Capítulo 45: Cena - Baile
Narra Brenda
Una Cena - Baile. ¿Alan estará allí? ¿Qué tipo de broma es esta? Me resultaba difícil imaginar a Alan, Laura y a mí juntos en un baile.
Cuando regresé al salón de clases, Laura ya se había ido. Cuando la clase terminó, Esperé a que todos salieran antes de acercarme a Alan y arrojarle la invitación sobre su escritorio, mirándolo con curiosidad y cierta incredulidad.
Con una expresión que decía: "¿Puedes explicarme qué es esto?"
Alan tomó mi mano y dijo tranquilamente:
- Brenda, no tienes que ir si no quieres - su voz era serena.
- La pregunta es... ¿Tú qué quieres? ¿Quieres que yo esté ahí? Porque si voy, podría arruinar tu noche soñada con Laura - solté su mano, sintiendo una mezcla de emociones.
Comencé a caminar, pero él me jaló suavemente de la mochila y me abrazó.
- No me gustan los dramas, ¿entendido? - dijo con claridad.
- Y a mí no me importa todo esto - respondí enojada, con lágrimas amenazando con escapar. Salí corriendo sin mirar atrás.
Escuché que gritó mi nombre.
- Brenda, espera - su voz sonaba suplicante.
Salí y me encontré con Anabela, quien me esperaba pacientemente. Ambas nos dirigimos a su casa, necesitaba desahogarme y ponerme al día con ella. Le conté todo lo que había sucedido con Laura, la inauguración y demás.
- ¿Qué debería hacer? ¿Debería ir? - pregunté, buscando su consejo.
- No tienes que asistir si te sentirás incómoda, pero por otro lado, sería interesante ver cómo reacciona Alan al verte allí - respondió Anabela, luchando por llamarlo profesor en lugar de Alan.
Notaba que a Anabela le costaba llamarlo Alan, y a mí me costaba llamarlo profesor.
- No lo sé, no estoy segura de que esto sea una buena idea, además es mañana y ni siquiera tengo un vestido.
- Si ese es el problema - dijo Anabela, llevándome al cuarto de su hermana.
Anabela sacó un vestido hermoso: era de color azul cielo, me llegaba a la rodilla, tenía el cuello adornado con pedrería, era descotado y la espalda estaba completamente descubierta. Era simplemente espectacular.
- Solo lo ha usado una vez, en su graduación. Ni siquiera se dará cuenta de que te lo presté... y te quedará perfecto - dijo Anabela, colocando el vestido frente a mí.
- Este vestido es precioso, pero también es bastante provocativo - dije, mostrando mi preocupación.
- Es atrevido, pero créeme, cuando Alan te vea con esto, se quedará sin palabras. Si te animas, puedes usarlo. Piénsalo - sugirió Anabela.
Me fui a casa con el vestido. Pasé el resto del día haciendo mis tareas y limpiando mi habitación. Como me había levantado tarde, ni siquiera había tendido la cama.
Al día siguiente, como no había escuela, me desperté algo tarde, incluso más tarde que ayer. Fue alrededor de la 1 pm. Luego fui de compras con mi mamá y ella me animó a asistir al baile.
- Si te eligieron por tus buenas calificaciones, debe ser un honor ir, ¿no crees? Tantos años de sacrificios y madrugadas valen la pena para recibir un reconocimiento - dijo mi mamá, sin conocer toda la historia.
- Sí, claro, mamá, pero ninguno de mis amigos va a ir. No quiero estar sola durante todo el baile.
- Sí, pero Alan Freeman también va a estar allí, ¿no te agrada tu profesor? Siempre te has llevado bien con él - comentó mi mamá.
- Sí, mamá, claro que me cae bien, pero es mi profesor, no mi amigo - respondí.
"Pensé: 'Es mi novio'", reflexioné en silencio.
Me encerré en mi cuarto, pasé más de medio día contemplando el vestido y la invitación. Faltaban apenas diez minutos para las 8, el evento empezaba a las 9 pm. En ese momento, decidí que sí quería ir. Anabela tenía razón, quería ver la reacción de Alan al verme ahí. Me arreglé rápidamente y el vestido lucía aún más espectacular cuando me lo puse. Mamá me ayudó a peinarme y, lista para la ocasión, tomé un abrigo. Papá se ofreció a llevarme en su auto, pero preferí ir en el mío. Les dije que después me quedaría a dormir en casa de Anabela, ya que estaba cerca. Metí una bolsa con ropa en el auto y me dirigí emocionada hacia el evento.
Cuando llegué, quedé impresionada por el lugar. La fiesta era sumamente lujosa y me sentí un poco incómoda al entrar sola. Un amable encargado me pidió mi abrigo para guardarlo, se lo entregué y luego ingresé al lugar.
La biblioteca era simplemente deslumbrante, parecía sacada de un sueño. Era la biblioteca más grande que jamás había visto, era como estar en un verdadero paraíso literario. En medio de la multitud, logré reconocer a Ángeles, una de mis compañeras que también había sido invitada. No quería estar sola, así que me acerqué a ella y estuvimos platicando animadamente. Aunque mis ojos no dejaban de buscar a Alan, no lograba encontrarlo en ningún lado.
- Me gusta tu vestido, te ves muy bonita, Brenda - dijo Ángeles con una sonrisa.
- ¡Oh, gracias! Eres muy amable. Tú también luces increíble. Debo admitir que al principio no estaba segura de venir - respondí, agradecida por su cumplido.
