Las reuniones era una de las muchas cosas que le revolvían el estómago. Sería cosa de risa (Y Desgracia) que se debiera al miedo, pero no era así.De vez en cuando; Cuando el reloj marcaba la hora y la fecha estaba listada, Tsunade acostumbraba, por lo menos, comentar lo menos posibles entre las discusiones entre los Asesores y el resto del consejo.Pero hoy no sería un día de esos.En esta ocasión en particular, era ella la que tenía que hablar. Bueno, esa era una manera bastante discreta de decir que les debía una explicación a los Ancianos del consejo, y al resto.Shizune le había facilitado la información con solo hacer un asomo: Los Miembros del consejo se habían reunido, y esperaban cuanto antes la llegada de la Hokage para sacarle todo lo que ha estado pasando.No era una tonta, y sabía que muchos, siendo la gran mayoría manipulados por los dos Ancianos, se pondrían en contra de su idea de descansar los codos frente a esta situación tan extraña.Los asuntos que tenía la aldea con Trozani, habían sido cerrados a sus ojos. Trozani había pedido su auxilio para las desapariciones de sus Ninjas, y al dar con la teoría de que habían desaparecido con algo relacionado a un pergamino que no le pertenecía a Konoha, los ancianos consideraban que el trato ya estaba hecho.No obstante, conociendo la falta de tacto de los ancianos, y reconociendo su compleja moral, se habrían tomado como una traición que Tsunade aceptara sin cuestionar, el Pergamino que, según ellos, era de interés solo para el difunto Hokage, y la aldea oculta del mundo exterior.— No son capaces de reconocer el miedo que les tienen. — Criticó ella. — Saturo-sama mostró evidencia suficiente frente a Kakashi, y no me quedó de otra más que creer en la Historia del peligro que se cierne sobre Konoha... ¿No han pensado en ese detalle, al menos?Los Ancianos Homura y Koharu, estaban anormalmente inquietos cuando discutieron sobre Trozani y su existencia la primera vez.Tsunade pudo reconocer en su tiempo, que quizás la razón era lo incierto de las técnicas que allí se manejaban.¡Kakashi argumentó frente a ella que Saturo solía reemplazar las técnicas creadas por su gente, por otras que él consideraba menos influyentes!Tsunade tragó secamente.¿Qué tantas técnicas peligrosas se crean allí? ¡¿Qué tan fácil es para una persona promedio crear una habilidad tan despiadada?!El pergamino era la única prueba de lo que pasaría si el Rey permitía la libre creación de las técnicas.La Hokage de la babosa creyó que era inteligente el silencio que el Rey guardaba cuando engañaba a su propia gente sobre la creación de las técnicas que ellos mismos creaban.Aunque no era algo que Tsunade haría, ya que ella misma personificaba la fuerza bruta y las consecuencias de no seguir sus órdenes; Pero igualmente inteligente.Para cuando el Pergamino vino a sus manos por parte del Rey, ella le había revelado la verdad a los Ninjas y personas más importantes, incluyendo a los clanes.Posteriormente, se fue regando discretamente como la pólvora, siendo los civiles las únicas mentes inocentes en este juego cósmico... cómo seguramente, también lo fueron las víctimas del cataclismo en su momento.— Es inconcebible... otorgar tal cantidad de confianza en personas que no conocemos... ¡Solo porque digan que provienen de Konoha, no puede ser la verdad absoluta! — La anciana quisquillosa del consejo, argumentó. —Todos en la mesa, conformado por los cabezas de clan y miembros importantes de sus propias familias; Chunin, y Jōnin Importantes, no se inmutaban a las reacciones de la respetada mujer, quién luchó codo a codo con el tercer Hokage.— Qué irresponsabilidad, Tsunade. Si bien podría considerar un comportamiento habitual en ti, no esperaría que actuaras sin consultárnoslo; ¡No cuando la cosa ha escalado tanto!— Hemos acumulado una importante cantidad de testimonios. — Añadió un Chunin. Pasó la pila de papeles en sus manos al Anciano que estaba a su lado: Homura. Mientras éste leía los nombres y testimonios por encima, el Chunin azabache prosiguió. — Los dueños de las tiendas de víveres, personas que frecuentan el cementerio, y la misma casera. Todos coinciden en que los niños se aparecieron justo después que los Portales.— ¿Hay algo de los tres adultos? — Pregunta Homura. —— Solo el de la Casera. — Responde el más Joven, luciendo genuinamente decepcionado. Observó sus manos sobre la mesa. — Describió perfectamente al Hombre, y dice que solo estaba presente con los niños a ciertas horas. No supo explicarnos los lapsos de tiempo, pero otros testigos coincidieron en que a veces era acompañado por la Anbu que Tsunade-sama interrogó.