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Chapter 16 - ova 12 parte 2: Esperanza

El tiempo había pasado, pero la herida en el corazón de Joel seguía tan viva como el primer día. Desolado, caminaba por las calles, su rostro sin expresión, sumido en una espiral de dolor y desesperación. A veces, como si los recuerdos pudieran apoderarse de su mente, sus pasos se volvían erráticos, su mirada vacía de esperanza.

Gaby lo observaba desde lejos, sintiendo un nudo en el pecho al ver el sufrimiento que aún cargaba. Sabía que no podía borrar su dolor, pero algo dentro de ella no la dejaba en paz. Había cometido errores, pero había algo que necesitaba decirle, algo que Joel necesitaba entender.

Con rapidez y determinación, Gaby se acercó a él, sin dudar ni un segundo. En cuanto Joel la vio, su dolor se convirtió en ira, y apuntó hacia ella con una esfera de energía concentrada en su mano. Era evidente que todavía lo consumía el odio hacia ella, pero Gaby no retrocedió. No podía dejar que la rabia lo cegara más, no podía dejarlo seguir arrastrándose por el dolor sin enfrentar la verdad.

Antes de que Joel pudiera lanzar su ataque, Gaby reaccionó rápidamente. Sin pensarlo, lo golpeó con toda su fuerza en la frente, derribándolo momentáneamente. El impacto fue tan fuerte que dejó a Joel atónito, pero Gaby no se detuvo allí. Las lágrimas caían de sus ojos, una mezcla de enojo y tristeza.

"¿Por qué lloras por una mujer que mataba gente?" gritó, la voz quebrada por el dolor de sus propias palabras. "¿Acaso no sabías? Ella era sicaria, Joel. ¡Una asesina a sueldo! ¿Cómo puedes seguir lamentándote por alguien que solo vivió para destruir vidas?"

Su grito resonó en el aire, y por un momento, el mundo pareció detenerse. Gaby, agotada por la emoción que la arrasaba, se quedó mirando a Joel, que aún yacía en el suelo, atónito por sus palabras. No podía entender por qué, a pesar de todo, todavía estaba aferrado a la idea de lo que había sido Nathaly, a pesar de la verdad que ahora salía a la luz.

Joel, aún aturdido, miró a Gaby con ojos llenos de confusión y rabia. "¡No! ¡No es verdad! Ella no era eso… ella era… era mi todo. Mi amor… mi futuro…" Su voz temblaba, como si las palabras le costaran un esfuerzo sobrehumano. "No puede ser, Gaby. No puedes decirme eso."

Gaby, con el corazón roto y las lágrimas corriendo por su rostro, bajó la mirada. Sabía lo difícil que debía ser para Joel aceptar la verdad. Pero tenía que hacerlo. No podía dejar que siguiera viviendo en la mentira de una mujer que solo lo había usado, que solo había jugado con sus sentimientos mientras destruía vidas.

"Joel..." dijo suavemente, pero con firmeza. "Lo que vivieron juntos no era amor. Era manipulación. Y no te lo estoy diciendo para hacerte daño, sino para que puedas salir de este tormento. Tienes que vivir por ti mismo, por tu futuro, no por alguien que ya no está. Tienes que dejarla ir."

Las palabras de Gaby golpearon con la misma fuerza que el golpe en su frente. Joel permaneció en el suelo, sin mover un músculo, la lucha interna clara en su rostro. La verdad era demasiado pesada para él, pero al mismo tiempo, la única forma de encontrar algo de paz.

Gaby se quedó allí, sin moverse, esperando, deseando que algún día Joel pudiera ver la verdad, aunque la herida estuviera tan fresca, tan dolorosa. No sabía si lo lograría, pero al menos, había hecho todo lo posible para liberarlo de la mentira que lo estaba consumiendo.

Joel, tendido en el suelo, no pudo evitarlo. Las palabras de Gaby, duras y llenas de verdad, se clavaron en su alma con una fuerza que nunca imaginó. Los recuerdos que había construido con Nathaly, la vida que había soñado a su lado, se desmoronaron ante sus ojos. La revelación de la realidad lo golpeó con una brutalidad que lo dejó sin fuerzas.

