—¿¡A donde crees que vas!?
En aquellos pasillos pulidos se reunieron más de 30 estudiantes de 9no grado rodeando un enfrentamiento. Era Vivi Lane; condecorada con notas sobresalientes, jalando del cabello a la joven estudiante Hope Stella.
—¡Suéltame! ¡Te juro que no…! —la joven Hope fue interrumpida por el griterío de aquella chica pelinegra.
—¿¡Que no lo hiciste a propósito!? ¡Caíste sobre mi trabajo por 3ra vez en el mes!
»¡Intenté tener paciencia contigo! ¡Creí que todos aquí solo hablaban idioteces, pero veo que solo decían la verdad!
—¡Suéltame! Puedo… ¡Puedo arreglarlo, te lo juro! —suplicaba la pelirroja, con los ojos hinchados por el llanto continuo.
—¿Arreglar tú? Si solo sabes arruinarlo todo, ¿sabes cuántas oportunidades he perdido bajando mis notas por ti? ¿¡Lo sabes!? —gritaba Vivi, empujando salvajemente a la Hope contra una pared.
»Nunca debí juntarme contigo, por eso le caes mal a toda la escuela.
Esto era un día normal en la secundaria para Hope, su deplorable caminar y su timidez extrema incrementaba en ese ambiente hostil, enterrando todo ápice de felicidad.
Esa bola de nieve se acumuló hasta hoy. Nadie quería acercarse a Hope, ella lo sabía con solo mirar la cara de todos, expectantes en vez de saltar a ayudarle, como cualquier persona haría.
Todos se aferraban a ello para descargar odio por sus propios motivos; una buena parte odiaba a Hope por ser pelirroja, o por considerarla "clase baja" y quienes lo habían experimentado de primera mano simplemente echaban más leña al fuego.
Pero, ¿cómo sentir compasión? Todo era verdad: cayéndose como venida del cielo en el momento más crucial de la mayoría de estudiantes, arruinando todo tipo de oportunidades.
Era algo incontrolable, solo sucedía, pero nadie quería saberlo, porque para ellos eran simples excusas para mezclarlo con un "papel de inocente".
La culpabilidad le aplastaba, no podía dejar de llorar y preguntarse que hubiese dicho su padre si la encontrase así. Los rumores, comentarios, burlas… hasta que sucedió aquél descenso a su espiral autodestructivo infinito.
—¡Déjame en paz! ¡Si tanto me odian solo déjenme sola y se acabó! —gritaba Hope, intentando zafarse sin éxito.
—Ese es el problema, tenemos que ver tu cara todos los días…
»¿Es cierto eso de tu padre? A ver si te desapareces como él ¡seguro te abandonó porque sabía la basura de hija que eres…!
Vivi fue callada al instante por un puñetazo propinado por Hope, rasgando su garganta en un grito que escuchó toda la institución:
—¡CÁLLATE! ¡NO DEJARÉ QUE HABLES ASÍ DE ÉL, NO SABES NADA!
—… ¡Malnacida! —gritó la pelinegra, devolviendo el puñetazo.
Un golpe en el ojo con tal fuerza que, combinado con el rebote de la pared, acabó abriéndole el párpado. La mayoría de estudiantes que presenciaron la escena se abalanzaron a los golpes también.
Hope casi inconsciente, jaloneada y herida de distintas maneras, escuchando la bilis escupida por todos aquellos que le odiaban:
—¡Cómo te atreves a ponerle un dedo encima, maldita pelirroja!
—Ya me hartaste ¿¡Quién te crees que eres!?
—¡Por tu culpa no podré asistir a la universidad que quería!
—¡A ver si te mueres de una vez!
Ese mismo día, Hope fue suspendida indefinidamente de Beacon High School por agresión, en un complot organizado por todos, provocando así, una caída infinita a las fauces de la vida.
—¡Te hice una pregunta! —gritaba una pelinegra, bajándose de la limusina, con claras señales de borrachera.
Hope estaba paralizada, quería negarlo a toda costa y pensar que era el efecto de las explosiones.
Pero era innegable; esa manera de expresarse y hablar estaba estancada en su mente. Vivi estaba ahí, junto a otros cinco antiguos "compañeros" de salón, compartiendo estado de absoluta ebriedad.
