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Chapter 59 - Capítulo 58: Alan Freeman

Capítulo 58: Alan Freeman

Narra Brenda

Quise verlo de nuevo para comprobar si era el mismo chico de mi sueño. Pero cuando me giré, él ya se había dado la vuelta, pagó rápidamente y salió del local. Sentí la necesidad de seguirlo, así que pagué rápidamente, agarré mi helado y me puse en marcha detrás de él.

Caminaba más rápido de lo normal, como si quisiera escapar de mí. Sabía que sería difícil alcanzarlo, pero decidí correr hasta que finalmente lo alcancé. Con timidez, toqué su hombro, sintiéndome extremadamente nerviosa.

- Hola - dije tímidamente.

Él se giró para mirarme, sorprendido, y finalmente pude verlo claramente. Era él, el chico de las fotos... sus ojos eran exactamente como los que había visto en mis sueños.

- ¿Sí? - respondió.

- Hola - dije nerviosa - Sé que esto puede sonar extraño, pero necesito que me digas quién eres. Sé que nos conocemos, pero no recuerdo nada debido a un accidente y tengo amnesia. ¿Podrías ayudarme a recordar?

La forma en que me miraba era extraña. Por un momento, pensé que se alegraba de verme, noté un brillo en sus ojos. Pero luego habló y todo se derrumbó.

- Lo siento, en este momento no puedo ayudarte. Espero que te recuperes pronto...

Me dio la espalda y comenzó a caminar, dejándome ahí sin saber si él me conocía o si al menos me recordaba... Estaba completamente confundida. ¿Qué había pasado?

Perpleja, decidí regresar a casa mientras en mi cabeza formulaba miles de teorías para tratar de entender la situación:

1. Quizás solía acosarlo, pero en realidad él no me conocía.

2. Tal vez el chico de las fotos se parecía demasiado a él, pero no era la misma persona.

3. Podría ser su hermano gemelo.

4. Tal vez él también sufría de amnesia.

5. Quizás estaba perdiendo la cordura.

Finalmente, llegué a casa y me dejé caer en la cama, permitiendo que todos esos pensamientos me consumieran. No podía dejar de dar vueltas en mi mente alrededor de ese chico. ¿Quién era realmente? ¿Y por qué se negó a ayudarme?

Al despertar al día siguiente, extrañé la rutina de levantarme temprano para ir a la escuela. Sentía una urgencia por descubrir más sobre lo que había sucedido en los últimos 9 meses, los cuales no recordaba debido al largo período en coma.

- Mamá, ¿tienes algo planeado para hoy? - pregunté con ansias.

- No, tu padre y yo tenemos que comprar algunas cosas para el trabajo. ¿Por qué lo preguntas? ¿Necesitas algo en particular? - respondió mi mamá.

- Sí, bueno, quiero regresar a la escuela. El médico dijo que era importante retomar mi rutina... y la verdad es que me aburro estando encerrada en casa.

- No estoy segura, Brenda. Todavía es muy pronto, aún estás en proceso de recuperación. Quizás la próxima semana sea más adecuado. Además, tu padre y yo también regresaremos al trabajo el próximo lunes, se acaban nuestras vacaciones.

- Está bien, mamá. Pero déjame ir hoy a inscribirme, ¿sí? Creo que me vendría bien ver a mis compañeros. Necesito dejar de estar encerrada aquí.

- Está bien, puedes ir a inscribirte, pero recuerda llevar tu celular y no regresar sola, ¿de acuerdo?

