El encuentro con Eir en los pasillos del Castillo, el hermano mayor de Deymon, envolvía a Clei en una atmósfera tensa. El recuerdo de su sueño, donde Eir no le permitía escapar, se entrelazaba con la realidad. El príncipe sintió un escalofrío cuando Eir se acercó, su mirada fría y penetrante como un cuchillo.
"Príncipe, un gusto verlo", dijo Eir, inclinándose en una reverencia. Clei, aún con la piel erizada, respondió con formalidad: "Igualmente, Eir". Las palabras de Eir resonaron en su mente: "Esperemos que esta vez seas digno de representar a la familia real, principito".
Clei siguió a Eir hacia la sala donde Abraxus y Asmodeo los esperaban. La alianza con los señores del infierno pesaba sobre él, y las expectativas de su posición real lo atormentaban. Pero en ese momento, con las alas rotas y el corazón dividido, Clei se preparó para enfrentar su destino.