- ¿Pero por qué no querías venir? - preguntó Ángeles, curiosa.
- Bueno... todos me conocen, saben que siempre he sido tímida y, la verdad, sentía vergüenza o más bien miedo de estar en un evento tan elegante - expliqué, sintiendo un nudo en el estómago al recordarlo.
Seguíamos conversando cuando escuché una voz familiar... su voz. Era Alan, interrumpiendo nuestro diálogo con su saludo.
- Buenas noches, señoritas - dijo Alan, luciendo impecable en su esmoquin negro con una corbata de moño. Mi corazón dio un vuelco al verlo.
Volteé rápidamente hacia él, pero Ángeles, como si intuyera algo, tomó su celular y se alejó para contestar una llamada, dejándonos solos.
- Buenas noches, Brenda. Creí que no vendrías - dijo Alan, con una mezcla de sorpresa y alivio en su voz.
- No deberías creer cosas de las que no estás seguro - respondí, tratando de ocultar mi emoción y cierta molestia.
- No quiero pelear contigo, y mucho menos aquí... - dijo Alan, buscando una tregua.
- ¿Entonces qué quieres? - pregunté, marcando distancia para protegerme.
- Quiero hablar contigo - dijo Alan, con sinceridad en sus ojos.
- ¿Hablar conmigo? ¿Para qué? No quiero arruinar tu velada... Estás aquí por ella - dije, dejando escapar mi frustración y envidia.
- Por favor, acompáñame afuera - suplicó Alan, buscando una oportunidad para aclarar las cosas.
- ¿Ahora? - dije, mostrando mi renuencia.
Finalmente, acepté a regañadientes. Alan me condujo hacia el hermoso jardín que se encontraba afuera de la biblioteca.
Alan miraba de un lado al otro, asegurándose de que nadie nos viera. Me indicó que nos sentáramos, pero yo decidí mantenerme de pie, mostrando mi resistencia.
- No creo que sentarnos sea una buena idea, ¿no le parece, profesor Freeman? Seguramente tiene que regresar pronto al evento de su novia Laura, ¿o me equivoco? - dije, con un tono desafiante y cierta ironía en mis palabras.
- Brenda... por favor - dijo Alan, intentando calmar la tensión.
- ¿Qué? ¿Acaso estoy diciendo mentiras? - respondí, sin bajar la guardia.
- De verdad quería hablar contigo, pero con esa actitud no se puede.
- ¿Hablar conmigo? ¿Para qué? Ni siquiera sé si me amas de verdad... - expresé, dejando salir mis dudas y temores.
- ¿Por qué me haces esta pregunta? - preguntó Alan, visiblemente desconcertado.
- ¿Por qué no me la respondes ahora? ¿Me amas o no? - insistí, buscando una respuesta clara y sincera.
Justo en ese momento, la voz de Laura resonó a través del micrófono, interrumpiendo nuestra conversación:
"Su atención por favor, ahora procederemos a hacer el brindis para inaugurar este nuevo edificio. Solicito la presencia de todos. Gracias".
- Tienes que irte, ¿no? No creo que ella quiera notar la ausencia de su "invitado de honor" - dije, con una mezcla de sarcasmo y tristeza.
Alan me miró como si estuviera pidiendo perdón, pero yo simplemente negué con la cabeza, sin ceder en mi postura.
Se dirigió hacia donde estaba Laura, dejándome sola en medio de la confusión y el dolor.
Cuando volví a entrar al salón, un camarero se acercó ofreciéndome una copa de champán para el brindis. La tomé, tratando de ocultar mi desazón, mientras Laura comenzaba a hablar:
- Buenas noches y gracias a todos por venir. Esta editorial significa mucho para mi familia, pero en especial para mí, ya que es la primera en la que estoy a cargo. Realmente agradezco todo su apoyo. Quiero agradecer a mi papá, a mi mamá y a todos ustedes. También quiero dar un agradecimiento especial a Alan Freeman, mi invitado especial, quien estuvo asesorándome en todo este proceso. De verdad, muchas gracias. Brindemos y disfrutemos de esta hermosa fiesta - dijo Laura, con emoción y gratitud en su voz.
Todos alzaron sus copas en señal de celebración, pero mi mirada seguía fija en Alan. Mientras algunos aún brindaban, Laura le susurró algo al oído a Alan. Él sonrió y luego vi cómo ella lo besó... ¡Lo besó! Besó a mi novio.
Respiré profundamente, como si quisiera que fuera solo un sueño, una fantasía. Pero él ni siquiera se resistió al beso, permitió que ella lo besara.
No quería seguir viendo, no debía seguir viendo. Dejé la copa en la mesa y, antes de que las lágrimas brotaran, salí corriendo hacia el estacionamiento.
No quería llorar, no quería llorar. Subí al auto y comencé a conducir, y cuando me di cuenta, ya estaba llorando. No quise reprimir mis lágrimas, no podía ser fuerte todo el tiempo.
Lo que más me dolía era la traición de Alan, no de Laura. Seguía convenciéndome de que ella no tenía la culpa de nada. Después de todo, ella no sabía que él tenía novia. Fue Alan quien permitió que eso sucediera, fue Alan quien no le dijo que tenía novia. Y lo peor de todo era que nunca hubiera presenciado eso si nunca hubiera asistido a ese estúpido baile.