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Chapter 4 - Capitulo 3: conexiones inesperadas

El fin de semana llegó rápidamente, y con él, una sensación de relajación que rara vez experimentaba entre las tareas escolares y la constante reflexión sobre el futuro. Decidí desconectarme un poco de todo y ver una película. Elegí Blade Runner 2049, una de esas películas que me había recomendado un compañero. Sabía que su historia no solo era interesante, sino que también me permitiría observar algunos conceptos que me intrigaban.

Me acomodé en el sillón, con la pantalla brillando frente a mí, y me perdí en el mundo futurista de la película. Mientras avanzaba la historia, una escena en particular me llamó la atención: el protagonista, K, se encontraba bajo la lluvia con Joi, su novia holográfica. Observé cómo interactuaba con ella, cómo la lluvia caía sobre él, mientras ella, siendo un holograma, no parecía verse afectada por el agua. Sin embargo, algo no encajaba. A medida que el agua la atravesaba, el holograma no solo seguía perfectamente visible, sino que también parecía reaccionar a la lluvia, como si estuviera mojándose, lo que me resultaba completamente ilógico.

¿Por qué un holograma, algo que solo es una proyección de luz, podría parecer mojado o interactuar con la lluvia de esa manera? Mi mente comenzó a divagar, y rápidamente, gracias a mi habilidad, el pensamiento se enlazó con un conocimiento que había almacenado en algún momento. Recordé un libro que había leído sobre teorías de simulación cuántica. La teoría sugería que, en un entorno simulado lo suficientemente avanzado, los sistemas de proyección podrían interactuar con los fenómenos físicos al nivel de manipular las condiciones del espacio simulado. En otras palabras, un holograma proyectado con tecnología suficientemente avanzada podría ser tan detallado que, aunque no fuera real, podría dar la apariencia de estar "mojándose" porque la simulación de la lluvia también se adaptaría para evitar que el holograma se distorsionara.

Sentí cómo el conocimiento sobre la proyección de Joi aumentaba gracias a la teoría que había leído, como si una pieza encajara en el rompecabezas. Pero, como siempre, había algo difuso que no terminaba de encajar. Sin embargo, en ese instante, el pensamiento no se desvaneció. Se quedó allí, flotando, como si hubiera destapado algo más grande.

Era como si, por un momento, hubiera tocado algo importante. No era solo una pregunta sin respuesta; había una chispa que podría conectar con algo mucho más profundo. Mi Rama, mi habilidad de análisis, me permitía percibir eso, esa sensación sutil que me decía que había algo detrás, algo fundamental.

¿Qué pasaría si siguiera buscando?

Decidí investigar. No era algo que pudiera dejar pasar. La idea de recrear una tecnología tan avanzada me resultaba fascinante, y mi mente no podía detenerse en la imagen de Joi bajo la lluvia. Me senté frente al ordenador y comencé a buscar, a reunir fragmentos de información sobre hologramas, simulación cuántica y proyecciones de luz.

Cada artículo, cada estudio, era como una pieza de un rompecabezas, aunque no todas encajaban de inmediato. A veces las piezas no eran lo que esperaba, pero eso no me detenía. Mi habilidad de análisis era como una construcción: tomar las piezas, observarlas, entender su estructura, y, si no encajaban, no era un fracaso, sino solo una oportunidad para descomponerlas, ajustar los detalles y reconfigurarlas hasta que todo tuviera sentido.

Encontré teorías sobre cómo los hologramas podían interactuar con su entorno, pero a menudo las explicaciones eran vagas, imprecisas. Algo no me cuadraba. La idea de que una proyección pudiera adaptarse físicamente al mundo real parecía más fantasía que ciencia. Pero, ¿y si la tecnología estaba más avanzada de lo que creía? Quizá la clave estaba en la manipulación del espacio mismo, en la alteración de las partículas que formaban el holograma. No era imposible, solo improbable.

Me sumergí más en estudios sobre proyecciones láser y cómo se utilizaban en la creación de ilusiones visuales, pero para replicar la sensación de interacción física, era necesario algo más que luz. Necesitaba algo que pudiera dar una "sensación" real de humedad, de textura, de peso. Teorías sobre campos magnéticos, moléculas interactivas, nanomateriales... todo se conectaba en una espiral de conocimientos que, al principio, no parecía llevarme a ninguna parte.

Sin embargo, no me desanimé. Sabía que para cada pieza que no encajaba, había una forma de ajustarla, de reorganizarla hasta que encajara en el patrón correcto. La imagen de Joi seguía en mi mente. Sabía que, si encontraba las piezas adecuadas, podría juntar todo y, de alguna forma, entender cómo algo tan intangible como un holograma podía interactuar con algo tan físico como la lluvia.

¿Qué tan cerca estaba de poder replicar algo como eso? ¿Qué tan cerca podía estar de hacer algo que pareciera magia, pero que, al final, sería solo el resultado de un conocimiento perfectamente analizado?

El tiempo pasó rápidamente, pero para mí fue casi como si se detuviera. Cada día, me sumergía más y más en la investigación. Durante esos días, la rutina diaria era simple: me levantaba, comía lo más rápido posible, me aseaba sin prestar demasiada atención, y me lanzaba de nuevo a la búsqueda de información. Mis descansos para comer se reducían al mínimo necesario, solo para seguir adelante con la investigación. Cada concepto que encontraba me llevaba a otro, y cada descubrimiento me parecía una nueva pieza que, aunque a veces no encajaba de inmediato, me empujaba a seguir buscando, a seguir ajustando mi comprensión.

Mis pensamientos se centraban completamente en la tecnología holográfica, en cómo podría replicarse, cómo funcionaba realmente la interacción entre los hologramas y el entorno. Los conceptos que antes parecían desconectados ahora empezaban a formar patrones, aunque aún había muchos vacíos. Cada pieza que lograba juntar no era suficiente por sí sola; necesitaba más, siempre más, hasta que, un día, tras tantas horas de análisis, una sensación se apoderó de mí.

Fue tan sutil que al principio no supe qué había sucedido. Estaba mirando una teoría sobre el uso de campos electromagnéticos para estabilizar las proyecciones, cuando, de repente, algo hizo "click". Las piezas que hasta entonces habían estado dispersas en mi mente, finalmente encajaron. La tecnología holográfica que veía en la película, la interacción con la lluvia, dejó de ser solo una fantasía de ciencia ficción. Ahora entendía cómo podría ser posible. Sabía cómo podrían manipularse los materiales para crear una sensación de interacción con el mundo real.

Por fin, después de tantas horas de trabajo, había llegado a la conclusión que buscaba. No solo había encontrado la respuesta, sino que también había comprendido el proceso, el mecanismo que hacía que todo eso fuera posible. Había tomado todas esas pequeñas piezas de conocimiento, las había ajustado y reorganizado hasta formar algo completo, algo que, aunque aún estaba lejos de ser práctico, ya tenía una base sólida.

Sentí una mezcla de satisfacción y emoción. Había logrado algo, había comprendido algo que antes solo era una idea abstracta. Pero, sobre todo, me di cuenta de que había tocado un nuevo límite en mi conocimiento. Como siempre, mi habilidad me había permitido desentrañar las capas de información hasta llegar al núcleo, pero ahora, por primera vez, había encontrado algo que realmente me hacía cuestionarme hasta qué punto podía llegar mi capacidad de análisis.