Hoy cuando el coche se detuvo, Marissa miró de reojo a su amiga sentada en el asiento del conductor.
—¿Estás segura de esto, Mar? —preguntó Sofía y ella asintió con una sonrisa.
—Nunca me he sentido tan confiada, Sophie. Necesito decirle que no tengo miedo de él. ¡Deséame suerte!
Sofía abrazó a su amiga y apretó los ojos:
—Estoy muy orgullosa de ti, chica. —Marissa le dio una sonrisa apretada a su amiga—. Y si intenta hablar de custodia, ¡solo enséñale esto! —Sofía levantó su dedo medio haciéndola reír a Marissa.
Marissa podría estar mostrándole a su amiga cuán confiada estaba cuando en realidad su corazón latía aceleradamente en su pecho.
Empujó la puerta de vidrio y entró en el edificio para hablar con la recepcionista. Obviamente, llegar a la oficina del CEO no era fácil ya que requería una cita. Necesitaba convencer a la mujer para que la dejara verlo:
—Disculpe... necesito...