—¡Discúlpeme! —Marissa se puso de pie cuando notó la llamada entrante de Sofía. Su amiga debió estar muriendo por saber los detalles.
—¿A dónde vas? ¿A sobornar al señor Joseph? —La dama que la había hecho caer la siguió atrevidamente fuera de la habitación.
—¿Qué? ¿Está loca? —Marissa miró a la mujer rubia que aún llevaba el delantal de MSin sobre su mini vestido, mostrando sus largas piernas.
—Sí, tienes razón —Marissa le pasó una sonrisa falsa—. ¿No lo sabías? —Pestañeó como lo hizo la mujer rubia hace unos minutos—. Planeo convertirme en millonaria sobornando a la gente. No por mi negocio de cocina... —Marissa estaba a punto de marcharse cuando la siguiente declaración de la rubia la dejó helada.
—Eso es lo que Amir me dijo —Ella sonrió con arrogancia, y Marissa no sabía qué hacer. Entonces, ¿Amir la envió?
—¿La mandó tras Marissa para vigilarla? ¿Cómo se atreve? —Ella le preguntó en un susurro sin aliento—. ¿Conoces a Amir?