— Detente por un segundo y piensa las cosas objetivamente, ¿Vale?, Te explico. — Inojin utilizó sus manos para parafrasear, como si le estuviera enseñando a un niño a Hablar, abriendo bien la boca con cada pequeña palabra. — Nuestro mundo se destruyó, fuimos tragados por un trozo gigantesco de papel, y arrojados a un tiempo miserable en el que no somos nada. No tenemos un techo, la confianza en el mundo es dudosa, ¡¿Y Tú te preocupas por las papas sabor a salsa de tomate?!
— Tomato Fries. — Corrigió ChouChou, el aburrimiento surgiendo en su rostro. — Pero realmente no me preocupan tan escandalosamente, no entiendo por qué haces un escándalo. Estás quedando como un tonto.
— ¿Qué…? ¡¿Yo?! — El niño Yamanaka sacudió la cabeza, y como si fuese una obviedad, apuntó a la tienda frente a ellos con una expresión horrorizada. — ¡Shikadai nos ordenó a buscar provisiones baratas, y tú te detuviste a observar durante veinte minutos una tienda de frituras! ¡¡Veinte minutos!!
ChouChou se cubrió la oreja derecha con el semblante fastidiado. Inojin no era alguien que gritaba en público, pero culpó a la situación que (Suponía ella) lo estaba poniendo ansioso.
— El problema no son las Patatas, sino lo que también conlleva después. — Refunfuñó la Morena. — ¿No te entristece que las cosas que te gusten, estén destinadas a no existir nunca más?
— Estoy seguro que no fue un genio el que inventó esas malditas patatas. — Se quejó Inojin. — Yo podría hacerlo, quizás eso podría sacarnos de pobretones y convertir el polvo en fortuna para convencer a Mirai-san, e irnos lo más lejos posible de este país.
Al parecer, Inojin no había captado el intento de ChouChou de hacer un claro mensaje a la nostalgia. O Quizás, sí lo había hecho, pero se negaba a darle a ChouChou la satisfacción gracias a que estaba fastidiado.
Ella a menudo comparaba a Inojin con su propia madre, e incluso cuando en aquellos días el más pálido se quejaba de la líder del clan, ChouChou argumentaba para sí misma que Inojin no necesitaba de ESE detalle mensual para hacerlo irritable todos los días.
— ¡No me refiero a eso!, Ay, como sea… — Suspiró. — Encontremos un lugar barato, compremos lo que nos alcance, y busquemos a Shikadai. Ver este tipo de cosas ya me dan escalofríos.
ChouChou hizo la iniciativa de hacer un ademán, aburrida por la situación de pensar en unas patatas que ya no existían, y comenzó a caminar por la calle transitada de la aldea vacacional con la que se habían topado.
Si Sarada estaba en lo correcto, era aquí dónde el Señor Feudal tenía su casa más antigua, y en dónde sospechaban que Mirai atacaría. Mataban el tiempo yendo y viniendo, en busca de provisiones en el caso de que no fuese así, y tuvieran que caminar más.
Pero luego de unos momentos, sintió como Inojin igualó su paso después de correr hacia ella, caminando junto a la morena.
El más pálido lucía vagamente desconcertado. Tenía una idea de la razón, y frunció un poco las cejas. ChouChou se preguntaba si alguna vez serían capaces siquiera de sorprenderse ya, tomando en cuenta que su miserable situación no tenía un historial en el cual guiarse para afrontar emocionalmente los conflictos.
— Y Yo que pensaba que la única manera de obligarte a no comer, era matándote o buscar la manera en la que Shinki comentase algo al respecto. — Opinó Inojin, su tono petulante estaba completamente desgastado. —
La autoridad de quién tenía más control en el apetito, ya no tenía peso en el escenario actual, y lo sabía.
ChouChou hizo un sonido quejoso.
— ¿Cómo se supone que pueda sentir emoción por la comida, si la fuente principal de esa emoción, está desactivada? ¿Huh? — Se defendió, sin ánimos. — Ya escuchaste a la abuela. No podemos sentir hambre, y Shikadai nos aconsejó seguir comiendo en un horario establecido. Parecemos robots a los que se les tiene que poner combustible… la comida ni siquiera tiene sabor.
— Hm, um… — Inojin intentó protestar, o siquiera decir algo para apaciguar ese pensamiento. Pero por más que se girara para ver los puestos de comida, ni siquiera pudo sentir el aroma de los platillos que se ofrecían bajo el sol del medio día. — Ugh, no soy fanático de la grasa, y personalmente, me parece una de las cosas más asquerosas que se pudiera comer en una mesa decente. Pero estoy deseando oler, al menos, un poco de eso… — Usó su olfato para tratar de discernir algún aroma familiar, sin resultados. — Pero… nada, no huelo ni el carbón de esa parrilla.
— ¿Ves?, Es inútil. — Protestó ChouChou, girando en la esquina con el Yamanaka pegado a su hombro para evitar el contacto con las personas que pasaban. — Oye, ya deja de hacer eso.
Inojin chistó con la lengua. ChouChou solo era un poco más alta que él, pero por alguna razón, el más pálido solía correr en sus caminatas. Solo ChouChou sabía la razón: Lo hacía cuando estaba ansioso.
