**En medio de la sección de fotos**
Irina se coloca detrás de Kevin y Yeli, para que no capten su rostro.
Yeli y Kevin observaron que Irina conocía lo que eran esos flashes.
—Si no mal recuerdo, mi madre me dijo que se les llama cámaras y disparan fotografías. Es como guardar un instante del tiempo, ya sea una persona o una cosa —dice Yeli.
A lo que Kevin responde:
—Son muy útiles si es así. Imagino que quieren guardar la apariencia de la ganadora.
—Así es, y disparan flashes que se conocen y guardan como fotografías. Entonces, eso que me acaban de cegar la vista, ¿guardarán todas mis caras? O sea, todas las muecas que hice al quedar cegada por los resplandores —dice Rias mientras se tapa la cara.
—No te preocupes, seguro guardan nada más las mejores. Las otras pedirán tu autorización para mostrarlas al público —señala Kevin.
—De igual manera, ya te vieron —dice Neri.
Franc lo apoya diciendo:
—Nosotros también recibimos créditos.
**¡Plum!** Se cierra la puerta y se engatilla como un círculo que distorsiona el candado del medio.
—Eso es una cerradura con un objeto de cerrado permanente —expresa Irina con un poco de sorpresa en su mirada.
—Algo raro está pasando realmente, no puedo dejar de tener esta sensación —piensa Yeli.
Sebastián se acerca y dice:
—Ya que ganaron, les daré este sobre, el cual es el premio por el que compiten.
Rias recibe el sobre muy cautelosamente, y al abrirlo, fajas de billetes grandes habían en él. Es una cantidad absurdamente muy grande.
Al voltearse hacia su grupo, el ambiente está raro.
Fue lo que sus miradas le expresaron.
Neri y Fran estaban alzando el puño, presumiendo su victoria al público, y estos los vitoreaban.
—Buena pelea, casi derrotan a la solitaria.
—¡Jajajaj! —La multitud se ríe porque saben que Irina los humilló. Todos habían visto esa batalla por drones y otras más. Sabían que Neri y Fran eran fuertes, e incluso fue una sorpresa que les ganara tan sencillo una persona que apenas habían detectado los drones.
—¡Eh, chica de las dagas, eres muy impresionante!
—¿Quién será más fuerte, ella o la samurái? —murmuraba la audiencia.
Ah, quien sí habían visto pelear con ciertos monstruos en la grieta y además había participado en otros torneos era a Yeli, la samurái.
—¡Eso ya no importa! —grita Yeli un poco subida de tono.
Sebastián interrumpe la interacción con la audiencia de estos y dice:
—El espectáculo principal apenas comienza.
Chasquea sus dedos, y dos hombres trajeron un cofre de dimensiones grandes y bien estructurado. Era como el cofre de un tesoro de piratas que se alzarían a la mar con tan solo saber de su existencia en tierras lejanas.
—Ábranlo, chicos —les dice Sebastián.
Al abrirlo, una cantidad absurda de oro había en él.
La audiencia:
—¡Wuaauuuuui!
—¿Qué demonios? No sabía que la grieta de la ambición era tan generosa.
—¿A qué se debe este cofre de tesoro? —pregunta la samurái con una gota de sudor que se deslizaba por su cara.
Sebastián:
—Solo hay que responder una pregunta y será todo suyo.
—¿Pregunta?
—Mis disculpas, me expresé mal. Todos tienen que responder a una pregunta que yo haga y darme todos una misma respuesta. Por separados.
—Eso es muy complicado, no todos pensamos igual —opina Neri.
—¿Hay alguna otra condición? —dice la pequeña belleza angelical de ojos azules.
—Está bien. Si son 6 personas, tan solo 5 responden la misma respuesta a mi pregunta y una no. Esas 5 se llevan el cofre. Y si 4 responden la misma, entonces solo se llevan un puñado de oro los 4. Así de sencillo.
—Neri: ¿Y si nadie responde igual?
Sebastián:
—Entonces, en 5 minutos, alguien en la audiencia será apuntado con un arma de fuego, y si en otros 5 minutos no responden, este disparará.
Los rostros de los integrantes del grupo de Kevin cambian radicalmente.
—¿Qué disparates estás diciendo?
—Es verdad —ríe Sebastián muy alegremente, como si se tratase de algo muy gracioso—. Ya piensan en la derrota y aún no saben lo fácil que es la pregunta. Además, no es lo primero que salga de su boca, pueden discutirla entre todos.
