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Chapter 7 - capitulo 6: viaje en tren

Han pasado ya un par de meses desde que terminé la escuela, y el día de comenzar mi viaje a la Academia de Héroes finalmente había llegado. La academia se encontraba en otra ciudad, así que tomé el tren temprano, rumbo a lo que sería una nueva etapa en mi vida.

El tren avanzaba lentamente por la ciudad mientras yo repasaba mi objetivo a corto plazo. Sabía que, aunque tenía muchas ideas y algunos inventos innovadores en mente, no servirían de nada si no lograba conseguir dinero para llevarlos a cabo. Y en un mundo como el mío, también era esencial contar con la capacidad de defenderse. No bastaba con tener buenas intenciones o una gran mente; el poder era crucial, así que decidí que mi objetivo inmediato sería conseguir dinero y encontrar una forma de protegerme.

Con esos pensamientos, observé por la ventana, dejando que el paisaje pasara sin mucha atención. Sin embargo, algo me hizo desviar la mirada a la persona que estaba sentada frente a mí, un joven que parecía bastante concentrado. Su mirada estaba fija al frente, y murmuraba algo en voz baja, casi como si hablara consigo mismo. Su actitud parecía distanciarlo del resto de los pasajeros. Mi curiosidad me llevó a mirarlo con más detalle, pero no pregunté nada. Me senté con tranquilidad, continuando con mis propios pensamientos, pero con una extraña sensación de que había algo en él que no era tan común.

Después de un rato, el chico se dio cuenta de que lo estaba mirando y levantó la vista. Me hizo un gesto amable, una pequeña inclinación de cabeza, y eso fue suficiente para romper el silencio.

—Hola —dijo con calma.

Lo miré por un momento antes de responder, notando que había algo diferente en su mirada.

—Hola —dije, eligiendo mis palabras con cautela.

Él no parecía preocupado, pero su presencia no era como la de alguien que simplemente pasaba el tiempo. Parecía tener algo más en mente, algo que no podía descifrar.

—Dante Delacroix —dijo, extendiendo la mano.

Yo la tomé con firmeza.

—Lian Voss Arista.

Hubo un instante de silencio entre nosotros. No era una conversación casual, pero tampoco algo que esperara que fuera significativo en ese momento. Había algo en su actitud, una especie de calma contenida, que me hacía pensar que había más en él de lo que mostraba. Sin más palabras, decidí continuar con mis pensamientos.

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El tren avanzaba sin prisa, pero algo en el ambiente comenzó a inquietarme. Mi habilidad de análisis me mantenía en un estado constante de observación, y no pude evitar notar una serie de detalles extraños a mi alrededor. Aunque al principio pasaron desapercibidos, pronto se hicieron más evidentes.

Lo primero que percibí fue una presencia peculiar en varias personas dispersas por el vagón. No era algo que se pudiera identificar a simple vista, pero era claro para mí: irradiaban una aura característica de alguien con una habilidad de nivel 2. No era raro encontrar personas con habilidades de este nivel, pero la cantidad de ellas reunidas aquí era inusual. En un viaje común, nunca había notado tantas.

Mi mente empezó a hacer conexiones rápidas. Aquellos con una habilidad de nivel 2, como yo, rara vez eran comunes. De hecho, mi beca en la Universidad de Héroes se debía en gran parte a haber alcanzado ese nivel. Sin embargo, la presencia de tantos en un solo lugar me parecía más que una coincidencia.

Lo primero que necesitaba era obtener información. Si no entendía lo que estaba sucediendo, no podría actuar. Para alguien como yo, con mi Rama a nivel 2, eso no representaba un problema. Había entrenado mi mente para procesar detalles que la mayoría de las personas pasarían por alto.

Fijé la vista en los grupos dispersos a lo largo del vagón, observando sus movimientos, procurando no ser evidente. Mi atención se centró en los gestos sutiles de un pequeño grupo. A simple vista, parecían personas comunes, pero algo no encajaba. Me concentré en su lenguaje corporal y noté que intercambiaban miradas, sutiles pero calculadas. Sus gestos eran discretos, pero había algo más en su comportamiento, una sincronía que sugería que se conocían bien.

