Capítulo 57: Recuerdos
Narra Brenda
Noté que se volvieron a mirar.
- ¿Y bien? ¿Con quién estuve saliendo? – pregunté nuevamente.
- Bueno, tuviste un pequeño romance con Tito... ¿Lo recuerdas? – dijo Anabela antes de que Ian pudiera hablar.
- ¿Tito? – Pregunté sorprendida – ¿Tito, el capitán del equipo de baloncesto?
Lo recordaba, pero no me parecía el tipo de chico con el que yo saldría. Cuando me lo mencionaron, vinieron a mi mente imágenes de él y yo, pero no sentía que lo hubiera amado. Sentía que había alguien más en mi vida.
- Sí, lo recuerdo. ¿Cómo pasó eso? ¿Por qué salí con él? No me parece que fuera mi tipo.
- Fue en el baile – dijo Anabela.
- ¿El baile ya pasó? No puede ser, me he perdido tantas cosas en mi último año.
- Técnicamente no te las perdiste, estuviste ahí, solo que no lo recuerdas... – dijo Ian.
- ¡¡¡IAN!!! – exclamó Anabela golpeándolo con el codo.
En ese momento, vinieron imágenes de nosotras dos a mi mente. Empecé a recordar cómo empezó nuestra amistad y lo mucho que nos divertíamos.
- ¿Anabela? ¿Eres tú? – pregunté.
- Sí, ¿puedes recordarme? – preguntó sonriendo.
- Claro, eres mi nueva mejor amiga – respondí alegremente y ella me abrazó.
- Ian tiene razón, ni siquiera puedo recordar cuándo empecé las clases, y sigo teniendo este estúpido presentimiento de que hubo alguien más en mi vida.
Anabela e Ian intercambiaron miradas una vez más.
- ¡Por qué rayos no dejan de mirarse! – Exclamé – Saben, tengo que descansar. Me alegró mucho haberlos visto... trataré de ir a la escuela pronto.
Dicho esto, ellos se despidieron de mí y me quedé dormida por un rato. Me costó conciliar el sueño, ya que empecé a tener un sueño vívido.
En mi sueño, me encontraba en una acogedora cabaña junto a un chico misterioso. Aunque no podía ver su rostro, sus ojos azul cielo me hipnotizaban con su mirada penetrante. Sentía una profunda tristeza en el sueño, pero él me reconfortaba al acariciarme suavemente. Era una sensación extraña, pero sentía una conexión inexplicable con él. Anhelaba su presencia y no quería que dejara de tocarme ni de besarme.
Al despertar al día siguiente, me sentía abochornada y con dolor de cabeza. Mi mamá estaba en la cocina preparándome el desayuno, y mi hermana Ingrid también estaba allí. Me uní a ellas en la mesa.
- ¿Te sientes mejor? ¿Pudiste recordar algo? – preguntó Ingrid con preocupación.
- Solo pude recordar un poco de ayer, cuando mis amigos estuvieron aquí. Es curioso cómo mencionar a alguien puede desencadenar recuerdos en mi mente. Pero aún no puedo recordar momentos por mi cuenta, es frustrante - respondí con frustración.
- El médico dijo que es normal. No te preocupes, pronto recuperarás todos tus recuerdos. No te presiones demasiado - me reconfortó mi mamá.
- Eso espero. Esto es desesperante. Pero bueno, estaré en mi habitación, intentando recordar algo. ¿Está bien? - pregunté, buscando un poco de privacidad.
- Por supuesto, cariño. Si necesitas algo, solo llámame - respondió mi mamá con cariño.
Así que subí a mi habitación, decidida a revisar todo lo que pude encontrar. Comencé por las fotografías, y me resultó curioso cómo podía reconocer a las personas en ellas. Los recuerdos empezaron a fluir, pero aún sentía que había algo o alguien importante que se me escapaba.