Esto debería ser algún sueño, tal vez cayó desmayada y está divagando. Hope rogaba porque su burbuja de pensamiento le diera la razón, pero solo probaría lo contrario.
—¿¡Acaso no vas a responder!? —gritoneaba uno de los chicos que venía con Vivi.
Ella no quería emitir palabra, simplemente mantuvo su mirada perdida mientras los centelleos violetas del monstruo entraban en su visión periférica.
… A quien quería engañar, esas centellas surgían de ella. Temblando, rascándose inconscientemente la muñeca para evitar sucumbir ante el pánico, desesperada por dolor físico y descargar su cerebro.
Ninguno de los presentes sabían que estaba pasando, sus mentes estaban desvanecidas ante los efectos del alcohol e inclusive otras sustancias.
—Pelirroja tenía que ser, ¿ves como te digo que todas las personas de ese tipo son así?
—¿Te recuerdo lo que pasó con la que estaba en nuestra clase? Pobre diabla…
—Cállense, todo me recuerda a ella, que rabia —respondía la pelinegra severamente molesta.
Si el resto del mundo se mantenía igual, ¿Por qué ella tenía que cambiar? Todo su alrededor daba vueltas, nada tenía sentido.
Recuperó la consciencia. Viendo a Acuario a lo lejos, peleando por su cuenta, le hizo pensar… ¿Por qué tenía miedo? No eran como ella, no podían ni saltar, ni luchar como Hope hizo desde siempre.
—¡Bájanos de aquí ahora mismo, tú… lo que seas!
Ella tenía poder, el pasado no puede alcanzarle estando más arriba que todos ellos. Acuario tenía razón, era egoísta… si ya estaba perdida, ¿por qué no quedarse así?
Quería voltear, con la misma mirada que la peliverde tenía cuando llevó afilado mandoble a la yugular, o igual a la que tenía todo su mundo cuando le observaban con desprecio.
Su identidad quedaría expuesta pero, honestamente, ¿que importaba? Si ya no iban a estar allí cuando moviese los dedos.
—¡Géminis! ¡Responde si aún estás viva, maldita sea!
Era Aries, gritando desesperadamente a través de su comunicador, provocando que Hope vuelva en sí al instante.
¿Qué estaba por de hacer? La moralidad torcía su corazón, no era algo que Ansel haría para nada. No encontraba escapatoria, y estaba pasándole factura a su ánima.
—¡No podemos detenerlo, está yendo a por ti!
Se dio cuenta demasiado tarde, podía sentir el retumbar de los pisotones y la luz negra neón acercándose desde la otra punta del barrio.
—Ni creas que hemos terminado contigo.
Aquella mujer caminó tambaleante hacía donde estaba Hope, y con su raciocinio nublado por las sustancias, la empujó buscando un enfrentamiento.
… Ella solo volteó. Su cara, incluso enmascarada, reveló el límite entre la perdición y la insania.
Sentido en su lenguaje corporal, las similitudes con un espectro pasado azotaron a Vivi. Su cabello, su rabia, sin decir una sola palabra, la pelinegra entendió perfectamente…
—¡¡GRAAAAAH!!
El Demonio Nebulosa llegó devastando todos los edificios a su paso al embestir sin control en busca de la pelirroja.
Prácticamente desintegrando toda estructura delante suyo, abalanzó su mano queriendo borrar esa mancha color violeta neón.
Todo alrededor de Hope se tornó lento, como si una montaña entera fuese a estrellarse contra ella. Su cerebro en contraste actuó en un chasquido, ordenándole saltar a los restos del edificio adyacente, llevando instintivamente a quien estuviese detrás.
Sintió su cuerpo moverse solo a la mínima brisa de peligro. Chispazos violetas volaban entre ella y la criatura, que yéndose de largo cayó sobre la estructura donde la pecosa estaba antes, derrumbándola al instante.
Los otros 5 individuos acabaron desapareciendo entre el nubarrón de destrucción masiva.
Vivi. completamente perdida en la situación, no pudo procesar nada, recordando vagamente sobre los Demonios Nebulosa, ya que nunca se había encontrado con uno.
—… ¿Que pasó?
La pelinegra mareada balbuceaba, pese a que la situación era obvia. Hope vió como piezas de la limusina salían volando, dejando entrever lo peor.