Su cuerpo comenzó a temblar, y las lágrimas surgieron de sus ojos como un torrente imparable. Lloraba no solo por la muerte de Nathaly, sino por la verdad que había ignorado, por el amor que había creído verdadero y que ahora se revelaba como una mentira. "¿Cómo no lo supe? ¿Cómo no vi lo que ella era?" pensaba, atrapado en un mar de dudas y arrepentimientos.

No podía dejar de recordar los momentos felices, las promesas que se hicieron, las sonrisas que compartieron. Todo había sido una fachada, una ilusión construida con las mentiras de Nathaly. "Todo lo que viví con ella... ¿todo era falso?" Joel se preguntaba, sintiendo cómo su mundo se desmoronaba, pieza por pieza.

Gaby, de pie frente a él, lo observaba con el corazón destrozado. Sabía que había sido cruel al decirle todo aquello, pero también sabía que era lo único que podía liberarlo del caos que lo consumía. Ella se acercó lentamente, sin saber qué más decir, sin saber cómo calmar el dolor de Joel.

"No sabía nada," susurró Joel entre sollozos, como si las palabras apenas pudieran salir de su boca. "No sabía que ella... era una asesina. Todo lo que me dijo, todo lo que creí... No sé si algún día pueda perdonarme por haberme dejado arrastrar por esa mentira."

Gaby, con el corazón roto por verlo tan destrozado, no dijo nada. En ese momento, las palabras se volvieron vacías. Todo lo que podía hacer era estar allí, junto a él, aunque no tuviera las respuestas que tanto necesitaba. Sabía que la herida era profunda, y que tal vez el tiempo sería lo único que podría sanar esa angustia.

Joel, sumido en la desesperación, continuó llorando. Ya no era el hombre que había sido antes. La rabia, la confusión, y el dolor lo habían cambiado, lo habían marcado de una manera irreversible. Sentía que, al haber perdido a Nathaly, también había perdido una parte de sí mismo.

El tiempo parecía detenerse mientras Gaby observaba, deseando poder hacer algo, cualquier cosa, para aliviar el dolor de Joel. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer. La verdad estaba hecha pedazos en su alma, y las cicatrices que dejaba eran profundas.

Finalmente, después de un largo silencio, Gaby susurró, casi como un eco en la quietud del momento. "Lo siento, Joel. No quería que fuera así. Solo... solo quería que entendieras."

Joel no respondió, su mirada perdida en el vacío. Y mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, el peso de la verdad, tan doloroso y desgarrador, seguía atenazando su alma.

A pesar de la amargura que sentía, Gaby no podía dejarlo solo. Sabía que Joel estaba al borde de la desesperación, consumido por el dolor y la culpa que ahora llevaba sobre sus hombros. Cada vez que lo veía en ese estado, deseaba poder hacer más, poder borrar su sufrimiento, pero sabía que el proceso de sanar era algo que no podía forzar. Solo el tiempo y sus propias decisiones podrían lograrlo.

Pasaron los días y Gaby se dedicaba a cuidar a Joel como mejor podía. Le traía comida, pero incluso esa acción parecía intensificar su tormento. "No quiero nada de ti, Gaby," solía decirle cada vez que ella le ofrecía algo. "No merezco ni siquiera tu compasión."

Ella lo entendía, pero no podía dejarlo perderse en su propia tormenta de emociones. Intentó hablar con él, a veces ofreciéndole palabras de consuelo, otras veces simplemente quedándose en silencio, acompañándolo en su soledad. Pero la culpa de Joel lo consumía a tal punto que no podía ver nada más que su propio fracaso.

"Si tan solo hubiera sabido..." se lamentaba una y otra vez, mirando al vacío con ojos llenos de dolor. "Si tan solo hubiera visto lo que realmente era. La gente me lo advirtió, pero no quise escuchar."

