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Chapter 54 - Capítulo 53: El accidente

Capítulo 53: El accidente

Narra Alan

"Brenda tuvo un accidente. Brenda tuvo un accidente."

Al escuchar esas palabras, sentí cómo la culpa inundaba todos mis sentidos. Mi corazón se aceleró y un escalofrío recorrió mi espalda. Si algo le pasaba a Brenda, nunca me lo perdonaría. Su hermana estaba tan afligida que no pude obtener mucha información. Sin perder un segundo, me dirigí al hospital más cercano, donde supuse que estaría.

Estacioné mi auto frente al hospital, con las manos temblorosas. Sabía que si Brenda estaba allí, sus padres también estarían presentes. Era un momento arriesgado, pero no podía permitir que el miedo me detuviera. Estaba dispuesto a enfrentar cualquier consecuencia, porque mi amor por Brenda era más fuerte que cualquier temor.

Al llegar a la sala de espera de emergencias, mi corazón latía desbocado. Busqué con la mirada a los padres de Brenda, pregunté por Brenda. Me señalaron dónde estaban sus padres. Me acerqué con cautela, consciente de que esta noche se revelaría nuestra relación. Sentía un nudo en la garganta y mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta.

La madre de Brenda me miró con ojos llenos de angustia y desesperación. Supe en ese momento que ella también estaba pasando por un tormento emocional. Me acerqué lentamente y, con voz temblorosa.

- Alan, ¿qué haces aquí? – preguntó su madre, confundida.

- Señora, por favor, dígame que Brenda está bien… dígame que no le pasó nada grave.

Su madre parecía alterada, apenas podía hablar entre lágrimas y sollozos mientras me daba información sobre el estado de Brenda.

- Ella... está en una condición muy grave, en terapia intensiva. Tuvo un accidente automovilístico y todo sucedió muy rápido. El conductor del otro auto también está grave y declaró que Brenda estaba hablando por celular. El auto se salió de control debido a la nieve y nos informaron que está en coma con lesiones en la cabeza. Estoy muy preocupada - dijo, sin poder contener el llanto. - Pero no entiendo, ¿qué haces tú aquí? ¿Cómo te enteraste?

Permanecí en silencio, no estaba preparado para hablar ni sabía qué decir o inventar. Sabía que si decía la verdad, me alejarían de Brenda y no podría soportarlo.

- Dime algo, Alan. ¿Qué está pasando? - preguntó, desesperada por obtener información.

- Brenda estuvo conmigo antes de su accidente - las palabras salieron de mi boca sin pensar. - Tuvimos una discusión.

- ¿Disculpa? ¿Qué me estás tratando de decir? ¿Ustedes estaban juntos? ¿Discutieron? ¿Estaban en la escuela? - preguntó, lanzándome varias preguntas. Solo pude negar con la cabeza a su última pregunta.

- ¿Entonces? Alan, por favor... no entiendo nada y necesito toda la información posible en este momento.

El momento de la verdad había llegado. Sabía que después de esto mi vida cambiaría en todos los sentidos, pero necesitaba decirlo, dejar de mentir.

- Señora... Realmente no quería que esto se supiera así. Brenda y yo tuvimos una discusión, pero también hemos estado juntos porque... - Suspiré, tomando un momento para reunir mis pensamientos.

- ¿Por qué?... por favor, Alan, dime algo - suplicó su madre.

- Porque estamos enamorados... somos novios - confesé, esperando su reacción.

La reacción de su madre fue peor de lo que imaginé. Cubrió su boca con las manos y me miró con odio... y la comprendía, también me odiaba a mí mismo.

- ¿Me estás diciendo que tú... tú eres el chico del que mi hija está enamorada? ¿La novia que tanto ocultabas... era mi hija?

Mis palabras se atascaron en mi garganta mientras asentía con la cabeza, sintiendo un nudo de nerviosismo y culpa apretándome el pecho.

- ¿Cómo pudieron engañarnos todo este tiempo? ¡Yo confié en ti! ¡Sabes que eso es ilegal! ¿Sabes que podríamos demandarte por eso?

Intenté encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación, para calmar su ira y su dolor.

- Señora, por favor, déjeme explicarle todo. Conocí a su hija al comienzo del año escolar, pero ninguno de los dos sabía que yo sería su profesor y ella mi alumna... Fue solo una coincidencia, un giro inesperado del destino.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras me miraba con una mezcla de incredulidad y furia.

- ¿Qué le hiciste para que pelearan y tuviera este accidente? - me interrumpió sollozando, su voz quebrada por la angustia.

El peso de la culpa me golpeó con fuerza, sintiéndome responsable por el dolor que su hija estaba atravesando.