Utilizaban una forma de lenguaje de señas que nunca había visto antes. Aunque conocía la mayoría de los sistemas de señas, este parecía distinto, compuesto no solo por movimientos de manos, sino también por expresiones faciales y cambios en su postura. Al principio, me resultaba difícil procesarlo, pero mi Rama me permitía desentrañar patrones rápidamente. A medida que observaba, los movimientos y las señales comenzaron a encajar en algo que mi mente pudo entender.

En pocos minutos, logré captar el mensaje. Estaban planeando secuestrar a la chica al frente del vagón. Mi corazón latió un poco más rápido, no por miedo, sino por la inevitabilidad de lo que estaba por suceder. Un conflicto interno surgió: ¿debería involucrarme? No soy un héroe, y podría fácilmente apartarme de la situación. Sin embargo, no podía quedarme quieto mientras un crimen se desarrollaba frente a mí.

Decidí que no podía permitirlo. Rápidamente, mi mente empezó a trabajar, buscando una solución. El tiempo era crucial, La calma fue mi aliada.

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Mi mente estaba trabajando a mil por hora. Las opciones eran limitadas, y necesitaba actuar rápido. Mientras observaba a los secuestradores y a la chica al frente, mi mente comenzó a formular un plan. Necesitaba un apoyo adicional, algo que no podía hacer solo. Recordé a Dante, el chico que había conocido en el tren. A pesar de su actitud tranquila, algo en él me había dicho que no era alguien común. La calma con la que se había comportado me dio la impresión de que podía ser útil.

Él también tenía una habilidad, aunque no sabía cuál. Lo que sí sabía es que, con el tipo de personas que había en el vagón, no podía arriesgarme a actuar sin tener una carta extra en la manga. Mi plan necesitaba a alguien en quien pudiera confiar, al menos por ahora.

Decidí acercarme a Dante. Aún no tenía claro cómo, pero el tiempo apremiaba, y el hecho de que el tren se acercara cada vez más a la ciudad solo aumentaba mi ansiedad. A pesar de todo, la calma seguía siendo mi aliada. Caminé hacia donde estaba, manteniendo una actitud tranquila, y me senté a su lado sin hacer mucho ruido.

—Dante —dije en voz baja, no queriendo que otros nos escucharan—. Necesito que me ayudes.

Él levantó la mirada, apenas sorprendido, pero la atención en sus ojos fue suficiente para que supiera que había entendido que algo importante estaba pasando.

—¿Qué pasa? —preguntó, sin perder la compostura.

Tomé una respiración profunda. Ya no había marcha atrás. Sabía que la situación estaba a punto de volverse más peligrosa, pero era algo que debía enfrentar.

—Hay algo raro en este tren —respondí, sin entrar aún en detalles—. Necesito tu ayuda para algo, pero tenemos que movernos rápido.

Él me miró fijamente por un momento, como si estuviera evaluando algo. Luego, asintió lentamente.

—¿Qué debo hacer? —preguntó con una calma imperturbable.

Sabía que era el momento de actuar. Sin embargo, no podía revelarle todo el plan aún. Necesitaba que él estuviera preparado para lo que iba a suceder, pero también sabía que algunos detalles requerían tiempo para ser explicados adecuadamente. Era mejor no precipitarme.

—Te lo diré en el momento adecuado —respondí, bajando la voz aún más—. Pero por ahora, mantén los ojos abiertos y prepárate para lo que pueda venir.

Dante asintió, su expresión seria, y ambos nos quedamos en silencio, observando cuidadosamente a los secuestradores y sus movimientos. Todo indicaba que el tiempo se nos estaba agotando.

La tensión crecía, pero por dentro, me sentía extrañamente tranquilo. Sabía que tenía la capacidad de resolver la situación, solo necesitaba el momento perfecto. Mientras el tren se acercaba cada vez más a la estación, mi mente se concentraba en los últimos detalles del plan, sin dejar de observar cada movimiento a mi alrededor. El tiempo apremiaba, y no podía permitirme cometer ningún error.