Transcurrieron unas dos horas desde ese intercambio de teorías y Posterior Hipótesis.Un saco marrón, lleno de polvo, fue lanzado al suelo de piedra, levantando hollín y a sí mismo, la suciedad del suelo, formando pequeñas nubes de polvo.Un jadeo por parte de la Anciana se escuchó gracias al ferviente esfuerzo. Estiró su brazo para prestar la antorcha al niño más cercano, y pidió encender la vela que yacía protegida debajo de un frasco de vidrio en la pared. Mientras la anciana se adentraba en la oscuridad, el niño elegido para encender la vela (Quién, por cierto, resultó ser Doushu), se puso de puntillas para abrir el candelabro que colgaba de la pared, e hizo lo que se le pidió.La pequeña habitación oscura, de pronto se convirtió en un espectáculo de sombras bailarinas.La mayoría de los niños Genin y Chunin, se encontraban en el pasillo que continuaba la dirección del Túnel elegido para dirigirse al exterior, asomándose en la pequeña habitación sin puertas ni ventanas; Para percatarse después de toser y limpiarse los ojos por la suciedad, que se trataba de un surtido almacén.Los ojos curiosos no evadieron la urgencia de querer ver lo que hacía la mujer Anciana. La misma, quién hace unos días les mostró como su cuerpo anciano se mantenía en forma, llegando a girar en el aire y a correr tanto como sus piernas le permitían; Ahora bufaba mientras se inclinaba, y levantaba sacos de quién sabe qué cosa, apartarlos del camino, lanzándolo al suelo.Doushu se acercó un poco a su lado para iluminar con la antorcha, en el caso que la luz del candelabro no fuese suficiente para ella. En eso, el montón de niños más cercanos a la entrada del almacén, tomaron la iniciativa de entrar para registrar el sitio con la mirada.La habitación estaba sucia, pero había una cantidad inmensa de estantes grandes con cajas de diferentes tamaños y tipos; Cartón, madera y hasta plástico. Las cajas más grandes, eran las de madera, y éstas estaban mayormente en el suelo apartadas de los estantes y amontonadas entre sí, o encima de los estantes.Sarada, con su capa puesta, fue la primera en adentrarse con curiosidad. Miraba hacia arriba, tratando de descubrir con una simple mirada, qué era lo que se guardaba en este almacén. Los demás entraron a sus anchas.— Esto...— Aquí se guarda la comida de mis subordinados; Aquellos que viajan entre los túneles, y los que trabajan en la superficie.— ¿Eh? Comida... ¿Se quedan tanto tiempo en la superficie? — Sarada ignoró los registros que sus compañeros hacían, asomándose por las estanterías o dando vueltas por el lugar. La niña Uchiha se acercó a la espalda de la mujer anciana, que yacía inclinada al fondo de una caja grande de madera, revisando algunos envases y leyéndolos detenidamente. — ¿No se suponía que usted no se involucraba con su Presente? ¿Por qué su gente merodea allá arriba?— Um... No soy Omnipresente, ¿Sabes? — La mujer se tomó un momento para leer algo en una lata, y después quitó el papel de la misma, y repitió lo mismo en las latas que se parecían a la primera. Apiló todas las elegidas, una sobre la otra, en el suelo. — Si se diera el caso de que ustedes hayan tomado otro rumbo y no hubieran llegado hasta mí, ellos los hubieran encontrado a ustedes.Sarada la miró con tranquilidad, quizás imaginándose el escenario.— Salen en incógnito por todos los continentes, para asegurarse de que todo esté yendo bien. Tienen mi expresa orden de no involucrarse en NADA, a menos que se trate de gente refugiada del Pergamino.En ese momento, la espalda de la anciana se tensó un poco a ojos de Sarada, y murmuró inaudiblemente:— Aunque tienen más razones para estar más alerta ahora. No puedo desperdiciar tanta comida, si es que algunos toman este túnel...— ¿Um? ¿Alerta...?La pregunta de Sarada fue recibida por oídos sordos, excepto por Boruto: El único Uzumaki había cesado su escrutinio en el almacén, y miró con ambas cejas levantadas, a su amiga de la infancia, quién había fallado en llamar la atención de la Abuela con su pregunta.Antes de que Boruto siquiera tuviera tiempo en acercarse y preguntar más al respecto, la Anciana se levantó, dando unos quejidos. De nuevo, Boruto Y Sarada hicieron una mueca ante lo que estaban presenciando. Conocían poco a la mujer que los había recibido de buena manera a su escondite, pero conocían ESE lado suyo; El lado de ella que era bueno en el combate.Era claro que su vago intento para apartar las preguntas, era hacerse la verdadera anciana.— ¡Muy bien!, Ahora que estamos todos, hagan una fila y tomen cada uno una lata de atún, esa será su cena. — Dijo la Abuela, con aires amenos. —Aún le daba la espalda a Sarada y el resto, recomponiéndose de la pose SUPUESTAMENTE incómoda que había estado utilizando para apilar las latas. Tenía cuidado de no hacerlas caer, recostándolas en su pecho. Un detalle pasó por su cabeza, y decidió que informarles las reglas de uso de los almacenes, era la mejor opción.— Si no se han dado cuenta, llevo a cabo mi trabajo basándome en el cambio equivalente. — Les dice, volteándose a ellos. Escuchó a lo bajo como algunos susurraban cosas inaudibles para ella. — Para ser refugiados del pergamino, no sé si el tema será traumático para ustedes... pero sea como sea, esa será su vida desde ahora, y deben preservarla. Tomen mis reglas como práctica. Miren, aquí hay unas latas de atún para ustedes, pero en su lugar tendrán que dejar cada uno un arma. Sé que por seguridad llevan Kunais, por favor, dejen cada uno, Uno, Y Después...Su explicación fue pausada a medias, por voluntad propia.Y Es que no se topó con algo sorprendente, ni aterrador. Lo más esperado eran preguntas que pusieran en duda ese 'Cambio Equivalente' del que hablaba, y la razón tras la decisión de usar ese término para poner a trabajar el Pergamino. Ella estaba decidida a explicarlo si aparecían las dudas, pero lo que vio la obligó a callarse sus explicaciones.Porque, siendo La Uchiha Y El Uzumaki los que estaban más cerca de ella, Todos los niños se estaban cubriendo la nariz.Algunos con una sola mano, otros con ambas. Los más discretos preferían el antebrazo o simplemente mirar por encima del hombro, pero el acto era el mismo.Ella, con las latas de atún en brazos, solo pudo mirar el extraño comportamiento, en silencio. Posteriormente, les preguntó a los que estaban prácticamente frente a ella.