna vez reflejado en una placa metálica.

Aquellos monstruos de su secundaria, porque no tenían otro nombre, vistos en sus cuerpos deformes y múltiples ojos, parecidos a aquél súper demonio que le arrebató todo.

A su madre, de cara cambiante, después de tantos maltratos y gritos por cosas que no eran su culpa, no podía recordar a la real que juró amor incondicional en la tempestad.

Acuario, cuya expresión facial era de un asqueroso disfrute, mientras sentía la sangre corriendo por su frente después de las heridas propinadas por ella.

Todo para que al final, después de un parpadeo, se viera a ella misma con lágrimas tintadas de carmesí, sin ningún cambio.

El lumbre paulatino se detuvo para pasar a una esfera compuesta de energía que iba incrementando cada vez más. Bajó la cabeza, perdiéndose en sus delirios, aceptando su culpa y, a la vez, su destino.

Para que, de repente, cayese al suelo desplomada, sin explicación. Al parecer, aquellas cadenas fueron destruidas, volviendo a la oscuridad taciturna.

No era completa, pues detrás de ella había una ligera luz carmín alumbrándole detrás. Se dio la vuelta solo para encontrar a su compañero Tauro, quien tenía un portal abierto detrás de la ventana.

—¿Te encuentras bien?

—… ¿Por qué volviste? ¿Vas a joderme también? —preguntó Hope desentendida de todo.

—Estuve en la milicia por 15 años de mi vida. Créame, he sufrido de todo, y tengo cosas que me encantaría olvidar, como usted.

»Pero lo que siempre recordaré, es que a un compañero nunca se le deja atrás. Darel Walker, a su servicio.

A Hope le volvía el alma al cuerpo, el alivio de tener a alguien con quien hablar en este grupo era infinito. Aún así no podía dejar de preguntarse:

—¿Por qué alguien como ella sigue aquí?

—Por más que su actitud sea deshonrosa para el equipo, cuando se trata de Demonios Nebulosa, es una máquina de matar —respondió Darel.

—Si es así, mejor déjenme atrás, con ella basta y sobra —respondió la pelirroja completamente desolada.

Su compañero le extendió la mano, poniéndose la otra en el pecho, y con firmeza le dijo.

—Yo no seguiré órdenes si no son suyas, comandante. No dejemos que el sacrificio del capitán Ansel sea en vano.

Ya no encontraba cómo reaccionar, simplemente se levantó lentamente por su cuenta, sin mirarle a la cara.

»Guarde sus lágrimas, en la batalla no hay tiempo para llorar, tenemos que seguir luchando por nuestra gente.

Alzó la cabeza, mostrando sus ojos incoloros, suprimiendo sus males bajo una fachada inexpresiva. Entendió las razones de Tauro, aún había gente que valía la pena.

Después de tragar saliva, miró el portal apáticamente, diciendo:

—Vámonos de aquí.

—Como ordene, comandante —respondió Tauro mientras acercaba a Hope a aquel túnel de luz.

Hope fue la primera en entrar, solo quería terminar el día y echarse a dormir en su cama. Sin sentir, tanto convertida en luz como su ser real, llegó a la zona de peligro.

Como lo imaginó; había llegado a su natal Manhattan. Estaba abrumada, viendo de lejos el aún existente cráter de la 9na avenida, como una herida abierta dentro suyo.

No quería pensar más, tomó nuevamente el consejo del moreno y apagó su mente, solo tenía que concentrarse en la misión para acabar el día.

Normalmente la calle estaría inundada en tráfico, pero solo habían visibles un par de autos, dejando la gran avenida abierta.

Un silencio extraño, aún con la enorme cantidad de luces y pantallas, Hope no lograba avistar nada.

—… ¿A dónde fueron todos?

El retumbar de una explosión fue su respuesta inmediata. Viendo al otro lado de la calle, un pelotón militar corría en dirección a la sur, siendo seguidos por autos blindados y un tanque de guerra.

—Desde lo que sucedió en Maryland, las gubernaturas mundiales decidieron invertir en armamento y defensa. Quieren asegurar que los civiles…. los civiles…

—¿Estás bien? —Hope miraba extrañada.

Tauro quedó estoico por un segundo, reaccionando de golpe ante un segundo ruido de explosión.

—Una disculpa, solo recordaba mis tiempos de servicio. Tenemos que seguir moviéndonos —dijo el británico, brincando entre los edificios.