— Esa mujer. — Koharu gruñó para sí misma. Las arrugas en su rostro no hicieron que la Hokage la respetara más, y cuando observó a Tsunade bajo la piel arrugada de su rostro, la rubia solo apartó la mirada, y Koharu acentuó su ceño fruncido. — Demostró tener una habilidad incierta para nosotros, y el mismo Inoichi confirmó que venía de una Konoha que fue hecha cenizas. Puedo comprarte eso, aunque con muchísimas quejas.Koharu se tomó un momento para acentuar en su mente los fragmentos del interrogatorio escrito que se le había facilitado.Su ceño arrugado le hizo parecer como si supiera que había tantas cosas que solo le sumaban la razón a Tsunade, que estaba desesperada en encontrar un pedacito de azúcar en el agua salada, solo para fastidiar a la rubia.Tsunade recostó la espalda en el espaldar de su silla, y puso una mano en la mesa, considerándolo suficiente para no parecer irrespetuosa frente a los que aún tenían dudas.— Decidí lo que era más conveniente en el momento, no podía arriesgarme. — Suspiró la rubia. Sus ojos se pasaron por los rostros conocidos de los líderes de familia, ahora no eran más que caras alargadas al no ser tomados en cuenta en aquella toma de decisiones. — De haberlos dejado ir, nos habríamos quedado sin información. No puedo pasar por alto lo que dijo el Rey, y mucho menos lo que Inoichi vio en sus recuerdos.Sorprendiendo a todos, fue la cabeza del clan Hyuga el que tomó la palabra.— ¿Alguien mencionó algo de solo dejarlos irse? hfm. — Hiashi Hyuga dejó salir un suspiro exasperado, pero guardando la calma para no parecer irrespetuoso frente a su Hokage. — Pudieron haberlos dejado en el lugar en dónde los interrogaron, incluso pudieron haberlos sellado para que nos sirvieran después. Las cosas parecen volverse cada vez más feas como para permitir que una amenaza palpitante regrese luego de ser liberada por nosotros mismos.— El problema con ese medio es otro, Hyuga-sama.Todos los ojos se dirigieron a una dirección en particular. La voz que había llamado respetuosamente al cabeza de la Familia Hyuga, era un hombre, y no cualquier hombre.Se trataba de la cabeza principal de la familia Nara: Nara Shikaku.El hombre era bien conocido, incluso más allá de las fronteras, ya que era gracias a su mente que fueron salvados de las bajas de la guerra en el pasado, aun cuando era muy joven en aquél entonces.Compartiendo similitud con su propio hijo, Nara Shikaku no se inmutó ante las miradas punzantes que le eran lanzadas.No creían posible que tan solo un par de personas estuvieran de acuerdo con la Hokage sin ser partidarios fieles a ella, como Shizune.Así que, siéndole devoto a sus principios, Shikaku mantuvo la calma, y la frente en alto; Sus ojos eran más punzantes que las miradas con tensión arraigada.— Esos tres adultos, pueden estar conformados por dos expertos en batalla, y una persona en el campo teórico. Ya conforman una amenaza con los dos primeros, pero la tercera persona parece ser una mujer que resguarda información adicional sobre las defensas que se nos podrían otorgar si les permitimos su estadía en Konoha.— ¡Ja! — La líder del clan Inuzuka soltó una risa irónica. — ¿Insinúas que nos vendamos por unas dos rayas más de detalles que ya estamos hartos de oír? ¡Me parece absurdo!Tsunade no le quitó los ojos de encima a Shikaku, quién permaneció impasible; Su habitual expresión magullada por heridas de batallas ganadas.— No puede estar más lejos de la realidad de mis palabras, Inuzuka-san. — Respondió. — Lo que trataba de decir era que, si decidimos proceder con el método que mencionó Hyuga-sama, lamentablemente, y por extensión, los niños que se encuentran con ellos también se verán afectados. El trato que ellos sugieren tiene que ver con la seguridad de esos niños, no tanto por la de los adultos... A Más pedir, parece que prefieren que, de los tres, sea la mujer no Ninja que permanezca al margen de todo castigo.Luego de asegurarse de que todo el mundo tomó la iniciativa de medir sus propias palabras, Shikaku miró a Tsunade.— ¿Estoy equivocado, Tsunade-sama?Homura y Koharu miraron, inquietos en sus asientos, a Tsunade.La rubia solo pudo agarrar un poco de aire, y hacer que el peso de tener que explicarles todo detalladamente, se fuera en un solo suspiro.— No... estás en lo cierto, Shikaku. — Le dijo, agradecida de que alguien se haya tomado el tiempo de leer todas las notas que Shizune escribió cuando Tsunade dialogó con la Inuzuka del futuro. —Se aclaró la garganta. Se suponía que eso era confidencial, solo entre ellas dos, y se vio abierta a tratos si se ocultaba esa información de los demás, y Tsunade iba a cumplir.En ninguna de las copias del intercambio, se menciona el apellido. Echándole un vistazo de reojo a la líder de dicho clan, Tsunade se preguntaba si realmente era cierto... pero tampoco quería descubrirlo.Ya tenía mucho entre manos, y honestamente, le importaba menos los asuntos familiares o personales que pudieran tener esas personas, a menos que tuvieran qué ver con el cataclismo que Inoichi presenció en recuerdos.Koharu no le quitó el ojo de encima a Tsunade, pero cuando iba a preguntar, Tsunade elevó la voz.