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Chapter 9 - 8. Mi Explosión Favorita (Besitos).

Un mar renegado se sacudía sin afán de detenerse, escurriendo agua tras la frágil pared del cuarto.

Hope estaba ahí de nuevo, cayendo inconsciente después de propinar ese último golpe contra el Demonio Nebulosa. Encerrada en un sueño recurrente del cual desconocía su significado.

El líquido incrementaba por segundos, empapando la mesa donde yacía esa vela que también formaba parte del recuerdo.

Flotando en esa zona saturada, como marinero perdido en altamar. Miró hacia el techo abierto, logrando ver estrellas uniéndose y formando constelaciones familiares.

Eran doce, pero parecía que una de ellas se estaba… ¿moviendo?

—El sur… ya viene.

Un fuerte sollozo se escuchaba detrás del granito: era su padre, pero no podía verlo en ningún sitio.

Repentinamente, la estructura comenzó a desmoronarse, siendo el sonido tranquilo del agua cortado por una corriente de alaridos intensificándose bajo las sombras. Antes del colapso total, solo pudo oír un grito de pánico:

—NO DESPIERTES.

Antes de darse cuenta, había despertado. Entrando en pánico, cayó al suelo de su habitación, completamente agitada y sudando a cántaros.

No entendía nada de lo ocurrido, pero juzgando por los antecedentes, solo pudo asumir que era otra pesadilla. Frotó sus ojos con fuerza, y después de recomponerse, se levantó dispuesta a ducharse para quitarse las malas vibras.

Vistiendo una toalla, caminó pensativa hacia el baño, quedando desconcertada al escuchar el televisor. Era imposible que ella lo hubiese encendido porque, para empezar, nunca lo usa.

Sigilosamente, se asomó por una esquina, pudiendo ver a una persona con una boina, lentes y mascarilla negra sentada en el sofá.

—¡Hey! ¡Por fin despertaste!

—¡AAAAAH!

Hope se resbaló del susto, pensando que un desconocido había ingresado a su casa. Nada más lejos de la realidad, esa persona solo era Yvonne, irreconocible por su vestidura casual.

—Llevas dos días seguidos durmiendo, deberías estar feliz de verme.

—¿¡Cómo carajos entraste!? Espera… ¿¡Dos días!? —se quejaba la pelirroja, aunque su griterío no reflejaba nada, ya que aparentemente estaba afónica.

—Ni idea, no es como si tuviera una copia de la llave o algo así —respondió Yvonne sarcásticamente.

»Y si, dos días, he de decir que eres un poco floja, je, je.

—¿Al menos puedo saber que haces aquí?

—Anda a ducharte y te lo explico, haré algo de desayuno para ambas… d'ailleurs, cierra las piernas, me vas a dejar ciega, je, je.

La cara de Hope quedó igual de roja que su cabello, no es que tuviera un sentido agudizado de la vergüenza (todo lo contrario), solo que Yvonne era demasiado "pícara" para su gusto.

Intentó ignorar ese comentario y fue directo a ducharse, siendo bastante corta, ya que notó como su brazo derecho estaba inflamado y no podía ignorar la molestia.

Saliendo ya vestida de la ducha, se detuvo a ver la televisión, el noticiero informaba sobre lo sucedido hace un par de días.

—En otras noticias, el Consejo Internacional de Restauraciones finalmente ha firmado los acuerdos, dando inicio a la reconstrucción de las vías férricas destruidas por el Demonio Nebulosa en Baltimore, Maryland.

—Mon Dieu, si que causaste destrozos con ese ataque —mencionó Yvonne señalando a la pantalla desde la cocina. Estaban mostrando un plano amplio de cómo todo ese tramo quedó destrozado.

—Carajo… ¿Qué tan mal salió?

—No mucho, tienes suerte de que solo fuese un tramo de la ferroviaria estatal, el Consejo fue formado precisamente para controlar los daños globalmente. Tardarán menos de 3 días en reconstruirlo.

