Capítulo 49: Estabas equivocada
Narra Alan
La cena no estuvo tan mal, pero habría sido perfecta si Laura no hubiera estado allí. Después de terminar la comida rápidamente, solo quería alejarme de Laura. No entendía por qué estaba allí. No pude despedirme en persona de Brenda, así que solo le envié un mensaje.
Al salir y dirigirme hacia mi automóvil, Laura no se separaba de mí.
- Bueno, adiós, Laura - dije, insinuando que se fuera.
- Alan... tengo algo importante que decirte - dijo.
- No creo que sea buena idea - dije, tratando de alejarme de ella.
- Es importante... de hecho, es un tema de negocios - insistió, buscando captar mi atención.
- ¿De negocios? Bueno, dilo ya - accedí, curioso por saber qué tenía que decir.
- No quiero hablar de negocios aquí en tu auto. ¿Podríamos ir a un café? - propuso, buscando un lugar más privado para conversar.
Lo pensé un momento, dudando, especialmente porque no quería tener problemas con Brenda.
- Solo es por negocios, te lo prometo - dijo.
- Está bien, creo que hay un café a unos metros de aquí. Nos encontramos allí - acordamos, antes de separarnos ella subió a su auto.
Mientras me dirigía hacia mi automóvil, no pude evitar mirar hacia la casa de Brenda. Para mi sorpresa, la vi asomándose por la ventana de su cuarto. Su sonrisa encantadora iluminó mi corazón, y no pude contener una sonrisa en respuesta. Besé la palma de mi mano y soplé en su dirección, viendo cómo ella respondía de la misma manera.
Después de unos minutos, nos encontramos en el café, listos para adentrarnos en esa conversación de negocios que Laura tanto insistía. Aunque mi mente estaba llena de preguntas y preocupaciones, no podía evitar sentir la emoción de estar cerca de Brenda nuevamente.
- ¿Y bien? - pregunté, esperando ansioso la respuesta de Laura.
- Bueno, primero sé que esto debe ser muy raro después de lo que pasó anoche, después de que te besé. Aunque realmente no entiendo por qué hay tanto conflicto, no es como si estuvieras con alguien - dijo Laura, con cierta confusión en su voz.
Cuando me dijo eso, una mezcla de emociones me invadió. Quería gritarle que estaba con Brenda y que la amaba, pero decidí mantener la calma y dejarla continuar.
- En fin, lo que quiero hablar contigo es acerca de la editorial de la que estaré a cargo. Seré directa: quiero que seas el gerente de la editorial. El puesto es todo tuyo - declaró, dejándome perplejo.
- ¿Qué? - respondí, sin poder creer lo que estaba escuchando. Sonaba demasiado irreal.
- Mira, déjame explicarte. La editorial debe abrir pronto, pero yo no puedo ser la gerente. Estoy en un nuevo proyecto con mi padre, y si me pongo a contratar a otros, tendría que hacerles entrevistas y todo eso. Pero a ti ya te conozco, vaya que te conozco, y sé que eres el indicado. Te encantan los libros y la paga es asombrosa - explicó, tratando de convencerme.
- Pero ya tengo un empleo. Soy profesor - dije, intentando encontrar una razón para rechazar su propuesta.
- No me vas a decir que quieres ser profesor toda tu vida - suspiró, comprendiendo mi resistencia. - Sé que es una decisión muy apresurada, pero tómate unos días para pensarlo. Ya sabes dónde buscarme - sugirió, dándome la oportunidad de reflexionar.
- Está bien - accedí, sintiendo la necesidad de considerar todas las implicaciones. - Te prometo que lo pensaré.
- Gracias - dijo Laura, aunque su rostro reflejaba cierta decepción. - Y sobre nosotros...
- Laura, no hay ningún "nosotros" - interrumpí, dejando en claro mis sentimientos. - Lo nuestro terminó hace tiempo. Puede que no esté con nadie en este momento, pero me interesa alguien, y contigo ya no siento nada.