— Los tres adultos tienen los nombres de: Soku, Ro y Akita. Aparentemente, ésta última fue una Ninja, pero se retiró y formó parte de un departamento especializado en la tecnología moderna.Hubo murmullos de sorpresa. La ingeniería era un campo ajeno para ellos, puesto a que era uno que la aldea de la Arena solía manejar con más cautela y detalle. Estaban en épocas de guerra, y cualquier detalle que pudiera otorgarles poder militar, les complacía. Pero Tsunade no iba para ese rumbo, y vio muchas caras de decepción.— Acordó prestarnos sus conocimientos, solo bajo las circunstancias de defendernos de personas que provengan del futuro. En el caso contrario, exigió que la mantuviéramos fuera de todo eso.— ¿Quién se cree para 'Exigir'? ¡No está en el lugar de hacerlo! — Protestó Homura, el anciano de lentes. Tsunade cerró los ojos, ya se esperaba una reacción similar. — la mejor opción es, si es que quiere proteger a esos niños, que nos dé todo lo que tenga que ver con las defensas, armas, e incluso información detallada de la tecnología que ella manejaba. Es un precio justo, considerando que uno de los adultos estará fuera de interrogatorios.Muchos estuvieron de acuerdo, y lo demostraron comentando entre sí.Tsunade exhaló un largo suspiro mientras se masajeaba la sien, sintiendo la presión creciente entre sus dedos.Su espalda se hundía en el espaldar de la silla, tensa y pesada, como si los pensamientos que se arremolinaban en su mente fueran un lastre que no lograba soltar.La atmósfera en la sala del consejo era densa, cargada de expectativas no dichas y de una tensión que electrificaba el aire. La luz cálida que se colaba por las ventanas no lograba disipar la seriedad de la situación.A su alrededor, los rostros conocidos de los líderes de clanes y los ancianos la observaban con cautela, evaluando cada palabra que escapaba de sus labios.La Hokage, por su parte, intentaba mantener la compostura, pero por dentro sus pensamientos se agolpaban uno tras otro. El peso de la lealtad hacia el tercer Hokage y el pacto con el primer rey de Trozani.El pergamino, ese misterioso artefacto, había sido protegido bajo un juramento sagrado, y ahora que había sido activado, sentía la presión de honrar ese trato.Pero más allá de la lealtad histórica, ahora debía lidiar con la complejidad política del segundo rey, quien le había confiado el pergamino y que, sin duda, esperaba reciprocidad en términos de seguridad y apoyo.Era como caminar sobre un fino alambre, un paso en falso podría costarles mucho más que la confianza entre naciones.Estaba a punto de hablar, cuando la anciana Koharu, quien había estado en silencio hasta entonces, se irguió levemente en su asiento y pidió al ninja frente a ella que le pasara unos documentos.Tsunade observó de reojo, sorprendida de que los ancianos, particularmente Koharu, hubieran profundizado tanto en los interrogatorios.No pensaba que se hubieran molestado en leer todo tan a fondo, pero ahora veía que se había equivocado.Koharu, con su rostro severo y arrugado como la corteza de un viejo árbol, tomó los papeles en sus manos antes de lanzarle una mirada calculadora a Tsunade.— Aquí tienes. — Dijo la anciana, extendiendo los documentos hacia Tsunade, pero con una expresión que denotaba su desconfianza. — Soku, la Anbu, resaltó en su interrogatorio que cualquier cosa relacionada con el trato entre los pactantes y el pergamino está bloqueada en sus recuerdos. Una barrera mental, según ella.Tsunade arqueó una ceja mientras tomaba los papeles. Algunas líneas estaban destacadas con un pulcro subrayado, como si Koharu hubiera estudiado cada palabra.La Hokage hojeó las páginas rápidamente, encontrando el fragmento que mencionaba la barrera mental impuesta sobre los recuerdos de Soku.No era algo que Tsunade hubiera anticipado en el momento en que presenció el interrogatorio, pero si Inoichi, un maestro de la mente, no había logrado desentrañar esos recuerdos, entonces aquello no era un simple obstáculo.Koharu continuó, su tono cada vez más escéptico.— No lo creo posible. Siempre hay algo más que podemos sonsacar si presionamos lo suficiente. Si Inoichi no lo vio, eso no significa que no exista una forma de romper esa barrera. Ellos necesitan nuestra ayuda ahora, lo que nos coloca en una posición ventajosa.Las palabras de Koharu flotaron en el aire con una amenaza implícita, como si estuviera dispuesta a hacer lo que fuera necesario para sacar más información de los Anbu y los niños que habían llegado a Konoha.Tsunade cerró los ojos por un segundo, sopesando lo que aquello significaba. No podía permitir que esa presión se descontrolara.Soku, Ro y Akita ya habían mostrado signos de desgaste, y ella sabía que la lealtad y confianza que necesitaban no podían ser construidas a base de coerción.Antes de que Tsunade pudiera replicar, Shikaku, con su habitual calma, decidió intervenir. Su tono era suave, sin levantar la voz, pero sus palabras cortaron con precisión quirúrgica.