Después de examinar las fotografías, continué buscando más recuerdos. Abrí el armario y pensé que ya había sacado todo, pero entonces noté una caja plateada que estaba oculta debajo de una caja roja. La saqué y la coloqué en mi cama. Al abrirla, encontré dos notas. Una decía: "Para: Brenda" y la otra decía: "Úsame". Al sacar lo que había dentro, me quedé perpleja al descubrir un vestido que parecía ser de novia. Lo volví a guardar en la caja y la devolví al armario. Luego, saqué la caja roja y la puse en mi cama. Encontré un libro cuyo título no recordaba haber leído. Lo abrí y en la primera página había una dedicatoria que decía:
"Este es el primer libro que escribí, espero que cuando lo leas pienses en mí con amor... Alan Freeman".
"Alan Freeman", no podía recordar ese nombre. Abrí el libro y encontré un papel con una dirección que no reconocía. Miré detrás del papel y vi la frase "mi amor" acompañada de corazones. Me sentí confundida. Guardé el papel nuevamente dentro del libro y lo dejé en mi mesita de noche.
No sabía por qué Alan Freeman me había dedicado un libro, pero decidí dejar su lectura para después y seguir explorando las cosas que había en esa caja.
Empecé a sacar las cosas de la caja roja y me encontré con un montón de basuras de chocolates, boletos de funciones de teatro y cine, y post-its con fechas anotadas, todos adornados con corazones. "Qué cursi", pensé mientras seguía explorando. Fue entonces cuando encontré una tira de fotos de una cabina de fotos. Me desconcerté al ver que en todas las fotos estaba yo con alguien, alguien que parecía ser un poco mayor que yo. Intenté recordar quién era, pero no lograba hacerlo. En las fotos, ambos estábamos haciendo caras raras y parecíamos estar pasando un buen rato juntos. Pero seguía sin tener ni idea de quién era esa persona. Volteé la tira y solo decía "Shaftesbury". No tenía ningún recuerdo de haber estado en ese lugar, pero al parecer estuve allí con él. Dejé las fotos por un momento y seguí revisando la caja. Fue entonces cuando encontré otra foto, esta vez era solo de aquel chico. Tenía una sonrisa encantadora y sus ojos azules como el cielo capturaron mi atención. Me sentí confundida y comencé a cuestionarme más.
Pero lo que realmente me alteró fue la última foto que encontré. Era la que faltaba en la tira de fotos anterior y en ella, el chico y yo nos estábamos besando. Mi corazón se aceleró y sentí una mezcla de emociones difíciles de describir.
Y luego, para aumentar aún más mi confusión, encontré tres álbumes de fotos con frases grabadas en sus portadas. Agarré el álbum de color azul que decía "Alan Freeman & Brenda Brown Viaje a México" y me sumergí en todas las fotos. Era evidente que habíamos estado juntos en México, pero no podía recordar nada de eso. ¿Quién era él y qué hacía yo en México?
Luego tomé el álbum de color verde y azul con la frase "Alan Freeman & Brenda Brown Encuentros". Al ver todas las fotos, parecíamos ser una pareja feliz, pero algo en mi interior me impedía recordarlo.
Finalmente, agarré el último álbum de color verde con la frase "Alan Freeman & Brenda Brown Nuestra Boda". Al ver todas las fotos de él y yo vestidos de novios, una mezcla de emociones me invadió. No podía recordar nada de eso, pero lo único que sentía al verlo era un profundo enojo, aunque no sabía por qué.
La confusión se apoderaba de mí mientras contemplaba las fotos, y en ese preciso momento, mi madre abrió la puerta. Mi instinto me hizo esconder todo rápidamente, como si supiera que mi madre no debía descubrir todo eso.
- ¿Todo bien? - preguntó mamá desde el umbral de la puerta, apoyada en el marco.
- Sí, todo está bien - respondí, tratando de ocultar mi agitación.
- Te traje un té, ¿necesitas algo? - ofreció, preocupada.
- No, solo quiero estar sola, ¿sí? - respondí, sintiendo la necesidad de aclarar mi deseo de soledad.
- Está bien. Si necesitas algo, ya sabes que estoy abajo - dijo, dándome espacio.