— Tú haces huelga con la comida. Yo con las personas. — Gruñó él, molesto porque la tela de su vieja capa, había rozado a medias el hombro de una mujer. — Ugh, si esto sigue así…
— ¡Deja de tratarlos como apestados! ¿Qué te pasa por esa cabeza? — La única Akimichi agarró a Inojin por el hombro, y aunque éste todavía no se rindió con sus esfuerzos meticulosos (Y Evidentes) de esquivar a la gente, había calmado su paso. —
La morena se centró en no llamar la atención con su tono de voz, al contrario de Inojin, que ya lo había hecho al estar esquivando a las personas como si se trataran de una especie de orangutanes frente a él.
— Recuerda lo que dijo Shikadai: No llamemos la atención. Dudo que Sarada, Boruto y Mitsuki estén esquivando a esta pobre gente, a menos de ser necesario. ¿Puedes controlarte, al menos hasta que yo me aleje de ti?
— ¿Qué tratas de decir con 'Al menos hasta que yo me aleje de ti'? — El rubio puso los ojos en blanco. No estaba enojado, y ya estaba lo suficientemente cansado para montar una escena. — Escucha: Ya no podemos sentir hambre, cualquier mínimo daño que suframos podría matarnos… ¡Oh!, Se me olvidaba, ¿Cómo puedo ser tan tonto? — Inojin se dio un golpe tonto en la cabeza, y apuntó a ChouChou con el entrecejo fruncido, chistando sus últimas palabras. — Hay personas que nos quieren muertos por alguna razón. Ya teníamos suficiente, y, no sé tú, gordita, pero me niego a ser carne molida para un grupo de inadaptados sociales que solo matan porque es divertido.
El más bajo se cruzó de brazos. Y, Mientras caminaba al lado de una Akimichi que le fulminaba con ojos de pescado muerto, se apegó más a ChouChou para evitar chocar con unos niños que corrían felices por la calle transitada. La castaña se quejó mientras era empujada más al costado de la calle. Los niños ni siquiera estaban cerca de Inojin, estaba exagerando a sus ojos.
— Solo estás siendo supersticioso. — Gruñó ella. —
— Llámalo como quieras, no quiero enterarme mañana que, 'Tocar a los del Antes hará que despiertes en pedacitos', después de intercambiar tacto con algún rarito de por aquí. Déjame en lo mío, foca.
— Uff…
ChouChou suspiró, casi asqueada por la audacia de su amigo de la infancia.
— Aunque él siempre fue así, no sé por qué me quejo. — Se dijo a sí misma. — Supongo que, al ser rebobinado, toda madurez que habría ganado, volvió al inicio, eh…
— Sabes, seré un supersticioso a tu punto de vista, pero no un sordo. — Dijo él a su lado, refunfuñando. — A Todo esto, ¿Qué es lo que buscarán Shikadai y los demás?
— Boruto y Shikadai buscarán agua y pistas del paradero de Mirai-chan. — Respondió ella, distraídamente. A Menudo era él quién reclamaba el puesto de solemnidad entre los dos, pero frente a todo esto, ChouChou ya estaba cansada de cuestionarse las cosas. — Sarada y Mitsuki… bueno, ellos dijeron que podrían arreglárselas fuera. Acordaron que buscarían posibles sitios para pasar la noche, y asegurarse de que todo estaba bien fuera de la aldea. Hacen lo mismo, pero fuera.
— No eres de detalles, ¿Verdad, gordita?, con eso de que no te importaba qué era lo que le echaban a la comida, y qué tanto te metías a la boca.
Un vaso sanguíneo iba a hincharse en la frente de ChouChou, pero se controló. No estaba siendo quisquillosa con Inojin y sus comentarios; eran normales, y, de hecho, sería preocupante si de la noche para la mañana, le hablara de 'Chan' y de 'Lo que importa no es el exterior, ¡sino el cómo quieres que las personas te perciban!', u otras tonterías de las que no se tomaría la molestia de contar.
Lo que la tenía cansada era el hecho de que Inojin no estaba siendo sincero.
— Mira, lo que dije no fue mentira, y lo volveré a decir. — Comenzó ChouChou, tomando aire para calmarse, y se detuvo para encontrar las palabras adecuadas. — Si estás tan asustado, bien, puedes ser honesto, ¡Pero no tienes por qué bañar a los demás de tu pesimismo!, Sabes…
Inojin apretó los labios, y abrió enormemente los ojos. ChouChou lo asemejó a un siervo que había sido captado por una luz de alguna linterna en medio de la noche. No vio la necesidad de indagar más, porque la sola protesta de Inojin le dio la razón.
— ¡¿Pesimista…?! ¡¿Yo?! ¿Qué quieres que haga? ¡¿Cómo quieres que actúe?! — Inojin apretó los puños, y aunque ChouChou no diría que estaba rojo de la ira, más bien parecía que estaba dispuesto a llevarle la contraria a todo que tuviera que ver con el Pasado. —
Con un dedo acusador, toqueteaba el pecho de ChouChou. Ella no se inmutó ante su atrevimiento, y solo le prestó su más aburrida expresión.
— Puedo entender que estemos obligados a guardar distancia, también puedo aceptar que nos movamos de un lado a otro como renegados. ¡Bien!, pero, ¿Sacrificarme por…?
Inojin se detuvo, miró a su alrededor, y se acercó cuidadosamente a ChouChou para susurrarle cerca de su oreja.