— Entiendo tu preocupación, Koharu-sama. — Comenzó, sus ojos fijos en la anciana, pero con la mente claramente trabajando en un nivel más profundo. — Pero hay algo que todos debemos recordar. Entre esos niños, uno de ellos es una Genin de Konoha. No es simplemente un espectador en todo esto.El murmullo en la sala se apagó mientras las miradas se dirigían hacia Shikaku. El líder del clan Nara mantenía una postura relajada, pero su mente afilada estaba al tanto de cada reacción.— Akita, la mujer a la que Tsunade-sama interrogó, confesó que esa joven Genin es la elegida como mediadora. Si lo que dice es cierto, esta niña podría ser la clave para cualquier comunicación o conflicto futuro relacionado con Konoha. No podemos ignorar el papel que juega.Tsunade, agradecida por el apoyo discreto de Shikaku, dejó que sus palabras resonaran en la sala.El comentario del Nara había sido calculado; no contradecía directamente a Koharu, pero sí establecía un argumento que empujaba al consejo a ser más cauteloso con sus decisiones.La Hokage sabía que Shikaku siempre estaba tres pasos adelante, y aunque no lo demostraba abiertamente, su lealtad hacia la estabilidad de Konoha lo hacía un aliado valioso en momentos como este.Koharu frunció el ceño, claramente molesta por la intervención de Shikaku, pero no podía desmentir lo que decía.— Mediadora o no. — Dijo con un tono gélido. — Konoha debe anteponer sus propios intereses. Si esta niña es tan importante, debemos asegurarnos de que lo que tiene en sus manos no se vuelva en nuestra contra.Shikaku inclinó levemente la cabeza, como aceptando el punto, pero sin retroceder en su postura.— Por supuesto. Pero presionar ahora podría ser contraproducente. Si realmente es la mediadora, es mejor que colabore con nosotros voluntariamente, y para eso necesitamos su confianza, no su miedo.Tsunade asintió imperceptiblemente, sabiendo que, una vez más, Shikaku había logrado desviar la conversación hacia un terreno más manejable. Koharu podía seguir insistiendo en exprimir más información, pero Tsunade sentía que, al menos por ahora, había ganado algo de tiempo.El aire en la sala del consejo era denso, cargado de una tensión que parecía amplificarse con cada palabra que se pronunciaba. Tsunade, con el ceño fruncido, se masajeaba la sien mientras intentaba ordenar sus pensamientos.La luz suave de la tarde se colaba por las ventanas, bañando la habitación en un resplandor dorado que no hacía más que subrayar la gravedad de la situación.El silencio era pesado, roto solo por el leve susurro de papeles siendo movidos, mientras los ancianos evaluaban la situación. Los rostros severos de los consejeros no ofrecían consuelo, y la Hokage no podía evitar sentir el peso de la responsabilidad aplastándola.El conflicto interno de Tsunade era evidente para cualquiera que supiera leer su lenguaje corporal. Tenía un compromiso con el acuerdo hecho entre el Tercer Hokage y el primer rey de Trozani: proteger el pergamino, mantener la paz.Sin embargo, ese mismo pergamino había sido activado, y ahora debía honrar la lealtad del segundo rey, quien se lo había confiado a Konoha.¿Podía permitirse fallar en ambas promesas? Sus dedos tamborileaban en el respaldo de su silla, su mente dividida entre el deber y la estrategia.El suave, pero firme, tono de Shikaku rompió el silencio, atrayendo las miradas de todos en la sala.— No debemos juzgarla solo por ser una niña. — Dijo con calma, su voz suave, pero cargada de significado. Sus palabras resonaron en la sala, y aunque no levantó la voz, capturó la atención de todos, incluidos los ancianos. —Koharu, con sus años de experiencia, lo observó con una mezcla de escepticismo y curiosidad, pero permaneció en silencio, esperando lo que vendría a continuación. Shikaku guardó un momento de silencio, como si pesara cada una de sus palabras antes de continuar.— Lo que Inoichi vio en su mente. — Prosiguió Shikaku. — Es más que suficiente para darnos una idea de lo que podría desatarse. Estamos ante una posible guerra. Y no podemos darnos el lujo de dejar pasar un recurso que podría evitar un derramamiento de sangre.Tsunade lo observó por el rabillo del ojo, agradecida por su apoyo indirecto. Siempre tan calculador, siempre midiendo sus palabras para lograr el mayor impacto.A pesar de no mostrar abiertamente su interés por la situación, Shikaku estaba proporcionando una defensa sólida para su caso.Shikaku hizo una breve pausa, y su mirada vagó por la sala antes de aterrizar de nuevo en Tsunade. Su serenidad contrastaba con la creciente tensión en la habitación, especialmente cuando añadió:— Dos Anbus, ambos altamente capacitados, están siguiendo a una niña de apenas trece años. La mujer, capaz de lanzar rayos de