Gaby se sentaba a su lado, observando en silencio. A pesar de la distancia emocional entre ellos, se sentía impotente ante el dolor de Joel. Ella también tenía sus propios demonios que enfrentar, pero en ese momento su mente y corazón solo estaban enfocados en él. Quería ayudarlo, quería que él volviera a ser el hombre que una vez fue, pero sabía que no podía hacerlo por él. Solo podía estar allí, a su lado.

A veces le traía platos sencillos, cosas que sabía que a él le gustaban antes, pero Joel apenas tocaba la comida, como si su estómago estuviera vacío incluso cuando estaba lleno. Las horas se deslizaban, y la tristeza de ambos se apoderaba del espacio que compartían.

"Sé que te sientes culpable," dijo Gaby una tarde mientras le ofrecía un vaso de agua. "Pero esto no es tu culpa, Joel. Nathaly... era quien era. Tú no sabías lo que pasaba en su mente. No sabías nada de su pasado."

Joel no respondió. Simplemente bajó la cabeza, su rostro cubierto de sombras. La tormenta de su alma no parecía calmarse.

"Lo sé," murmuró finalmente. "Lo sé, pero la culpa es mía. Podría haber visto las señales, podría haber hecho algo diferente. ¿Por qué no lo hice? ¿Por qué confié en ella?"

Gaby suspiró y se acercó un poco más, tocándole el brazo de forma suave. "Porque la amabas. Y a veces, eso te hace ciego. Todos cometemos errores, Joel. Todos. La diferencia es que ahora tienes la oportunidad de aprender de ellos. Puedes levantarte. Y sé que lo harás. Pero solo tú puedes decidir cuándo."

Él la miró, los ojos llenos de lágrimas, y por un momento, Gaby creyó ver algo de la vieja chispa que alguna vez tuvo Joel. Algo de la persona fuerte y decidida que había sido antes. Pero era solo por un momento, y luego se desvaneció de nuevo en la tristeza.

"Quiero creer en eso," dijo Joel en voz baja, "pero todo me parece tan... vacío ahora."

Gaby entendía lo que él sentía. La esperanza era difícil de encontrar cuando el corazón estaba roto y lleno de incertidumbre. Sin embargo, ella no dejaría de luchar por él, incluso si él no lo veía en ese momento.

"No tienes que hacerlo todo de una vez," respondió Gaby, tomándole la mano con suavidad. "Tómate tu tiempo. No estás solo en esto. No lo estarás nunca más."

Joel cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. Aunque el dolor seguía siendo insoportable, algo en su interior le decía que tal vez, solo tal vez, había una pequeña luz al final del túnel. Y mientras Gaby seguía a su lado, él podía encontrar la fuerza para seguir adelante, aunque aún no lo supiera.

El camino hacia la sanación no sería fácil, pero al menos en ese momento, Gaby le daba algo que él pensaba que ya había perdido: una razón para seguir.

El beso de Gaby en la frente fue suave, lleno de una ternura que no estaba destinada a sanar de inmediato, sino a brindar consuelo en medio de su tormenta. Cuando sus labios tocaban su piel, un estremecimiento recorrió el cuerpo de Joel. Fue un gesto tan simple, tan sincero, pero en ese momento, lo sintió como una carga demasiado pesada.

Una lágrima cayó por su mejilla mientras él cerraba los ojos. Era como si todo el dolor acumulado en su interior, todo el arrepentimiento, la culpa y la pérdida, finalmente se desbordara. El amor que había sentido por Nathaly, las decisiones equivocadas, la vida que había perdido, todo eso se comprimió en un solo momento de vulnerabilidad. La suavidad del gesto de Gaby, su presencia tan constante, era lo que más lo hería.

Joel no dijo nada al principio. Solo permaneció allí, con las lágrimas corriendo sin control por su rostro, sintiendo que, aunque Gaby estaba tratando de consolarlo, algo dentro de él se rompía aún más. "¿Por qué?" susurró con voz quebrada. "¿Por qué me haces esto? Después de todo lo que he hecho... No merezco tu compasión, Gaby."