—El que podamos discutirla es maravilloso, sin embargo, lo otro es muy extremo.
—Así es, linda niña. Y la pregunta es: ¿Quién de ustedes tiene la sangre más roja?
—¿What? —dice el grupo de Kevin entero, y sus caras quedan horrorizadas, y un poco perplejas las de algunos.
—¿Por qué esa pregunta tan extraña? —dice Rias a Sebastián.
Sebastián se para aún más recto mientras acomoda la bufanda que llevaba, mientras expresa:
—Es sencillo. Si no responden rápido, cada...
Yeli lo interrumpe:
—No bromee con eso.
Neri y Franc se quedaron helados con esas condiciones.
—Solo hay que contestarle —dice Neri a Franc—. Si es sencillo, con un leve corte se verá el color de sangre, y allí compararemos cuál es la más roja. Aunque no sé si podemos distinguirlas.
—Así es —dice Rias—. Quizás sí pueda —dice Franc.
—Eso no va a pasar —dice Rias con un poco de furia en sus palabras.
Yeli premeditó y suspiró.
En las mentes de Kevin, Yeli y Rias estaba el pensamiento de que esto es raro. Quieren hacer algo con el que detectan variación en la sangre. Además, que la persona más débil a eso era Irina, ya que Rias había hecho un comentario sobre los factores de su sangre. Esto también lo sabían Neri y Franc, sin embargo, ya lo habían olvidado, por eso en estos momentos no pensaron en ello. Irina se lo había dicho incluso antes de comentarlo la misma Rias.
Sebastián, al ver que pasaba el tiempo y no se le obedecía, dice:
—Soldados, apunten a los rehenes —dice con una mirada y expresión de un comandante de guerra, lanzando un grito o mejor dicho decretando una orden—. ¡Surjan mis soldados y hagan mi voluntad!
La audiencia quedó estupefacta, y muchos se rieron.
—¿Está jugando? Hermana, ¿viste lo que dijo?
La hermana de este chico comenzó a desaparecer, como si fuese un fantasma o una ilusión.
—¿Qué es lo que pasa, hermana?
**¡Ckackk!, ¡crack! ¡Blip!, blip, blip!!**
La hermana comenzó a construirse desde la planta de los pies en píxeles y energía fusionados con realidad. Un uniforme comenzaba a construirse, y la hermana transformada en soldado con uniforme entre verde y negro, más un casco negro que cubría toda su cara.
—¡Ahhhh!
Agarra por el cuello al hermano y este le parte el cuello con solo el agarre, aparentemente lo mata.
—¡¿Qué haces?! ¡Si ni siquiera hemos respondido! —grita Rias.
—¡Por dios! —grita Yeli.
—Esto es demasiado, ¿cómo puedes hacer esto? —expresa Kevin.
Irina los interrumpe y dice:
—Miren bien.
—¿Qué?
La imagen del hermano se comienza a distorsionar. La multitud se agita y comienzan a correr. Otros golpean al soldado para que suelte al hermano de la chica.
**¡Bam!, ¡bam!!, ¡bam!**
Al soldado lo golpean, pero parecían ser una leve brisa para él los golpes que se le proporcionaban.
—¡Ahhhhhh!!! ¡Corran!
Las mujeres corrían con los niños intentando salir, pero la puerta estaba cerrada con un objeto de amarre.
—¿Qué es esto? —decía la audiencia.
**¡Crack!, ¡crack!, ¡bllip, bliiip! ¡Glup, glug, glug!**
La imagen del hermano se transformó como si los huesos se partieran y la cabeza se aplastara, tomando la forma de un arma de fuego hecha de carne y goteando sangre.
**¡Bllip, bliiip, glug!, glug!**
Luego se transformó justo igual que el soldado, como con una energía, píxeles y realidad distorsionándose en forma de giro. Se transformó en un arma, o mejor dicho, en una verde Benelli M3, una escopeta, y volteó hacia alguien que le estaba pegando y lo apuntó con dicha arma, sosteniendo la Benelli M3 con una sola mano y la otra agarrando al sujeto.
—Órdenes: Si te mueves, disparo a una pierna, y si te resistes, te disparo a las dos piernas.
—Yo, soldado del Semirreino Militar, obedezco al pie de la letra —dice el hermano y la hermana, que realmente eran un soldado con su arma.