»Es más que evidente que el gobierno sabe de nuestra existencia, gracias a nuestro comandante en jefe Libra.

—Espera, ¿el gobierno está metido en esto? ¿Por qué no los hemos visto en ninguna de nuestras misiones?

—Llegamos antes que ellos en la mayoría de ocasiones, pero ahora más que nunca tienen que actuar, si la población general nos descubre, aumentan los riesgos de que Ofiuco nos encuentre… como lo hizo con mi camarada Escorpio.

—¿Escorpio?

Hope finalmente lo entendió, los números no le cuadraban, y no lograba comprender por qué solo había 11 constelaciones contando a Libra.

—Lo encontró uno de esos demonios, seguido por uno de sus cabellos cargados con la energía residente en su cuerpo, un efecto secundario por ser quien más usaba su poder…

»Siguió su rastro hasta encontrarlo, yo estaba ahí ese día, junto a su compañera del grupo Gamma, en esa avenida de Italia.

»El peleó sin su traje defendiendo la ciudad, tenía el espíritu de un verdadero superhéroe. Quedamos en medio de la última onda expansiva, y cuando recuperé la consciencia…

»Solo quedaba un charco de sangre, y su anillo ya no estaba.

—Yo… no tenía idea —decía Hope, con una mezcla de emociones abrumadora.

—Fue una inspiración para el joven Ansel y para mí, me atrevería a decir que fue el único Zodiaco que no era una máquina egoísta. El sí buscaba el bien mayor, pese a que el poder de su constelación era "destrucción".

»Aunque no lo creas, todos acá nos movemos por el egoísmo, por ese "algo" que impide poder darle la mano a los demás… y parece que eso te incluye.

Hope no pudo contestar, porque al final de cuentas, tenía razón. Esa espina de aquella noche, después de dudar de alguien que la abrazó en su momentos más vulnerables seguía escociendo su pecho, no hallaba como poder escapar de esos sentimientos.

»Perdón por la cháchara, solo quería darte un consejo… sigamos, ya estamos cerca.

Siendo las 7 p.m., partieron en dirección al sur hacia el entrecruce de la calle, donde se originaba el caos. En el medio de todo, estaba el Demonio Nebulosa aplastando los autos blindados como si fuesen hojas de aluminio. De repente los "pies" del monstruo explotaron violentamente, desequilibrándole casi por completo.

—¡¡Cayó en los señuelos!! ¡¡Abran fuego!!

Los agentes militares estaban armados con RPG-7: lanzamisiles antitanques, que fueron disparados tan pronto como recibieron la orden. El estruendo era evidente, las ondas expansivas sacudían el campo, levantando una gigante polvareda.

Los militares mantenían su semblante mientras disparaban, ninguno era afectado más que el gigante, y…

—¿Tauro?

—Perdón, yo… soy muy susceptible al ruido —decía cubriendose con fuerza, aunque no parecía darse cuenta.

El demonio sufrió pocos daños, pero fue empujado justo al medio del cruce doble de calles, rompiendo el pavimento y postes de luz en el camino.

—¡EL QUE SE META EN MEDIO LO ATROPELLO!

Un grito desquiciado se oía desde la otra punta del barrio. Repentinamente, una estela rojiza aparecía como si fuese un cometa, y no es de menos, ya que era el poder del mismísimo Aries.

—¡Para que quieres a Barry Allen, si aquí estoy yo! ¡Ja, ja, ja! —gritaba Aries completamente descontrolado, mientras corría como loco alrededor del demonio.

Una corriente de viento comenzó a formarse, convirtiéndose en un mini torbellino tan fuerte que el Demonio Nebulosa fue levantado del suelo, despedazándose por los potentes ventarrones.

Acuario aparecía en la escena, encima de un edificio preparada para dar el golpe de gracia. Sin temor, se aventó dando una voltereta hacia adelante, dando con el ángulo perfecto.

—¡SADALMELIK!

En un santiamén, hizo aparecer en sus pies unas botas mecánicas similares a sus Tiěquán, y con la mínima presión a la espalda de la criatura, fue mandado virulentamente contra el concreto.

—Ja, ja, ja, no esperaba menos de ti, caballito de mar —bromeaba el de mechas rojas.

Por alguna razón, resonaba su nariz cada tanto, y su piel estaba palideciendo más de la cuenta, pero no parecía darle importancia al estar enmascarado.