Ella se quedó en silencio por un momento, no sabía qué más decir, solo podía abrazarlo con fuerza, con una protección que sabía que él aún no podía aceptar. Pero, en su corazón, Gaby entendía que las palabras ya no importaban tanto. Joel necesitaba su presencia, su apoyo, aunque él no pudiera verlo aún.

"Lo haces porque no te has perdido, Joel," dijo finalmente, sus palabras llenas de una serenidad que sorprendió incluso a ella misma. "No te has perdido. Y yo no voy a dejar que te pierdas en el dolor."

Joel la miró entonces, sus ojos llenos de desesperación. "No sé cómo seguir," dijo entre sollozos. "No sé cómo levantarme de esto."

"Solo da un paso a la vez," le respondió Gaby, su voz firme, aunque también llena de una tristeza profunda que compartía con él. "Tienes que seguir, aunque no lo veas claro. No tienes que hacerlo solo."

Con una última mirada, Joel cerró los ojos, sintiendo la suavidad de la mano de Gaby acariciando su rostro, un gesto lleno de aceptación, aunque el dolor siguiera presente. Sabía que no podía hacer que el tiempo volviera atrás ni cambiar lo que había sucedido, pero tal vez, en el fondo, algo en él comenzaba a entender que podría sanar. Que quizás, con el tiempo, las heridas comenzarían a cicatrizar.

A pesar de todo, y de la oscuridad en la que se encontraba, la promesa de Gaby de no dejarlo solo, aunque él aún no lo comprendiera completamente, era lo único que podía sostenerlo.

Gaby, con ternura y una determinación silenciosa, tomó las mejillas de Joel entre sus manos, obligándolo a mirarla directamente. Sus ojos, empañados de lágrimas, se encontraron con los de ella. Gaby sabía que su gesto era arriesgado, que tal vez era demasiado pronto para algo tan íntimo, pero su corazón le decía que era lo que Joel necesitaba, aunque él no lo entendiera aún.

Con un suspiro suave, Gaby acercó sus labios a los de él. El beso fue suave, lento, lleno de un cariño silencioso que no pedía nada a cambio. Solo estaba allí, dándole a Joel lo que él más necesitaba en ese momento: consuelo y el permiso de sentir, de dejar ir algo del dolor que lo aplastaba.

Joel, sorprendido por la cercanía, sintió un calor extraño recorrer su cuerpo. Su rostro se sonrojó al instante, como si el acto le hubiera despojado de una barrera emocional que no sabía que aún tenía. El beso, aunque lleno de dulzura, también despertó algo doloroso dentro de él. El amor, la cercanía, las caricias... se sentían tan ajenos, tan lejanos. Se sentía culpable, confundido y, sobre todo, perdido.

Cuando Gaby se apartó ligeramente, Joel no pudo contener las lágrimas. "¿Por qué lo haces?" susurró entre sollozos, su voz quebrada. "No me lo merezco... no... No sé qué hacer con esto."

El rubor en sus mejillas se intensificó, pero sus ojos reflejaban un mar de emociones encontradas. Algo en su interior lo gritaba, lo rechazaba. Volver a sentir algo tan puro, tan profundo... era aterrador. "Me duele... me duele tanto," murmuró, cubriéndose el rostro con las manos, como si pudiera esconderse de ese torrente de emociones.

Gaby, viendo su reacción, no se apartó. Con suavidad, le tomó las manos y las retiró de su rostro. "No tienes que entenderlo todo ahora," le dijo en voz baja, sus ojos llenos de comprensión. "Solo... solo permítete sentir, Joel. No todo tiene que ser complicado."

Joel, aún tembloroso, dejó que las lágrimas siguieran cayendo, pero en su corazón, por un breve momento, una parte de él comenzó a comprender lo que Gaby le estaba dando: una oportunidad para sanar. Aunque no estaba listo, y aunque el dolor aún lo invadía, algo dentro de él empezó a entender que no tenía que ser perfecto para merecer el amor y la aceptación.

Gaby no dijo más. Simplemente lo abrazó con fuerza, dejándole espacio para sentir lo que necesitaba. Y aunque él no lo pudiera reconocer en ese instante, ella sabía que, con el tiempo, la tormenta en su corazón encontraría calma, aunque fuera poco a poco.