—Lo siento, pude haber arruinado la misión… otra vez —murmuró Hope con pesar.

—No te preocupes, evidentemente no iba a salir bien todo a la primera. Ya verás, con más práctica y serás una bala. No te desanimes, Rouxi.

—¿Rouxi?

—Pelirroja en francés, pensé que ahora que somos amigas deberíamos llamarnos con apodos bonitos, ¿no crees? —respondió Yvonne risueña.

Escuchar las palabras "amigos" y "apodos" no era de su especial agrado. Su adolescencia fue caídas y tropiezos (figurada y literalmente) y los únicos sobrenombres que recibía eran insultos relacionados al color de su cabello.

Simplemente miró hacia un lado y encogió sus hombros con indiferencia mientras se nublaba en negatividad, un silencio que Yvonne captó a la perfección.

—De cualquier forma, ¿tu brazo como está? Serafina ha estado viniendo por las noches a curarte. Su aura de "caballero santo" es curioso, ¿no?

—Podría estar mejor, pero es soportable. ¿Serafina es…? —preguntó Hope intentando enfocarse en el presente.

—Ella era monja de iglesia católica. Luego se pasó a la astrología porque decía que le llenaba más, pero parece aún no logra deshacerse de sus viejas costumbres. Ahora lee cartas, puedes ir a visitarla un día de estos.

—Ya veo. Bien por ella, supongo.

—¡La comida está lista! —gritó Yvonne emocionada llevando ambos desayunos al sillón.

Hope se sorprendió viendo los platillos: panqueques de mora azul y bañados en miel, acompañado de un croissant fresco y una taza de café.

Habían pasado años de ver un desayuno así, o de hacerlo en general, ya que sigue consumiendo barritas de cereal cada mañana para acompañar la dieta sosa de su entrenamiento.

El aroma era dulce y envolvente, no pudo evitar agarrar un trozo del panqueque con la mano y lo llevó a su boca.

Nostálgico. No podía definirlo después de dar ese bocado, tan sumergida que no podía detenerse.

—Vaya, ¿te gustó? —preguntó Yvonne irónicamente.

Hope estaba demasiado envuelta, casi al borde de las lágrimas por el sabor, solo pudo responder:

—Gracias…

—Me alegro que te haya gustado… realmente no tengo mucho tiempo para cocinar así.

Repentinamente, su tono de voz se volvió afligido, aunque intentaba esconderlo con una sonrisa.

Hubo silencio, los nervios de la pelinegra se sentían en el aire. Levantándose del sillón, se quitó todos los accesorios que tapaban su cara, y posó frente al televisor.

»Cuando estuviste en el hospital, escuchaste que alguien "importante" pagó por ti, ¿cierto?

—Eh… creo recordar que sí, ¿pero que tiene que ver? —la pelirroja se detuvo y miró intrigada.

—Yvonne Bertrand… no es mi nombre completo. Soy… Yvonne Leroy Bertrand.

Cerró los ojos con fuerza, esperando una reacción de fanático (y lo que sigue hasta "gente famosa").

Pero en su lugar, Hope seguía igual que antes, comiendo del croissant, sin saber de qué hablaba.

—¿Modelo y empresaria internacionalmente aclamada?

»¿La mujer más joven en ganar un certamen?

»¿Finalista de Miss Francia…?

—… ¿Felicidades? ¿Cuándo fue eso? —preguntaba la pecosa con la boca llena.

La madame estaba pasmada. Es la primera vez que alguien no la reconocía en absoluto, nada de cámaras, preguntas ni necesidad de ocultarse. era algo que le hacía sentir… feliz.

Simplemente río, tanto que estaba a punto de llorar por los sentimientos encontrados, dejando a Hope bastante preocupada por su integridad.

Corrió a abrazarla, apretando sus ojos para que su rímel no se corra, susurró:

—Gracias, de verdad.