— ¿Qué pasa? ¿Qué les sucede? — Examinó a los demás desde su posición, y regresó su atención a Boruto y a Sarada cuando no quedó satisfecha. Sin embargo, ambos niños retrocedieron un paso cuando ella se acercó, arrugando los rostros con incomodidad mientras se cubrían las narices con ambas manos. — ¡¿Eh?! ¡¿Q-Q-Qué pasa?! ¡¿Huelo tan mal?! ¡¿O Se me pegó algo...?!— Uoh...— N-No, Esto... ¡Hm!Otra vez.Boruto había sido el que tuvo la valentía de abrir la boca debajo de sus manos para aclarar el malentendido, pero ni siquiera eso fue suficiente para amortiguar el asco. Casi al mismo tiempo, Sarada se había estremecido, y retrocedido unos pasos más con Boruto frente a ella.Llevó sus ojos al resto. Sí, definitivamente algo ocurría, todos tenían la misma cara, como si un ratón muerto se les restregara por el rostro. Otros incluso salieron del Almacén, como el Equipo de Denki Y una parte del Ino-Shika-Chou.Y los que tenían la seguridad de no oler más el hedor que los incomodaba, murmuraban lo mismo:— Huele mal...— ¿Qué es ese Olor?— ¿Por qué de pronto... huele tan mal aquí?Una respuesta directa tras otra, que apuntaban a lo mismo: Un hedor que ella no podía percibir.Instantáneamente, cuando su ligero movimiento con las latas de atún los movió, haciendo que Boruto Y Sarada retrocediesen de nuevo, la Anciana comenzó a atar cabos. O Al menos, los que creía que estaban destinados a unirse, teniendo a la luna brillante como principal base de culpabilidad.— Debe de ser una broma... ¿Verdad?, No pueden ser tan crueles...Su murmullo fue escuchado por todos, pero ninguno tenía la valentía de mirarla. Temían que, de hacerlo, el hedor se colara por sus fosas nasales y los volviera a perturbar. Sarada y Boruto simplemente fruncían el ceño mientras que observaban a la anciana por encima del hombro, a medias.La suposición le había provocado un nudo en el estómago. Mirai había partido, y le había hecho prometer a la Anciana que los cuidaría. Incluso lo haría sin que la de los ojos rojos se lo pidiera, pues ese era su trabajo; La razón por la que era la única conocedora del Pergamino, además del guardián, que seguía con vida.¿Cómo se suponía que iba a mantenerlos fuertes y saludables, si el problema trascendía a cosas más directas? Jamás había cuidado de alguien que no pudiera comer, y a sabiendas que puede haber alternativas para la comida, el caso de los niños del futuro, era diferente a grados inmensos en comparación con las situaciones normales.Para empezar, ella siendo del 'Pasado' en el tiempo de los niños, le va a ser imposible darle comida mediante las vías. Nutrientes y demás, no eran una opción; estaban descartadas desde el principio. Alguien del pasado no puede quitarle sangre a alguien del futuro que no haya nacido en el presente, por lo que el cuerpo de la persona que sacará la sangre, interpretará al niño o persona no nacida en el presente, como algo que no existe.Es decir, o la sangre se evaporará al extraerla, o los nutrientes que ella intente pasar, ni siquiera surtirán efecto; Pues serían ejecutados por alguien del 'Antes' a ojos de los niños.— Me temía que esto pasaría, pero no a este punto.Todos alzaron la mirada o se voltearon al sentir que el olor desaparecía. En el momento justo, las latas de atún provocaron estruendos pequeños al chocar con otras latas en el cajón. La anciana estaba regresándolas a su lugar, y volvió a poner los sacos sobre la caja de latas.— ¿Qué...? — Namida aspiró a decir. —Pero la Anciana se adelantó con firmeza.— Diríjanse al túnel, tienen que salir rápidamente al exterior.— ¡¿Ah?! ¡¿Cómo dices?! — Boruto lideró la sorpresa de sus amigos. —La anciana se acercó a Doushu, y tomó la antorcha que este seguía sosteniendo. En el transcurso de esos segundos, Hoki se había acercado para ser él mismo quién preguntara sobre las contradicciones que la mujer estaba haciendo. Primero habían sido ordenados a evacuar y evitar la luna; Ahora, eran mandados a hacer lo contrario.Sin embargo, sus palabras no tuvieron tiempo de salir cuando la mujer le lanzó una expresión melancólica.No era tristeza ni dolor... era algo más cercano a la pena; A La Impotencia de querer hacer algo por alguien, y no poder. Hoki abrió los ojos en silencio, y la Mujer, como muy pocas veces desde que se conocieron, usó un tono condescendiente y amable, simpatizando con su situación, y otorgándoles entendimiento.— Esto ya se lo expliqué a Mirai a su tiempo, y a ustedes posteriormente. — Les dijo ella, suavemente. — ¿Saben que sus cuerpos, Átomos, y todo de ustedes, actúan como si todavía se encontrasen en su tiempo Original?Hubo un silencio largo, pero ella lo interpretó como una afirmación. De ser lo contrario, había recibido oleadas de preguntas.Ella dejó salir un profundo suspiro, dejando salir aire por la nariz mientras se acercaba a la puerta, agrupándose con la cantidad de niños que antes intentaban huir del hedor desconocido.— El Pergamino los individualiza de Este presente para evitar que el mundo los mate instantáneamente. Es como si estuvieran colados. Por eso, pensé que, lo que ustedes sentían como hambre, iba a reducirse con solo dejar de sentir apetito, más no a ser incapaces a consumir alimentos de aquí... pero veo que fui muy ingenua, les ruego una disculpa.— ¿A Qué se refiere con que no podemos sentir apetito...?Esperando una pregunta del Taketori, la anciana revisó su ligera confusión al grupo de niños, encontrándose con unos ojos miel que la miraban estupefacta desde el pasillo del Túnel. La única sobreviviente del clan Akimichi de un futuro inexistente, apretaba las manos desde debajo de su capa. No estaba dolida, pero sí se le percibía anonadada.De nuevo, otro silencio cayó, mientras que todos observaban a ChouChou en confusión. La Anciana no tuvo otra que responder.— Eso fue lo que pensé, pero como dije, he sido lo suficientemente tonta como para subestimar el poder cósmico de ese maldito Pergamino. — Gruñe la Gran Anciana. Saliendo al Túnel, los que se encontraban dentro del Almacén, le siguen. — Pensé que simplemente sus sentidos como el Hambre y el sueño, iban a ser 'Desactivados'. En otras palabras, no iban a ser capaces de sentirlos, pero eso no significa que no los necesiten. Creí que, enseñándoles que deben de seguir un horario exacto para comer y dormir, aun sin sentir hambre o sueño, iba a ser suficiente. Pero fallé.