electricidad con una precisión mortal... El hombre, capaz de ocultar su Chakra y el de otros, volviéndolos completamente indetectables. ¿Qué clase de niña logra que dos ninjas de ese calibre la sigan fielmente?Los ojos de Tsunade se estrecharon, una mezcla de ansiedad y determinación se reflejaba en su rostro. Sabía que la balanza estaba empezando a inclinarse, pero todavía había resistencia, especialmente de parte de los ancianos.Koharu intercambió una mirada con Homura, quien frunció el ceño, claramente incómodo con la idea de confiar en una niña tan joven.Aun así, la atmósfera estaba claramente afectada por las palabras de Shikaku. Un silencio profundo siguió, antes de que él, con su tono siempre controlado, añadiera lo último:— Para defendernos mejor de posibles enemigos del futuro, debemos contar con ella y con aquellos que la apoyan.Era en ese momento, cuando las palabras de Shikaku aún resonaban, que la puerta se abrió con un suave crujido. La figura que apareció en la entrada hizo que el ambiente ya tenso se volviera casi insoportable. Todos los ojos se giraron hacia la entrada, y un silencio absoluto envolvió la sala.Danzo había entrado.Su presencia imponía respeto y, al mismo tiempo, causaba un malestar profundo. El rostro de Tsunade se endureció, el brillo dorado de la luz del atardecer subrayando la sombra en sus ojos.No lo esperaba, pero tampoco le sorprendía del todo. Danzo siempre encontraba la manera de insertarse en los asuntos más críticos. El problema era que su entrada significaba una batalla política más.— Tsunade. — Dijo Danzo, su tono frío como el hielo mientras cerraba la puerta tras de sí. No ofreció ninguna inclinación de respeto, solo una ligera mirada que recorrió a los presentes en la sala antes de posarse sobre Tsunade. —Tsunade apretó los labios, sin perder de vista cómo algunos de los ancianos se enderezaban en sus asientos, atentos a lo que él tuviera que decir. Él no la apoyaría, lo sabía, y aún peor, trataría de manipular a los demás en su contra.Los pensamientos de Tsunade corrían frenéticos. Danzo no estaba aquí por simple curiosidad, no, él buscaba el control, y si lo dejaban hablar, lo conseguiría.La sala permanecía envuelta en una atmósfera sofocante, llena de tensiones no expresadas y sentimientos reprimidos.El aire, aunque denso, estaba impregnado de una sensación de expectativa contenida, como si el mismo ambiente aguardara la próxima palabra para desatar el conflicto. La luz del atardecer entraba tenue por las ventanas, proyectando sombras alargadas sobre las caras de los presentes.Tsunade, sentada en su silla, mantenía una postura rígida, sus manos descansando en el regazo, aunque cada músculo en su cuerpo parecía preparado para saltar.Cuando Danzo entró, el silencio se hizo aún más pesado. La mirada de Tsunade no lo perdió de vista en ningún momento.Lo observó con ese andar lento pero calculado, su figura envuelta en una capa oscura que parecía absorber la luz del entorno.Cada movimiento de Danzo estaba medido; él sabía cómo manejar su presencia, cómo ocupar un espacio de manera que todos sintieran su poder sin necesidad de alzar la voz.Danzo recorrió la sala con la mirada, evaluando a cada miembro como si ya hubiera anticipado sus pensamientos, antes de finalmente decidir dónde sentarse.Shikaku, siempre discreto, apenas mostró una reacción visible. Pero Tsunade, que lo conocía bien, captó lo que otros no.Un leve chasquido de lengua, tan sutil que nadie más lo habría notado. Shikaku también sentía la incomodidad que la presencia de Danzo generaba, aunque su rostro permanecía estoico.Tsunade no pudo evitar pensar que, como ella, él sabía exactamente el tipo de complicaciones que la entrada de Danzo traería.Finalmente, Danzo tomó asiento, justo cerca de Koharu y Homura. El leve sonido de la silla al raspar contra el suelo resonó en la mente de Tsunade, reverberando como un eco que trajo consigo recuerdos no deseados.La última vez que Danzo había estado tan cerca del poder, había traicionado la confianza de la aldea.Un destello cruzó su mente: el equipo de Yamato en su misión para recuperar a Sasuke... el rostro serio de Sai, el Anbu que había sido asignado secretamente por Danzo para infiltrar a Orochimaru.Y luego, la revelación que aún le hervía la sangre: Danzo había enviado a Orochimaru un registro completo de los Anbu, mientras pretendía apoyar la misión.Traidor.Un escalofrío recorrió la espalda de Tsunade. Su mirada se endureció. El recuerdo estaba fresco, y con él, las palabras que Akita le había susurrado antes de que Tsunade saliera para la reunión."Alguien cercano a ti, lo sabe todo."