Hope solo pudo corresponder el abrazo (muy) incómodamente, quedando estupefacta ante la repentina muestra de emociones con las que no logró empatizar a tiempo.

—¿Esperabas algo así? —preguntó Yvonne limpiando sus mejillas ahora pintadas de negro.

—Pensaba que eras… narcotraficante o algo así, y que ibas a matarme ese día —respondió la pecosa intentando procesar toda esa información. Fue una deducción tan rara que logró sacarle una carcajada a su compañera.

—Ya me lo demostraste, eres una persona valiosa, y no hablo de tus órganos, je, je.

—¿Lo dices de verdad? —balbuceó Hope, su voz tembló al escuchar esas palabras.

—Ansel siempre me lo decía, y el como llamas a tu estrella al atacar es tan cautivador.

Parece que tocó fibra sensible, porque Hope ahora lagrimeaba en silencio, pero no logró procesar el por qué.

¿Cuándo fue la última vez que le dijeron algo así? Aparte de Ansel, solo fue ahogada en recordatorios de su miseria. Pero ahora hay gente que deposita su fe en ella, como siempre lo quiso.

Finalmente, hizo clic y entendió el sentimiento de su compañera: ambas escapaban de la negatividad, y tenían el chance de liberarse; una siendo Géminis, y otra siendo Yvonne.

Ahora correspondiendo el abrazo como es debido, sintió un hormigueo en todo su cuerpo, como si ambas brillaran en sus respectivas auras de Zodiaco.

Como una explosión que desapareció al darse cuenta de ello, un chispazo. Debió ser de lo que habló Ryoma respecto a la convicción de cada quien.

—Sé que buscas una vida mejor ahora que estás recuperándote, y quiero ayudarte con ello —dijo Yvonne, soltando el abrazo y entregándole a Hope su celular completamente operativo.

»Tu manera de hacer bordados y habilidad para coser son maravillosas, eres justo lo que he estado buscando. Trabaja conmigo en mi empresa, s'il vous plait.

Era una oferta completamente inesperada, tanto que hizo retroceder a la pelirroja. Por más que ya no quisiese lanzarse de un edificio, la paranoia aún pululaba por su mente, y el sentimiento de fallar era casi automático.

—Yo no tengo ningún tipo de certificado de estudio.

—No hace falta, si puedes hacer algunos bocetos de prueba y esas cosas es suficiente, de verdad.

—Yo…

Justo cuando quería responder, su anillo empezó a titilar descontroladamente, siendo la señal de que hay un nuevo ataque de Demonio Nebulosa.

—Puedes confirmarme cuando gustes, ahí tienes mi número. Ahora anda, no quieres perderte la fiesta.

—¿No tienes que ir también? —dijo Hope con ligera angustia.

—Si el mío no brilla, quiere decir que es una misión diferente y tendrás que ir con alguno de los otros dos grupos.

Esa declaración le hizo tragar saliva. Ryoma le advirtió que el segundo grupo era complicado, y más aparte, aquella chica peliverde ensañada estaba incluida, así que el miedo al error solo incrementaba.

Empezó a temblar, cosa que Yvonne notó al instante. Sujetando su mano para tranquilizarle dijo:

—No te preocupes, sé que lo harás estupendo. Besitos, amore.

La pelirroja levantó una ceja confundida, viendo si se trataba de algún modismo extranjero.

—¡Oh! Es mi manera de saludar y despedirme… no me hagas mucho caso, cuídate ahí fuera.

Hope recuperó un poco la compostura y solo se limitó a asentir, yendo camino hacia la puerta, pero siendo detenida en seco por la pelinegra después de recordar que faltaba algo.

—Hey, tu traje reconstruido está al lado de la cama, a no ser que quieras pelear a puño limpio con esas cosas.

El cielo cada vez era más mustio, incluso en el mediodía. Dejándose llevar por las ráfagas gélidas, Hope sobrevolaba la zona de Washington, DC.