Su cara era un poema, una oda a la ironía, ahogada completamente por el escenario.
Deseaba arrancar su dolor continuo y pasárselo al prójimo, y aunque su deseo fue cumplido… no sintió ninguna clase de satisfacción. No hubo castigo divino ni karma, solo muertes fugaces.
Recordaba el día en el que se abalanzaron sobre ella solo por estar indefensa; como fueron a las oficinas del director después de apaliarle con su veneno, acusándole de agresión, y posteriormente arruinar su vida permanentemente.
Pero entonces, ¿por qué sentía tanta repulsión? Tan siquiera para camuflarlo como Tauro le enseñó, entre temblores y a punto de desmayarse por su asquerosa actitud. Solo pensaba en lo que aquellos Zodiacos caídos hubiesen dicho si vieran como no pudo salvarles.
Según lo que entendió, eso era ser Zodiaco, como fueron Escorpio y su difunto amigo Ansel, en su mente era una tarea tan sencilla, y había fallado.
Esas eran las consecuencias; su juicio dañado finalmente acabó con la vida de alguien.
El suelo comenzó a sacudirse, con el cuerpo del monstruo iluminándose, aplastando sus rocosas palmas contra el suelo fragmentado para volver a su frenesí.
Recompuso su trayectoria para aplacar contra la joven Zodiaco, sin señales de detenerse hasta cumplir sus instintos. Hope reaccionó nuevamente con ese chispazo ante el peligro, y agarrando a una Vivi paralizada trató de saltar hacia otro lugar.
Escapó por milésimas, chocando con la pared de un negocio local, absorbiendo el impacto suyo y de la chica, que por la impresión y el mareo cayó inconsciente.
—¡Comandante! —Tauro habló tras su comunicador.
—¿¡Donde están!? —Hope preguntaba adolorida.
—¡El demonio empezó a comportarse de forma errática, dejó de atacarnos y fue de golpe hacia tu dirección!
»Los Demonios Nebulosa se fortalecen absorbiendo la energía vital de su base humana, pero eso puede tardar incluso días. ¡Tu choque de energía parece haber acelerado el proceso!
La sangre de la pelirroja hervía en rabia, sintiendo de nuevo la culpa recorriendo su columna, mirando al monstruo zafarse del muro donde quedó incrustado.
No aguantaba más la presión, y el cansancio se veía tras su iris pálido. Los rugidos del Demonio le sacaban de quicio, y la muerte de aquellas personas eran toneladas en sus hombros.
Sin notarlo, compartí bramidos con la criatura, nublando su vista entre el ruido de su traje sobrecargado. Impulsivamente, estampó su comunicador contra la pared, destruyéndolo ipso facto.
—¿¡Cuánta energía le queda!? ¿¡Comandante!?
En su otra muñeca, llevaba un tipo de medidor energético, que indicaba cuánto plasma restaba antes de que el traje ingresase en un modo de reposo. Con la carga anterior, solo quedaban dos franjas, pero a Hope poco parecía importarle.
Volteando, veía con detenimiento a Vivi en el suelo, siendo el detonante de su Big Bang interno. Un grito desesperado resonó en todo el barrio habido y por haber:
—¿¡NO ME QUERÍAN MUERTA!? ¡¡PUES QUE ASÍ SEA!!
Lágrimas empaparon sus párpados mientras se abalanzaba contra la criatura, rememorando a Ansel y lamentándose por no mantener la promesa de una vida plena hasta el final.
El monstruo captó la amenaza, e instantáneamente recargó su brazo hacia arriba, preparado para liberar un zarpazo con todo el peso de su pedregoso cuerpo.
Un intercambio inminente, Hope ignoraba las señales de su cuerpo por esquivar el ataque y saltó a su destino. Separada del suelo, quiso conectar un puñetazo, decidida a morir si hacía falta, no sin antes llevarse a su creación con ella.
… Pero falló, una vez más. La criatura nebulosa fue más rápida, y con una velocidad centelleante apisonó a Hope con su extremidad, partiendo el suelo en el proceso.
Seguía viva, soportando el peso de un mundo sobre sus frágiles brazos a punto de ceder. Esa rabia que sentía desapareció, reinando el miedo ante ser aplastada sin remordimiento contra las últimas placas de concreto.