- Gracias... - murmuré, sintiendo el peso de mis pensamientos confusos.
Esperé a que mamá saliera de mi habitación y volví a contemplar las fotografías. Todo era tan desconcertante. ¿Realmente había estado saliendo con él? ¿Por qué Anabela e Ian no me habían dicho nada? ¿Acaso era un secreto? Y esa foto de nuestra supuesta boda... ¿por qué no tenía un anillo en el dedo? Mi mente se inundaba de preguntas sin respuesta.
Decidí guardar cuidadosamente la caja, colocando el libro con la dedicatoria dentro y cubriéndolo con delicadeza con la tapa. Luego, la guardé en el mismo lugar donde la encontré, sobre la otra caja.
Las dudas seguían atormentándome y una sensación de mareo comenzó a invadirme. Necesitaba alejarme de todo, así que salí de mi habitación y me encontré con mamá en el pasillo.
- ¿Quieres algo? - preguntó, preocupada por mi estado emocional.
- De hecho, sí. Necesito dar un paseo, respirar aire fresco. Me siento agobiada y necesito distraerme un poco - confesé, buscando su comprensión.
- Pero... ¿a dónde quieres ir? Déjame buscar mi abrigo y te acompaño - propuso, queriendo asegurarse de mi seguridad.
- Mamá, necesito estar sola en este momento. No iré muy lejos, quizás solo al parque cercano - expliqué, deseando un momento de introspección.
- Hija, tienes amnesia y es peligroso que vayas sola. No recuerdas cómo regresar a casa - advirtió, preocupada por mi bienestar.
- Entiendo tus preocupaciones, pero si no salgo, siento que entraré en crisis. Prometo que estaré bien y te llamaré si surge algún problema. No tardaré mucho, lo prometo - aseguré, buscando su confianza.
- Está bien, pero lleva tu celular y dinero. Activa el GPS para que pueda rastrearte en caso de emergencia - accedió finalmente, deseando mi seguridad.
Siguiendo sus consejos, tomé mi celular, mi cartera y un suéter para abrigarme. Salí a la calle, sintiendo una mezcla de inquietud y alivio al tener un momento para mí misma.
Estar fuera me hacía sentir bien, como si recuperara mi libertad. Trataba de apartar de mi mente las fotos del chico que había encontrado, ya que pensar en él y en todo eso solo me traía tristeza y confusión.
Después de pasar por varios locales, uno en particular llamó mi atención: "Café & Amor", una encantadora tienda de pasteles y helados. Recordaba haber estado allí antes, era uno de mis rincones favoritos. Al entrar, me encontré con Ian, quien trabajaba allí, y me recibió con una cálida sonrisa. Observé las mesitas, pero decidí dirigirme directamente a la caja para hacer mi pedido. Ian esperaba con curiosidad mi elección.
- ¿Qué te gustaría ordenar? - preguntó Ian, con una mirada amable.
Sin dudarlo, respondí emocionada:
- Me encantaría un helado de Oreo con extra de chocolate y galletas aparte, por favor.
- Tu pedido estará listo en 10 minutos - dijo Ian, transmitiendo su amabilidad y eficiencia.
Mientras esperaba, me acomodé en una de las mesitas del local. Había otras personas allí, algunas disfrutando de su compañía en parejas, mientras que otras, como yo, preferían disfrutar del momento en solitario.
Finalmente, llegó el momento esperado:
- Helado de Oreo con extra de chocolate y galletas aparte, listo
Anunció el empleado mientras me levantaba para recoger mi pedido. Sin embargo, cuando llegué a la caja, me encontré con otra persona que también había pedido lo mismo y estaba recogiendo su helado. Esto llamó poderosamente mi atención, ya que hasta ese momento, creía ser la única que conocía ese peculiar pedido.
Curiosa, volví mi mirada hacia la persona y me llevé una sorpresa al percatarme de sus ojos. Eran los mismos ojos que había visto en las fotos del chico, el mismo chico que había aparecido en mis sueños...