— ¿Sacrificarme por estas personas? — Dijo, concluyendo su acusación. ChouChou abrió los ojos en sorpresa cuando su compañero infló el pecho con ofensa, y se cruzó de brazos, cerrando los ojos al cielo. — Ah-Ah. Me niego. Acepto el hecho de que no tienen nada qué ver con lo que nos ocurrió, y puedo dejar pasar que no involucremos a una o dos personas. Pero esto es diferente. ¡Es decir…! ¿Por qué tantas restricciones hacia figuras de poder que ya no nos importa? ¡Tenemos muchas cosas de las qué preocuparnos!
— Oye, oye, solo escucha lo que estás diciendo. — Desconcertada, ChouChou se gira totalmente hacia Inojin, para quedar frente a él. — ¿Te das cuenta que entre esas personas a las que les restas importancia, puede haber algún miembro de tu familia? ¡Casi no pareces el tonto de siempre!
— ¡Por supuesto que estoy tomando en cuenta esa posibilidad! ¡¡Es por eso que estoy tan enfadado, gorda!!
El grito de Inojin se salió de la órbita. Las personas que antes pasaban de largo sin prestarles ni una mirada, ahora no podían quitarles el ojo de encima.
Aunque Inojin aún tenía los brazos cruzados frente a su pecho, y con una expresión impotente dirigida a sus pies, ChouChou aún estaba consciente, y sonreía en disculpa a todo aquel que los observaba con preocupación.
"Lo siento, ¡Discúlpenlo! Ha estado muy refunfuñón estos días, ya sabe cómo se ponen los niños~."
Dijo a un hombre que pasó junto a su familia. Inojin le lanzó una mirada de desaprobación, pero la llevó al suelo cuando ChouChou le disparó una mirada, y lo arrastró a una esquina, hasta que encontró un callejón que servía de almacén público para el reciclaje de las tiendas cercanas.
Luego de ser prácticamente arrojado al interior, Inojin se quejó, acomodándose la capa sobre sus hombros. ChouChou lo confrontó.
— ¡¿Puedes decirme qué demonios te está pasando?! ¿Por qué te pones tan egoísta de repente? ¡Creí que solo estabas asustado, no envidioso!
— Cierra la boca, estás siendo ruidosa. — Gruñó Inojin, apartando la mirada. —
Pero ChouChou había tenido suficiente.
Ella lo conocía más que nadie, incluso se atrevía a decir que podría ganarle a Shikadai en una o dos cosas con respecto a conocer a Inojin.
Esto, tomando en cuenta que los tres se conocían como uña y mugre.
Aunque ella sería la uña, e Inojin la mugre… entonces, ¿Shikadai sería quién limpiase la mugre?, ah, eso no era importante.
De todos modos, si lo decía en voz alta, estaba segura que Inojin se pondría aún más irritante.
— Inojin.
Él no respondió. ChouChou cerró los ojos.
— Hey, Inojin.
Con un tono sereno, ella llamó, pero no obtuvo respuesta. El Yamanaka fruncía su ceño hacia la pared sucia y llena de moho, mientras que su sien se arrugada ante el pensamiento. Solo verlo así, la frustraba.
Tenía una idea de lo que pasaba por su cabeza, y no verlo hablar de ello y pasando del tema, le provocaba una sensación extraña de repelús.
ChouChou puso toda la fuerza de su rabia en solo dos dedos, y le bastó estirar la mano para que el Yamanaka comenzara a protestar. La ley del hielo no le funcionaría en esta ocasión.
— ¡A-Agh~! ¡Duele! ¡ah…! ¡¿Qué mierda quieres, foca?!
— No hagas de esto una costumbre. — Habló ChouChou, ocultando lo más que pudo su descontento. Inojin se frotaba el brazo que había sido pellizcado. — Ya habla. ¿Estás enojado con tu familia, por alguna razón?
Sin embargo, el Yamanaka no contestó. Con la mano todavía sobre su brazo pellizcado, Inojin hizo un pequeño puchero, mirando hacia otro lado que no fuesen los ojos amarillentos de ChouChou.
La morena no lo dejaría pasar fácilmente; No cuando un buen amigo la pasaba mal ocultando lo que sea que lo estuviera carcomiendo por dentro. Por lo que, hizo lo mejor que pudo, para pensar en su propia situación.
Los días anteriores al Cataclismo.
Para ser sincera, ChouChou no tenía recuerdos claros de esos días. Aunque no lo pensó mucho, apostaría cualquier cosa de importancia (aunque ya no le quedaba ninguna pertenencia importante, si sus aretes no contaban) para afirmar que sus vagos recuerdos, se debían al cataclismo.
Apenas podía recordar el rostro de sus padres, y eso que no llevaban ni un mes en estas condiciones.
¿Qué tan grande era el rostro de Papá? ¿Su estómago lo era más o solo era un estómago de un obeso promedio?
¿Mamá era muy delgada en comparación? ¿Los ojos de ChouChou eran más naranjas que los de su madre? ¿O era al revés?
Ella no podría decirlo con certeza, a menos que estuviera alguien junto a ella para confirmarlo. Durante estos últimos días, ella se ha estado temiendo lo peor.
"¿Y si despierto un día, y ya no recuerde quienes fueron mis padres?"
Su nombre… el nombre que su padre le dio. Tenía una historia, ¡Y Le encantaba contarla!
Recordaba la historia, pero apenas podía recordar a la persona que se lo contaba seguidamente: Papá.
Entonces, ¿Cuál era el problema de Inojin? ¿Tenía un problema similar?