- Ah, ¿te interesa alguien? - preguntó, curiosa por saber más. - ¿Quién es? ¿La conozco?
- Puede ser, tal vez... - respondí evasivamente, tratando de evitar mencionar a Brenda y complicar aún más las cosas.
- ¿Y cómo es ella?
- Es especial, única, extraordinaria. Jamás vi a alguien como ella. Cuando la conocí, sentí mariposas en el estómago - suspiré, recordando aquellos momentos mágicos. - Me provocó palpitaciones, taquicardia. Es difícil de explicar.
- Veo que estás realmente enamorado - comentó Laura, reconociendo la sinceridad en mis palabras. - Jamás vi ese brillo en tus ojos... ni siquiera cuando estábamos juntos.
Laura pagó su cuenta y, en silencio, me dejó en la cafetería, sumido en mis pensamientos.
En ese momento, me quedé pensando en las palabras de Laura: "No quieres ser profesor toda tu vida". Solo podía relacionar esa afirmación con alguien en particular: Brenda. Si aceptaba el empleo, dejaría de ser su profesor y eso eliminaría una de las complicaciones en nuestra relación. Pero trabajar con Laura también planteaba interrogantes sobre cómo Brenda lo tomaría.
Reflexioné sobre las posibles consecuencias de aceptar la oferta de Laura. Si bien me emocionaba la idea de trabajar en el mundo editorial, también me preocupaba cómo afectaría mi relación con Brenda. Ella era mi alumna y había una conexión especial entre nosotros. ¿Cómo reaccionaría al enterarse de que ahora sería mi jefa?
Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, y la incertidumbre me embargaba. Sabía que debía tomar una decisión pronto, pero no quería apresurarme. Necesitaba sopesar cuidadosamente los pros y los contras, considerando tanto mi carrera como mis sentimientos hacia Brenda.
Mientras salía de la cafetería, me di cuenta de que esta elección no solo afectaría mi vida profesional, sino también mi vida personal. Sabía que debía tomar una decisión que estuviera en línea con mis metas y deseos a largo plazo, pero también debía considerar el impacto en las personas que me importaban.
Con estas reflexiones en mente, me dirigí a casa, listo para enfrentar la difícil tarea de tomar una decisión que cambiaría el curso de mi vida.
Narra Brenda
Al día siguiente, el sol brillaba radiante en el cielo, y yo sabía que tenía que encontrar una manera de ver a Alan. Aunque me preocupaba cómo reaccionarían mis padres si se enteraran de nuestra relación, no podía resistir la tentación de estar con él.
Llegué a su departamento y, para mi sorpresa, él ya estaba esperándome afuera en su auto.
- Sube, amor - me dijo, abriendo la puerta del copiloto con una sonrisa.
- ¿Adónde me llevará, señor Freeman? - pregunté, emocionada por la aventura que nos esperaba.
- Solo sube, señorita, y déjate sorprender - respondió, manteniendo el misterio.
Con una mezcla de curiosidad y emoción, subí al auto y él me ayudó a abrocharme el cinturón de seguridad. Pronto, comenzamos a conducir, y mientras avanzábamos, no pude evitar preguntarme a dónde íbamos.
Después de un rato, llegamos a un hermoso bosque, donde los árboles se alzaban majestuosos y la nieve cubría el suelo. Era como entrar en un cuento de hadas invernal.
- ¿Qué hacemos aquí? - pregunté, asombrada por la belleza del lugar.
- Tendremos nuestro primer picnic en la nieve - dijo Alan, sacando una canasta llena de deliciosos alimentos preparados por él mismo. - Quería hacer algo especial para ti.
- Oh, ¿tú lo preparaste? Entonces seguro será comida comprada - dije riendo, bromeando con Alan mientras tomaba la canasta de sus manos.