¿Danzo?La duda la atravesó como una hoja afilada. Tsunade se tensó, tratando de mantener la compostura. No podía permitirse mostrarse vulnerable ahora, no frente a Danzo ni frente a los ancianos.Pero el pensamiento la envolvía, nublando su juicio. Si Danzo sabía más de lo que estaba mostrando, si tenía acceso a información que no debería... Su mente se desvió momentáneamente, perdiéndose en el laberinto de conspiraciones y traiciones que siempre parecían rodear a Danzo.Mientras Tsunade seguía inmersa en sus pensamientos, la reunión continuaba sin que ella se diera cuenta. Las voces de los demás se volvieron un zumbido lejano, mezclándose con los ecos de sus propios recuerdos y sospechas.Fue solo cuando el tono de Danzo, con su acostumbrada mezcla de frialdad y arrogancia, rompió el aire, que Tsunade regresó al presente.— El pensamiento del Tercer Hokage... — Comenzó Danzo, su tono tranquilo pero cargado de una malicia sutil. — Es dañino en situaciones como esta. No importa si hay niños involucrados.Las palabras hicieron que Tsunade abriera los ojos por completo, su corazón acelerándose mientras la furia comenzaba a hervir en su interior. Danzo, como siempre, apuntaba directamente a la herida, sin ningún reparo en lanzar una puñalada por la espalda.— Si lo que les preocupa es que esos niños son de Konoha y que debemos protegerlos. — Continuó Danzo, dirigiendo su mirada fría hacia Tsunade sin pestañear. — Entonces están equivocados. El que falló en protegerlos fue el Hokage que luchó en el futuro y murió. Nosotros tenemos la obligación de velar por nuestra Konoha, la de ahora.Las palabras de Danzo cayeron como un martillo sobre la mesa. La expresión de Homura se endureció, pero no en desacuerdo.En cambio, Koharu asintió lentamente, aunque con una duda visible en su rostro. Ellos, como siempre, gravitaban hacia el razonamiento pragmático de Danzo, incluso cuando este bordeaba en lo cruel.Tsunade apretó los dientes, mordiéndose el labio inferior mientras intentaba contener la rabia.¿Cómo podían escuchar tales palabras y no levantarse en defensa de esos niños?El simple hecho de que Danzo utilizara la muerte del Tercer Hokage como justificación para su despiadada lógica era una ofensa en sí misma. Pero lo que más le irritaba era que, a pesar de lo retorcido de su argumento, algunos de los ancianos parecían estar inclinándose en su favor.Shikaku, quien había permanecido en silencio hasta ahora, mantuvo la mirada baja, pero Tsunade notó cómo sus ojos seguían a Danzo con una intensidad que no podía ignorarse.Shikaku no estaba de acuerdo.Lo sabía, pero, como siempre, su enfoque era estratégico, esperando el momento adecuado para intervenir.El aire en la sala se hizo más espeso. Tsunade podía sentir el peso de la expectación, la presión creciente de tener que responder, de mantener el control.Pero el malestar que Danzo generaba en su interior, junto con la advertencia de Akita, la mantenían en un estado de alerta que casi la asfixiaba. Danzo no estaba ahí solo para participar en la discusión, estaba ahí para tomar el control, para manipular el futuro de Konoha a su conveniencia.Y Tsunade, ahora más que nunca, sabía que no podía permitírselo.La sala, aunque rebosante de figuras poderosas e influyentes, parecía pesar más que nunca sobre los hombros de Tsunade. Las luces parpadeantes del día que se extinguía apenas lograban iluminar los rostros tensos y expectantes de los presentes.Entre los líderes de los clanes, los Jōnin encargados de seguridad, descifrado y asuntos médicos, y los antiguos consejeros, la tensión era palpable, pero la atmósfera no era solo de preocupación, sino también de desconfianza.El silencio de los que ocupaban los asientos más apartados, como los líderes de los clanes Nara y Aburame, hablaba por sí solo.Shikaku Nara estaba quieto, con su mirada fija en el suelo, pero sus ojos, aunque entrecerrados, revelaban que su mente estaba siempre en movimiento, pensando en posibles estrategias.A su lado, Shibi Aburame, silencioso y casi inmóvil, apenas reaccionaba a la situación, como si todo lo que escuchaba ya hubiera sido calculado y evaluado previamente. Inoichi Yamanaka, al contrario, se movía nervioso en su asiento, notando el peso de la incertidumbre en la sala.Sin embargo, el foco estaba sobre Danzo. Aunque Tsunade sabía que jamás le haría daño a Konoha, era también consciente de que sus métodos, tan oscuros como las sombras que parecía manejar, iban en contra de todo lo que ella defendía, todo lo que representaba la Voluntad de Fuego.Su traición anterior, entregando la información de los Anbu a Orochimaru, seguía grabada en su memoria. Danzo lo había hecho no por odio a Konoha, sino para asegurar que Orochimaru no atacara la aldea. Un sacrificio calculado, como todo lo que hacía, pero inaceptable para Tsunade.Y lo peor era saber que, si Danzo tuviera más poder, haría lo impensable: declarar a Sasuke como un renegado a ojos del mundo, permitiendo que cualquier aldea lo persiguiera y matara sin tener que preocuparse por la represalia de Konoha.Tsunade lo sabía, porque en su mente, veía a Naruto. No podía permitir que lo que sucedió con Sasuke llegara al punto de no retorno, no mientras Naruto aún lo considerara un hermano.Sasuke aún era joven, aún manipulable, y Konoha tenía un futuro, aunque fuera uno que, según ese pergamino maldito, estaba destinado a la destrucción.Danzo, como si leyera los pensamientos de Tsunade, soltó un sonido irónico. No miró a nadie en particular, pero su voz resonó con una mezcla de sarcasmo y frialdad.