— Oye…
— Hm… — Inojin gruñó, y al no soportar la incómoda tensión, dejó salir un largo y pesado suspiro, sosteniéndose la cabeza con ambas manos. — ¡¡Aaaaagggghhhhh!! ¡Ya sé, ya sé! ¡Ya te escuché!, aahh…
Evidentemente todavía incómodo, Inojin se cruzó de brazos, y cambió su expresión mimada a una de molestia.
ChouChou decidió tomarse en serio las futuras palabras que saldrían de su boca, aunque su cara dijera lo contrario.
— … Es injusto. — Soltó sin filtros. Inojin mismo era alguien con una lengua afilada y venenosa, pero ChouChou sabía que era incapaz de decir algo cruel hacia su propia sangre, por lo que la tomó desprevenida. —
Diría que Inojin no estaba seguro de sus propias palabras, si no estuviera viendo el conflicto interno a través de sus ojos ennegrecidos.
— Simplemente… no me gusta, todo esto; Escondernos, y que ellos, quienes ya sufrieron lo mismo que nosotros de alguna manera u otra… estén tranquilos. No me parece justo.
Inojin hizo todo lo posible para evitar el contacto visual, y lo logró… a medias. Si bien era cierto que la Akimichi no era capaz de verle a los ojos, podía discernir sus emociones solo viendo cómo le temblaban los hombros.
Tristeza, Impotencia, Molestia, Negación.
De todos modos, ella había sentido lo mismo, incluso justo ahora, aunque se había resentido con unas patatas.
— No es justo. — Sollozó Inojin. — No lo es.
— Inojin… — Preocupada, pero queriendo darle su espacio, ChouChou simplemente permaneció quieta, entristeciendo la mirada. —
La verdad, es que no podía hacer nada, incluso si quisiera.
Ella, que por más veces que se autoproclamaba genio (No lo era), era capaz de entender la simpleza de las cosas: Las personas del pasado no tenían la culpa del resultado final, y dado a que su línea de tiempo estaba destruida, ningún cambio o efecto mariposa les pasará factura.
Tenían que dejar que el mundo siga girando, mientras ellos se aferraban a su órbita, aunque fuera mediante un gancho que podría soltarse en cualquier momento.
Mezclarse sería fatal, y ChouChou, que no estaba segura de todo de lo que les dijo la Gran Abuela, entendía que era peligroso.
— Ya olvídalo.
— ¿Uh? — Soltó ChouChou, sorprendida. —
Inojin hablaba amargamente. Él no era de los que actuaban precipitadamente, por lo que ella no tenía que tomarse tan apecho su acusación honesta.
— Que lo olvides, deja ese tema de lado. — Refunfuñó el rubio ceniza. Se limpió el rostro fuera de la vista de la Akimichi, y volvió a mirar amargamente al suelo, dándole a ChouChou una buena vista de su rostro, con los rasguños del cataclismo curándose. — Más te vale no decirle nada a Shikadai, ya estoy muy cansado como para también lidiar con un buen sermón.
ChouChou endureció la mirada, con una mezcla de querer aconsejar al más pálido, pero también darle la razón.
— Cómo sea, son solo cosas mías, no pienses más en eso. — Él miró a otro lado, desdeñosamente. —
— Y-Yo…
— Cállate. — Advirtió Inojin, sin esperar a que ChouChou obedeciera en primer lugar. —
ChouChou había quedado muda. Honestamente, no tenía nada qué agregar a la desconfianza y molestia de Inojin hacia las personas del pasado.
Lógicamente, seguían siendo personas. Lógicamente, de cierto modo, seguían siendo SU gente, ¿No es así?, aunque fuesen de tiempos diferentes.
Pero luego, ChouChou tuvo algo que rondó por su cabeza, como un trompo que fue dado cuerda, y giró deprisa en el interior de su cabeza.
¿No se supone que son los adultos quienes protegen a los niños?
Ellos eran Ninjas, por lo que no hay margen de quienes merecen protección y quienes no. La respuesta era simple: Protegerían a los débiles, y punto. Pero este tipo de cosas perdían sentido cuando pensaba las cosas en la situación actual.
Entre las personas que deben proteger con su lejanía, se encontraban Shinobis; Del mismo modo, también contaban los Shinobis, alguna vez enemigos de las personas de la Generación de sus padres.
A ChouChou se le formó una nube en la cabeza. ¿Estaba pensando demasiado? ¿Siquiera estaba haciéndolo bien?
Para empezar, ¿Cuándo pensaba ella en algo que no fuese comida? Siempre Shikadai se quejaba (Aunque más discretamente que Inojin) de que ChouChou no solía aportar nada cuando se trataba de ingenio.
Sin embargo, las veces en las que él había sacado a relucir su descontento, fue en las veces en las que la morena nunca dejó de cuestionar sobre sus planes, como si fuese algún tipo de tonta.
Y Ella estaba comenzando a creérselo, de no ser porque Shikadai era lo suficientemente admirable como para retractarse de sus acusaciones y asegurarle que ChouChou era completamente competente.
— ¿Ésta será una de esas veces?
— ¿Uh?
— Y-Ya sabes. — Aclaró ChouChou. Inojin la veía con un ceño fruncido por la confusión. La morena sonreía, pasmada con su propia conclusión. — Esas veces… en las que no sirvo para nada.
— ¡¿Ah?! — Inojin escupió. — ¿Qué estás diciendo tan de repente?