Él me miró con una sonrisa traviesa y, de repente, me rodeó la cintura y me levantó en el aire. Comencé a reír mientras girábamos juntos, sintiendo la adrenalina y la felicidad recorriendo todo mi cuerpo. Era como si el mundo entero desapareciera en ese momento, dejándonos solo a nosotros dos y a nuestra risa contagiosa.
Después de un rato, él me bajó suavemente y nos miramos el uno al otro, con los ojos brillantes y las mejillas sonrojadas por la diversión. No podíamos dejar de sonreír, sabiendo que este era un momento especial que guardaríamos en nuestros corazones para siempre.
Sonreí, conmovida por su gesto, y nos adentramos en el bosque. Encontramos un lugar perfecto para sentarnos y disfrutar de nuestra comida rodeados de la naturaleza.
Mientras comíamos, el aire fresco y el silencio del bosque crearon un ambiente íntimo y acogedor. Sentía una conexión especial con Alan, como si el mundo desapareciera a nuestro alrededor.
Después de terminar de comer, decidimos divertirnos un poco. Alan me tomó de la mano y comenzamos a correr entre los árboles, lanzándonos bolas de nieve y riendo sin parar. En ese momento, no había preocupaciones ni responsabilidades, solo estábamos disfrutando el uno del otro y de la magia del invierno.
Continuamos caminando por el bosque, explorando cada rincón y disfrutando de la belleza de la naturaleza que nos rodeaba. El aire fresco y el crujido de la nieve bajo nuestros pies nos recordaban lo afortunados que éramos de estar juntos en ese momento.
Mientras nos adentrábamos aún más en el bosque, encontramos un pequeño lago congelado. Alan tomó mi mano y nos deslizamos sobre el hielo, riendo y disfrutando de la sensación de libertad y diversión que nos brindaba el invierno.
Después de un tiempo, nos sentamos en la orilla del lago, abrazados y contemplando el paisaje. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. En ese momento, sentí una profunda conexión con Alan y supe que estábamos viviendo un momento mágico que nunca olvidaríamos.
- ¿Señor Freeman? – dije en tono juguetón.
- ¿Dime? - respondió Alan con una sonrisa.
- Tuvimos todo el verano y hasta el otoño para hacer un picnic, pero decides organizarlo en pleno invierno para que nos congelemos. Me encanta tu lógica, Alan.
Alan rió y me tomó de la mano.
- Nosotros no tenemos una relación normal, ¿verdad? - dijo, mirándome con cariño.
Asentí, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
- Te contaré por qué estaba tan celosa de Laura - dije, buscando su mirada.
- No tenemos que hablar de eso si no quieres, mi amor - respondió él, preocupado.
- Lo sé, pero siento que necesito decirlo. Sé que nuestra forma de conocernos fue inusual y lo que descubrimos después fue complicado. ¿Quién iba a imaginar que tú serías mi profesor? Pero a pesar de todo, desde el primer momento supe que lo que sentíamos era amor. Sin embargo, cuando me enteré de lo que pasaba entre tú y Laura, me invadió la inseguridad. Pensé que quizás extrañabas la estabilidad y la apariencia perfecta que tenías con ella.
Alan acarició mi mejilla suavemente.
- Estabas equivocada, Brenda. No importa mi pasado con Laura. Eres tú quien ha llenado mi corazón y mi vida por completo. No necesito nada más que estar contigo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad y alivio.
- Gracias, Alan. Eso es todo lo que necesitaba escuchar. Ahora sé que eres mío y yo soy tuya.
- ¿Por qué eres mío, verdad?
Él tomó mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos.
- ¡Claro que soy tuyo! ¡Completamente tuyo! Te amo - dijo, y luego me besó.
Él me abrazó con ternura y nuestros labios se encontraron en un beso lleno de amor y complicidad.
Después de un momento, nos quedamos en silencio, disfrutando de la calma y la conexión entre nosotros. Sabía que habíamos superado un obstáculo importante y que nuestro amor era más fuerte que cualquier duda o inseguridad.