El entrenamiento con Camilo estaba dando sus frutos, notándose más suelta en sus saltos, llegando a brincar distancias que empataban el correr de sus compañeros de equipo.

Aunque se agote más de la cuenta, era su única manera eficiente de llegar a los lugares, como ahora, aterrizando justo en el cuartel general de la NASA.

Entró a la edificación y sin pensarlo ingresó al elevador hasta el último piso, el cual ella llama "El Planetario"

——RECONOCIMIENTO DE PATRÓN ENERGÉTICO ACTIVADO: GÉMINIS 003. ACCESO PERMITIDO.

La voz automatizada del radio se activó tan pronto Hope postró su anillo en el panel, activando el descenso del elevador.

La tensión de los cables incrementaron su intranquilidad, preocupada por como tendrá que manejarse con este grupo. Con solo recordar a Acuario, su temor solo crecía sin parar.

Solo podía rogar por un golpe de suerte. Saliendo de su enredo mental, llegó a la planta baja y siguió por el pasillo nublado, siendo más fácil con las luces del planetario encendidas delante.

—Bienvenida, estrella de Géminis.

Libra posaba en el tope de su atalaya, donde poseía todos sus materiales de astrología y espiritismo.

Hope se inclinó haciendo una reverencia, mientras esas tres personas aparecían frente a ella.

—Hope Stella, permítame presentarle a la segunda alineación de Zodiacos: Aries, Tauro y Acuario, integrantes natos del equipo Gamma.

Aquellos individuos desprendían un aura aterradora que aumentaba con la iluminación opaca.

El llamado Aries era un chico como de su edad; pálido y de cabello negro con mechas rojizas, aludiendo a la cultura punk. Era flacucho y su cara mantenía unas ojeras horribles junto a unos ojos colorados, como su vívida aura carmesí.

Respecto al traje, guardaba similitud con una armadura gótica europea, más metalizada que el de sus compañeros donde eran evidentes los patrones del carbono.

Por su parte, Tauro era todo lo contrario; corpulento, de piel oscura, y cabello corto, contrastando con su barba frondosa. El único parecido con Aries, ciertamente, era su cara demacrada.

Su traje lucía como un tanque de guerra; placas recubriendo todo su cuerpo, robusto y ejercía muchísima presión a pesar de que su lumbre añil teóricamente debe ser más apacible.

Y al lado de ellos, el mayor temor de Hope: Acuario, que mantenía su máscara cerrada, pero aún podía sentir el brillo aguamarina como una llamarada rabiando.

—¿Hope Stella, cierto? Un gusto —dijo Aries tomando la mano de la pelirroja. Su voz era rasposa y, por alguna razón, hablaba sumamente lento.

»¿Creo que ya deberías conocer quién soy, no?

Seguido de esto, besó su mano y le miró sonriendo, aunque su cara no lo acompañaba del todo.

Hope miró con incomodidad. No entendía que significaba ese gesto, pero era raro igualmente.

«¿Otra vez esto? Parece que soy la única don nadie metida aquí…» pensó Hope, negando con la cabeza en respuesta al pelinegro.

—Calix Fuentes, ¿Te suena Raise The Sails? ¿La reconocidísima banda post-hardcore?

—Una disculpa por el comportamiento de mi compañero —expresó Tauro, jalando hacia atrás al paliducho. A diferencia de Aries, él hablaba con normalidad, pero en su acento se notaba a leguas que era británico.

»Estanos a sus ordenes, comandante.

—¿Mis órdenes? ... —balbuceó Hope angustiada.

Libra apareció justo al lado de la pelirroja, provocando que casi se caiga del susto.

—El grupo Gamma, así como el Beta, son dirigidos por Géminis. A diferencia del grupo Alpha, cuyos poderes manejan estabilidad completa, las capacidades de estos anillos son inciertos e incluso impredecibles.