— Quizás deberíamos aprovechar. — Dijo, calmadamente. — y descubrir quién fue el Hokage que permitió que esto sucediera. — Sus palabras se arrastraban, llenas de insinuaciones. — Así podríamos evitar a toda costa que se convierta en Hokage. Incluso... —Agregó, con una sonrisa apenas visible en los bordes de su boca. —... no permitirle ser un ninja si es que ese misterioso Hokage del futuro ya está entre nosotros.El comentario cayó como una bomba. Los ancianos, Koharu y Homura, asintieron de manera casi automática, pero antes de que el acuerdo pudiera consolidarse, Shikaku alzó la voz, interrumpiendo de manera inesperada.— Jugar con el futuro no es tan sencillo. — Dijo con un tono que combinaba respeto y firmeza. — Un solo movimiento en falso y podríamos condenarnos.Danzo, siempre rápido para responder, no dejó pasar la oportunidad.—Akita... ¿No? fue clara en que los cambios no dañarán a las personas del futuro. Para eso existe el pergamino, ¿Verdad? — Espetó sin escrúpulos, mirando a los presentes con su ojo visible lleno de convicción. — Cómo sucedió el futuro es problema de ellos. Nosotros, los que fuimos sacudidos por sus problemas, debemos preocuparnos por lo que sucede ahora.Tsunade se inclinó hacia adelante en su asiento. La furia hervía dentro de ella, pero no podía permitirse explotar. Llamó la atención de todos al colocar su mano firmemente sobre la mesa, el sonido resonando en la sala, cortando los cuchicheos y las dudas que empezaban a fluir.— Ya he hecho un trato con Akita. — Dijo, manteniendo un tono controlado pero firme. — Nos darán cualquier defensa que necesitemos, pero solo si juramos mantener a los niños a salvo.Un murmullo de sorpresa recorrió la sala. Todos los presentes, salvo los ancianos, parecían impactados por la revelación. Shikaku, siempre calculador, cerró los ojos por un momento, procesando la información.Koharu se levantó, señalando a Tsunade con el dedo, furiosa.— ¡¿Cómo puedes hacernos esto?! — Exclamó, su rostro contorsionado por la ira y la incredulidad. — ¡Eso fue un movimiento sin preparación!Tsunade observó cómo la vieja consejera temblaba de indignación, pero no respondió de inmediato. En cambio, su mirada se desvió hacia Danzo.Él, como era habitual, mantuvo la vista al frente, sin moverse ni reaccionar. Ni siquiera la miró, como si lo que acababa de revelar no fuera de su interés, o peor aún, como si ya lo supiera.No perdería a Danzo de vista. Si él resultaba ser el traidor que Akita mencionó, no permitiría que sus planes se llevaran a cabo.Entonces, tentada a provocar una reacción, Tsunade habló serenamente, con la intención de incomodarlo:— Akita dijo que tenemos un enemigo dentro de Konoha.El silencio que siguió fue abrumador. Cada par de ojos en la sala se volvió hacia ella, y los murmullos cesaron por completo. Danzo permaneció impasible, su expresión tan fría y calculadora como siempre. No había ni el más mínimo cambio en su semblante, ni una arruga de preocupación.— El traidor podría estar presente ahora mismo. — Añadió Tsunade, su voz inmutable mientras dirigía una mirada gélida a Danzo, esperando alguna reacción. Pero nada. —Mientras los ancianos se miraban entre sí, impactados por la revelación, Tsunade suspiró, sintiendo la frustración crecer en su pecho. Danzo era impenetrable. Ni una palabra, ni un gesto. Era como si hubiera previsto todo esto y simplemente esperaba su momento.— Aunque no pude sonsacarle quién es el traidor... — Dijo, observando de reojo a Danzo. — Akita me dejó claro que no podíamos arriesgarnos. Por eso he hecho el trato, y no hay vuelta atrás.Koharu y Homura empezaron a murmurar entre sí, intentando adivinar quién sería ese supuesto traidor.Tsunade, en cambio, pensaba en la mentira que acababa de soltar. Akita sí había mencionado un traidor, pero no tenía permitido dar más detalles. La advertencia había sido clara: no podían involucrarse demasiado en los asuntos de Konoha del pasado.Pero esa indirecta era justo lo que necesitaba para mantener a Danzo en jaque.Rompiendo la especulación, Tsunade se aclaró la garganta.— Debido a esta revelación, solicito que me permitan actuar con cautela y en solitario. Convocaré otra reunión solo cuando sea necesario, pero, debido a la posibilidad de traición, no puedo hablar demasiado.