Capítulo 42: El pasado es pasado
Narra Brenda
Estaba profundamente sumida en mis pensamientos, tratando de comprender todo lo que estaba sucediendo. Me sentía confundida y perdida.
- Era yo... - repetí.
- Sí, Brenda... eras tú - respondió.
Quedé en silencio, recordando todo lo que había sucedido ese día.
- ¿Tú? ¿Tú aún la amabas a ella cuando me conociste a mí? - no podía encontrar las palabras, respiré profundamente y continué - ¿Yo soy solo un consuelo para ti?
- No, Brenda, te amo... pero ella fue una parte importante de mi vida.
- ¿Y yo soy solo un premio de consolación?
- No, pero tú me ayudaste a olvidarla.
No pude contener las lágrimas y comencé a llorar.
- No, Brenda, por favor no llores. Lo último que quiero es verte así. Oh, por Dios, es mi culpa. No llores.
- No, no es tu culpa - dije mientras me secaba las lágrimas con las manos -. Esta fue mi decisión. Yo quería conocer tu historia. Y no pienses que estoy mal... es solo que son muchas emociones juntas.
- ¿De verdad? ¿No estás enojada?
- No, no estoy enojada - mentí, no solo a él, sino también a mí misma.
- Quiero que sepas que te conté esto porque es parte de mi pasado, pero eso no cambiará nada entre nosotros. Te amo... el pasado es pasado.
- Yo también te amo... demasiado.
Me miró e intentó animarme, tratando de sacarme una sonrisa.
- Entonces ven, ya no quiero verte así - dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba al sofá.
Yo fingí estar bien, aunque mi mente estaba en otro lugar, o más bien, en otro momento: el día en que nos conocimos. Él quería ver una película o hacer algo juntos, pero yo había perdido todo el ánimo.
- Alan, lo siento, ya no estoy de humor para hacer algo. Tengo que irme.
- Pero... pensé que pasaríamos la tarde juntos.
- Lo siento, también olvidé decirte que tengo mucha tarea. Nos vemos después, ¿sí?
- Está bien... - dijo seriamente y luego me acompañó hasta la puerta.
- Brenda... ¿Estamos bien? - preguntó.
- Sí, no hay ningún problema entre nosotros.
Él intentó besarme en los labios, pero por alguna razón no lo permití. Me sentía extraña, confundida. Moví la cabeza y su beso aterrizó en mi mejilla. No esperé a que dijera algo más y salí corriendo de allí hasta llegar a mi auto.
Conducía lentamente, perdida en mis pensamientos. Le había dicho a Alan que no estaba enojada, que esto no cambiaría nada entre nosotros, pero me sentía extraña, confundida. Me resultaba difícil comprender que él hubiera estado en una relación más seria antes de conocerme, me dolía saber que me conoció y me besó cuando aún amaba a otra chica... Estaba muy confundida y solo quería llorar.
Sentía que necesitaba desahogarme con alguien, así que sin avisar fui a casa de Anabela. Por suerte, ella abrió la puerta.
- Amiga, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así? - preguntó preocupada.
- Alan... iba a casarse el día que nos conocimos - dije llorando -. Él estaba comprometido.
Ella me abrazó y luego me llevó a su habitación, donde continué llorando mientras le contaba todo lo que había sucedido con Alan.
- No sé qué es lo que más me duele, que no me haya hablado de ella o que nuestra relación comenzara justo después de que terminara con ella. Siento que fui un juguete para olvidarla... Me siento como un plato de segunda mesa.
- No creo que él te haya hablado por eso. ¿Has pensado que tal vez se enamoró de ti a primera vista? Quizás gracias a ti pudo olvidarla.
- Eso no cambia el hecho de que me lo haya ocultado. Es una parte esencial de su pasado y él decidió negármelo.
- Tienes razón en eso, pero también piensa que no hay necesidad de preocuparse. Tú eres su presente y, por todo lo que me cuentas y lo poco que puedo ver, ustedes tienen una relación maravillosa. Tú eres feliz con él y apuesto a que tú eres lo más importante para él. No entiendo por qué tienes que preocuparte ahora. Ella ya ni siquiera está en su vida... ella es su pasado, tú eres su presente.
Al llegar a casa, con todas esas cosas dando vueltas en mi cabeza, me sentía confundida. Era un torbellino de emociones, un tornado de sentimientos, una cascada de lágrimas. Escuché voces y risas en la cocina, así que fui allí y encontré a mis padres besándose, como cuando estaban juntos. Un escalofrío me recorrió.
- Mmmm, ¿qué capítulo me perdí? - interrumpí.
Ellos se separaron rápidamente cuando me vieron.
- ¿Están juntos de nuevo? - pregunté.
- Hola, hija - me saludó papá.
- ¿No van a responder mi pregunta? - insistí.
- Brenda... esto es algo que tú no podrás... - dijo mi mamá.
- ... ¿No podré entender? - interrumpí -. Mamá, no me trates como si tuviera 8 años, porque ya no los tengo... me da igual si están juntos de nuevo. Solo te pido, papá, que dejes de decir que regresaste porque quieres estar al pendiente de la familia... dejen de mentir.
Me di la vuelta y me fui casi corriendo a mi cuarto. Lo de Alan y esto era demasiado para un solo día. Subí a mi habitación y, a los pocos minutos, mamá también subió. Estuvo en mi cuarto. Al principio, estaba enojada con ella, pero luego me explicó lo que estaba sucediendo con papá. Al parecer, querían darse otra oportunidad. Yo fingía escucharla, pero en realidad pensaba en otras dos personas: Alan y Laura, o más bien, Alan con Laura.
- Mamá, te agradezco por venir a hablar conmigo. Discúlpame si fui muy dura... pero estoy muy cansada y quiero descansar.
- Claro, cariño. Te dejo dormir... Te amo, hija.
Mi mamá salió de mi habitación y yo intenté dormir, pero todas las imágenes de Alan con Laura seguían apareciendo en mi mente.
Al día siguiente, no tenía ganas de conducir, así que mamá me llevó a la escuela. Había pasado toda la noche pensando y había llegado a una conclusión: iba a dejar de darle importancia a todo este asunto y dejar de pensar en ello, tal como Anabela me había aconsejado. Además, Alan me había dicho que me amaba y que yo era su presente, así que decidí confiar en él. Haría como si no me hubiera enterado de nada.
Al llegar a la escuela, no encontré a Anabela. Fui sola a mi casillero y cuando me giré, ahí estaba Alan...
- Hola, Brenda.
- Alan.
- ¿Podemos hablar en un lugar más privado? - dijo seriamente.
- Sí, seguro.
Alan me llevó a su salón, entrecerró la puerta y se sentó al borde de su escritorio. Yo me senté en la paleta de la banca.
Respiré profundamente y antes de que Alan dijera algo, hablé primero:
- Alan... escucha, estuve pensando y creo que todo este asunto de Laura debería quedar...
- Justo de ella quiero que hablemos - me interrumpió.
No era algo que quisiera escuchar.
- ¿Qué pasa? - pregunté.
- Ayer... después de lo que pasó... ella... después de que hablamos... - comenzó a tartamudear - ¡Yo hablé con ella! - dijo finalmente.
Yo me quedé mirándolo en silencio. No supe qué decir.