ChouChou cerró los ojos con fuerza. No quería perder de vista lo que había visualizado.
— ¡No me juzgues! Escuché tus tonterías, A-Así que tú también escucha las mías…
Inojin tragó secamente, retrocediendo un poco.
Se había esperado una reacción diferente; Una que haría la ChouChou normal. Pero, tal y cómo ChouChou se había esperado de algún Inojin normal, Inojin se extrañó por el comportamiento de la Akimichi.
— He notado que todos han estado raros… obviamente también han estado pensando más en eso desde que Boruto dijo esa cosa rara… Eso de que vio al séptimo en sus sueños… ¡Yo qué sé! — Soltó ChouChou, frustrada. — La cosa es que no has sido el único. Pero… la abuela tiene razón.
ChouChou se dejó caer de hombros.
— Es porque pienso en mi familia, que seguí inconscientemente a Shikadai. Sé que, si bien está cegado por la muerte del tío Shikamaru Y Quiere poner a Mirai-san en su lugar, no está tan equivocado. Sus intenciones… no son malas.
— …
Los ojos agua del único sobreviviente del clan Yamanaka, estaban perdidos en la nada, pero centrado en algo en particular.
Las palabras de ChouChou no eran del todo erróneas. Así como él, Shikadai no era alguien que actuaba precipitadamente… o eso le gustaría decir. Bueno, tenía la despreocupación de tener a un amigo como Shikadai, pero es exactamente por eso que Inojin no confiaba mucho en la posibilidad de actuar sin pensar… porque era su amigo.
Shikadai podría ser lanzado cuando es provocado. En ocasiones, él mismo podría sorprenderse del tipo de cosas que podría decir si estaba cegado por la furia, pero se disculparía después, golpeando su frente con el duro suelo.
Pero Shikadai nunca tenía malas intenciones. Después de todo, estaba siguiendo los pasos de Mirai para convencerla de dar un paso atrás, y estar seguros.
Inojin había incluso pensado en que, siendo Shikadai, le propondría sumarse a lo que sea que quiere hacer, con tal de asegurarse de que ella viva; De que lo único que confirmaba que el tío Shikamaru una vez existió, esté igual de viva que ellos.
— ¿Por qué aceptaste acompañar a Shikadai, si estabas tan indispuesto?
Ante la pregunta de una ChouChou vacilante, Inojin soltó una risa seca, sin ánimo alguno.
Hizo un ademán, restándole importancia.
— Si lo dejase partir, así como así, no sería capaz de imaginarme a mi madre otra vez. — Le dijo él, con una mano en la cadera, y sacando el pecho. Hizo un ligero puchero hacia un lado, y murmuró. — Pero nada me asegura que podré recordarla bien la próxima vez.
ChouChou fingió que no escuchó lo último, y se enderezó.
— ¿No tienes ninguna razón?
— ¿Necesito alguna razón para seguir a Shikadai? — Inojin parecía ofendido. — Me subestimas, gordita. No soy un desagradecido, Shikadai no me abandonaría si fuese yo el que me escapara.
— ¿Entonces? — ChouChou levantó las manos a la altura del pecho. — Si Shikadai te escuchase ahora, no solo tendrá varias cosas qué considerar, sino que no estaría de acuerdo.
— ¡Por eso te dije que no se lo dijeras~! ¡Dios! ¿También tienes grasa en las orejas? — Inojin sacó los dientes, y puso los ojos en blanco hacia ChouChou, rechistando. Ella únicamente frunció el ceño y los labios. — Escucha, no voy a escaparme y a matar a alguien de por allí solo porque esté enojado. Ni siquiera estoy enojado, para empezar; Solo un poco frustrado.
El semblante de Inojin había cambiado. Ya no estaba molesto, pero igualmente serio. Con una mano en la cadera, y levantando un poco uno de sus pies frente a su sombra para distraerse, hablaba distraídamente ante una ChouChou confundida.
— Dieciséis años, ¿Verdad? — Dijo. — Eso es mucho tiempo, pero, aun así, todo para el resto de personas, sigue siendo igual… — En un tono nostálgico, Inojin suspiró. La tierra bajo sus pies era más interesante a la vista para él. — Todos viven sus vidas normalmente, comen juntos y duermen sin preocuparse. Pueden ser tiempos de guerra, pero mira, todas estas personas se están divirtiendo bajo este maldito sol. Ah…
Él Suspiró.
— Y No quiero ser como esas personas de las que tanto hablaba mi padre… las que creen que los demás no pueden vivir en paz. Me siento mejor si vivo mi vida y los demás no se metan. Pero… esto es distinto. Es frustrante que esté viviendo en una anomalía y que todos los que nos miran, nos observan como si solo fuésemos mocosos de las calles. Es injusto… temen a la guerra… pero no tienen idea de lo terrorífico que es ver cómo literalmente todo lo que conoces, es tragado por una espiral. No me parece justo, mucho menos cuando hay personas aquí que tienen el poder para parar la guerra si les decimos cómo hacerlo; Simplemente no quiero darles fácilmente la paz que le costó un padre a mi Mamá.
Aquellas palabras fueron como una estaca al corazón para ChouChou. Para empezar, ella era la única de los tres que tenía a un abuelo con vida.
Los abuelos de Shikadai e Inojin, habían muerto en la cuarta gran guerra Ninja… Y Para hacerlo todavía más lamentable, habían muerto juntos; Habían perecido como viejos compañeros de armas.