— ¿Está diciendo que no podemos comer ni dormir...? — Inojin dice, en un hilo de voz que revelaba su impacto. Al lado de ChouChou, el niño pálido abría los ojos enormemente, mientras que el sudor frío se resbalaba en su rostro. — P-Pero hasta ahora, hemos comido todo lo que nos ponías en frente, ¡No puedes decir eso ahora!Shikadai puso firmemente su mano en el hombro de Inojin. Le estaba pidiendo que no continuase. No obstante, aunque sus amigos lo tomaron como una advertencia para que la anciana se explicase, ella se lo había tomado muy personal.Los ojos verdes manzana la observaban con una frialdad calculadora, en ese rostro perfilado y juvenil. No parecía estar viendo el rostro de un niño que supuestamente, vivía en un mundo donde la paz había triunfado. Shikadai le estaba retando a proseguir.Ella creía que la pelea con Mirai, había hecho que Shikadai pensara mal de ella. No es que le importase, ella no era una niñera. Pero sí se preocupaba por el bienestar de los niños del futuro individualmente; Ella había jurado dar su vida por cualquiera que se perdiera en el tiempo.Pero Shikadai no pensaba así en ella. La estaba viendo como una mentirosa a la qué tener vigilada.Ignoró esa mirada latente que le pinchaba la cien desde la distancia, y miró al suelo mientras encontraba las palabras adecuadas para contarle a los niños la verdad.— Siendo directos: Ustedes no pueden consumir nada del pasado. Ni comida, ni agua; Nada. Todo de ustedes actúa como si se encontrase en su tiempo original, el futuro. Por lo que la comida que tengan en frente, será interpretada como comida añeja de más de diez años, aunque realmente no sea así.Un impacto se pintó en las caras de los Genin Y Chunin presentes, pero fueron pocos los que exclamaron en contra.— ¡Debe estar bromeando! ¡Lo que dices no es verdad, es una farsa! ¡Seguro el hedor de antes significa algo más! — Exclamó Wasabi. La niña gata dejó a sus dos amigas atrás para aproximarse. Su altura, para ser una de las niñas, era sorprendente frente a la anciana. La castaña tenía la ansiedad cubriendo todo su rostro. — ¡Como dijo Inojin, comimos todo lo que usted nos dio! ¡Todo eso debe de ser—— No, es verdad.Una voz sembró una nueva duda. Wasabi había puesto en palabras lo que todos tenían en mente: Algo debía de estar mal con la afirmación de la Anciana, ellos sí eran capaces de comer.Nara Shikadai, que era el responsable de negar a favor de la Anciana, era observado por todos. Nadie veía en él la misma cara fulminante y circunspecta que se le era dirigida a la anciana. El detalle únicamente la dejó un poco fuera de lugar, ¿En qué estaba pensando ese chiquillo, dándole la razón?Era su oportunidad para sembrar cizaña, y si las cosas salían bien, hasta podría haber convencido a todos de ir tras la de los ojos rojos.Pero el acto de NO hacerlo, la dejó un tanto a la espera.— Hemos estado perdiendo el apetito los últimos días, cuando debía ocurrir lo contrario. — Reflexiona el pelinegro en voz alta. — Nos ejercitamos sin descanso, pero el hambre disminuía. Debe de tratarse de una especie de adaptación.— ¿Adaptación...? — Sorprendida de que el Nara haya sacado a relucir ese detalle, provocó en Wasabi una ligera sensación de estrés. —Casi al mismo tiempo, todos voltearon a ver a la mayor del grupo. La Gran Anciana había decidido explicarlo por sí misma de todas formas, pero la suma de la opinión del pelinegro la había desconcertado. Así que, para quitarse una idea equivocada de la cabeza, negó suavemente para sí.— Las cosas que sé del pergamino, se debe a que he estudiado lo que se DOCUMENTÓ de las primeras partes del mismo. — Les dice ella. — Desconozco la mayoría de las cosas, pero pueden estar seguros que esta no es una de ellas. El Pergamino fue creado para que personas regresaran a un pasado accesible para ellos; No fue creado para aquellos que son menores al pasado elegido. Por esa misma razón, pienso que tal vez, una de las desventajas de ustedes, es que serán incapaces de sentir hambre. Eso es contraproducente si quieren sobrevivir por su cuenta.Alto riesgo a heridas, enfermedades y Ataques provocados por el Pasado; La imposibilidad de consumir alimentos del Pasado; Y La peligrosa posibilidad de no llegar a sentir dolor, o en el peor de los casos, llegar a sentir alguna herida que pueda provocarles la muerte inminente. Esos eran los efectos secundarios del Pergamino, que hacían acto de presencia a manera física.¿El apetito que estaban perdiendo en estos días, se debía a eso?— Cuando te tratas una herida, tarda su debido tiempo en sanar. Es la misma situación para los refugiados. — Les Informa la anciana, encaminándose a la dirección que continuaba con la dura caminata de antes. — Sus superiores, o por lo menos, si es que sabían de esto, no podrían acercarse tan despreocupadamente a ustedes. Ellos, Adultos en el límite del tiempo; Y Ustedes, niños fuera del límite, se adaptan de manera distinta. Si se mezclaban en los primeros días, era probable que muchas cosas funcionaran mal, ya sea que las comidas que consumieran no los alimentara correctamente, o que sus órganos no funcionasen. Pero ahora eso es lo menos que importa, ya el Pergamino les está surtiendo efecto.— ¿Y Ahora...? — Boruto murmura. Inmediatamente visualiza situaciones en las que aquello sería un problema más grande. — ¡¿Cómo se supone que nosotros...?!De nuevo, las especulaciones iban a filtrarse entre ellos, cuando la mujer levantó su mano libre para cesarlas. Con voz solemne, habló:— Ya, ya, no se asusten. Está claro que el objetivo del Pergamino es asegurarles la vida, matarlos sería una contradicción. — La mujer descarta los escenarios preocupantes, haciendo un ademán con su mano. Su tono de voz, digno de una mujer anciana senil, no parecía estar tomándose el tema tan en serio, por lo que se ganó algunas miradas cansinas. — Tengo una idea. Si su teoría de que esa niña con ojos de luna ha burlado al pergamino, termina ser la realidad, ¡Entonces podemos hacer lo mismo!— ¿Podemos burlar al Pergamino para sentir hambre otra vez? — ChouChou cuestiona desde la parte trasera del grupo. —En diferentes circunstancias, se le habría lanzado miradas repicadoras a la morena. Pero, todo lo contrario; tanto su actitud triste, así como la aparente rendición de sus amigos, ameritaba una honesta preocupación. Habían huido del cataclismo y perdido a sus seres queridos, y después de pasar por todo eso, no querían terminar muriendo de un hambre que eran incapaces de sentir.— Eso es imposible, ese es el precio que les tocó pagar a ustedes. — Declara la mujer mayor. —— ¿Y Cómo lo burlamos? — Mitsuki, siendo de las pocas veces que lo hace, indaga. Sus compañeros de equipo lo observan. —— Sus cuerpos siguen actuando como si estuvieran en casa. Eso me hace pensar en que, la única posibilidad de que ustedes puedan comer algo sin sentir asco, y con la seguridad de que se les pueda alimentar adecuadamente, sea más simple de lo que creen: Crear sus propios alimentos, ustedes mismos.