—Vuelve a decir eso y te… —decía Acuario entre dientes.

—¿Me vas a qué? ¡Fuerte y claro! ¡Como los hombres!... Oh, cierto, je, je.

—Te odio.

—¡Objetivo neutralizado, señor! —uno de los soldados avisaba a su superior a través de la radio.

—Recibido, ¿dónde está la nueva Géminis? Tenemos que neutralizar al D.N. cuanto antes.

La asiática no podía evitar sonreír maquiavélicamente bajo su máscara, respondiendo:

—Ella está…

Pero fue interrumpida por la susodicha, quien llegó aterrizando con ímpetu junto a su compañero.

»… ¡Justo aquí! Tiene talento para lo dramático, ¿no es así? —la peliverde río disimulando su ira.

—¡Géminis! ¡El D.N ha sido reducido, proceda con la purificación!

Hope veía al gigante completamente destrozado, formando un cráter de su cuerpo deforme en el asfalto. Tomó un respiro, no tenía idea de cómo revertirlo sin darle un golpe y dañarse en el intento.

Tal vez era la hora de poner en práctica lo aprendido; puso sus manos al frente y cerró sus ojos intentando concentrarse. Ya comprobó de antemano que la energía normalmente fluctúa dependiendo de sus emociones…

—Pólux.

Decidida, llamó a su estrella, y pudo sentir ese plasma recorriendo su cuerpo como una red de cableado. Antes, el anillo reaccionó a su deseo fatalista, tal vez si intenta cambiar una vez más…

«… Deseo que desaparezcas».

Dicho y hecho, absorbía lentamente la esencia del demonio en pequeñas esfera, dispersándose en sus guantes y volviendo polvo el material carbonoso del que estaba hecha la destructiva criatura.

Estaba sudando ante la inmensa presión, intentando concentrarse de sobremanera, perdiéndose en su plano mental oscuro. Fue entonces cuando poco a poco, podía imaginar esa corriente.

Como ese supuesto sueño que tuvo temprano, podía ver dos estrellas moviéndose en el horizonte, pero a diferencia de antes, eran de otro color, titilaban e incluso desaparecían por momentos.

La historia de Tauro, el origen de Ofiuco, ¿y si tenían algo que ver con lo que visualizaba?

—Vaya, se te da bien esto, ¿no es así? —comentó Acuario, acercándose a la pelirroja.

Al mismo tiempo soltándole una palmada en la espalda, como si fuesen hermanas. Casi imperceptible, pero fue suficiente como para desconcentrar a Hope y sacarla de su plano, notando que tocó fibra sensible.

Hope abrió los ojos, intentando no perder la psique, estaba demasiado tensa por la energía acumulada, como si fuese a reventar en cualquier momento.

Ese juego de provocación lo conocía muy bien, aquellos antiguos "compañeros" lo usaban para que ella atacara primero y quedar impune. Justo por eso dejó de defenderse, porque la situación nunca estaría a su favor.

—Tienes el alma de un héroe, aún siendo una novata, arriesgas tu vida por la gente sin importar nada.

«Cállate, cállate, cállate. Si fuese por mí, yo…», Hope intentaba mantenerse estable.

—¡Es verdad!, todos tus amigos deben estar agradecidos de tenerte cerca. —La Zodiaco aguamarina pataleaba la pantorrilla de Hope disimuladamente.

«No sabes nada de mí, absolutamente nada». El aura de la pelirroja comenzaba a ondularse, y la energía de sus manos se paralizó.

—Aunque tu familia no estuviese completa, supiste sobrellevarlo, ¡un ejemplo a seguir para todos los presentes! —decía la peliverde acercándose a su oído, con todos los militares mostrando respeto.

«Ellos… nunca…». La pecosa apretaba los dientes en frustración, hiperventilándose por los recuerdos. Centellas salían de su cuerpo y su traje quemaba como el sol.

La peliverde relamió sus labios, y con el tono de voz más sádico posible, susurró:

»Je, je, Hěn bàoqiàn… me hubiese encantado que el anterior viviera para ver lo egoísta que te has vuelto.

—¡Comandante, no…!

Cuando Tauro se dió cuenta, ya era demasiado tarde.

—¡¡CÁLLATE!!

Hope cedió. La absorción de energía se detuvo para que, sin aviso, una explosión fulgurante seguida de una onda de choque violácea fuera expedida de su cuerpo.