- No intentaba lastimarla, nunca fue mi intención que saliera lastimada. No quería hacerle daño, solo espero que ella esté bien. - Mis palabras salieron temblorosas, cargadas de arrepentimiento y amor por Brenda.

Las cosas tomaron un giro aún más oscuro cuando me percaté de que el padre de Brenda estaba detrás de mí, su presencia silenciosa confirmaba que había escuchado cada palabra de nuestra conversación.

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me enfrentaba a su mirada llena de ira y decepción. Sabía que no había forma de escapar de la situación, que tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones.

- ¿QUÉ LE HICISTE A MI HIJA? - gritó, su voz llena de rabia y desesperación. - Todo lo que escuché es verdad.

Me quedé sin palabras, sintiendo el impacto de sus palabras y el miedo que se apoderaba de mí. Me sentía indefenso y culpable, deseando poder retroceder en el tiempo y cambiar las cosas.

- No intentaba herirla, nunca fue mi intención que saliera lastimada. No quería hacerle daño, solo espero que ella esté bien - repetía. - Yo amo a su hija... - mi voz quebrada por el llanto y el remordimiento.

Eso fue suficiente. Fue suficiente con decir que la amaba para sentir el puño de su padre golpeando mi rostro. Estaba a punto de recibir otro golpe cuando comenzaron a gritarnos y a separarnos...

- ALÉJATE PARA SIEMPRE DE MI HIJA - gritó. - No te atrevas a acercarte a ella. Puedo acusarte y tendrás problemas legales por involucrarte con una menor. ¿Entendiste?

Mi boca estaba ensangrentada, tal vez merecía el castigo, pero mi mayor temor era el bienestar de Brenda. En ese momento, una enfermera se acercó, implorando que detuviéramos la pelea y nos alejáramos del caos emocional que habíamos creado.

- Por favor, estamos en el hospital. No está permitido gritar ni pelear aquí. Necesito que se retiren - dijo, tomando mi brazo y guiándome hacia la salida mientras aún podía escuchar los sollozos desgarradores de los padres de Brenda.

Mi mente estaba llena de preocupación y angustia mientras la enfermera me llevaba lejos de la confrontación. Necesitaba desesperadamente saber sobre el estado de Brenda, así que reuní el coraje para preguntarle a la enfermera.

- Señorita, por favor, soy el novio de la chica que tuvo el accidente. Necesito saber si estará bien - dije con desesperación, buscando desesperadamente respuestas.

- Lo siento, pero solo se proporciona información a los familiares directos - respondió mientras llegábamos a la puerta de salida. - Ahora, por favor, retírese.

Sentí cómo la preocupación y la impotencia me consumían. No me permitirían saber nada sobre el estado de Brenda ni estar cerca de ella. Necesitaba estar a su lado, verla, tenerla en mis brazos.

Salí de la sala de emergencias, pero me quedé en mi auto en el estacionamiento, esperando desesperadamente noticias sobre ella. Pasé toda la noche sin dormir, anhelando cualquier información que pudiera obtener, pero sabía que era peligroso acercarme.

Eran las 6 de la mañana cuando vi a sus padres salir del hospital en su auto, sin Brenda. Aproveché la oportunidad para entrar al hospital y preguntar por ella.

Allí estaba la enfermera que nos había separado anteriormente.

- Disculpe, necesito que me diga cómo está Brenda Brown - le pedí con ansiedad.

- Lo siento, señor, pero sus padres solicitaron que no proporcionemos información - respondió la enfermera.

- Señorita, por favor, ayúdeme. Estoy desesperado, la amo, ella es mi vida. Necesito saber cómo está, me siento culpable... le suplico - dije casi arrodillándome frente a su escritorio, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.

La enfermera pareció comprender mi angustia y la gravedad de la situación.

- Mire, joven, le diré solo si me promete que se irá. Es muy peligroso que los padres de ella lo encuentren aquí. Han dado órdenes explícitas y si se enteran de que le di información, puedo perder mi empleo. ¿Está claro?

- Sí, sí, está muy claro... dígame cómo está y después me iré - respondí, con un suspiro de alivio ante su compasión.

La enfermera sacó una carpeta de su escritorio y, con sumo cuidado, abrió el expediente de Brenda. Sus ojos recorrieron las páginas mientras yo esperaba con el corazón en un puño. Finalmente, ella levantó la mirada y suspiró antes de compartir la información que tanto ansiaba.

- No quiero darte esta noticia de esta manera, pero es importante que sepas la verdad. Tu novia se encuentra en estado crítico, aún está en coma debido a una grave lesión en la cabeza. Los médicos están haciendo todo lo posible, pero su respuesta es limitada... Sin embargo, quiero que tengas esperanza. Brenda es joven y fuerte, y aunque el camino hacia la recuperación será difícil, debemos aferrarnos a la posibilidad de que se recupere - dijo la enfermera, su voz cargada de compasión y empatía.