— ¿Comida cacera? — Instantáneamente, Boruto arruga la cara y se sostiene el mentón. — Ah, bueno, comida Personalizada... ¿Quizás...?— ¿Hace diferencia eso, Boruto...?La única Uchiha dejó escapar un pequeño resoplido de cansancio entristecido. No es que estuviera extremadamente dolida por algo tan insignificante, pero el susto de hace rato aun persistía en sus nervios.Rompiendo la incómoda situación con un suspiro resignado, entremezclándolo con uno de alivio, Hoki se recompuso y fue el siguiente en cuestionar:— Sin embargo, no podemos salir ahora, ¿Verdad?, El plan Original era esperar a que salga el sol, porque con la luna...— Y Ese va a seguir siendo el plan, créelo. — Responde la mujer, volteándose al grupo extenso y amontonado como si fuera un ventilador. — Y Quiero que lo recuerden siempre, evitar la luna. Pero me parece que esta es la oportunidad ideal para mostrarles como hacerlo sin llegar a caer bajo los mantos de la luz lunar.Hoki endureció su expresión. Se había retirado hace unas horas, la diadema Shinobi por seguridad. Ahora su cabello castaño, un poco esponjoso, se levantaba a todos lados mientras mostraba su mirada serena, con vagas experiencias serias siendo un Anbu bajo el mando de Sai-san.La Gran Abuela abre un único ojo, mostrando una extraña expresión de complicidad. Dada su manera de ser llena de secretismos y repleta de contradicciones con respecto a su comportamiento amigable con el regañón, Hoki no sintió más que una ligera mortificación.— Pónganse todos las capuchas de sus capas, nos dirigimos a un bosque a la subida. — Les dice. — No les afectará si llevan eso encima, y, además, estén protegidos por un escenario arboleo. No hay mejor oportunidad de enseñanza que rozar un poco el peligro.Y Con esas extrañas, y temerarias palabras, los niños del futuro continuaron caminando, guiados por la Gran Anciana en un túnel extenso y profundo por debajo de las tierras del viento. En poco tiempo, llegarían a tierras Arboleas: La Tierra Del Fuego.Los ojos de los Anbus permanecían fijos en la mujer atada a la silla, con las manos sujetas detrás de ella. Eran los guardianes personales seleccionados por la quinta Hokage, y bajo su mandato, se les había ordenado nunca intervenir en una batalla si Tsunade estaba en peligro.Sin embargo, sabían que su líder era más formidable que todos ellos juntos.Desde lo alto del tejado, ocultos entre los tubos y las bases, de cuatro a seis Anbus vigilaban la escena que se desarrollaba debajo. Aunque su enemigo no los veía, podían sentir su escrutinio sin necesidad de levantar la mirada.La joven permanecía inmóvil, con su máscara puesta, sentada y atada a la silla, con la cabeza inclinada hacia adelante y la mirada fija en el suelo.En la sala oscura, iluminada solo por unas pocas luces blancas sobre el objetivo del interrogatorio, se encontraban varios ninjas del rango Jōnin, familiarizados con cada detalle de la situación de los portales.Yamanaka Inoichi, líder del clan mencionado, era conocido como el más perceptivo y amigable entre los suyos. Aunque a menudo era objeto de burlas por parte de su propia gente, aceptaba gustosamente el desafío de verificar la veracidad de lo que se discutiría en ese interrogatorio, confiando en su habilidad para recopilar información sin la necesidad de su equipo especializado.Morino Ibiki, jefe del departamento de Contrainteligencia, se destacaba en el manejo de la tortura física y psicológica, en contraste con Inoichi, quien se especializaba en la recopilación de información a través de escapes hacia la mente del interrogado.Hatake Kakashi, conocido como el Ninja copia, se diferenciaba de los otros dos por su experiencia en una misión específica que probaba la veracidad de los pergaminos y las teorías relacionadas con el rey de Trozani. Kakashi había estado en ese lugar y había hablado con Saturo en persona, lo que lo hacía único para comprender la situación más de cerca.— Aquí viene. — Musitó uno de los Anbus desde el tejado de la sala subterránea. —Abriéndose camino entre la poca cantidad, pero gran prestigio, de los Jōnin importantes, la quinta Hokage se posicionó al frente de todos, con las manos cruzadas detrás de la espalda. A Sus espaldas, Shizune la resguardaba y la apoyaba, como le era obligado a hacer. Con rostro apacible, Tsunade se tomó el tiempo para ver detenidamente a la supuesta Anbu de Konoha.Se negó a quitarse la máscara, y puso la condición de responder a todas sus preguntas, si la misma permanecía tal y como estaba. Pero, incluso así, la mujer rubia tuvo una vista perfecta de lo que se suponía, era la mujer tras la máscara de gato.Una chica joven, de una edad próxima a los veintiséis años. Cabello castaño corto y despeinado en puntas, a lo cual, le vino a la cabeza el rostro de la princesa de la aldea de la Arena: La Hermana mayor del Kazekage, Temari.Estaba encorvada hacia adelante, con la atención perdida en el suelo. Desde que fue atada a este lugar, en ninguna ocasión se dirigió visual ni verbalmente hacia ninguno de los presentes.Estaba tan callada como una tumba, y tan quieta como una estatua.— Debido a la crítica situación en la que se encuentra Konoha, no dejaré pasar esta oportunidad. — Comenzó Tsunade, con su conocido tono imponente, y mirada fulminante. — Pero aprovecharé la misma para advertirte de una cosa: Si resulta que me estás mintiendo, y Konoha queda mal parada, no lo pensaré dos veces antes de matarte yo misma con mis propias manos. Nadie me saca de mi oficina por diversión.Solo sus subordinados sintieron la tensión latente que hubo tras la amenaza. Tsunade no necesitaba de gritos y armas para lanzar una potente advertencia que terminaría en la muerte de su objetivo.— Estoy al tanto. — Sacando a todos por sorpresa, y haciendo que Kakashi abriera un poco de más su único ojo a la vista, la mujer Anbu medio levantó la mirada, y había hablado a favor de Tsunade. Su tono era resignado, y no se le notaba ansiosa en lo más mínimo. — Después de todas las cosas, eso es lo menos que cualquiera de Konoha espera de usted.La afirmación los sacudió un poco a todos, y los había sacudido más de no ser por lo ambigua que era. Los más allegados al tema de los portales y el futuro, pensaron que, si la mujer mentía, hacía utilización de respuestas imprecisas que fueran a libre interpretación, y no correr el riesgo de acertar o no acertar.Pero, dado a que la niña que ella había protegido, se encontraba bajo la custodia de otro equipo Anbu en una de las tantas habitaciones de la torre Hokage, se tenía la posibilidad de que no estaba mintiendo. Pero más les valía poner en duda todas y cada una de sus palabras.