Capítulo 47: Noche de Pasión
Narra Brenda
Alan colocó sus manos en mi cintura mientras yo rodeaba su cuello con mis brazos. Nuestros besos eran apasionados, y en cada uno de ellos sentía cómo aumentaba mi deseo por él.
- Te amo, Brenda – suspiró Alan, dejando escapar sus sentimientos en un susurro.
En ese momento, me quedé sin palabras. Me perdí en sus caricias, sintiendo cómo acariciaba suavemente mi pecho por debajo de mi vestido. A su vez, mis manos exploraban su espalda, deslizándose con ternura bajo su saco.
Justo cuando Alan estaba a punto de deslizar el vestido por mis hombros, se detuvo y me miró directamente a los ojos.
- Brenda... ¿Estás segura de que quieres hacer esto? ¿Realmente deseas que esto suceda? –preguntó con una mezcla de preocupación y deseo en su voz.
Me tomé un momento para reflexionar. Él me estaba dando la oportunidad de decidir si quería dar este paso tan esperado. Sin embargo, mis sentimientos eran claros y no necesitaba palabras para expresarlos. Simplemente volví a unir nuestros labios en un beso apasionado, dejando que mis acciones hablasen por sí mismas.
En ese instante, supe que no había vuelta atrás.
Alan me levantó en sus brazos, y rodeé su cintura con mis piernas mientras él me llevaba a la habitación. Cada beso en el camino aumentaba la anticipación y el deseo entre nosotros. Con suavidad y cuidado, me acostó sobre la cama, tratándome como si fuera una frágil muñeca de porcelana. Y con la misma delicadeza, sentí cómo su cuerpo se unía al mío.
Sus labios recorrieron los míos, descendiendo lentamente por mi cuello hasta llegar a mis pechos, donde sus caricias se volvieron más intensas. Cada contacto era una promesa de pasión y entrega.
Hasta llegar a mi ombligo, donde sus labios se detuvieron, dejando un rastro de anticipación en mi piel. En ese momento, el aire se cargó de un deseo palpable, mientras nuestras miradas se encontraban, comunicando sin palabras la intensidad del momento.
- Cariño... Si en algún momento quieres que pare, solo dímelo. No quiero hacer nada que no desees - murmuró Alan, excitado y suspiró.
- No quiero que pares, estoy segura de esto - susurré con excitación y suspiré.
Nos sentamos juntos en la cama y, con mis manos temblorosas de anticipación, comencé a desabrochar lentamente su saco, deslizándolo con suavidad hasta que finalmente se desprendió. Mientras mis labios se encontraban con los suyos en besos dulces como la miel, desabroché su camisa con cuidado, liberando su pecho desnudo.
Luego, nos pusimos de pie, sintiendo la electricidad en el aire, y con una delicadeza exquisita, desabotoné su pantalón, deslizándolo por sus piernas hasta que quedó completamente desnudo. Mientras mis labios se fundían con los suyos en un beso apasionado, con manos temblorosas, me deshice lentamente de mi vestido, dejando al descubierto mi cuerpo desnudo.
- Eres hermosa, Brenda... eres una visión de mujer – suspiró Alan, con admiración en sus ojos.
Nuestros ojos se encontraron en un momento cargado de deseo y confianza mientras me acostaba con suavidad en la cama. Sus labios recorrieron mi piel, dejando un rastro de besos y susurros por mi cuello, descendiendo lentamente hacia mis pechos, hasta que finalmente llegó a mi ombligo.
- Mmmm, Alan – gemí su nombre con placer – Alan, me encanta – suspiré, entregándome por completo al momento.
Luego, con un giro suave, me encontré encima de él. Sus labios se encontraron con los míos mientras sus manos acariciaban mi espalda con ternura. Poco a poco, despojó mi cuerpo del sostén, mientras mis labios exploraban su cuello, sus hombros y descendían por su pecho, explorando cada centímetro de su piel con besos apasionados.
Cuando sus labios llegaron a la zona debajo de mi ombligo, con manos hábiles y llenas de deseo, deslizó suavemente la última prenda que me quedaba, dejando mi cuerpo completamente desnudo ante él. En ese instante, sentí una mezcla de excitación y vulnerabilidad, entregándome por completo a la pasión que nos consumía.
Aunque Alan notaba mi ligera inseguridad, siendo mi primera vez, me tranquilizó con su presencia y suavidad, asegurándome que iríamos a mi ritmo y que estaría allí para cuidar de mí.
- ¿Estás segura? - suspiró Alan, casi suplicando, esperando una respuesta positiva. Busqué sus labios con los míos en un beso apasionado, transmitiéndole mi deseo y confianza.
Jadeé al ver cómo Alan se deshacía de la última prenda que cubría su cuerpo, revelando su figura dura y elegante. Cada centímetro de su cuerpo despertaba en mí una excitación incontrolable.