- Ahora debes irte - dijo la enfermera con una mezcla de compasión y firmeza en su voz.

Mis piernas temblaron y me apoyé en la pared más cercana para mantenerme en pie. Los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos mientras luchaba por asimilar la gravedad de la situación. Brenda, la persona que significaba todo para mí, estaba en coma y su vida pendía de un hilo.

Agradecí a la enfermera con un nudo en la garganta y salí del hospital con paso tambaleante. Regresé a mi departamento, donde cada rincón parecía susurrar el eco de los momentos compartidos con Brenda. Me encontré inmerso en una tormenta de emociones, una mezcla abrumadora de culpa, tristeza y desesperación.

La ira y la frustración se apoderaron de mí, y comencé a maldecir todo a mi alrededor. Me maldecía a mí mismo por haber caído en la trampa de Laura, por no haber protegido a Brenda de los peligros que la acechaban. Maldecía el hecho de que Laura hubiera entrado en nuestras vidas y provocado esta tragedia. Maldecía a los padres de Brenda por sus decisiones y acciones que habían contribuido a este caos. Maldecía mi propia existencia y cada aspecto de mi vida que me había llevado a este punto oscuro y desesperado.

En un arrebato de impotencia, comencé a lanzar objetos sin rumbo fijo. El desorden se apoderó de mi hogar, reflejando el caos interno que me consumía. Cada objeto roto parecía un eco de mi corazón destrozado.

Mi departamento se convirtió en un recordatorio constante de lo que había perdido. Cada habitación estaba impregnada de recuerdos de Brenda: su risa contagiosa, su suave presencia en mi cama. Era como si estuviera atrapado en un sueño oscuro, donde la felicidad que habíamos compartido se desvanecía ante mis ojos.

Agotado y con el alma en pedazos, me dirigí al baño en busca de un respiro. Pero incluso el agua que caía sobre mi cuerpo no podía apaciguar el dolor que me atravesaba. Solo el calor reconfortante de los brazos de Brenda podría calmar mi mente atormentada.

Un inesperado golpe en la puerta interrumpió el caos de mis pensamientos. Una estúpida idea cruzó mi mente, esperando que fuera Brenda con su sonrisa encantadora. Pero mis esperanzas se desvanecieron rápidamente cuando me encontré con un hombre vestido con traje formal, parado frente a mí.

Su voz ronca resonó en el silencio del apartamento mientras exclamaba:

- Disculpe, ¿es usted Alan Freeman?

Mi corazón se aceleró, lleno de incertidumbre y temor. Lentamente, asentí y respondí con cautela:

- Sí, soy yo. ¿Pasa algo?

El hombre se presentó como el abogado de la familia Brown y, sin rodeos, me entregó una orden que me exigía alejarme de Brenda y renunciar a mi empleo. Sus palabras resonaron en el aire, dejándome atónito y confundido.

- Soy el abogado de la familia Brown. Lo que traigo aquí es una orden en la que usted se compromete a alejarse de la señorita Brown y renunciar a su empleo... de lo contrario, se tomarán medidas adicionales - dijo el abogado, sin rodeos.

- ¿Qué? - balbuceé, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar mi incredulidad.

El abogado mantuvo la compostura y continuó:

- Comprendo que esto pueda ser abrumador, pero le insto a que considere la gravedad de la situación. Firmar este documento y alejarse de los problemas es lo mejor para todos. Meterse con una menor es un asunto serio y puede tener consecuencias legales significativas.

Mi mente se llenó de una mezcla de emociones. Sentí la ira y la determinación arder en mi interior mientras respondía con voz firme:

- Esto no se quedará así. También tengo abogados y no permitiré que nadie me aleje de Brenda.

El abogado me miró con una mezcla de seriedad y advertencia:

- Entiendo su posición, pero le aconsejo que piense detenidamente. Si decide complicar las cosas, está en su derecho de buscar asesoramiento legal. Sin embargo, le insto a que considere las implicaciones de sus acciones.

Permanecí en silencio, sin encontrar las palabras adecuadas para responder.

- Bueno, mi única tarea aquí es entregarle el documento. No tiene que entregármelo hoy, tiene hasta mañana. Y ni siquiera tiene que dármelo a mí, puede entregárselo a sus padres... buenas tardes - concluyó el abogado antes de marcharse.

En ese momento, Laura irrumpió en el apartamento, trayendo consigo una nueva ola de tensión. Sentí una mezcla de molestia y frustración al verla allí, sin comprender que ya no quería tener nada que ver con ella.