— Respóndeme rápido estas tres simples preguntas. — Musita Tsunade, con escrutinio. Los Jōnin subordinados y Shizune, estaban expectantes. — Quién eres, De dónde vienes y el motivo por el cual te encuentras aquí.Un silencio distintivo los inundó por completo. Arriba los inspeccionaban los Anbus, especialmente a la mujer que permanecía atada. Kakashi, especialmente, fruncía el entrecejo a la espera de las respuestas a las tres preguntas.Eran simples, pero el trasfondo de estas sobrepasaba lo mundano.Kakashi le contó todo a Tsunade, incluyendo la historia del pasado del Rey Saturo. Por lo que, si esta persona en verdad es Una de esas víctimas del futuro a las que se refería Saturo-sama, o no, dependía explícitamente de las respuestas que la Anbu les pueda brindar.La sentencia se daría aquí y ahora.La Anbu castaña se acomodó un poco en su asiento, levantando un poco las cejas de los presentes que esperaban una reacción inesperadamente violenta. Ibiki, siempre sereno e imponente, tenía las manos metidas en los bolsillos. No las necesitaba para matar a alguien antes de que se diera cuenta de ello.— Como bien lo dije frente a sus Ninjas, Tsunade-sama... mi nombre es 'Soku'. — Le dijo la mujer a la Rubia. Esta última puso en duda sus palabras con un fruncimiento de entrecejo, y la Anbu lo supo sin tener que mirarla. — Mi nombre de Anbu... más que cualquier cosa. — Aclaró sin apuros, mezclándolo con un suspiro. — Mucho me temo que no puedo proporcionarle mi nombre verdadero, puesto a que, de dónde provengo, somos leales al líder que estaba en la cima en cuestión... y sus órdenes son claras: En caso de morir, moriremos sin dar nuestros nombres, a menos que él nos ordene lo contrario.Mientras que Shizune fruncía su rostro nerviosamente, dejando escapar un sudor frío, Kakashi observaba detenidamente a la castaña. La mención de una persona que le dio órdenes a un Anbu, había ganado su interés.Tsunade estaba centrada en las preguntas que quedaban por responder, por lo que no se apuró a distorsionar el interrogatorio.La mujer Anbu echó un vistazo desde abajo, no queriendo ver a ninguno a los ojos. Como no determinó señales de que Tsunade preguntaría por 'Esa persona', decidió complementar sus respuestas para contestar a los tres cuestionamientos de la Hokage. Regresó la mirada al suelo, resignada.— Esa Persona a la que me refiero... es uno de los suyos, Tsunade-sama. — Aclara, tan lento; como si quisiera nunca terminar sus palabras, o a la espera de ser interrumpida por alguien. Fuera de su vista, todos, menos Tsunade, se movieron ligeramente sobre sus pies. — Un Hokage fue el responsable de darme las Órdenes de permanecer aquí, y no moverme; Como, de igual manera... proteger a esa niña.Tsunade abrió los ojos. Shizune apretó los puños a los lados, en señal de desconcierto.— ¿Un Hokage...? — Cuestiona a lo bajo. Posteriormente al recuerdo del Informe de Kakashi sobre el Rey Saturo, le lanzó una mirada desdeñosa a la interrogada. — Aquí no hay otro Hokage además de la que tienes al frente. Y Que yo recuerde, si bien no he visto tu cara, no tenemos más Anbus registrados bajo tus mismas características. No eres una de los nuestros.— ¡Yo sé...! — Casi exclama la Anbu, pero se silenció a sí misma con un jadeo. Ibiki observó sus reacciones para concluir sus emociones en su cabeza, y Kakashi se acercó más al lado de Tsunade. — Yo sé... que usted sabe exactamente a lo que me estoy refiriendo.La expresión serena y desdeñosa de Tsunade, palpitó por un instante. Así mismo, los Jōnin subordinados lanzaron miradas agudas a la enmascarada cabizbaja.— Durante estos últimos días, he estado investigando a lo lejos, acercándome poco a poco. — Respondió sin tapujos la enmascarada, antes de que Tsunade preguntara por ello. La rubia fruncía las cejas, provocando que su nariz se arrugara un poco en expectación. — Claro, es imposible pasar desapercibida en semejante lugar, como lo es la torre Hokage. Pero eso no significa que sea imposible.— ¿De qué estás hablando...?— Shizune. — Con firmeza, Tsunade silencia a la azabache tras suyo. La sangre se le comenzaba a helar porque se estaba confirmando lo que más se temía desde que el equipo Kakashi regresó de Trozani. La rubia, aún firme, se dirigió a la enmascarada. — No fuiste clara con tus respuestas anteriores. Dijiste que un Hokage te mandó... ¿Insistes en que perteneces aquí?— Para su desgracia, esa es la verdad, Tsunade-sama. — Afirmó la Anbu. Tanto Inoichi como Ibiki no le quitaban la mirada de encima, pues ellos eran los que mayormente se la pasaron en la torre Hokage, y no creían que alguien desconocido se colara tan fácilmente en sus narices. — Los portales llamaron demasiado la atención... pero nunca pensé que comenzaran a buscar de entre los que salieron de ellos, a personas vivas.— ¡Responde concretamente lo que te pregunté! ¡Te estás yendo de un lado a otro! — Exclamó la Hokage rubia con fiereza, rebotando por las paredes de la sala subterránea. Ninguno de sus subordinados se inmutó. — Sé clara y concisa: Si sabes a lo que me refiero, Entonces, ¿De dónde vienes? ¡Respóndeme eso!La mujer atada en la silla, no se inmutó ante los gritos firmes de Tsunade. Estaba cabizbaja, y por primera vez desde que fue traída a este lugar, Soku levantó su mirada. Para Tsunade, era imposible ver alguna cara tras los pequeños hoyos que hacían de ojos en la máscara de gato.Pero no cabía duda de que la estaba mirando a ella. Y Sin darle una pizca de importancia, y con una calma envidiable, Soku respondió sin interrupciones:— Si lo que quiere saber es si provengo de una Konoha del futuro o no, déjeme decirle que sus sospechas son acertadas.Todos los presentes ahogaron un jadeo cuando se confirmaron sus sospechas. Soku se hundió de hombros, como si el tema ya fuese algo fácil de manejar para ella.— No tengo las respuestas exactas para responder si el futuro es incierto o no, pero siendo yo alguien que proviene de allí... supongo que solo es algo que pasa sin darnos cuenta. — Concluyó dócilmente Soku. —Los Jōnin se estaban poniendo ligeramente pálidos, y sus expresiones serias se contorsionaban en la sorpresa máxima. Shizune, en cambio, no tuvo la osadía de restarle importancia a la pronta confirmación.