Akimichi Chōza es su abuelo, o bien, era su abuelo… él vivía antes de que Ocurriera el Cataclismo, y si bien ChouChou sonreía tontamente cuando lo recordaba ahora, por aquél entonces, le gustaba su espacio y prefería no frecuentar la casa de sus abuelos… a menos que su abuela hiciera la comida.
Ella no creció con historias de un abuelo ausente, que dio su vida por la paz de su familia y sus futuros miembros.
Sin embargo, ella misma había acompañado a sus dos compañeros a visitar las tumbas de ambos abuelos cuando se celebraba el día en el que los Shinobis ganaron la guerra por la paz, y había visto de cerca ese dolor de ver la Ausencia de alguien que marcó la vida de alguno de tus padres.
Además, ella conocía de más el extraño respeto que Inojin tenía sobre los suyos.
Podría llegar un día, y jactarse de cómo el comportamiento meloso de sus padres lo estaba fastidiando. Pero ChouChou lo molestaría por el rubor en sus mejillas (Que no estaba allí), para que después ese mismo rubor apareciera un instante después en protesta.
Él amaba a sus padres, como cualquier niño. Pero, sobre todo, él respetaba a su madre.
La tía Ino no solo es dulce, sino que fuerte. Ella perdió a su padre en la guerra, y en el momento en el que Murió, la tía Ino, con solo diecisiete años, fue cabeza de su familia, al mismo tiempo que el tío Shikamaru.
En retrospectiva, ChouChou no podía evitar pensar en su situación.
Inojin podría estar siendo egoísta, pero ella no consideraba que estaba equivocado. Las personas serían malcriadas si se les daban fácilmente las cosas.
¿Qué les aseguraría que todos estarían bien, si decidían ir en contra de los consejos de la Gran Abuela, e informaban de todo a alguna figura de poder?, No era una era de paz.
En el peor de los casos, los esclavizarían por beneficio, siendo ellos de sangre influyente en Konoha.
— Quizás tengas razón. — Reflexionó ella. Inojin mismo permaneció en silencio, asegurándose de que la escuchó bien. ChouChou miraba a la nada, pensativa. — Digo, no es por ser insensible hacia las personas… ¿Del antes?, Cómo sea… no es que estés equivocado. — Corrigió, esta vez, asegurándose de mirar a Inojin a los ojos, con ligera tristeza. — Nada promete que estaremos bien, incluso si los ayudamos. Podrían incluso comenzar una guerra innecesaria.
El del cabello ceniza, con las manos metidas en los bolsillos, parpadeó para digerir correctamente las palabras. Luego de unos momentos, suspiró para sí mismo.
— Aahh… supongo que es así. Los adultos son unos egoístas, siempre ha sido así. — Inojin dirigió sus ojos a ChouChou, y ésta, que se había distraído con las personas pasando cerca del callejón, se dio cuenta. El Yamanaka sonrió amargamente. — ¿Recuerdas esa vez en la que Shikadai fue tomado de rehén, y me ordenaron a darte un uniforme antiexplosivo?
La cara de ChouChou se tensó. Los vellos de sus brazos se pusieron en punta, y ella se abrazó a sí misma mientras sentía un escalofrío recorrerle la columna.
— Ugh… ¡Olvida eso! ¡No recuerdes eso! Qué asco…
En respuesta a sus quejas, Inojin ahogó una risita.
— Aunque te quejaste, te animaste a probarlo.
— ¡No te atrevas a mencionar ni una palabra a Shikadai! ¡Pasé una total humillación! — Se quejó. El solo recuerdo provocó que ChouChou apretara los puños cerca de su rostro, y se retorciera. — Por ningún motivo iba a abandonarlo, fue un momento difícil…
— Sigo sin entender cómo pudieron crear algo tan horrible. En el mejor de los casos, solo sobreviviría el tronco.
— ¡¿Verdad?! — Afirmó ChouChou, chasqueando los dedos al encontrar algo en lo que estaba cien por ciento de acuerdo con Inojin. —
Éste sonreía fantasmagóricamente. Aquella sonrisa, si bien no era pura, funcionaba para apaciguar la tensión.
Inojin se tensó un poco, levantando la mirada. ChouChou continuó murmurando para sí misma.
— Y Los colores… puedo entender que en Konoha utilizamos el color verde, pero quedaba horrible con ese traje. Parecía más como si los explosivos estuvieran dentro de él…
— Oye…
— Además…
— ¡Psst, ChouChou! — Chistó Inojin. —
— ¿Hm? ¡¿E-Eh?!
Antes de darse cuenta, ChouChou había sido arrastrada a una pared cercana. Inojin se había escondido junto a ella, detrás de un bote de reciclaje, y puesto de cuclillas.
Cuando estaba a punto de preguntar la razón, Inojin le hizo la ceña para que guardara silencio.
Una sola voz recorrió el callejón.
— ¡No puede estar hablando en serio~!, La verdad… ¿No estaba él borracho...?
La persona que habló, fue un hombre, y justo después eructó. Hablaba despreocupadamente, obviamente borracho.
Por otro lado, el otro hombre que lo acompañaba, estaba visiblemente más sobrio.
— Sabes que el tío nos deja beber por estar casado con mi tía, pero normalmente no sirve alcohol en horas familiares. — Responde el otro hombre, siendo de apoyo en la caminata de su amigo. — Dudo que estuviera allí simplemente para emborracharse, mi tío no le hubiera atendido.