Alan vestido era cautivadoramente sexy, parecía un dios en carne y hueso. Suspiré, reconociendo que se había convertido en la personificación de mis fantasías más salvajes.
Sus manos descendieron con suavidad por mi vientre, dejando un rastro de calor y electricidad en su camino. Cada caricia y beso suyo exploraba mi cuerpo, despertando sensaciones que me hacían temblar de placer.
- Mmmm, Alan, Alan, Alan – gemí su nombre, entregándome a las sensaciones abrumadoras que él despertaba en mí.
Empecé a mover mi cadera con ansias, pero Alan se detuvo, dejándome impaciente y anhelante. Levantó su cuerpo ligeramente y alcanzó la mesita de noche, sacando un envoltorio plateado. Su sonrisa me tranquilizó, sabiendo que estábamos tomando las precauciones necesarias.
Notando mis nervios, Alan me miró fijamente.
- ¿Quieres que pare?- preguntó, suspirando.
- No – respondí con convicción, sintiendo la confianza y el deseo arder en mi interior.
- ¿Segura? – volvió a preguntar, buscando la confirmación de mi consentimiento.
- Sí – respondí, dejando claro mi deseo y mi entrega total.
Nuestros cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, sintiendo la presión de su pecho contra mis pechos. Me miró a los ojos, buscando una conexión profunda mientras me acariciaba el rostro. Luego, su mirada se deslizó por mi cuerpo desnudo, pidiendo permiso sin palabras.
Le sonreí, dándole mi consentimiento silencioso, y sentí cómo su miembro se deslizaba en mi zona, provocando una oleada de placer y cosquilleo por todo mi ser.
Conforme Alan empezó a empujar, un dolor punzante comenzó a apoderarse de mí, provocando una exclamación de angustia.
- Aaaaaaaaaaa, Alan, duele – exclamé, sintiendo cómo el dolor se intensificaba.
Alan, con voz suave y llena de amor, trató de tranquilizarme.
- Tranquila, amor... pronto ese dolor pasará... te prometo que seré muy cuidadoso – susurró, transmitiéndome su compromiso de hacerme sentir segura y protegida en ese momento tan íntimo.
Comenzó a moverse con suavidad, cuidando de mí en cada movimiento. El dolor inicial se disipó gradualmente, reemplazado por un placer indescriptible. Nos entregamos el uno al otro, explorando nuestros cuerpos con pasión y ternura. Estuvimos así, en un vaivén de éxtasis, hasta que ambos alcanzamos el clímax.
Nos acurrucamos juntos, sintiendo nuestros corazones latir en sintonía, mientras Alan acariciaba mi cabello con dulzura.
- Debe ser un cliché total esta posición, yo recostada en tu pecho desnudo, cubierto por una sábana – dije con una sonrisa pícara mientras mis labios rozaban su pecho y él acariciaba mi cabello.
- Fue hermoso, Brenda – dijo Alan, mirándome a los ojos con admiración y cariño.
La expresión en su rostro fue suficiente para transmitir todo lo que necesitaba saber.
Alan deslizó suavemente la punta de su dedo por mi piel, trazando un "A+" que me hizo sonreír. Con un tono juguetón, dijo:
- Tiene la mejor calificación, Señorita Brown
Nuestros ojos se encontraron en un momento cargado de complicidad y diversión.
Después de ese instante, nos quedamos en silencio, disfrutando de la cercanía y la intimidad compartida. Sentí cómo Alan acariciaba mi espalda con ternura mientras yo me perdía en sus ojos.
Desperté lentamente, recordando los momentos mágicos de la noche anterior. Me di cuenta de que estaba en la cama de la cabaña, desnuda y envuelta en los brazos de Alan. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar la pasión y el amor compartidos.
Me moví suavemente, acercándome a Alan, quien aún dormía a mi lado. Observé su rostro sereno y sentí una oleada de amor abrumador. No pude resistir la tentación de besar su frente y sus labios, despertándolo con cariño.
- Perdón... ¿te desperté? – dije con una sonrisa tímida.
- Buenos días, hermosa. Es un encanto despertar así – respondió Alan, con una mirada llena de amor y admiración.
- Buenos días, Alan – le saludé, sintiendo una conexión especial entre nosotros.
- ¿Dormiste bien? – preguntó, preocupado por mi descanso.
- Bueno, lo poco que dormí, se puede decir que sí. Estar en tus brazos me hizo sentir segura y protegida – respondí, expresando mi gratitud por su presencia.
- No sabes lo hermosa que te ves al despertar. Cada mañana es un regalo poder contemplar esta imagen – confesó Alan, llenando mi corazón de alegría y amor.
- No hay precio que pueda igualar la belleza que irradias al despertar. Daría cualquier cosa por poder contemplar esta imagen cada mañana – expresó Alan, con una mirada llena de admiración y amor.