Tras su retina paseaban sus únicos seres queridos; su padre y Ansel, mientras su cuerpo oscilaba el suelo. Vió a este último entre parpadeos, pidiendo perdón una y otra vez por fallar, desechando lo que tanto luchó por proteger debido a su maldita cobardía.
Era el fin de Hope Stella, quien moriría alcanzada por su propio egoísmo.
«Lo hice… de nuevo» pensó ella, aterrorizada hasta la médula.
Hasta que de repente, no sintió nada más… porque el demonio ya no estaba. El monstruo salió despedido por una potentísima patada propinada por Acuario, catapultándose con la velocidad de Aries y cegando a la criatura con su estela de energía rojiza.
Aún así, el gigante rocoso recuperó control. En un santiamén, disparó ese fulgor oscuro desde sus fauces a toda potencia, pero acabó negado completamente por Tauro y el poder de su constelación al ser lanzado también por su compañero de aura escarlata.
Cual cometa, colisionó contra el cráneo del nebuloso, devolviendo el ataque en su totalidad, despedazándole de hombros para arriba.
Hope, aún agonizando por la mezcla de sentimientos, siquiera se percató de lo transcurrido, porque antes de darse cuenta fue sujetada por Aries acabando en una azotea en cuestión de segundos.
No estaba sola, fue traída junto a Vivi y, para su mala o buena suerte, a todas las personas que venían con ella inconscientes. El cansancio estaba azotándole, creyendo haber visto otra silueta flameante en otro sitio…
Volteó a ver a Aries, que ya estaba en posición de salida.
—¡Oye! Espera…
—No son órdenes mías. Te avisaremos cuando todo acabe, ¿te parece, reina? —dijo el pelinegro notablemente agitado, encendiendo otro cigarrillo.
»Oh, y disculpa por lo de antes, fue… un ligero subid… quiero decir, susto.
Salió despedido de vuelta al combate, que se alejaba cada vez más, dejando a Hope sola y más hundida que nunca, envuelta en el completo ambiente negruzco solo acompañada por el brillo de su traje opacándose por momentos.
—¿¡Marcus, Denzel!? ¿¡Están vivos!?
La pelinegra despertó de su desmayo, y aunque desorientada, sentía alivio de ver a sus amigos en una pieza. Aunque no duró mucho, ya que al levantar su cabeza, la pelirroja seguía allí, estoica en su mente.
La joven Zodiaco estaba por retirarse para evitar sentirse desechada como siempre, hasta que unas palabras impactaron en su espalda:
—Lo siento, Hope… si de verdad eres tú…
Vivi permanecía arrodillada mientras sollozaba, aferrándose a la ropa de sus compañeros.
»Nunca quise que te expulsaran, quise buscarte en tu casa, pero ya no estabas…
»No volví a dormir bien desde aquél día, no entendía lo mal que la pasabas por tu condición…
Hope se sentía trastocada por esos comentarios. No le importaba su identidad, ni lo que estaba haciendo ahora; toda su vida pasó preguntándose si las estrellas definían a las personas, y si por consiguiente nadie tenía la posibilidad de cambiar su ser.
Instintivamente intentaba evitarlo, pero quería voltear y expresarle todo lo que llevaba consumiéndole por dentro desde el inicio de su existencia… hasta que su esperanza se desintegró en el espacio al escuchar:
—Perdóname, haré lo sea por ti, pero por favor…
»… No nos hagas daño, te lo pido.
Lágrimas de cocodrilo, para escapar de ella muerte. Las emociones de Hope desaparecieron en un santiamén, dejando un cascarón vacío, disociando la realidad. Al final, nada cambiaria para ella aunque tuviese poder para hacerlo.
Su espalda lastimó sus cuchillos. Solo quería volver a su cama, y dormir eternamente con la cara hundida bajo las almohadas para un desaparecimiento silencioso.
Solo se tambaleó en dirección a una calle al lado del edificio, respondiendo de la forma más frívola posible, antes de volver a su bucle de dolor eterno:
—Si harás lo que sea, solo quiero dos cosas…
»No vuelvas a decir mi nombre, y olvídenme por completo, como siempre quisieron.
Para luego desaparecer en la oscura Manhattan, al borde de sucumbir ante el odio y ofrecer su cuerpo a la amargura absoluta… O eso creía.