—Pero tú los creaste —Hope estaba más confundida aún.

—Las actitudes humanas funcionan de maneras curiosas. En este caso, el optimismo, la paciencia y la creatividad terminaron siendo emociones muy volátiles.

»Por eso, Géminis, vuestro espíritu es el indicado para guiar estás constelaciones en este extenso plano.

La pelirroja tragó saliva ante la repentina presión. No solo tenía que compenetrarse con sus compañeros, también tendría que liderarlos, todo en su segunda misión.

Lo único "salvable" es que, según Leo, este grupo se especializa en misiones de campo abierto, reduciendo significativamente su margen de error, pero aún así no dejaba de ser preocupante.

Pero no podía dejar que esos sentimientos le dominen; ya estaba demasiado dentro para devolverse. Manteniendo su convicción, dijo con su voz temblorosa:

—Libra… mándame las coordenadas.

Aquel anciano sonrió levemente tras su máscara. Tenía su fe puesta en ella más de lo que la gente cree en él. Asintió con la cabeza mientras desaparecía con sigilo entre las sombras del planetario.

Sin mediar palabras, los 4 individuos ya se encontraban en el elevador, en camino al epicentro del caos. Recibieron las coordenadas en sus comunicadores, con todos decididos… menos Hope.

Ella sabía hacer cálculos de grado medio debido a las enseñanzas de su padre, por ende también podía leer coordenadas, Si ella no se equivocaba, la ubicación era…

—¿Crees que me encuentre a Gordon Ramsay por allá? —bromeó Calix, mientras sacaba una cajetilla de cigarros y ponía uno en su boca.

—He aquí la prueba de que el tabaco mata las neuronas —bromeó Acuario amargamente —además, cualquier chef asiático le pasaría el trapo al vejestorio ese.

No había duda; el destino era Hell's Kitchen, en Manhattan, de vuelta a aquél sitio imposible de llamar hogar. Cerró su máscara al instante para que no vieran como su cara demostraba pavor e intranquilidad.

Llegaron al último piso, donde estaban toda la maquinaria, para activar un portal que los llevaría al destino. Acuario se postró en frente y levantó su puño con rabia, nombrando otra estrella la par.

—Sadalsuud.

El área se distorsionó, abriendo aquel túnel de luz aguamarina al instante. Aries lo atravesó sin mediar palabra, mientras Hope intentaba calmarse para que su mente no le juegue en contra.

Y cuando finalmente estaba decidida a entrar, Acuario no pudo contenerse, y comenzó a bufar como un animal enfurecido. Abrió su máscara, revelando vesania a través de sus pupilas dilatadas.

—Oye, ¿y tú dónde crees que vas?

En un parpadeo, la peliverde se abalanzó contra la pelirroja, estampándola contra un pilar. Con su poder, creó unas cadenas gruesas, la mismas que usó contra el demonio en New Jersey, amarrándola contra el soporte y apretando tan fuerte que hizo que sus huesos tronaran.

—¡¡Detente!! —suplicaba Hope con su boca sangrante.

—¿No me entendiste o ser una jiāng te revuelve el coeficiente? Tú no vas a liderarme.

Bajo la mirada desaprobatoria de Tauro, la asiática soltó las cadenas y se fue por el portal, no sin antes escupir la cara de la pecosa cambiando su expresión de enfado a disgusto.

—¿¡QUÉ CARAJOS TE HICE!? ¿¡POR QUÉ HACES ESTO!?

Su grito desesperado solo hizo eco, sin respuesta alguna. Ambos Zodiacos pasaron por el portal, dejando atrás a Hope.

No había nada que pudiese hacer para escapar, si usaba su poder ahora, solo resultaría herida, y sin curación disponible, solo hará imposible la misión.

Simplemente se rindió, quedando invisible en el anochecer, donde la única manera de encontrarle sería seguir el resueno de su llanto adolorido.