— ¿Entonces~? Vaya tontería… — El primer hombre volvió a eructar. Viéndolo oportuno, los dos miembros del InoShikaChou asomaron sus cabezas, notándose solo un poco las dos grandes bolas de pelo despeinadas que ChouChou tenía en la cabeza. — ¿Cómo dijo ese viejo que se llamaba…? Legendario… ¿Qué cosa?
Su acompañante suspiró.
— Jiraiya-sama. — Recordó, cansadamente. — Mi tío se emocionó, debe de ser alguien importante.
— Um. — Dijo el más borracho, sin querer aportar nada a la conversación. —
Cualquier sonido que hacía eco, incitaban a Inojin y a ChouChou a volver a esconder sus cabezas, pero incluso el hombre más sobrio parecía estar pasando facturas del alcohol que había consumido, y no se había percatado de su presencia.
— Legendario… Legendario… a ver… — Intentó recordar el más sobrio, pero fracasó, lanzando un exasperado suspiro, llevándose una mano a la cabeza. — ¡Aagh! ¡Olvídalo! Me duele la cabeza para recordar…
— Vaya mierda de día ha sido este. — Se quejó el más borracho. No tenía la apariencia de haberlo pasado mal cuando estaba bebiendo, e Inojin frunció el ceño por el hedor a Alcohol. — Teníamos bastante intranquilidad con eso de los muertos en la colina, y vino ese loco a arruinarnos el día.
Inojin y ChouChou palidecieron. En contraste, el hombre más sobrio ahogó una risa irónica.
— Mira, si mi tío se tomó en serio su advertencia, entonces debe de ser cosa seria.
— Claro que va a ser cosa seria, prácticamente nos dijo que los guardias intentan hacer como si no ha pasado nada~. — Volvió a eructar el primer hombre, limpiándose la suciedad de la cara con una de sus manos. — Pero bueno… ese problema lo va a enfrentar el señor feudal, eso no tiene nada qué ver con nosotros.
— Es verdad. — Afirmó su compañero, acomodando el peso de su amigo borrado en su hombro. Su tono de voz fue más acallado. — Los guardias suelen ser más discretos cuando el Señor Feudal no está, sabía que algo estaba mal.
— ¡Pasó en todos lados, no es una cosa pequeñita!
— ¡¡Ssshhh!!
Akimichi y Yamanaka se encogieron en su escondite, cubriéndose sus bocas y apegándose más entre sí para entrar en el estrecho escondite, y no estar a la vista del hombre que podría tener la vista sobria.
Se escuchó como alguien tosía, y luego, la voz más clara del hombre menos alcoholizado, pudo escucharse.
— ¡¿Estás loco?! ¡¿Quieres que nos detengan?! — Chistó. — Ese Jiraiya podrá contra ellos si es que es tan importante, pero, ¡¿Nosotros?! ¡Tu aliento de mierda no nos va a sacar del calabozo!
— Ya cállate~, Me va a explotar la cabeza con tus mierdas… — Se quejó el hombre borracho, echando la cabeza hacia atrás y lanzando un suspiro exasperado. — ¡Aaaghh…! Mi esposa me va a matar…
— ¿Para qué acepté venir contigo? — Protestó resignadamente el otro hombre. Los pasos se alejaban al otro lado del callejón. — Mi tío me puede ayudar con esto, pero ni siquiera él puede salvarme de mi madre…
— ¡Cállate~!
ChouChou se movió un poco de su lugar, para asomar la cara a un lado del bote de reciclaje. No había muros en la costa, e Inojin se levantó, dejando a ChouChou de rodillas.
— ¡Vamos a seguirlos!
— ¡¿Eh?! ¡Si!
Siéndoles fieles a su instinto como Ninjas, e hijos del InoShikaChou, siguieron a los dos hombres que, por más borrachos que estuviesen, tenían información que coincidía con su propia experiencia: Un nombre famoso, enlazado con algo peligroso, además, se había hecho mención del señor feudal, y ambos querían adelantarse a Shikadai en descubrir si el hombre se encontraba presente en esta aldea o no.
Corretearon por los callejones sin hacer el más mínimo ruido, apegándose a las paredes para no causar sombras que pudieran alertar su presencia.
Siguieron el sonido de los pasos aún más rápido, cuando Inojin confirmó la presencia de muchas más personas al girar la esquina, y la posibilidad de perderlos.
Tal y como la habilidad sensorial de Inojin (Aunque inexperta) había analizado, los dos hombres salieron por otro callejón, uniéndose al gentío de personas. Fue más fácil para Inojin y ChouChou seguirlos, y así lo hicieron.
Ambos hombres seguían hablando para sí, aunque aparentemente, de cosas monótonas y sin importancia.
Cuando la zona se despejó al dar vuelta a unas cuantas calles, Inojin y ChouChou se escondieron tras un muro de un tablón de anuncios, a la espera de alguna filtración accidental de una información crucial para ellos.
— Eres una molestia… — Suspiró cansadamente el hombre más sobrio, cuya camiseta estaba notoriamente más sucia que la de su compañero de copas. — Un, dos…
Al llegar al número tres, levantó a su compañero de bebida por los hombros, y lo ayudó a apoyarse frente a un lavamanos.