Cinco años habían pasado desde que Gaby y Joel comenzaron su relación. La vida, con sus altos y bajos, les había enseñado mucho. Joel, aunque aún cargaba con el peso de su pasado, había logrado encontrar algo de paz, gracias al amor incondicional que Gaby le ofreció sin reservas. Él, poco a poco, había aprendido a confiar de nuevo, aunque las sombras de sus errores y las cicatrices de sus pérdidas aún lo perseguían de vez en cuando.

Esa tarde, Gaby había planeado algo especial. Después de todo este tiempo, finalmente se sentía preparada para dar el siguiente paso en su vida junto a Joel. Desde el primer momento que lo conoció, ella había sabido que él era su alma gemela, la pieza que faltaba en su vida, aunque el camino para llegar hasta él había sido tortuoso y lleno de obstáculos.

En la terraza de su casa, con la puesta de sol tiñendo el cielo de tonos cálidos y suaves, Gaby preparó todo con delicadeza. Flores, velas, y una mesa pequeña con dos copas de vino. El aire fresco acariciaba su rostro mientras miraba hacia la distancia, nerviosa pero emocionada. Finalmente, cuando todo estuvo listo, llamó a Joel.

Al verlo llegar, su corazón se aceleró. Joel, con una sonrisa tímida pero sincera, se acercó a ella, pero en sus ojos había algo que no pasaba desapercibido. Era esa mezcla de amor y dolor, como si una parte de él aún estuviera atrapada en un recuerdo lejano, en algo que no podía dejar ir. Gaby lo observó, reconociendo la carga que aún llevaba, pero sin miedo, sabiendo que su amor por él podía ser más fuerte que cualquier sombra del pasado.

"Joel... ¿Recuerdas cuando todo esto comenzó?" preguntó Gaby, con una sonrisa suave, mientras le ofrecía una copa de vino.

Joel tomó la copa, pero sus ojos no dejaban de mirar a Gaby, como si estuviera buscando una respuesta en ella. "Lo recuerdo," dijo en voz baja, y por un momento, un destello de dolor cruzó por su rostro. "Nunca pensé que sería capaz de tener algo tan... real, después de todo lo que pasó."

Gaby entendía perfectamente lo que quería decir. Había sido difícil para él dejar ir el dolor y la culpa. A lo largo de los años, ella lo había ayudado a sanar, pero sabía que algunas heridas no se curaban completamente, al menos no por completo. La muerte de Nathaly, su relación rota, todo lo que había perdido, seguía siendo parte de él, aunque él trataba de ignorarlo.

"Joel," dijo Gaby, dando un paso hacia él, "Sé que el pasado aún te duele, y no espero que lo olvides. Pero lo que tenemos ahora es real, y lo que puedo prometerte es que estaré aquí, en cada paso que demos juntos."

Joel la miró fijamente, sintiendo que esas palabras le tocaban en lo más profundo de su ser. Y aunque todavía sentía una mezcla de miedo y duda, algo dentro de él comenzó a desvanecer ese peso. Ella lo había aceptado tal como era, con todos sus defectos, su dolor, y sus sombras.

Gaby, con una sonrisa llena de esperanza y amor, sacó una pequeña caja del bolsillo de su chaqueta y la abrió frente a él. Dentro de ella, un anillo brillaba suavemente bajo la luz del sol.

"Joel... ¿Te casarías conmigo?" le preguntó con suavidad, sus ojos brillando de emoción.

Joel miró el anillo y luego a Gaby, sintiendo un nudo en su garganta. El amor que ella le ofrecía era innegable, puro y real. Pero al mismo tiempo, el recuerdo de todo lo que había sufrido lo hacía dudar. El miedo a fallarle, el miedo a que las sombras del pasado pudieran volver a arrebatarle la felicidad, lo aterraba. Sin embargo, al mirarla, al ver en sus ojos la misma desesperación por construir un futuro juntos, algo cambió en él.

"Gaby," dijo con voz temblorosa, "Te amo... y aunque parte de mí aún tiene miedo... no quiero vivir sin ti."