Yo asentí y me dirigí a la escuela caminando, ya que aún no podía manejar. Me sentía mejor, ya había recordado más cosas. Al llegar, me dirigí a las oficinas donde las secretarías, aparentemente, ya estaban al tanto de lo que me había sucedido. Fueron muy amables conmigo. Mientras esperaba a que me entregaran mis documentos, aproveché para observar las fotografías y cuadros que estaban en el muro. Eran fotos de todos los grupos, y noté que había muchas fotos mías en el cuadro de honor. Pero luego, mi corazón dio un vuelco al ver una foto en particular: en esa imagen estaba el chico de las fotos, el chico de la cafetería, el chico de mis sueños. Estaba junto a un grupo de estudiantes. Me detuve a observar la foto detenidamente y noté que yo también estaba casi al lado de él.

- Disculpe... ¿Quién es él? - pregunté a la persona encargada de preparar mis documentos.

- ¡Oh! Él es un profesor de la clase de literatura. Es nuevo, por eso quizás no lo recuerdes...

Quedé sin palabras, sorprendida por lo que acababa de escuchar. ¿Un profesor?

- ¿Y cómo se llama? - pregunté intrigada.

- Alan, Alan Freeman. Es bastante joven para ser profesor, ¿no crees?

Quedé completamente congelada al darme cuenta de que ese era el nombre de los álbumes de fotos, de la persona que me había dedicado aquel libro...

- ¿Él, él está aquí? - tartamudeé - ¿Está aquí en la escuela?

- Oh, querida, él renunció hace aproximadamente 4 meses. No quiero ser chismosa, pero se dice que tal vez renunció porque descubrieron que mantenía una relación romántica con una estudiante... Bueno, eso es lo que dicen. Aunque no me sorprende, él es joven y muy atractivo. Muchas chicas estaban interesadas en él.

Mi nerviosismo alcanzó su punto máximo, pero quería seguir averiguando más sobre eso... ¿Acaso la alumna que salía con el profesor era yo?

- ¿Y se sabe quién era esa estudiante? - pregunté con curiosidad.

- Hasta ahora no. Pero seguramente tuvo algo que ver con su calificación. Ya sabes cómo son las chicas de hoy en día - dijo guiñando un ojo.

- ¿Y sabe dónde está ahora?

- Bueno, lo último que supe fue que estaba trabajando para una nueva editorial que abrió aquí hace unos meses. En fin, tus papeles estarán listos en aproximadamente 2 horas. ¿Quieres esperarlos?

- No, regresaré más tarde. Gracias.

Alan Freeman, ese era su nombre. Ese era el nombre del chico que me había besado, dedicado libros y regalado demasiadas cosas... ¿Acaso había estado saliendo con un profesor? Tal vez solo nos habíamos besado, pero entonces, ¿por qué no me había querido ayudar ayer cuando lo encontré?

Decidí dejar de pensar por un momento y miré el reloj. Eran las once de la mañana. Mi mamá creía que estaría en la escuela hasta las 3, así que decidí aclarar todo esto de una vez por todas. Necesitaba entender. Salí de la escuela sin saber cómo llegar a la editorial, así que tomé un taxi.

Me quedé parada afuera de la editorial por un momento. Adentro, había una biblioteca enorme. Recordé que ya había estado allí antes. Conocía el lugar.

Al principio, consideré la idea de fingir que buscaba algún libro y, tal vez, si lo veía, preguntarle. Sin embargo, la curiosidad me ganó y comencé a buscarlo. No podía dejar las cosas así; necesitaba que me aclarara lo que había sucedido entre nosotros. A lo lejos, logré distinguirlo, aunque solo veía su espalda. Al verlo, experimenté una mezcla de enojo, alegría y tristeza... y no sabía exactamente por qué.

Hubo momentos en los que sentí el impulso de correr hacia él y abrazarlo, pero también momentos en los que sentía que estaba muy enojada con él.

Me acerqué lentamente mientras notaba que estaba hablando con alguien. Esperé pacientemente a que terminara y luego me acerqué definitivamente.

Respiré profundamente y exclamé...

- ¿Así que ahora te dedicas a esto? ¿Ya no te interesan tus alumnas?

- Brenda, ¿qué estás haciendo aquí? - preguntó Alan.