— E-El futuro... así que... ¡Así que sí es cierto...!— ¡Gh!Igual de pálida que sus subordinados, Tsunade se giró sonoramente hacia su antigua aprendiz y le lanzó un gruñido para silenciarla. Shizune no podía hablar demasiado, porque, aunque fuera enigmática una palabra, la Anbu podría encontrar la manera de burlarse de ellos y hacerles perder tiempo.Pero ya todo estaba en la mesa, y no podían solo retroceder e informar. Tenían solo esta oportunidad tan de cerca.— Hm, veo que hasta ya lo sabían. — Ante el murmullo de Soku, Tsunade se volteó hacia ella. — Como dije, no esperaba que buscaran a gente viva de entre los que salieron de los portales. La única manera de que hayan llegado a ese movimiento, tan rápido, puede ser porque alguien les haya contado algo al respecto. ¿Estoy equivocada?La Hokage tragó secamente, Su expresión vacilante, pero serena. Ibiki decidió dar su palabra en esta ocasión.— Antes dijiste que te colaste en la torre Hokage. — Dijo él, denotando un tono molesto. — Si eres inteligente, sabes que eso–— No es imposible. — Interrumpió Soku, dejando a Ibiki con las palabras en la boca. Giró un poco su rostro para tratar de verlo, aunque la máscara se lo dificultaba. — Me mantengo firme a mis palabras: Solo porque sea altamente difícil, no significa que sea imposible colarse en la torre Hokage.— No, sí que lo es. — Inoichi se sumó, igual de serio. — Ya lo es por la constante vigilancia, pero desde que todo esto pasó, allí dentro no hay más que Anbus y Jōnin. Es imposible, en todos los factores, que te hayas colado. De hacerlo, ¿Cómo dices que lo lograste?, confiesa.Otra vez, hubo un silencio por su parte. Tsunade y los suyos querían evitar el invento de alguna mentira, y Kakashi decidió añadir palabras suyas al interrogatorio.— Inoichi-san y su clan tienen una barrera que rodea a la aldea, tanto por debajo de la tierra, como por el cielo. Nadie puede colarse sin ser descubierto en los primeros pasos.— Estoy al tanto, no soy imbécil. — Sorpresivamente, Soku dejó salir un tono desdeñoso. Se hundió de hombros, y se dejó caer en la silla, resignándose en sus ataduras. Una rabia creciente se expandía en su verbalización. — A No ser que sea alguien que haya nacido aquí, podría haberme colado. Pero como nací fuera de la aldea, esta barrera no me reconoce como alguien de Konoha.— 'Esta'... — Murmuró, analíticamente, Shizune. —La máscara de Soku fue bañada en sombras cuando bajó la mirada completamente. Shizune apretó el agarre en el pecho de su vestido, y Tsunade aseveró su expresión.— Tengo a mi disposición una técnica capaz de suprimir el Chakra, hasta el punto de ser indetectable. — Aseguró ella, resignada. — Pero no lo utilicé en los días posteriores a los portales, puesto a que uno de los tantos efectos secundarios del Pergamino, es acostumbrar al invocado a su nuevo entorno, y eso incluye al Chakra. Eso logró que mi Chakra fuese indetectable durante esos días, y no fue hasta hace poco que comencé a quedarme en los alrededores de la aldea, sin tocar su interior.La sola mención del Pergamino, provocó un congelamiento en la enorme sala subterránea. Eran tan solo cuatro personas, más los Anbus que vigilaban en el tejado. Pero más allá de eso, todos estaban al corriente de la situación que involucraba a un pergamino.El Pergamino Prohibido.Finalmente había salido a la luz el pergamino, en una boca que no era de ninguna de ellos. Shizune sudó frío mientras la boca se le abría, incrédula. Tsunade, que era experta en guardar la calma, frunció aun más sus cejas mientras la mirada de sorpresa hacía una con su boca semi abierta.Kakashi no tuvo miedo en demostrar la perplejidad en su único ojo a la vista.— Un pergamino...Él no logró terminar, porque Soku levantó la vista al escuchar la palabra.— Así es... — Dijo, casi igual de perpleja que él. Parecía que no había tomado en cuenta que llegarían a ese tema tan rápido. — Fue un pergamino lo que me trajo hasta acá, a órdenes del Hokage... Nuestro Hokage.Tsunade hizo un fuerte ademán con el brazo, como si limpiara todo rastro de dudas para obtener la claridad que quería. Con firmeza en su voz, y el impacto en su rejuvenecido rostro, señaló despectivamente a Soku.— ¡N-No será posible! ¡¿Cómo sabías que buscábamos eso?! ¡¿Cómo burlaste las defensas, como supuestamente afirmas?!Un brillo, rugiendo de determinación, palpitó en los ojos de la quinta Hokage. No tuvo miedo en ser lo más directa posible, y se dirigió con una fiereza imponente, al único Yamanaka de la sala.— ¡Inoichi! ¡Ya sabes qué hacer!—¡Hai, Tsunade-sama!Sin esperar un segundo grito, Inoichi se abrió paso entre los presentes y se posicionó frente a la Anbu que devolvió su mirada al suelo. El rubio de cabello largo no era como los otros, y no guardaba para sí mismo su descontento y preocupación.Inoichi sudaba frío, pero como un profesional, se mantuvo firme hasta el final. Logró completar el sello que le permitía manejar más cómodamente su Chakra, y mientras lo mantenía funcionando con una mano, con la otra tocó la parte delantera de la cabeza de la Anbu que se hacía llamar Soku.Su mano cubrió toda la parte superior, rodando un poco la máscara gatuna. Soku no protestó en ninguna ocasión, y hasta se incorporó de tal manera, que le fuera fácil a Inoichi llevar a cabo su Jutsu sin tener que quitarle la máscara.Inoichi era visto por la Hokage, Kakashi, Shizune e Ibiki, en silencio. El Yamanaka estuvo concentrado, dirigiendo el Chakra en su interior hasta su cabeza, centrándose en compartir dirección con la mano que tocaba la cabeza de Soku. La quinta Hokage estaba a la espera, permaneciendo a la expectativa de que la mujer fuera, por lo menos, una víctima, como lo había supuesto Saturo-sama.Kakashi, quién había sido el escucha de primera del Rey de Trozani, aprovechó cada segundo para repetir las palabras de Soku en su cabeza. Con la perturbación en su expresión.Pergamino, Portales Y Permanecer escondido. Estaban los tres factores que mencionó el rey, en las respuestas de Soku. Para él, no había mejor manera de confirmar que esa, aunque estaba dispuesto a escuchar algo más definido que pudiera decirle la verdadera razón para abrir los portales.Es entonces que Inoichi deja escapar un jadeo.— ¡Inoichi-san! — Alerta Shizune, pese a ser la última en la agrupación. —— ¡Oye, Inoichi! — Ibiki lo llama, guardando la calma. —Y, Por último, Tsunade, quién estaba más cerca, divisó lo más extraño que haya visto desde que se convirtió en Hokage.Yamanaka Inoichi, mejor conocido por su desencriptación de sellados mentales y extracción de información clasificada, como así mismo, el mejor Ninja sensorial que la aldea de la Hoja pudiera tener... estaba sudando.