Con esas palabras, Gaby sintió como si una carga inmensa se levantara de sus hombros. Sabía que, aunque no sería fácil, él estaba listo. Estaba dispuesto a dar el siguiente paso, aunque no pudieran olvidar todo lo que había pasado, ellos se tenían el uno al otro.

Joel aceptó el anillo y, con un gesto lleno de amor, tomó la mano de Gaby, mirándola con una intensidad que solo el amor verdadero puede provocar.

"Sí," dijo al fin, con una sonrisa llena de emoción. "Sí, quiero casarme contigo."

El sol se ocultaba detrás de ellos, pero sus corazones brillaban más que nunca. Aunque el pasado los había marcado, el futuro que construirían juntos era lo único que importaba ahora. Gaby y Joel, finalmente juntos, listos para comenzar un nuevo capítulo en su vida, con amor y esperanza.

Cinco años después de que Gaby y Joel comenzaran su relación, finalmente se casaron. La ceremonia se celebró en una pequeña terraza, un lugar tranquilo donde ambos podían disfrutar de la paz de su amor. Fue una boda sencilla, pero significativa, con amigos cercanos como testigos de su unión.

Sin embargo, aunque era un día de celebración, había una presencia ausente que marcaba el ambiente. Luci, la madre de Gaby, observaba desde la esquina, un poco melancólica. Había pasado por muchas dificultades y tragedias en la vida, pero ver a su hija finalmente casarse con el hombre que amaba la hacía sentir un profundo alivio. Aunque estaba feliz por ella, Luci no podía evitar recordar los años de lucha, las pérdidas y los sacrificios que había hecho.

Joel, con una mezcla de sentimientos encontrados, miraba a Gaby durante la ceremonia. Los años habían sido difíciles, marcados por el sufrimiento, la culpa y las lecciones difíciles de aprender. Pero en ese momento, al ver a Gaby sonriendo, sintió una sensación de paz. Finalmente estaba dispuesto a dejar atrás los fantasmas del pasado.

Al final de la ceremonia, Luci se acercó a su hija, con una sonrisa suave pero llena de emoción. Sabía lo que Gaby había vivido, las pruebas por las que había pasado. Le dio un abrazo lleno de cariño y susurró al oído de Gaby: "Estoy tan orgullosa de ti. Has encontrado la felicidad, y eso es lo que siempre quise para ti. Aunque el camino haya sido difícil, nunca dejaste de luchar. Siempre estaré aquí para ti."

Gaby, al escuchar esas palabras, sintió un peso levantarse de sus hombros. Sabía que, aunque el pasado había sido turbulento, este momento de amor y unidad era algo que le pertenecía completamente. La boda simbolizaba no solo su unión con Joel, sino también el cierre de un capítulo doloroso de su vida.

Al final, la fiesta continuó, llena de risas, amor y música. Los amigos de Gaby y Joel celebraron su amor, mientras Luci observaba con una sonrisa nostálgica, feliz por la paz que finalmente había encontrado su hija.

La boda no solo marcó el comienzo de una nueva vida para Gaby y Joel, sino también un cierre para las heridas del pasado, mientras todos comenzaban a avanzar hacia el futuro con esperanza.

Dos años después de su boda, Gaby y Joel estaban a punto de comenzar un nuevo capítulo en sus vidas. El embarazo de Gaby había sido un viaje lleno de emociones y desafíos, pero al fin había llegado el último mes. La ansiedad y la emoción eran palpables en la casa, ya que el próximo mes, Gaby y Joel serían padres.

Gaby, con una sonrisa serena pero cansada, acariciaba su creciente vientre mientras se sentaba en el sofá, observando las paredes de la casa que, en su momento, habían sido llenas de caos, pero ahora estaban llenas de recuerdos felices. Joel, que había madurado mucho en estos dos años, la miraba con una expresión de asombro y amor. Aunque había pasado por tanto dolor, el amor que sentía por Gaby ahora era más fuerte que nunca.

