el festival de las estrellas resonaba en su corazón como un recuerdo luminoso de tiempos más sencillos, cuando él y sus "hermanos" se reunían bajo el manto celestial en el bosque. Las estrellas, como faros de esperanza, los acompañaban en la oscuridad, y cada destello parecía un vínculo indestructible entre ellos.
En esa fecha especial, cuando no tenían cumpleaños específicos, celebraban juntos. Era un homenaje a la unión que compartían, más allá de la sangre o las circunstancias. Pero ahora, en su posición como príncipe, Clei se sentía atrapado entre dos mundos: el de la realeza y el de su pasado. Las estrellas, que antes eran símbolos de amor y compañía, ahora también representaban la incertidumbre y el temor.
¿Cómo felicitar a aquellos que podrían lastimarlo? ¿Cómo mantener la distancia sin romper los lazos que lo unían a ellos? Las estrellas, en su brillante constelación, parecían observarlo con complicidad, como si supieran que su dilema era más que una simple elección.
Quizás, en medio de la celebración, encontraría respuestas. Quizás las estrellas le susurrarían secretos ancestrales o le mostrarían caminos ocultos. O tal vez, solo tal vez, podría confiar en su corazón y en aquellos que, a pesar de todo, seguían siendo su familia en el sentido más profundo.
Así, mientras el festival se acercaba, Clei se preparaba para enfrentar no solo las luces brillantes en el cielo, sino también las sombras que acechaban en su interior.