— ¿Y si te están mintiendo? — Preguntó Koharu, su voz llena de dudas, ansiosa. — Puede que "traición" sea una palabra fuerte, Tsunade. Podría ser solo un malentendido.Tsunade apretó los dientes.Ellos sabían.Sospechaban de Danzo, pero no se atrevían a exponerlo directamente.Mirando a los tres ancianos de reojo, entrelazó los dedos sobre la mesa y anunció:— De ahora en adelante, entregaré información encriptada a cada jefe de clan e involucrado en estas reuniones, y lo haré a través de mis Anbu. Así evitamos reunirnos en persona.Algunos Jōnin, sorprendidos, comenzaron a cuchichear entre ellos. Uno de ellos preguntó:— ¿Y si el traidor está fuera de esta sala? ¿En algún departamento que le dé acceso a esta información?Tsunade suspiró, cansada de la especulación, pero sabiendo que la semilla de la duda ya había sido plantada. Observó el intercambio de miradas nerviosas, las discusiones en voz baja.Shikaku, sentado al fondo, observaba todo en silencio, ajeno a los cuchicheos, como si estuviera viendo una partida de Shōgi que aún no había terminado.Tsunade mantenía su postura firme, mientras el ambiente a su alrededor se cargaba de murmullos contenidos.Los Jōnin y líderes de clan, sentados a lo largo de la mesa, discutían en susurros la posibilidad de que la Hokage tomara las riendas en solitario.Entre ellos se encontraban personajes de renombre, cada uno con una expresión de cautela o incertidumbre: el líder del clan Aburame, con su semblante impenetrable y gafas oscuras que ocultaban sus ojos; a su lado, el jefe del clan Hyuga mantenía la compostura, pero sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa, revelando la tensión que sentía.Otros como la líder del clan Inuzuka cruzaban los brazos, mostrándose menos convencido.Tsunade observó de reojo a los ancianos, Koharu y Homura, sabiendo que ambos compartían un conocimiento que ella no podía ignorar: el asunto de Trozani.Aunque los dos sospechaban de Danzo, su silencio ante la posible traición del antiguo compañero de Sarutobi era un testimonio de su renuencia a exponerlo.En ese momento, Koharu se inclinó hacia Homura y le susurró algo inaudible. El anciano, siempre meticuloso, se enderezó en su asiento y se dirigió a Tsunade con una mezcla de discreción y firmeza.— Lo aceptaremos, Tsunade. — Dijo Homura, su voz rasposa pero clara. — Pero debe quedar en Konoha, sin importar lo que ocurra fuera de la aldea. Si la Arena, que ya ha sido informada, llegara a enfrentar una situación similar, les ayudaremos para guardar las apariencias. Pero nadie más fuera de aquí debe saber lo que está ocurriendo.Tsunade cerró los ojos un instante, soltando un leve suspiro de resignación. Sabía que estaban atrapados en un juego peligroso y que las decisiones que tomaran ahora tendrían repercusiones profundas. Aun así, asintió.— Lo acepto.En ese momento, el ambiente se vio interrumpido por un golpe suave en la puerta. Todos los presentes, desde los líderes de clan hasta los ancianos, dirigieron su atención hacia la entrada, tensos.La puerta se abrió lentamente, revelando a una Shizune visiblemente ansiosa. Su semblante era grave, y su nerviosismo era palpable mientras se apresuraba hacia Tsunade, disculpándose con una inclinación apresurada ante la sala.— Tsunade-sama... — Susurró Shizune al oído de la Hokage, con una voz apenas audible para el resto. —El silencio se apoderó del lugar, como si cada persona en la sala pudiera percibir que algo importante se avecinaba.La calma era frágil, sostenida solo por la tensión que dominaba la habitación. Los susurros que antes llenaban la sala se evaporaron al instante, y los ojos de todos se clavaron en Tsunade, esperando su reacción.— ¡¿Cómo dices?! — Exclamó Tsunade, su voz rasgada por la sorpresa y la incredulidad. Se levantó de su asiento de un golpe, fijando la mirada en Shizune con intensidad. —Shizune, avergonzada pero firme, asintió una vez más, confirmando lo que acababa de comunicarle.La expresión de Tsunade cambió de sorpresa a una mezcla de furia y frustración, mientras miraba al vacío, perdida en sus pensamientos. Un sudor frío comenzaba a formar pequeñas gotas en los lados de su frente, deslizándose lentamente mientras su mente procesaba la gravedad de la situación.Koharu, siempre perspicaz, rompió el silencio.— ¿Qué está ocurriendo, Tsunade? — Preguntó con una mezcla de preocupación y autoridad, su ceño fruncido mientras Homura la miraba de reojo, esperando una respuesta. —Tsunade no respondió de inmediato.En cambio, se quedó quieta, inmóvil, sus ojos aún perdidos en algún punto indefinido de la habitación. Cada persona en la sala esperaba su respuesta, pero ella parecía estar luchando con algo interno, una información que había alterado todo su plan.Shikaku notó los pequeños detalles: los labios apretados de Tsunade, el ligero temblor en sus manos, la mirada helada en dirección a la puerta.Mientras el resto cuchicheaba nerviosamente entre sí, él dirigió su vista hacia la entrada, preguntándose qué sería aquello que había alterado tanto a la Hokage.