"¿Estás lista para ser mamá?" le preguntó Joel, sonriendo mientras se agachaba a acariciar su barriga. Gaby le miró con ternura, respondiendo con un suspiro.

"Más que lista. Aunque tengo miedo, Joel. No puedo evitarlo... Este bebé, nuestra hija, es todo para mí."

Joel la miró a los ojos y dijo con firmeza: "No tienes que temer, Gaby. Yo estaré aquí todo el tiempo, en cada paso, como siempre. Juntos lo haremos."

Luci, la madre de Gaby, también estaba allí, acompañándola en este momento tan especial. Había pasado mucho tiempo desde que Gaby había comenzado a curarse de las heridas del pasado. Luci había sido una gran fuente de apoyo para su hija, y ahora que su nieta estaba a punto de nacer, el amor de madre se expandía aún más.

A pesar de la alegría, Gaby sentía que había algo en el aire, como si estuviera esperando algo más. Las cicatrices del pasado nunca desaparecían por completo, y a veces la sombra de las viejas heridas la alcanzaba en momentos de calma. Pero cuando Joel la abrazaba, o cuando sentía una patadita de su hija, esas sombras se disipaban por completo.

"Estoy lista para ver su carita", dijo Gaby con una sonrisa, acariciando su vientre una vez más.

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El tiempo pasó rápidamente, y el día del parto finalmente llegó. Gaby estaba nerviosa, pero llena de esperanza. La habitación del hospital estaba llena de calidez, y Joel se encontraba a su lado, sosteniéndola con todo su apoyo.

"Te amo, Gaby. Todo va a estar bien. Juntos lo hicimos."

Con una respiración profunda, Gaby asintió, y el tiempo pareció detenerse mientras el milagro de la vida ocurría frente a ellos. Finalmente, con un último esfuerzo, Gaby dio a luz a una hermosa niña, su hija. Joel estaba a su lado, con lágrimas en los ojos, observando a su hija por primera vez.

"Es perfecta", susurró Joel, su voz quebrada por la emoción. Gaby sonrió, agotada pero feliz, mientras miraba a su hija en los brazos de Joel.

"Lo logramos, Joel. Somos una familia."

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El camino no había sido fácil, pero con cada desafío, con cada lágrima y con cada sonrisa, Gaby y Joel habían construido una vida llena de amor y esperanza. Ahora, con su hija en brazos, sabían que el futuro era suyo para escribirlo, juntos. Y por fin, después de todo lo vivido, el ciclo de dolor y sufrimiento había sido reemplazado por la paz y la felicidad que siempre habían soñado.

La familia estaba completa.

Gaby miró a Joel, su corazón lleno de amor y gratitud, mientras él sostenía a su hija recién nacida en sus brazos. La pequeña, aún envuelta en una manta, dormía plácidamente, ajena a la emoción que envolvía a sus padres.

"Hamji," repitió Gaby suavemente, mirando a su hija. "Es un nombre hermoso, Joel."

Joel sonrió, su mirada brillando con ternura mientras observaba el rostro de su hija. "Hamji... De cariño, Ham," dijo con una ligera risa, sintiendo un vínculo profundo y especial con su hija. "Es nuestro pequeño tesoro, nuestra razón para seguir adelante."

Gaby asintió, su corazón colmado de alegría. El nombre que habían elegido, Hamji, parecía reflejar todo lo que habían vivido hasta ese momento: la fortaleza, el amor y la superación. Para ella, Hamji no solo era un nombre, sino un símbolo de su viaje juntos, de cómo, a pesar de todo lo que habían pasado, habían encontrado la paz y la felicidad.

"Hamji, nuestra hija," repitió Gaby, acariciando la pequeña mano de la bebé. "Te amamos más de lo que las palabras pueden decir."

Joel miró a Gaby, la sonrisa en su rostro más genuina que nunca. "Te amo, Gaby. Y Hamji... Hamji será la luz de nuestras vidas."

La habitación se llenó de una paz que había estado ausente durante tanto tiempo. Juntos, como una familia, sabían que este era el comienzo de un futuro brillante y lleno de amor.

Fin.