Entrada de diario
Ha pasado casi año y medio desde que empecé este reto y este diario, aún recuerdo el sufrimiento de los primeros meses (objetivos y objetivos)
Siendo sincero me siento mejor, mi día a día es más a color que gris y últimamente he ido a la universidad de nuevo, he visto a Ana más frecuentemente de día aunque solo nos saludamos aún así es divertido.
Hice un par de amigos y tenemos la intención de iniciar un pequeño negocio, (aún quiero a Ana) está profundamente impregnado en mi su olor y su esencia, pensé que por sus discusiones frecuentes habían terminado Pero él sigue ahí y solo me queda desear que sea feliz.
Aún después de esta mejoría sigo corriendo en el mismo lugar a la misma hora y justo ahora 12:00 AM acaba de pasar medio año de reto y nos vemos mañana.
Mañana
(Tic tic, tic tic) Sonido de alarma*
Hoy hacía más frío que lo normal. Al salir a correr el viento cortante se colaba entre mi abrigo.
La luna, en su tímida despedida, lanzaba sus últimos destellos sobre las calles desiertas, mientras yo, con un trote torpe y somnoliento, intentaba encontrar el ritmo que me permitiera olvidar la helada que se adentraba hasta mis huesos.
El silencio de la madrugada era roto únicamente por el crujir de mis pasos sobre la escarcha y el ocasional bostezo de algún coche solitario.
En esos momentos, mientras el cielo empezaba a teñirse de un azul tenue,tenía la promesa de mejorar, de dejar atrás la pereza y el frío, y cada día, el mismo encuentro inevitable con la noche aunque fría en este día mi realidad en una mañana invernal.
(De repente)
Sentí la sensación de estar perdido en un laberinto sin salida. Las paredes eran oscuras y húmedas, y el aire tenía un peso que oprimía mi pecho.
Caminaba sin rumbo, mis pasos resonaban con un eco solitario que se volvía más ensordecedor con cada movimiento. La sensación de soledad se afianzaba en mi alma, un vacío que parecía interminable.
Las escenas cambiaban y me encontré en un prado bajo un cielo de tormenta. La lluvia caía con fuerza, empapando mi ropa y mi espíritu.
En medio de la desolación, vi a Ana. Estaba allí, a lo lejos, con los brazos extendidos hacia mí.
Su voz, aunque ahogada por el estruendo del trueno, llegó a mis oídos: "Arthur, siempre estaré contigo". Cada vez más se acercaba más.
Justo cuando estaba a punto de alcanzarme, cuando mis dedos casi rozaban su piel, desapareció. La ausencia de su presencia fue un golpe brutal, dejándome de nuevo en la penumbra de mi propia mente.
Desperté de golpe, con el corazón latiendo frenéticamente..
una sensación de pérdida tan real como el mismo sueño.
La soledad me envolvía como un manto helado, y las palabras de Ana resonaban en mi mente.
¿Cómo podía seguir adelante cuando el único consuelo era una ilusión que se desvanecía al primer contacto?
Me quedé allí, en la oscuridad de mi habitación, luchando contra la creciente desesperanza y la certeza de que, en algún lugar profundo de mi ser, esa promesa aún tenía un hilo de verdad al que aferrarme.