— ¡Inoichi! ¿Qué pasa?Pero él nunca escuchó a los suyos. Su cabeza estaba ensordecida por lo que escuchaba, proveniente de los recuerdos regados de Soku.Luz y oscuridad. Todo y nada. Lamentos, gritos, conversaciones banales. Había de todo en su cabeza, pero nada en un orden determinado, como en una biblioteca organizada o un almacén de ropa. La mente era un vasto depósito de recuerdos, incluyendo los primeros de la infancia, imposibles de recordar conscientemente.Para Inoichi, sin embargo, era otro escenario: tedioso pero común. No encontraría lo que buscaba solo siguiendo etiquetas inexistentes o abriendo libros guía para acceder a un recuerdo específico. Ni siquiera él sabía exactamente qué buscaba.Pero cualquier cosa le serviría. Algo que conectara a esta persona con los portales, y podría hacerlo si desentrañaba los recuerdos de los últimos días. Analizar a una persona viva era más difícil que hacerlo con una inconsciente, como suele hacer en el departamento de Análisis Interno.Las personas almacenaban una vasta cantidad de información, incluso la que nunca recordarían. Podría encontrar al frente el primer recuerdo de su primer paso y, en lo más profundo, el interrogatorio sufrido a manos de Tsunade. Inoichi era el elegido para este trabajo, por su rapidez y aguda percepción.Sin embargo, ni siquiera el más grande de los ninjas sensoriales y líder del clan Yamanaka, estaría preparado para ver los recuerdos de alguien que no provenía de su tiempo.Se abrió camino en el paisaje mental, flotando entre recuerdos. En un análisis corriente, Inoichi presenciaría recuerdos desordenados pero claros, les daría orden y uniría los puntos; repetiría el proceso si quedaban cosas por analizar. No obstante, desde lo más profundo de la oscuridad de ese paisaje mental, surgió un pitido, lo más parecido a un tímpano ensordecido.El sonido vino desde abajo, e Inoichi, que buscaba su origen, reaccionó tarde al golpe sonoro. Se cubrió los oídos, ahogando un grito, mientras memorias borrosas de sucesos que no pudo visualizar eran empujadas desde abajo.—¡¿Qué es esto?! ¡¿Por qué pasa esto?! — Pensó. — Todas las memorias estaban intactas, contrario a lo que un Anbu suele padecer. Y esta fuerza... ¿Recuerdos sellados?Resistiéndose a la tortura ensordecedora, Inoichi levantó su mano derecha al frente. Arrugó la cara por el dolor de cabeza que lo golpeaba, pero no lo derrotaba. Aunque era la primera vez que algo así ocurría, abrió la primera memoria, iluminando su perspectiva como un grimorio de recuerdos.—No, ninguno de estos está sellado. — Pensó con dificultad, frunciendo el rostro. Su cabeza explotaría en cualquier momento si no mantenía la calma. — Entonces... ¿por qué? ¿Qué es este tipo de reacción?Sin control del orden, Inoichi presenció una reacción en cadena de recuerdos borrosos y cortantes, que iban y venían constantemente:—¡Debes de estar loco! ¡¡No haré esa locura!!La voz de Soku pasó por los oídos de Inoichi. Este era uno de sus recuerdos, y él veía el mundo como si fuera la Anbu mencionada. Estaba frente a un hombre más grande, igualmente enmascarado. Otro Anbu, con una máscara de mono.— Solo un cobarde elegiría ese camino... ¡¡Yo no voy a robarle un lugar a algún niño!! — Exclamó con fiereza la mujer Anbu. Inoichi juraba sentir cómo su propia garganta se desgarraba con el grito. —El hombre frente a ella la sujetó por los hombros para detenerla. A los oídos de Inoichi llegaron las respiraciones agitadas de Soku, que apretaba los dientes para calmarse. Inoichi tardó en darse cuenta de que, a diferencia del Anbu que tenía enfrente, Soku no llevaba su máscara en ese momento.—¡¿Qué te sucede?! ¡Tú no eres así! ¡Acepta las órdenes y actúa sin preguntar! — Gritó el hombre. Apretaba firmemente los hombros de la mujer Anbu y hablaba entre dientes, con la desesperación latente en su voz. — Confiaron en nosotros y así va a ser. Si para salvar a unos pocos tengo que sacrificar mi brazo a ese pergamino para que ellos sobrevivan más tiempo... ¡Eso haré! ¡Y de ninguna manera dejaré que lo arruines!— ¡Otra vez, el pergamino! — Pensó Inoichi. — Lo mencionaron de nuevo. El pergamino necesita sacrificios para funcionar... ¿Acaso esta chica se negaba a usarlo al principio?La máscara de Mono tomó por sorpresa a Inoichi, incluso si no era a él a quien se dirigía. El hombre tras la máscara susurró con una determinación temblorosa, y por los bordes de su máscara, así como la parte inferior, se humedecía con diminutas gotas de agua que se filtraban desde dentro.—Hagamos esta locura juntos... Hinoko.— Hinoko. — Repitió Inoichi, reflexivamente. — El nombre de la chica parece ser Hinoko. No mentía cuando dijo que 'Soku' era su nombre Anbu. — En la verdadera nada, sin cuerpo físico, Inoichi frunció ligeramente el ceño. — ¿Por qué la necesidad de ocultar su nombre a Tsunade-sama? Si realmente necesita su ayuda, lo mejor sería darle toda la información sin dudarlo.El recuerdo se desvaneció, y su consciencia se intercaló borrosamente entre memorias sin contexto. Pasó de ver los pies de la chica corriendo, el suelo retrocediendo con furiosa velocidad. La chica jadeaba mientras corría y, aunque Inoichi escuchaba gritos de auxilio detrás, ella no se volteó en ningún momento.Luego, divisó una feroz batalla entre personas, o al menos, lo que parecían ser personas. Soku corría y saltaba para esquivarlas, usando solo su kunai para entorpecer los movimientos de los hombres pálidos que la atacaban en grupo bajo una lluvia tormentosa y sin luz. En un momento, cuando ella saltó e hizo una seña con su mano, levantando el pulgar y apuntando a uno de ellos con el índice, una chispa anaranjada salió disparada de su dedo, impactando a los que estaban abajo.Al aterrizar en un árbol que estaba por caerse, Soku recuperaba el aire con dificultad. La lluvia hacía imposible ver más de unos pocos metros, y entre el polvo y el barro, Inoichi se puso pálido al divisar mejor los contrincantes de Soku.Eran más altos que una persona promedio y tenían cola. Eran pálidos, con áreas negras cubriendo sus ojos y toda la columna vertebral. Sus extremidades eran parecidas a las de los humanos, salvo por los pies, que eran más como patas de pájaro gigantes. Pero lo que más lo dejó estupefacto fueron sus bocas. Uno de ellos, al percatarse de la posición de Soku, la saboreó desde lejos y caminó hacia ella, encorvado.