Entrada de diario
Hoy es un día nuevo, me levanté con una sonrisa debido a los eventos recientes, me siento más motivado y eso es suficiente para correr 40 km
Pero me deprime siempre pensar que será transitorio y que sus ojos que siempre ven hacia el otro lado no estén enfocando mi silueta siquiera
Cómo siempre corrí pero está vez fui un poco más lejos de lo normal antes de volver al punto de partida, estaba cubierto de sudor y se notaba como palpitaba mi corazón, me acerque cuando la vi cabizbaja con su cabello como el oro que bajaba por detrás de su oreja, la tome de los hombros y le dije
Arthur - Oye estás bien?
Ana - Arthur? Tengo miedo Arthur, siento que le estoy haciendo daño
Arthur - a quien Ana?
Ana - él me miró de mala forma ayer cuando le dije que me sentía vacía
Arthur - vacía? Espera el? Tuvo el valor de mirarte mal a ti, qué valiente
Ana rio efusivamente mientras lágrimas caían de sus ojos
Ana - últimamente, bueno, no quiero que veas mi cara así - dijo con vergüenza.
Entonces hice el amago de abrazarla aunque pare en el momento en que recordé que no era mía, la tomé de los hombros y puse mi abrigo en su espalda, la capucha tapaba su cara aunque de espalda no la veía.
Ana - bueno, es gracioso no, estar despierta por una cosa tan simple.
…
Ana - ¿Alguna vez te has sentido... como si nada tuviera sentido? —preguntó ella, sus palabras cargadas de una tristeza palpable.
Arthur suspiró, reconociendo el sentimiento en su propia alma.
Arthur - Más veces de las que puedo contar. A veces, siento que estoy cayendo en un pozo sin fondo, sin nada a lo que aferrarme.
Ana asintió de nuevo, esta vez con más vigor.
Ana - Sí, así es como me siento todo el tiempo. Como si todo fuera una farsa, como si no hubiera un propósito en nada.
Ambos se quedaron en silencio, dejándose llevar por la serena desesperación del momento. Finalmente, Arthur habló:
Sabes, he leído que hay personas que encuentran belleza en el dolor, que transforman su sufrimiento en algo significativo. No sé si eso es posible para nosotros, pero… los humanos siempre encontramos una chispa de felicidad en los tiempos difíciles
Con una voz suave pero melancólica Arthur dijo: no te rindas
Ana lo susurró, sorprendida por su sinceridad y por la ligera chispa de esperanza en sus palabras.
Ana - No lo sé - dijo -. Pero me gustaría intentarlo. Intentaré un poco más.
Arthur sonrió, la primera sonrisa genuina que había tenido en mucho tiempo.
Arthur - Me parece una buena idea. Después de todo, que nos detiene de vivir un poco más
Arthur - ahora sí jovencita, a la cama, no deberías estar despierta a esta hora -dijo con una leve sonrisa.
Ana - no sé, no quiero caminar, llévame sobre tu espalda, -con una cara de perrito elevó sus brazos hacia mi, quien no pudo negarse a tal pedido...