Estuvimos en silencio durante un buen rato y luego él decidió romperlo:
- Tengo algo que decirte - su voz era tranquila, pero había algo en ella que me preocupaba.
- Ya sé que dijiste que no querías que dijera nada, pero esto es importante - continuó.
Decidí no interrumpirlo y me quedé en silencio, esperando a que terminara.
- Laura me ofreció un empleo, uno de los mejores empleos, de hecho... ¡Se trata de la gerencia de la editorial! - sus ojos se iluminaron mientras me lo contaba.
Sentí un nudo en el estómago al escucharlo.
- Solo hay una situación... Si lo acepto, ya no seré tu maestro - dijo, y luego guardó silencio.
Comprendí que era mi momento de hablar.
- Oh, bueno... No sé si eso sea correcto. Extrañaría verte - fue lo primero que dije, con un tono de tristeza.
- Lo sé y no tomaré ninguna decisión que te moleste - respondió él, preocupado.
- No se trata de si me molesta, es sobre lo que tú quieras hacer... Tus sueños, Alan.
Él tomó mi mano y me miró con ternura.
- Brenda... tú eres mi sueño, mi más hermoso sueño - dijo.
Decidí cambiar el rumbo de la conversación.
- Mira, Alan, no quiero hablar más de esto. Es tu decisión y no quiero interponerme. Piénsalo y luego decides. Por ahora, disfrutemos de este día juntos.
Realmente no quería discutir más sobre el tema. Quizás era una buena idea que ya no fuera mi profesor, pero la idea de separarme de él y saber que trabajaría con Laura me aterraba. Sin embargo, estaba dispuesta a respetar su decisión, cualquiera que fuera.
Aquella tarde fue muy bonita. Cuando regresé a casa, no podía dejar de suspirar y pensar en el empleo de Alan. Realmente me preocupaba.
Pasaron los días y nuestra relación iba mejor que nunca. No había un solo día en el que no nos viéramos, tanto en la escuela como en su departamento. A veces salíamos juntos en los recreos, pero solo platicábamos por miedo a ser descubiertos. Aun así, estar con él era como si me dieran una prueba del paraíso. Yo era suya y él era mío.
Un viernes, en la preparatoria, se llevó a cabo una feria de universidades. Todo el tema del futuro me causaba pánico y confusión. No quería que mi futuro me alejara de Alan, deseaba que nuestros caminos se mantuvieran juntos.
Recorrí los distintos stands de las universidades, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad. Mientras observaba los folletos y las opciones académicas, no podía evitar pensar en cómo afectaría nuestra relación. ¿Podríamos seguir estando cerca si elegíamos caminos diferentes?
- ¿Ya has decidido qué hacer? – preguntó Anabela mientras caminábamos por la feria.
- No lo sé, Anabela... Estoy en medio de un ataque de pánico – respondí con sinceridad, sintiendo la presión de tomar una decisión que podría cambiar mi vida.
Anabela me miró sorprendida.
- ¿Tú? La chica que siempre supo que quería ser escritora y estudiar en Boston... ¿Tienes miedo? ¿Estás confundida? ¿Y qué pasó con los trámites de tu beca?
Suspiré, sintiendo un nudo en mi estómago.
- Todo cambió con dos palabras: Alan Freeman
Anabela frunció el ceño, sin entender del todo.
- Espera, ¿me estás diciendo que todo esto tiene que ver con él?
Asentí con tristeza.
- Sí, Anabela. Alan ha cambiado mi vida de una manera que nunca imaginé. No quiero alejarme de él, y si eso significa renunciar a mi beca y quedarme aquí, entonces así será. Estudiaré en una universidad local
Anabela me miró con preocupación.
- Solo espero que no te arrepientas más adelante
Tomé una profunda respiración y afirmé con determinación.
- No, Anabela. No me arrepentiré. Estoy segura de que esto es lo que quiero. Alan es mi todo, y estoy dispuesta a hacer cualquier sacrificio por nuestra relación