— ¡¿Q-Qué son esas cosas?! — Exclamó Inoichi a nadie. — Son grandes, y parecen ser demasiados... ¡¿Qué son?!De nuevo, el recuerdo se interrumpió por otro, y luego otro más. Como los anteriores, no tenían orden alguno, e Inoichi los encontró con un escalofrío subiéndole por la espalda.Muchos de esos recuerdos mostraban a Soku discutiendo con quien, aparentemente, era su compañero. Para la desgracia de Inoichi, que no quería creer en historias del futuro, estas personas sí provenían de Konoha. Exactamente, la misma Konoha en la que él mismo había nacido. En esas memorias, la mujer Anbu corría por los tejados o se escondía en las sombras de los lugares más viejos de la aldea, que para Inoichi eran una maravilla extrema.Había edificios del tamaño de torres de vigilancia, pero aún más grandes, con espacio suficiente para albergar a familias en su interior. Los restaurantes contaban con luces suaves en horario nocturno, y cuando Soku saltaba entre los árboles levantando la tierra de los parques, Inoichi no perdió ningún detalle de las plazas que sabía que no existían en la Konoha que él conocía.Reconoció muchos lugares, pero muchas otras cosas le parecían nuevas. La torre Hokage era más limpia y menos rústica, las oficinas eran más cerradas y tenían aire acondicionado de tamaños excesivos...Y lo más importante...—Los rostros de piedra... — Se dijo, perdido por completo en toda la información que había llegado de golpe. — Hay más rostros de los que se supone debe haber.Mientras intentaba ver detenidamente las caras Hokage desde el punto de vista de alguien que, al estar acostumbrada, nunca les ponía tanta atención, conversaciones desordenadas se colaban una tras otra, e Inoichi divisaba recuerdos que no coincidían con otros que se manifestaban al oído.— Lo hiciste muy bien allí adentro. — Escuchó decir a la voz de Hinoko, la misma que se hacía llamar Soku. —— Parece que sobrevivieron menos de los que... tenía previsto... maldición. — Gruñó el compañero de Hinoko, frustrado. —— ¡¿Por qué no puedes ir tú también, si tantas ganas tienes de que huyamos?!—Yo no soy necesario. Mi presencia entorpecería todo, y moriría más gente en consecuencia. — Respondió una voz ronca y sin ánimo al escándalo de Soku. —— ¡Es muy joven para el mando y el mundo de entonces! ¡No puedes darle todo un escuadrón completo! ¡¿Y así dices quererla?!— Quiero ir a casa...— Waa~— ¡Soku! ¡Ro! ¡Les dejamos a Sumire-chan en sus manos!— ¡¡Himawari-san!!— Esa niña... — Se percató Inoichi. En el recuerdo, un montón de niños, llenos de barro y polvo, se amontonaban. No alcanzaban los doce años, cuando, de entre esos pocos niños, una resaltó. — Esa es la niña que tienen en custodia... Aparentemente, sí era cierto que estaba con ella. ¡Pero...!Antes de que Inoichi pudiera concluir lo que se temía, otra oleada de recuerdos llegó.Soku cargaba a uno de los niños, salvándolo de ser aplastado por la tierra que se había levantado del suelo. Una visión de las manos de Soku, en una mesa vieja de madera, estando a solas con la niña de antes y su compañero Anbu. Un escenario cataclísmico, con portales abriéndose en cada rincón y tragándose todo lo que se atravesaba, e Inoichi tragó en seco al enlazarlo con su propia experiencia. Soku gritando el nombre de su compañero: "¡Ro, idiota!", mientras disparaba otro de esos extraños rayos hacia los enemigos mutantes. Y después, al llamado de Soku, todos los niños, junto con ella, entraron a un portal que parecía ser más grande que los demás.Lo último que vio de ese momento fue a un grupo de shinobis uniformados, aparentemente con lo que sería algún día el uniforme de Konoha. Reunidos frente al portal que se encogía, en lo más profundo de los campos de entrenamiento en el interior de Konoha.Y lo demás llegó sin hacer el más mínimo esfuerzo, como si esas memorias no pudieran esperar a salir y nunca regresar. Todo lo que se había desencadenado frente a sus ojos se rebobinó nuevamente, pero esta vez, en lugar de ser otro recuerdo desordenado, Inoichi pudo percibir los sentimientos de Soku vagando por esas memorias. Los rostros Hokage tomaron forma.— Me gusta más 'Hinoko'. ¡Te queda más lindo que Soku!— Solo puedo confiarles esta tarea a ustedes dos, que personifican mis propias manos.— En ninguna circunstancia permitas que Sumire muera. Haz como si al permitirlo, vieras mi rostro y quisieras golpearme.— Ustedes son Anbu de Konoha, no olviden nunca eso. Ese lugar siempre será su hogar, y tienen que preservarlo.Inoichi apretó los labios cuando, vívidamente, sintió cómo la luz del sol lo cegaba por unos instantes. Su mano, que en realidad no era suya, sino la de Soku, se alzó para bloquear el resplandor. Era un momento tranquilo, aparentemente un recuerdo lleno de cariño. Observando los rostros Hokage que, de izquierda a derecha, iban por orden de generación, un último recuerdo reveló una cara borrosa, la última esculpida en los rostros de piedra.Imposible de distinguir para él, ya que, por alguna razón, la vista le vacilaba y la cara del hombre no podía ser reconocida. Esa figura cruzó los dedos, apoyando su barbilla sobre ellos, tal como había visto hacer al tercer Hokage; así como vio hacerlo a Minato y a Tsunade-sama.Pero su sonrisa era incluso más brillante que el sol, cómplice del secretismo, cegando a Inoichi para que no pudiera ver a esa persona a los ojos. Un hombre joven, con una capa a medio poner sobre sus hombros, sonreía brillantemente hacia una Soku más pequeña y delgada. Ese hombre inclinó la cabeza, y su voz, aunque profunda, fue reconocida por Inoichi desde algún rincón de su memoria, y su corazón bombeó con desesperación, negándose rotundamente a darle nombre.— Me han contado grandes cosas de ti, Hinoko-chan. — Inoichi sintió el recuerdo en carne viva, y la mujer ahogó un gruñido cuando la persona al lado del hombre regresó su vista a la ventana. La persona sonriente cegó a Inoichi, dejándolo mudo. — ¡Espero contar contigo de ahora en adelante también!El corazón de Inoichi latía con fuerza, su mente envuelta en una mezcla de asombro y terror. La familiaridad de esa frase que durmió en los labios de la persona desconocida, gracias a que Inoichi no oyó más que una interferencia; Pero la energía de esa voz, todo indicaba algo que él no quería aceptar. El futuro y el pasado convergían en una realidad que lo desbordaba, donde los recuerdos de Soku y los rostros Hokage revelaban más de lo que cualquier análisis mental podría haber anticipado.