En sus palabras, pude sentir la sinceridad y la intensidad de sus sentimientos hacia mí. Su declaración me hizo sentir apreciada y valorada en todo mi esplendor.
Nos acercamos de nuevo, sellando nuestro amor con otro dulce beso.
- ¿Alan?
- Dime.
- Ayer, con todo lo que pasó, ni siquiera se me ocurrió preguntar... ¿Esta es tu cabaña? ¿O de quién es? No me gustaría enterarme de que estoy en la cama de un desconocido.
- Tranquila, amor. Esta cabaña es mía, la compré después de la primera vez que estuvimos aquí juntos. La adquirí para que sea nuestro refugio de amor... Por cierto, tengo algo de hambre. Vamos a la cocina, te cocinaré algo...
- Sí, yo también tengo hambre... pero primero quiero darme una ducha.
Tomé la ropa que había preparado en el auto y me dirigí a la ducha. Mientras el agua caía sobre mi cuerpo, no podía dejar de sonreír. Estar con Alan, haber pasado la noche juntos, era un sueño hecho realidad. No quería separarme de él ni un segundo. Salí de la ducha y me arreglé el cabello. Luego, fui a la cocina, maravillada por la belleza de la cabaña.
- Huele delicioso...
- Estás mintiendo... no sé cocinar... ni siquiera sé qué es esto – dijo riendo.
- No te preocupes, te echaré una mano.
Así que nos pusimos manos a la obra, preparando el desayuno juntos. Cada instante era una mezcla de risas y complicidad.
- Creo que es hora de regresar a mi casa. Si llego más tarde, mi mamá hablará con Anabela y se dará cuenta de que no estuve con ella. Ana ya ha mentido demasiado por mí.
- Está bien... entonces te llevaré a casa.
- Pero no puedo dejar mi auto aquí y regresar en otro.
- No quiero separarme de ti – dijo Alan, haciendo un puchero.
- No iré tan lejos. ¿Te veré en la tarde?
- Tengo una reunión, así que no podré. Pero mañana no te me escaparás.
- Está bien, creo que podré sobrevivir hasta mañana", dije jugando con mi cabello.
- Brenda... no quiero tocar el tema de 'Laura', pero quiero que sepas que le pedí que se fuera de mi departamento. Sé que estarás más tranquila con eso. Además, ahora que fue la inauguración de su editorial, no tengo ningún asunto que tratar con ella.
- Te amo por esto. Solo quiero lo mejor para nosotros. ¿Eso está bien?
- Lo tendrás, querida. Lo tendrás.
Me tomó de la cintura y nuestros labios se encontraron en un apasionado beso. Sin soltarnos, comenzamos a caminar hacia la puerta, nuestros cuerpos aún unidos en un abrazo. Con una mano, él abrió la puerta mientras la otra seguía aferrada a mi cintura. Salimos al exterior, sin interrumpir el beso, y continuamos caminando hacia mi auto. Con una mano, abrí la puerta y con la otra seguía sosteniendo su cuello. Finalmente, subí al auto y bajé la ventanilla para poder besarlo una vez más antes de partir.
Nos despedimos con una sonrisa en los labios y emprendí el camino de regreso a casa. Durante el trayecto, mi mente estaba llena de recuerdos de ese momento mágico.
Al llegar a casa, me encontré con mi madre.
- Hola, mamá.
- Hola, hija. ¿Cómo te fue?
- Fue increíble, mamá – respondí con entusiasmo.
- ¿El evento estuvo genial?
- Por supuesto, ¿de qué otra cosa podría hablar? – dije con una sonrisa nerviosa.
- Me alegra verte tan feliz. Necesito tu ayuda, hoy es la comida de profesores de tu escuela y vamos a hacerla aquí en casa. Tu padre y yo nos ofrecimos como voluntarios.
- ¿Todos mis profesores vendrán aquí?
- Sí, y necesitaré tu ayuda. Tu hermana está en época de exámenes y no estará disponible hasta la noche.
- ¿Dónde está papá?
- Fue a terminar de traer sus cosas.
- Entonces, ¿es oficial? ¿Vamos a vivir juntos de nuevo?
- Sí, hija – dijo mi madre con una sonrisa llena de alegría.
Después de la emocionante noticia, me uní a mi madre en la cocina para ayudarla con los preparativos.
Poco a poco, los profesores de mi escuela comenzaron a llegar a casa. Era la primera vez que mis padres se ofrecían como voluntarios para organizar esta comida, lo que la hacía aún más especial.
- ¿Puedes encargarte de abrir la puerta? – me llamó mi madre desde la cocina.
- ¿Esperas a alguien más? Pensé que todos los profesores ya habían llegado.
Me dirigí hacia la puerta y, al abrirla, me di cuenta de que todos los maestros estaban presentes, excepto uno... Alan.