Todas las luces se apagaron más en el barrio, quedando bajo las centellas del cuerpo agrietado del Demonio Nebulosa.

El suelo temblaba, todos estaban perplejos, mientras que Hope estaba completamente horrorizada por su acto. Fue cuando la criatura soltó un manotazo, mandando a volar a todos al alrededor.

—¡SOLDADOS, ABRAN FUEGO!

A la orden del general, la brigada completa sacaba sus armas de recambio; Subfusiles, las últimas municiones de lanzacohetes, y el tanque de guerra cargado. Disparando a matar, apuntando indiscriminadamente a cualquier parte de su cuerpo.

Pero el demonio no sufría ni el más mínimo daño, y las explosiones propinadas por las armas eran regeneradas casi al instante. Soltó chispazos y relámpagos violeta al levantarse, tiritando como un engendro salido de las profundidades del inframundo.

—¿¡Que coño es esto!? ¡Nos volará en mil pedazos! —Aries gritaba pavoroso contemplando esa escena de terror.

El demonio soltó un alarido audible en casi todos los rincones de Manhattan, de su boca salía un resplandor negro, apuntando a la pelirroja después de sentir su energía flagrante.

Inmóvil, contemplando la respuesta a su dolor recurrente, desactivándose después de caer en la tentación otra vez. El monstruo acumuló energía residual en su "garganta" y sin perder tiempo, la expulsó en rayo concentrado que impactaría directo en la pelirroja.

—¡Aldebarán!

El campo fue hundido en un fulgor casi infinito, y que quemaba como una estrella bajada del espacio, notándose en como fundía el asfalto transformándolo de a poco en brea.

El demonio terminó su ataque, pero aún sentía esos manchones brillantes moviéndose, y eso era porque Tauro saltó al medio, y con el poder de su estrella, había resistido el ataque sin ningún rasguño.

El demonio había perdido el control, como aquél convertido en New Jersey, tan pronto como se dio cuenta, comenzó a golpear el suelo, mandando a volar a casi todos los presentes, menos al Zodiaco añil, que seguía sin inmutarse.

Todos intentaban mantenerlo a raya en la medida de lo posible, pero quedaron paralizados al oír el sonido de… ¿Una limusina?

—¡Mierda, el corte de luz dejó invisibles las señales de camino cerrado! ¡Nos descubrieron! —gritaba Aries, mientras escuchaba a lo lejos otro par de autos en la lejanía.

«Espero estés contenta, Jiāng» pensó Acuario, manteniendo bajo su máscara una cara de absoluta satisfacción.

»¡No hay tiempo que perder! ¡Muevan a sus hombres y eviten que traspasen la zona!

—Ya escucharon, muchachos, ¡Muévanse!

Todos los militares retrocedieron, dispersándose en todas las direcciones, dejando a solas al demonio y a los Zodiacos.

El gigante se preparaba para aplacar contra el pelinegro, quien mantenía su temple de hierro esperando más, sin notar al auto que estaba atrás de él.

—¡TAURO, ESPERA! —Hope gritaba, pero era imposible que le escuche, su compañero estaba demasiado metido en la batalla.

Sin pensar, saltó hacía el auto lujoso antes de que el demonio sobrecargado se abalanzase, viendo cómo repentinamente una burbuja de luz salió de su anillo, cubriéndole a ella y a la limusina.

La bestia fue disparada al instante en pos de chocar contra Tauro, aplacando contra él, quien seguía inamovible. Derivando en una onda de choque que agrietó edificios cercanos, mandó a volar a todos, incluyendo al campo de fuerza de Hope.

Rebotando contra todo, fue sacada de la calle del enfrentamiento, en un aterrizaje aparatoso contra la azotea de uno de los locales, el escudo de Hope desapareció al instante.

La pelirroja quedó completamente lastimada, pero no a un punto crítico. Aún así, mareada y todo, quiso salir de ahí para enmendar su error y pelear contra el monstruo que creó otra vez.

—Maldita sea… tengo que…

—¡Oye! ¿¡A dónde crees que vas!?

Una voz salía de la limusina casi estrellada, con carraspera e indicios de borrachera.

No, eran varias, había más personas ahí dentro. Esos timbres de voz, esa manera de hablar…

Hope estaba congelada mientras oía las pisadas y murmullos que le transportaban al pasado. No había alguna duda, no quería voltear a confirmarlo.

… Eran ellos.