— Un baño público… — Comentó Inojin. —
Los dos hombres estaban, ciertamente, frente a uno. Sin embargo, el más borracho tenía la cabeza metida en el muro de los lavamanos que yacen en la pared exterior de los baños.
— Ese hombre va a estar más ocupado en mantener sus órganos adentro, que en preguntarle más cosas a su amigo. — Comentó la Akimichi con Asco, haciendo una mueca tras Inojin. El Yamanaka demeritó su queja, y puso una mano en el muro para seguir escuchando su conversación. —
El más borracho comenzó a empujar su cuerpo hacia el interior de los murales del lavamanos, obviamente, liberándose de todo el peso que había intoxicado su estómago.
ChouChou agradecía que las personas, aunque eran del pasado, no se atrevían a venir a estos baños, porque personalmente no quería que la vieran a ella cerca de este par de malolientes.
La fuga del líquido estomacal no impidió que la conversación entre los dos hombres continuara, y ChouChou solo estaba quedando más asqueada, y se dignó a mirar a otro lado, deseando que sus oídos estuvieran tapados o directamente quedarse sorda.
Inojin estaba frente a ella, escuchando todo. En el peor de los casos, usaría su Shintensin y facilitaría las cosas; ella no era necesaria.
— …
Paseó su vista por los carteles del tablón de anuncios, con aburrimiento y desinterés; Sus labios formando un ligero puchero.
Había papeles de todos los colores, pero notoriamente más viejos. No se parecían en nada a los que se podría ver en Konoha cuando era el día de la familia, o los que solía colgar el cocinero de Ramen que creó un plato especialmente para ChouChou y su equipo.
Podían leerse cosas como:
"Se solicitan empleados para la casa de baños."
"Tofu a mitad de precio."
"¡Ue-sama está perdido! ¿Lo has visto?"
Cuando estuvo cansada para leer los carteles más presentables y bonitos, decidió detenerse y leer cualquier cosa.
Desde ancianos pidiendo toque de queda para los más jóvenes, hasta respuestas a ese anuncio, exclamando más libertad.
De la misma manera, había un tablón específicamente para los Poemas que podían compartir anónimamente las personas del pueblo.
Bonito, pero aburrido de todas formas.
Pero cuando estaba empezando a aburrirse, ChouChou detuvo los ojos en un papel que resaltaba entre todos los demás.
La hoja era blanca, y había sigo pegada con una vieja cinta adhesiva.
Pero, como bien era de esperarse de aquellos que querían ser vistos antes que nadie, la hoja había sido medianamente cubierta por otras relativamente nuevas, pero podía leer y ver los garabatos que yacían escritos, con simple marcador negro, y con la letra más clara posible:
"Clamamos por la libertad. La basura esparcida no es aceptada, pero la convertimos en algo reciclable y lo atesoramos.
Personas peligrosas usan la basura que cae, pero la recogemos y la volvemos utilizable.
Vives escondido, deseando ser como los que pasan y no la recogen; A Oscuras de la verdad, esperas que el reciclaje se vuelva rutinario; Esperas ser aceptado.
¿Te cuento una cosa?
Yo, quién recicla, también fui desechado.
No seas una sombra, y demuestra que no eres peor que el que abandona."
ChouChou leyó el Poema.
Jamás fue alguien de Poemas… ¡Jamás fue alguien de leer, para empezar!
Pero le había atraído el papel específicamente. No por las palabras o por el significado que pudieran tener, sino porque, a diferencia del resto de poemas, el autor no se esmeró en la presentación. Y además, venía acompañado con un dibujo.
Era un sello extraño, revuelto de garabatos, pero con los trazos ennegrecidos por la tinta.
El artista se esmeró en hacer los trazos de tal manera que, aunque a simple vista se viera como unos garabatos en una esquina de la hoja para verificar si el pincel tenía tinta fresca, se distinguía el blanco de la hoja entre los trazos.
Era una especie de remolino, pensó en un principio. Pero el mismo tenía sobre él, unas curvas que fueron trazadas semi horizontalmente, desde la parte superior izquierda, a la parte inferior derecha. El resto de trazos no los supo distinguir.
— Qué raro… El señor Feudal no está en la aldea. — Escuchó a Inojin comentar a su lado, y se dirigió a ella. Cuando ChouChou se dio cuenta, los dos hombres habían retomado su rumbo a un destino desconocido, caminando a duras penas. — Hay que encontrarnos con los demás, Shikadai tiene que saber que el señor Feudal no va a estar en esta casa.
— ¿Eh?, eso significa… — Se percató ChouChou. — No es una coincidencia, ¿Verdad?, si él no está, entonces su casa es un buen lugar…
— Para robar el regalo de bodas, sí. — Confirmó Inojin, serio, y asintió. Sin preguntar se levantó. Inojin no maneja bien las multitudes cuando tiene que contactar con Chakras que él ya reconoce. — Deprisa, tenemos que reunirnos con los demás.
— ¡Voy!
Ella afirmó sin protestar, levantándose y limpiándose la tierra de las rodillas.
Siguió a Inojin en su caminata rápida, mientras tomaban la dirección contraria que habían tomado los dos hombres.
La hoja de papel bailaba inútilmente por la brisa calurosa, mientras su propia presencia era cubierta por las palabras románticas de poemas que nadie leería.
Por otro lado, esa hoja, sin firma y sin cuidado, había recibido la atención que había estado esperando.
Aunque no fuese tomada en serio, y haya sido dejada atrás, como un simple trozo de basura.